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Ya volvi... mos

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Gareki Sáb Mayo 19, 2012 9:22 am
Amo»Humano
Un suspiro de alivio se escapó de sus labios en cuanto divisó el bloque de apartamentos un par de calles más allá, alzándose impetuoso por encima de los edificios de alrededor. Por fortuna para él, su casa no estaba tan lejos como pensaba, sólo tenía que conocer bien el camino, pero resultaba difícil en aquel laberinto de aceras y callejones sin salida. Hasta había llegado a pensar que se habían perdido.

"Habían"... todavía le sonaba extraño. Dirigió una mirada de soslayo a su Pet, que caminaba a su lado. Además del suspiro, no había pronunciado palabra o sonido en todo el trayecto desde la Tienda donde lo había sacado hasta el apartamento en el cual vivía, para darse tiempo a sí mismo de asimilar la idea. No tendría que haber entrado nunca en aquel lugar, sólo fue un acto... impulsivo de su subconsciente. "¿De mi subconsciente? ¿Pero desde cuándo tengo eso? " se preguntaba, entre molesto y confuso " Dios... me estoy volviendo loco "

Pero, por otra parte, tampoco se arrepentía. A pesar de que aquel conejo había logrado sacarlo de sus casillas en tiempo récord, además de que el propio Akemi le había advertido que había perdido su dinero y su tiempo tontamente, incluso sabiendo que las amenazas de fuga del chico podrían cumplirse... era incapaz de sentir remordimientos. Era como si algo le dijera que había hecho lo correcto, y que no había nada de que preocuparse.

Antes de que se diera cuenta, sus pasos ya lo habían llevado hasta la entrada del edificio. Como de costumbre, no había nadie en la recepción, aunque tampoco era de extrañar a aquellas horas. Se encogió de hombros y pensó que lo mejor era así, ya que no tenía buenas relaciones con sus vecinos, que digamos. Frunció el ceño y dejó escapar un bufido molesto cuando leyó un "No funciona" en el puerta del ascensor. Tras dirigirle una mirada de odio al aparato -como si este tuviera la culpa- y una retalía de insultos y maldiciones susurrados bajo la bufanda gris, dió la vuelta para encaminarse hacia las escaleras. Miró por encima de su hombro para ver si el muchacho que traía consigo lo seguía, pero sólo por si acaso lo tomó del brazo y lo guió siete pisos escaleras arriba, en silencio, con el único sonido de las pisadas de ambos ascender por los peldaños.

Ni qué decir cómo estaba, cuando llegaron al ático en el cual vivía. Si antes ya estaba molesto, en ese momento parecía que hechaba chispas, aunque sabía que no valía la pena enfadarse. Rebuscó en el bolsillo de su gabardina hasta dar con las llaves, las introdujo en la cerradura y la puerta de abrió con un chirrido.

─ Vamos, entra. ─ ordenó, metiendo al chico en la entrada. Esta era de paredes blancas y baldosas grises, fría y desnuda, sin ninguna decoración a excepción de una cómoda, un espejo por encima de esta y un perchero en la pared contraria. Colgó la gabardina en este último, y sólo entonces miró a Akemi. "Tendré que acostumbrarme..." pensó, advirtiendo que ya no estaría más solo en la casa, y esta ya no parecería tan fría y vacía.
Gareki
Masculino

Akemi Kido Sáb Mayo 19, 2012 9:31 am
Conejo
Antes de salir de la tienda pasó completamente de todo aquel de sermón de “yo soy tu amo” bla bla bla “eres mío y te perseguiré” esto y lo otro, vale vale, como él dijese, total soñar es gratis, je como si aquello de quedarse con él llegase a ser verdad, eso era más imposible, esperaría unas semanas para que se confiara y luego ¡zas! Adiós muy buenas y gracias por ser tan idiota.

A unos cuantos pasos tras haber salido le dio una manotazo haciendo que le soltase, realmente aquello le había molestado, no por el agarre sino por la fuerza de este, fue algo bruto, pero ya daba igual, ya tan solo caminaba a su lado habiéndose colocado uno de los auriculares escuchando música sin decir absolutamente nada en todo el trayecto, no sabía que decir aparte de que no tenia nada por lo que hablar, no iba a forzar aquello era completamente innecesario.

Con sus manos en los bolsillos de la única chaqueta que tenia observaba al otro, estaba tan abrigado, seguro se estaba genial entre toda aquella ropa, mm…la bufanda, con eso se conformaba, si eso era suficiente, al fin y al cabo si se molestaba que le diesen, ¿era su pet, ,verdad? Pues hay que cuidar a las mascotas, no querría que se muriese del frío, eso si seria una perdida de dinero. Así pues sacó sus blanquecinas manos de los bolsillos tragando saliva, con cuidado las fue estirando y acercando al cuello ajeno, aunque por un momento le dieron ganas de ahogarle, robarle la cartera y huir, pero bah, habría oportunidades así de sobra durante las próximas semanas; de todos modos la misión fue fallida pues de vez en cuando le miraba, supuso que para ver si le seguía, y aquello hacia las cosas más difíciles, finalmente se rindió y volvió a esconder las manos congeladas en la chaqueta escondiendo parte de su cabeza bajo la chaqueta.

“Estúpido invierno, maldito frío, tsk menudo amo más idiota y egoísta” eran una de las frases que le venían a la cabeza hasta que llegaron al edificio, en este ya no se estaba del todo mal, seguía haciendo frío pero se notaba que la temperatura era algunos grados menor.
Bostezó y apagó la música mirando al otro, este fue haca el ascensor y tachan~ que hermoso cartel, siempre dando ánimos, claro que si, un fantástico “No funciona” en letra grande sobre una hoja en blanco escrito a mano de forma un tanto cutre.

Una ligera risilla se le escapó notando al otro un tanto cabreado pero perceptiblemente molesto, menudo idiota tampoco hacía falta ponerse así, tampoco sería para tanto unos pocos escalones, aunque había valido la pena “escuchar” de forma mínima todos aquellos insultos, maldiciones y algo que no llegó a entender pero sonó raro también, definitivamente era idiota.
En eso notó de nuevo su mirada y acto seguido como de nuevo le tomaba de la muñeca, oh vamos, que no era un bebe, no se iba a perder y escapar ahora era una tontería, sobretodo por que no tenía donde ir y en la calle si se quedaba moriría de hipotermia segurísimo.

Finalmente tras muchos escalones llegaron al piso, ¡aquel tipo era idiota! ¡¿Por qué demonios se compra una casa en semejante lugar tan alto?! Estaba bastante cansado y molesto, no solo por subir aquella burrada de peldaños, sino que estado agarrado de aquel modo era un poco bastante incómodo subir a la par que aparatoso.

“Entró” al lugar, más bien fue empujado hacia este y se quedó observando, realmente era enorme, no conseguía entender como siendo tan joven podía tener una casa así y eso que por ahora solo había visto la entrada, pero de lo poco que se veía era notable que aquello era aceptablemente espacioso.

Observó al otro y le empujó hacia fuera - Menudo idiota…ni se te ocurra tratarme así, que sea “Tu mascota” no significa que me tengas que ir arrastrando y empujando a todas partes - lo observó fijamente y diciendo todo aquello hasta apartar leve la mirada para bufar - menudo imbécil – aquella última frase la murmuró ligeramente y continuó andando hacía el interior, no le gustaba era demasiado sosa, mucho blanco, gris y negro, destacaba mucho en aquel lugar, su pelo era muy llamativo, al igual que sus ropas, argh era frustrante.

-¡Tu! Humano estúpido e inepto, más te vale darme ahora mismo algo con lo que pueda estar acorde junto a esta casa, no me gusta…destaco demasiado, y odio eso, ¡así que muévete, vamos! ¡Ah, si! Y más te vale que sea caliente, que en la calle me he congelado cosa mala, ya me podías haber dejado unos guantes al menos, mira que eres estúpido – Bufó y siguió rastreando el lugar, tal y como un animal domestico cuando llega a un lugar nuevo, empieza a ir a todos lados y por todas partes para identificar todas y cada una de las cosas.
Akemi Kido
Masculino

Gareki Sáb Mayo 19, 2012 9:40 am
Amo»Humano
Realmente, le molestó más el hecho de que tratara de golpearlo que el propio empujón. No le había hecho daño, ya que era considerablemente más alto y de constitución más consistente que el conejo, pero le irritó tanto que se atreviera tan sólo a ponerle las manos encima de esa manera, que resistió la tentación de marcarle la otra mejilla. Se mordió la lengua justo a tiempo, y su voz sonó tranquila cuando dijo:

─ ¿Acaso me vas a decir que, si no te llevara de la manita, conejo idiota...? ─ enfatizó la última frase, con una sonrisa descaradamente burlona. Trataba de controlarse, pero le resultaba difícil resistir a la tentación de molestar al pelirrojo. ─ ¿...no intentarías escaparte? ─ resultaba absurdo, si hasta el mismo Akemi lo había mencionado. Simplemente, no creía bueno fiarse del conejo, no tan pronto. Aunque, claro, con esa actitud, quizá terminaría por no hacerlo nunca.

Puso los ojos en blanco, exasperado, tratando de ignorar las palabras ─ o más bien insultos ─ de Akemi. ¿No debería de ser él quién anduviera dándole órdenes al conejo? ¿Cómo y cuándo se habían invertido los papeles? No se inmutó al saber el frío que había pasado Akemi fuera. No era culpa suya que el maldito hubiera permanecido tan mudo como él, ¿verdad?

─ ¡La culpa es tuya, estúpido, por no decírmelo! ─ bufó y volteó a verlo, desentendiéndose rápidamente de la responsabilidad, como solía hacer. En cuanto a la ropa... lo miró bien, y advirtió, por primera vez, que no traía maleta alguna. Tan sólo traía lo puesto y un reproductor de música que lo vió usar durante el trayecto. Desgraciadamente, no tenía ropa de su talla -resultaba demasiado grande, no hacía falta que viniera ningún modista a testificarlo. Saltaba a la vista- , lo cual suponía, si no quería andar desnudo por ahí, comprar más ropa. En el "idioma" de Gareki, equivalía a perder más dinero, que no le salía a raudales del bolsillo, precisamente. Bufó de nuevo, cada vez más molesto por los gastos que suponía su mascota, y los insultos que profería mientras tanto no mejoraban las cosas. Harto, se llevó las manos a la cabeza, temiendo que le estallara en aquel instante.

─ ¡Está bien, está bien, pero cállate! ─ exclamó, alzando una mano hasta su frente, dejando caer la otra a un costado, cansado y molesto. ─ Ahora mismo tengo un bonito dolor de cabeza por tu culpa. ─ imaginó que le alegraría saberlo, pero tampoco le importó. ─ Genial. Joder... estúpido zanahorio. ─ maldijo en voz baja, pero, sin embargo, alcanzó la mano para subir el termostato, bien camuflado de blanco en una pared, un par de grados. Lo mantenía en la entrada para cambiar la temperatura nada más llegar, si se daba el caso -uno de los pequeños y escasos lujos que podía permitirse-. Lo último que le faltaba, era que le diera una hipotermia.

─ Por desgracia. ─ lo miró por encima del hombro, en un último vistazo, pero volvió a mirar hacia delante, dando los primeros pasos por el vestíbulo . ─ ...No tengo nada que te pueda servir. Tendrás que conformarte con mi ropa hasta que te consiga algo. ─ explicó con tono monótono. No podía negar que disfrutaba, aunque trataba de disimularlo, de devolverle la jugada. -Pero de momento no va ha hacer falta.- se giró a mirarlo, con una media sonrisa divertida, que trató de disimular rápidamente bajo una expresión seria e imperturbable, casi aburrida. Le picaba la curiosidad por ver cómo reaccionaba ante una situación comprometida... o tan sólo quería ver molesto a aquel conejo que, inexplicablemente, le irritaba tanto. Tenía una buena excusa, ¿no?: era tarde y hacía frío. Nada mejor que un buen baño relajante. ─ Total, te vas a desnudar de aquí nada. Gastar agua es un lujo que no me puedo permitir, así que nos bañaremos juntos. ─ ordenó. No le alcanzaba el dinero para llenar dos bañeras, dado que no disponía de ducha. Siguió avanzando, no le tomó de la mano, porque creyó que no era necesario, pero lo miró, molesto. ─ ¿A qué esperas? ¡Muévete! ─ lo empujó por el pasillo, también gris y frío, al igual que la entrada, y que la mayor parte de la casa.

Lo guió -o más bien arrastró- hacia su habitación. A diferencia del resto de la casa, sí que tenía algo de color. Las paredes eran de un suave color blanco, de un tono parecido al de las tablas se madera clara que cubrían el suelo del apartamento. La decoración era más bien escasa, al igual que los muebles, un pequeño ropero a un lado de la habitación, en paralelo a una cama lo suficientemente grande para abarcar dos o más personas (Aunque él había intentado rechazar la oferta, Hirato insistió en una de matrimonio), ya con el edredón de invierno, una mesilla a un lado de esta coronada por una lámpara y diversos libros en la de la derecha, una cómoda frente a la cama y una silla junto a la puerta. Eso era todo. Sencillo, práctico, así era Gareki.

─ El baño está a un lado del pasillo, segunda a la derecha. Hay toallas en el armario. Yo... voy a ir llenando la bañera. Ni se te ocurra... ─ le lanzó una seria mirada de advertencia. En realidad, no tenía razones serias para arrastrarlo allí, pero le irritaba tanto el hecho de que no le obedeciera, como se supone que debería hacer, que quiso forzarlo. ─ ...intentar escabullirte, o tendré que venir a por tí. No tardes, o se enfriará el agua. ─ fue lo último que dijo antes de desaparecer por la puerta.
Gareki
Masculino

Akemi Kido Sáb Mayo 19, 2012 10:11 am
Conejo
Al escuchar la pregunta que hizo el mayor sonrió ladino y alzó el dedo índice junto una ceja mirándole como con superioridad y de forma algo burlesca – Perdona…te dije que me escaparía, pero no te dije cuando, además irme así de primeras es demasiado estúpido ¿por quien me tomas? ¿acaso por un novato? Oh vamos, creí que realmente eras más listo – le guiñó un ojo y sacó leve la lengua aun en aquella aura de burla hacía el mayor, realmente le sorprendió un tanto que dijese algo así, al fin y al cabo parecía más listo, bueno, siempre se dijo que las apariencias engañan y solía ser cierto.

Mientras tanto siguió andando observando con detalle los pocos objetos quee habían en aquella casa, tal y como un animal, era extraño aun siendo solo mala digamos ¿un cuarto? La verdad no tenía absolutamente ni idea, solo sabía que tenía como la necesidad vital de recorrer toda la estancia para ver todos y cada uno de los rincones, muebles, y pocos objetos que habían.
¿Acaso debía decírtelo? – dijo bastante tranquilo a la queja del mayor, realmente cuando estaba en modo rastreo (?) era como si el resto de cosas no importasen, pero claro, ya si eso reaccionaría más tarde de algún u otro modo – Si en vez de tener un conejo parlante como yo hubiese sido un perro, por ejemplo, ¿esperarías que el te dijese “amo, ponme una jersey” –bufó y rió leve negando suavemente con la cabeza – Eso sería ridículo, aunque gracioso…pues lo mismo en mi caso, si hacía frío es normal que tuviese…pero ya da igual, solo tenlo en cuenta para la próxima humano tonto.

Cuando hubo dado una vuelta por la sala, ignorando el dolor de cabeza ajeno por completo, volvió fijándose en que andaba tocando un aparatito, se acercó casi empujándose con la cadera y se lo quedó mirando. Era uno de esas cosas caras que controlaban la temperatura en invierno…de la cosa esa, si, amm…la si…los tubos esos que daban calor…la calefacción, nunca antes había estado en un lugar con algo así así que realmente aquello era un completo lujo para él. Lo cerró con cuidado tras haber captado más o menos el funcionamiento de aquello, o eso creía al menos, no parecía muy difícil.

Observó al otro alzando una ceja y negó con la cabeza rigiéndose hacia él estando delante suyo llevando un dedo índice sobre el centro del pecho ajeno, justo sobre su corazón haciendo unos círculos arrastrando un poco la tela de su camisa de paso. Su cabeza estaba ligeramente inclinada mostrando una suave pero a decir verdad bastante inda sonrisa mirando fijamente al mayor directamente a los ojos – No importa….con cualquier cosa limpia me conformo, y que al menos por ahora cubra, en verano podre ir con un pantalón solo si quieres y te parece bien – aunque por supuesto lo más seguro es que en verano no estuviese, o al menos en pleno verano – Ahora solo dame algo de ropa que no uses casi y con eso me bastara….¿Mmm? –alzó una ceja y se separó levemente sospechando de todos auqellos gestos que hacía el mayor, realmente era muy sospechoso, hasta que, puf, se hicieron la palabras mágicas - ...¿Are you fuckin kidding me? Jajaja…eso no te lo crees ni tu guapito, no te creas que de buenas a primeras me vas a tener de ese modo frente a ti…además a mi no me hace falta, hoy casualmente fue nuestro baño semanal a mangerazo limpio, estoy ni mas limpito, así que déjame ¿vale? – sonrió falsamente tras decir todo aquello con un tanto de recochineo, aunque era verdad, raro era que en casi pleno invierno no acabase resfriado o con una hipotermia.
Esperó la respuesta del otro cruzado de brazos. Pero~ tachan, que bonito, amaba a su amo, le iba a obligar según parecía, quisiese o no. Al notar el empujón gruño y le hizo lo mismo pero con bastante fuerza a comparación con el empujón del otro - ¡Que no me voy a poner en pelotas delante de ti! ¡Salido de mierda!

Pero daba igual lo que dijese siguió notando más y más empujones hasta llegar finalmente a la habitación, vaya, mira tu por donde no toda la casa era igual, algo era algo, incluso diría que aunque tampoco tenía gran cosa parecía ser la habitación con más muebles comparada con el resto. Pero bah, daba completamente igual, aunque por un momento le dieron ganas de tirarse en la cama, era enorme y parecía tan malditamente cómoda. Escuchó al ajeno con el mínimo de atención y bufó acercándose al armario.

-Si , “Mi amo” no se preocupe, no me escaparé….se perfectamente lo que le gusta a usted ver los cuerpecitos de jóvenes indefensos como yo…por favor intente controlarse... – dijo con algo de recochineo y bastante pero requetebasteante falsos modales con un gran “intento fallido” de amabilidad. Tras que el otro desapareciese tras la puerta comenzó a quitarse la ropa, aunque primeramente sacó el mp3 colocandolo a un lado sobre la cama con cuidado, tras eso fue quitándose la ropa de malos modos pero dejándolo bien plegada sobre la cama también, aunque daba igual, total había que lavarla, realmente apestaba un poco bastante, lo suficiente para ser desagradable al olfato. Tras quedarse en boxers tragó saliva y agarró una toalla colocándosela alrededor de la cintura agarrándosela un poco con el elástico para que se mantuviese mejor, se acomodó la ropa interior de modo que se viese lo menos posible y suspiró listo. Por supuesto no iba a entrar ahí con el salido antipático ese totalmente desnudo.
Akemi Kido
Masculino

Gareki Sáb Mayo 19, 2012 10:25 am
Amo»Humano
Posiblemente, pensó, sería lo bastante astuto -o cobarde, en todo caso- de marcharse sin decir nada. Así, por las buenas, desaparecería, se esfumaría, como si nunca hubiera estado allí, como si nunca hubiera existido. Se imaginó levantándose, una mañana cualquiera, y descubriendo que volvía a ser el único habitante del apartamento. De nuevo, vacío, de nuevo, solo. En un breve instante de empatía espontánea, se preguntó si tendría corazón como para permitir su huida o dejarlo marchar en el improbable caso de que el conejo se lo pidiera. Un vistazo a recuerdos recientes, las palabras -o más bien insultos proferidos contra él- de Akemi, le aclararon la respuesta: de ninguna manera. No le daría el permiso -ni mucho menos la satisfacción- de ver cumplida su amenaza. De una manera u otra, tendría que retenerlo a su lado.

Pese a que desconocía las verdaderas razones por las cuales había decidido "adquirir" al pelirrojo, sí que tenía una cosa clara: no pensaba perder ni su tiempo ni su dinero. De alguna manera, todo tendría que ir bien. Aunque aún no supiera a qué se refería por "bien"...

Después de alejarse de Akemi, dejándolo solo en su habitación y haciendo oídos sordos a sus insultos e insinuaciones, se dirigió -como si tal cosa- al baño. Este era una de las pocas estancias de la casa que no tenía ningún rato personal -curiosamente, nunca de Gareki-. Un cuarto de aseo, común, sencillo, corriente, que podrías encontrar en cualquier casa. Una moqueta blanca cubría el suelo, contrastando con las baldosas oscuras de las paredes. Junto a la puerta corredera había un armario, para las toallas y jabones, más allá, una pila de mano, con un espejo cuadrado por encima. A un lado de la habitación, una pequeña bañera ovalada, del color predominante en la habitación, y arriba, una ventana.

Se inclinó para abrir el grifo del baño, que emitió un suave siseo, antes de que el agua comenzara a emanar de esta, junto con vapor. Si tanto frío hacía... preguntándose si lo del baño con manguera sería cierto o sólo una excusa, dejó unas toallas encima de la pila, para luego, y salió en dirección a la cocina. En todo caso, pensó, no podría escabullirse. ¿Cómo decir no a un baño caliente y relajante después de un día frío y agotador? ¿Tal vez por el pequeño -¿minúsculo?- detalle de tomarlo en compañía?

"¿Realmente soy tan pervertido?" pensó, riendo para sí "Joder... a ver si va a tener razón y resultará que soy un salido..."

No es que el pasillo fuera especialmente largo, pero el corto trayecto habitual se le hizo eterno. La cocina era, como el resto de la casa, de estilo occidental. Aunque era japonés, nunca había sentido demasiada atracción por sus orígenes. Encontraba el del hemisferio opuesto más cómodo y práctico, acorde con él. No le interesaba la decoración de interiores, pero no negaría que buscó expresamente un piso con este ambiente. La cocina, en concreto, no resultaba demasiado amplia, pero tampoco excesivamente estrecha. Tenía todo lo necesario, desde frigorífico hasta horno, pasando por lavavajillas, despensa, cocina a vitro, pila... y eso que no es que sea un gran amante de la comida en general. En realidad, no necesitaba tanto, pero Yogi había insistido, y Gareki accedió sólo para mantenerlo callado. El color predominante era claramente el blanco, en los muebles y en las paredes, si bien la encimera y los estantes seguían siendo de madera. Curioseó entre estos unos instantes, buscando algo que sirviera de cena. En vano. Repitió lo mismo con la nevera, la despensa, y el resto de armarios.

─ Oh, vamos... ─ se lamentó, sin tener nada que llevarse a la boca esa noche. Bufó, molesto. ¿Cuándo y como se había acabado todo tan rápido? Era demasiado tarde como para encontrar un supermercado abierto... aunque quizá en el 24 horas tuvieran algo... ─ Joder... ─ no tenía ni tiempo ni ganas de bajar, y menos con ese frío tan horrible. Finalmente, una protesta de su estómago que le hizo llevarse la mano al vientre, decidió por él.

Iba hacia la entrada, hasta que a medio corredor recordó que tenía una bañera llenándose y un chico desnudo esperando en ella. Si no quería que su casa se inundara o enfrentarse a la creciente ira del conejo, por lo menos, debería cerrarla y avisarle antes de irse. Pasó por el baño. No le sorprendió tanto como esperaba verla llena, pero vacía, en cierto sentido. Cerró el grifo, que goteó unos instantes, para luego silenciarse del todo. Era una pena, pensó. Lo del baño. Tal vez otro día... "Joder, ¿en que demonios pienso?" se reprochó "...No, si al final tendrá razón y todo... maldito conejo..."

─ Has tenido suerte. ─ fue lo primero que le dijo al entrar en la habitación. Ni siquiera lo miró, tan sólo se dirigió al armario, lo abrió y rebuscó algo en él. ─ Voy a salir a ver si pillo algo para cenar... ─ encontró un viejo jersey rojo, deshilado y bastante harapiento, pero aún utilizable. ─ Imagino que por lo menos podrás apañártelas solo durante unos veinte minutos, ¿no? ─ se lo puso por encima de la camisa de tirantes negra, aún de espaldas al pelirrojo. ─ Hay ropa mía en el armario. Coge lo que quieras. ─ era casi seguro de que todo le iba a venir grande, pero era lo que había, por el momento. Se quedó callado unos segundos, terminando de acomodarse el jersey. ¿Y ahora qué? ¿Pórtate bien? Sí, ya. Qué más quisieras. ¿No abras a desconocidos? Seguramente, se lanzaría en brazos de cualquiera de ellos con tal de escapar de Gareki. ¿Quédate aquí? Como si tuviera algún sitio a dónde ir. ─ Ya sabes dónde está el baño. ─ Vaya, realmente brillante. Lo miró unos momentos, justo antes de marcharse. No estaba tan mal. Nada mal, en realidad. "Oh, Dios" se obligó a apartar la vista. Bueno, por lo menos, era lindo. Lástima que su carácter no congeniara con su belleza. Bufó, molesto, y se despidió. ─ Espero que, por lo menos, me lo agradezcas. ─ no, no lo esperaba, en realidad. En la ruta habitación- entrada, calculó el tiempo que tardaría. No más de un cuarto de hora, en realidad. Quizá menos, si se daba prisa. El 24 horas estaba a la vuelta de la esquina. Poniéndose la chaqueta por encima del jersey, se preguntó qué clase de idiota era como para dejar solo al pet que le había amenazado con escaparse en cuanto tuviera la oportunidad. "Un idiota confiado" pensó. Pero no le quedaba otra, si querían cenar. Tal vez llegara a tiempo antes de que vaciara la bañera, para darse una ducha rápida. Bufó, por enésima vez en aquella maldita noche, y salió dando un sonoro portazo.
Gareki
Masculino

Akemi Kido Sáb Mayo 19, 2012 10:47 am
Conejo
Y ahí estaba él, medio desnudo en una casa desconocida y nueva para él a la espera de un adolescente con lo que parecían ser las hormonas más que revolucionadas, tsk y luego decían de los conejos de que son unos salidos y no paran de fornicar, pues eso es mentira, un adolescente humano, sobretodo hombre, lleva el sexo constantemente en la cabeza, y parecía ser que aquel tipo no iba a ser ni mucho menos una excepción. Pero daba igual si el otro intentaba alguna cosa con intenciones de perforar eso iba a estar difícil, pues no le iba a dejar así como así, se escaparía de aquella casa virgen y en perfecto estado, pues si se atrevía a hacerle algo le patearía – literalmente- aquel culo de semblante durito pero que bajó la fuerza de sus energéticas piernas no durarían nada.

A pesar de todo la casa no estaba mal, no era precisamente la definición de “acogedora” pero era mejor que estar encerrado en una de las jaulas, o es una de esas habitaciones abarrotadas de pets y más pets, o en la calle mismo, ¿quien sabe? Quizás podría llegar a costumbrarse y todo, quizás incluso podría quedarse más tiempo de lo que tenia pensado. Si, aquello era un cambio de pensamiento muy, bueno, más bien demasiado repentino, pero maldita sea, se estaba caliente, había baño, estaba limpio, bueno, estaba decente, pues más bien podía apreciar algunas acumulaciones de polvo por ahí, pero daba igual. Pero sobretodo esos pensamientos cambiaron al sentarse en la cama, ¡Oh, si! - ¡Aaah~! - Dijo soltando del puro placer al tumbarse sobre esta. Increíble, era lo más cómodo que jamás había probado en años, no, en su vida, aquello era el paraíso hecho colchón, simplemente sin palabras. Una pena que el olor del contrario estuviera impregnado en las sabanas, aquello le cortaba un poco el rollo, pues le hacia sentir como un acosador que de oler las sabanas o ropa de otro se le va la cabeza y se pone calentorro, tsk menuda tontería, jamás entendería la gente así, salidos. Además la cama también era individual....allí habrían problemas a la hora de dormir posiblemente, ahora que la había probado no podía dejarla escapar así como así.

Así pues dio algunas vueltas sobre la cama disfrutando de la comodidad de están ahí si que iba a dormir bien, y lo mejor era que a menos que aquel estúpido engreído le mandase al sofá dormiría ahí,...pero si le mandaba al sofá, uy si le mandaba, ahí se iba a armar una buena. Por nada iría a dejar que le negase aquel placer, si hacia falta lo patearía hasta sacarlo de la habitación, o....nah, eso si que no, podría degradarse, pero...eso jamás sucedería, ni siquiera para dormir en algo así, las patadas eran mejores. Pero todos aquellos pensamientos cesaron en oír la puerta del baño abrirse alzando sus orejas de conejo estando tensas y atentas al igual que su cuerpo, que de un solo bote se quedó firme, serio y quieto de pie junto a la cama. esperó unos segundos y los pasos se iban alejando, por supuesto no sabía a donde. Suspiró relajándose un poco y miró a su alrededor, no había gran cosa, pero igualmente se puso a investigar.

Tras abrir todos cajón que encontraba, rebuscar, volver a echarse sobre la cama y colocar la sabana bien para que no se notase nada y analizando con la mirada, finalmente fue hacia el armario. Rebuscó un poco para ver si podía encontrar algo más o menos de su talla, que por ahora de entre toda la habitación no encontró ni una sola pieza de ropa de su medida. Suspiró e inclinó la cabeza a un lado apartando la ropa aun buscando - ¿Por que demonios es todo tan grande? No eres tan grande...y no vas a crecer mucho más, que estúpido - Dijo como si el otro estuviera ahí aunque aun siguiese por donde fuese de la casa, aunque eso pronto cambiaría pues a mitad del recorrido escuchó de nuevo los pasos cerca de la puerta del baño dirigiendo su mirada hacia esta mientras seguido se escuchaba la llave del agua cerrándose, tras eso cerró el armario rápidamente y sentándose sobre la cama se puso con rostro serio esperando a que saliera el otro que no se hizo mucho de rogar.

Se mantuvo callado sin dirigirle la mirada siquiera, tan solo se levantó como si de una fila militar se tratase, aunque solo fuera él. Aunque poco a poco fue alzando la cabeza mientras se cruzaba de brazos en una postura algo informal mirando al otro con cara de pocas ganas de nada - Si, me las puedo apañar solo, no soy tan estúpido como tu, yo almenos me las he podido apañar tsk - Seguido señaló el armario llevándose una mano a la cabeza entrecerrando los ojos y soltando y leve suspiro - No hay nada que me venga bien, parece que tienes un complejo por ser grande o más de lo que eres...como no meta algo a la lavadora y lo haga encoger mucho creo que sera imposible que me ponga cualquier tipo de pantalón, a menos que haya alguno de cuerda...o mayas...- Justo al decir aquella última palabra en su mente le vino la imagen mental del contrario con mayas no quedándole precisamente bien que digamos sino un tanto...¿innovador? - Pfff ¡¡Hahahahahaha!! - No puedo aguantarlo, estalló en carcajada pura llevándose ambas manos al estómago encorbándose levemente casi cayéndosele la lagrimilla, al cabo de unos cuantos segundos se calmó finalmente respirando algo agitado abanicándose con la mano un poco de forma suave - Ay...que bueno, ¿sabes? Deberías comprarte unas pff s-se gura que haha...ay, seguro que te quedarían genial Garifu - Y si, aun no se había enterado del nombre correcto del otro, así que le seguiría llamando así hasta que el otro le corrigiese.

Negó con la cabeza y fue tras él hasta la entrada agarrando la bufanda y tomándole de la chaqueta antes de que diese algún paso más - Gracias....en verdad - Apretó la bufando entre sus dedos no creyendo que estuviera diciendo aquello pero - Aunque seas un gran idiota, gracias - Le colocó la bufanda tras eso y le colocó bien la chaqueta abrochándosela sin siquiera dirigirle la mirada. No era ninguna coña, no, tampoco estaba cayendo tan fácilmente tan solo - Me has sacado de la tienda, y me vas a mantener durante X tiempo...supongo que gracias, aunque quieras violarme y seas un maldito salido que solo piensa en pajearse y fo****** a alguien - En terminar de hablar lo empujó hacia la puerta mirando a otro lado cruzándose de brazos bufando - Ahora trae comida rápido, mientras me bañaré y cuando vuelvas haré la cena....bueno, más bien lo intentare, en ese momento tu te bañarás - Si más o menos lo tenia calculado, así ambos se liberarían de ver el cuerpo desnudo del otro, aunque el contrario hubiese visto casi al completo el suyo propio ya.

Así pués, tras que el otro saliera del piso, se mantuvo algunos segundos ahí quieto sin decir nada. Tras eso se dio media vuelta yendo de nuevo a la habitación quitándose la ropa y dejándola sobre la cama, bueno, solo la toalla y los boxers metidos entre nalga y nalga. En estar desnudo algo avergonzado sintiendo aun la presencia del otro fue directo al baño, pero agarrando antes algo de ropa, una camiseta y un pantalón serían suficientes, una pena no tener ropa interior de recambio.
Akemi Kido
Masculino

Gareki Dom Mayo 20, 2012 2:10 am
Amo»Humano
"¿Qué coño ha sido eso?" se preguntó un extrañado y confundido Gareki cuando Akemi le cerró la puerta en las narices. Juraría que hacía un momento, se descojonaba en su cama al imaginarlo con mallas. Luego, se presentaba detrás de él -aún con tan sólo la toalla-, le daba las gracias, le abrigaba y le proponía hacer la cena. Bien, no precisamente de la manera más cariñosa posible, pero, si lo decía él... ¿A qué demonios venía aquello?

De verdad, que le había pillado desprevenido. De cualquier cosa que hubiera imaginado que le diría en ese momento, un "gracias" hubiera sido lo último. Sospesó, durante un momento, la totalmente lógica y tranquilizadora posibilidad de que fuera un broma, un hecho no tan extraño por lo que pudo comprobar durante el escaso tiempo que había pasado con Akemi. Pero había sonado tan... ¿qué? ¿sincero? Demasiado para tratarse de él. Realmente, habría que ser muy rastrero -o muy buen actor- para decir algo así, si no iba en serio. Tal vez, había sido una actuación para inspirarle compasión, confianza, o lo que quisiera que estuviese intentando. No, tampoco. Era demasiado orgulloso como para arrastrarse así. De nuevo, se requería un talento para el arte dramático, del que el conejo parecía carecer. ¿Quizá, doble personalidad? ¡Por favor! Se daba cuenta de que cada escusa, sonaba más y más ridícula. ¿Por qué, simplemente, no podía creerlo?

Se quedó unos segundos parado frente a la puerta, dudando entre irse o volver a entrar para comprobar que realmente todo iba bien. En un breve instante, recordó. ¿Era posible? ¿Lo parecía? "No me digas... que se ha tomado en serio lo de..." Se llevó una mano a la bufanda. No, no se lo esperaba. Negó con la cabeza, Casi involuntariamente, esbozó una débil sonrisa. También recordó el motivo de todo aquello. "¡Mierda!", maldijo para sí, bajando las escaleras a toda prisa.

Sus labios se entreabrían por los jadeos, y liberaban pequeñas nubes de vaho a medida que corría para alcanzar la esquina. El sonido de un trueno lo alentó a ir más deprisa y seguir adelante. Desvió la vista hacia arriba, para encontrarse con un feo y grisáceo cielo encapotado, tenuemente iluminado, a pesar de caer ya la noche, por el resplandor de algunos relámpagos. Decidió obedecer, y aceleró el paso. Tanto que, cuando vislumbró el logo naranja que coronaba la tienda de 24 horas, paró en seco, y estuvo a punto de resbalar en el hielo de la acera. Pero, ¿cuándo había hecho tanto frío? Negó con la cabeza, sin que supiera o le importara la respuesta.

La dependienta alzó la cabeza al oír el siseo de las puertas al deslizarse. ¿Quién demonios podría ser a esas horas? Algún despistado o un mendigo sin qué cenar, supuso. No se equivocó. Lo observó durante unos instantes, evaluándolo con la mirada. Bueno, era mucho mejor que un mendigo. Gareki le devolvió la mirada un momento. Al parecer, era el único cliente en la tienda. ¿Por qué no le sorprendía? Ambos apartaron la mirada casi a la vez. Él se dirigió un poco más allá, hacia la repostería. Ella fingió estar ojeando su revista, mientras jugueteaba coqueta con un mechón rubio. Aunque, de vez en cuando, disimuladamente, lo vigilaba por debajo de su flequillo y sus gruesas gafas de montura negra... y no precisamente porque sospechara de que fuera un ladrón, como se temía Gareki.

Este estaba tan centrado en su tarea que apenas lo advirtió. Según se paseaba entre los estantes, iba encontrando cada vez más difícil decidirse por algo. Paró un momento, consciente de pronto de que había corrido allí sin tener la más mínima idea de qué demonios pensaba cenar, o qué le gustaría al conejo. Tantas prisas, ¿para esto? Suspiró, exasperado, llevándose una mano a la cabeza en un gesto decepcionado.

─ Joder... ─ maldijo en voz baja. Una protesta de su estómago exigió que se decidiera, y rápido. Por reflejo, escogió lo que estaba más cerca del alcance de su mano: spaghetti, salsa de carne, queso rallado, ensalada césar, dos botellas de agua, pan, arroz, café, detergente. Casi todo pre-cocinado y no precisamente de la mejor calidad, pero sí de lo más rentable y práctico que se podra encontrar en ese lugar. No resistió a un pastel de chocolate. A pesar de que le gustaban los dulces, no eran de los que se volvían locos por ellos, los consideraba un capricho tentador, pero demasiado caros para él. Pero, por una vez, decidió hacer una excepción. Dudaba bastante de que el conejo dijera la verdad y realmente tuviera aptitudes para la cocina, así que, por si acaso, era bueno tener un as bajo la manga.

Decidido de que su cartera no daba para más, dio la compra por finalizada y pasó por caja. La joven no disimuló su sonrisa, y la mantuvo mientras trabajaba. Con orden y disciplina, tal y como le habían enseñado, quizá un poco más lento que de costumbre. Para cuando dijo el precio, Gareki ya había sacado la cartera. En fin, adiós al sueldo de la semana. Maldita sea... le hubiera gustado decirle algo así como "Quédate con el cambio", sólo por puro capricho, pero no podía permitirse ser tan generoso. Cogió las dos bolsas y se despidió con una inclinación de cabeza. Ella, por su parte, le dedicó su mejor sonrisa -aquella que sólo guardaba para sus clientes preferidos-, y correspondió con un "Vuelva cuando quiera" demasiado sincero como para sonar profesional.

Pero él tenía cosas más importantes en las que pensar que en el coqueteo de una cajera. Y se dio cuenta de ello nada más poner un pie en la calle, cuando una gota helada le rozó la mejilla. Y luego otra, y otra... ─ Oh, no...- ¿acaso estaría llorando? ─ ... Vamos, no me jodas. ─ y la tormenta se desató sobre él. ─ ¡Joder! ─ exclamó, quizá más alto de lo que hubiera querido. Pero no importaba. Porque el sonido de la lluvia aplacó sus palabras. ─ Maldita ... ─ Porque era el único idiota plantado en medio la noche, calándose hasta los huesos de frío y lluvia.

Para cuando llegó al bloque de apartamentos, la lluvia no había amainado. Por suerte, había conseguido salvar las bolsas, aunque no se podía decir lo mismo de él. Aún jadeando por la carrera contra el agua, sacudió la cabeza para librarse inútilmente de esta. Se apresuró a subir las escaleras -maldiciendo nuevamente al ascensor averiado-, que lo condujeron al séptimo y último piso. Rebuscó en el bolsillo de la gabardina con una sola mano, mientras con la otra aguantaba el peso de ambas bolsas, dio con las llaves y las introdujo en la cerradura. La puerta se abrió y se cerró con un chasquido. "Hola, ya he vuelto" o "Estoy en casa" hubiera sido lo más apropiado, pero no se sentía con ánimos de cambiar sus costumbres, así que permaneció en silencio y se adentró hacia la cocina. De todas maneras, no tenia tanta importancia, daba por hecho que lo oiría.

Dejó la compra en la encimera y cambió de rumbo, se dirigió a su habitación y cerró la puerta. Se oía el crepitar de la lluvia al golpear los cristales de la ventana. Gareki no tenía preferencias respecto al clima. Poco le importaba si era una día soleado o lluvioso, si hacía frío o calor. Siempre que los cambios no fueran inoportunos -no es el caso- , siempre le era más o menos indiferente. Hasta aquel momento. Negó con la cabeza. Le molestaba, sí, pero, ¿qué podía hacer él? “No pienses más en eso” se dijo. Tiró su gabardina y el jersey mojados a un rincón del cuarto. Por lo menos, los vaqueros y la camiseta se habían salvado. Se quitó los zapatos en dos patadas, que dejó junto al resto de la ropa, igual que los calcetines. Se quedó con la camiseta entre los brazos al verse reflejado en el cristal de la ventana. Acarició con la mirada su piel, surcada por marcas y cicatrices. Unas, más recientes, que no tardarían mucho más en desaparecer. Otras, por desgracia, provenientes del pasado, que nunca ya se borrarían ni de su piel ni de su memoria.
Gareki
Masculino

Akemi Kido Dom Mayo 20, 2012 2:12 am
Conejo
En llegar al baño dejó la ropa sobre las toallas encima del lavamanos, el aseo no estaba mal, al menos era blanco, pero seguía siendo un tanto deprimente, ¿sería el cerebro del contrario tan oscuro y sombrío como lo era su casa? Algo le decía que de ser así no le iba a extrañar en absoluto. Tras observar la estancia de nuevo al mínimo detalle, bueno, más o menos, abriendo algún cajón y rebuscando en este y poco más. se dispuso a meterse en aquella bañera con el agua caliente blanca con aspecto que aun siendo dura aquello iba a ser el paraíso. Así pues primero tocó el agua con su mano, estaba caliente, perfecta, no se lo podía creer, un baño de agua caliente hacía años que no tomaba uno de esos solo el bruto y tosco toque del agua fría de la manguera a toda potencia, que un poco más y solo les faltaba limpiarle como a los coches....pero por desgracia a los coches les lavaban incluso con más cariño.

Tras quedarse unos segundos atontado por el tacto del agua sobre sus dedos volvió en si mismo, tragó saliva y se comenzó a meter poco, cuando ya estaba dentro aunque de pie sobre el “paraíso” un trueno sonó descolocándolo de su felicidad y tranquilidad provocando que su cuerpo diere un ligero bote de la sorpresa ocasionando luego aun encima que se resbalase cayendo al agua no dándose ni con el grifo ni con la pared o el canto por puro milagro. Tras eso se alzó de cintura para arriba rápidamente de la impresión dando un gran y profundo jadeo con mirada de terror en sus ojos, antes de aquello no había echo ni un solo sonido a partir de su garganta, ni un misero gritillo. Ahora si que se quedó completamente bloqueado pues ¡Podía haberse matado! Aun así solo por si acaso llevó sus manos temblorosas hacia su cabeza que aunque no le dolía quería asegurarse de no haberse hecho nada, quizás la sorpresa y conmoción del momento había anulado el dolor que pudiese haber hecho algún golpe. Pero no, parecía que estaba bien por más que se tocaba las cabeza con las manos temblorosas no sentía dolor y cuando las apartaba para verlas no parecía haber sangre o algo sospechoso, ni tampoco en el resto de su cuerpo.

Así pues aquel baño que iba a ser glorioso se convirtió casi en una pesadilla para él. Miró hacia el baño pudiendo apreciar como gran parte de agua había caído fuera, raro hubiera sido si ni una gota se hubiese escapado. Tragó saliva respirando aun algo agitado por el susto , incluso ahora que lo pensaba no había tragado agua, mejor para él seguro que lo posibilidad de llenar sus pulmones con agua y ahogarse hubiera sido alta y ahí se quedaba, y seguro que la cara del contrario al verle allí muerto sería épica. se gasta dinero en una mascota y aun encima esta misma se muere el mismo día tras irse al 24 horas de la esquina para comprar algo de cenar, pero que patético.
Pero dejando aquellos pensamientos de lado se puso a cuatro patas y poco a poco se fue alzando sobre sus piernas aun tambaleándose, pero a mitad de camino de su levantamiento viendo toda aquella agua sobre el suelo pensó que de nuevo si salía se resbalaría y volvería a caer otra vez y como que no tenía ganas, así pues volvió a agacharse de nuevo quedándose ahí sentado mirando a su alrededor hasta ver la solución, tachan una de las toallas. De nuevo se alzó un poco acercándose al canto y estirando su cuerpo pero sobretodo estirando su mano hacia el lavamanos, pero entonces se dio cuenta de un detalle, había dejando la ropa sobre las toallas y si estiraba seguramente la ropa caería al suelo y se mojaría, pero no se podía quedar allí hasta que el otro volviese y aun pudiendo dejando que su ego fuera aplastado ya que el otro no solo disfrutaría del verle así sino que aun encima de daría el placer de dejar verle desnudo, eso si que no. Así que como no iba a ser la primera ni última vez que se colocara ropa mojada siguió estirando su brazo y inclinando su cuerpo hasta llegar al lavamanos tirando de las toalla y tirándolo todo al suelo mojado. Ahora pues tan solo se dedico a salvar la ropa para que se mojase lo menos posible dejándola sobre la pila de nuevo tras lanzarla a esta y con las toallas ir esparciéndolas intentando cubrir los máximo posible para que así agarrasen también el agua. En terminar con cuidado fue a cuatro patas saliendo de la bañera colocándose sobre la no muy agradable sensación de toalla empapada y en salir por completo erguirse notando un pinchazo en su cadera que por un instante le dejo casi sin respiración. Agarró la ropa colocándosela sintiéndose casi desnudo pues todo le venia grande y no hacia casi contacto con su piel, por suerte el pantalón podía anudarse a la cintura.

Tras eso salió del baño yendo de nuevo hacia el cuarto a por alguna toalla más pues no sabía que en el armario del cuarto de baño habían más tan solo sabía que en el armario estaban presentes. Se dirigió hacia el cuarto abriendo el mueble y agarrando un par, de nuevo cerró el armario dirigiéndose al baño cojeando levemente aunque no se daba ni cuenta solo sentía una molestia. Dejó las toallas sobre la pila tal y conforme estaban las otras y se dedicó a secar el aseo con las otras dos más o menos como pudo, finalmente no quedó tan mal y como las pobres toallas ya no daban más de sien el resto lo secó con papel higiénico que tiró más tarde a la papelera.

Rápidamente buscó la cocina y entró, vaya una nota de color, no estaba mal pero no era momento de entretenerse con los colorines de la casa por muy sosos que fueses a excepción de la cocina y el techo del baño. por pura suerte y casualidad encontró la lavadora, de nuevo salió casi corriendo de la cocina sin haberse dado ni cuenta de que mientras secaba el suele el otro ya había vuelto estando ya allí las bolsas Fue de nuevo al baño mirando que todo estuviera bien, si parecía que todo estaba en orden, perfecto. Bien ahora solo quedaba....espera, u-un momento ¡trueno! Eso significaba que estaba lloviendo, muy bien, genial y aun encima se da cuenta de eso ya a los veintitantos minutos, bueno, con lo que le había pasado era comprensible.

De nuevo se dirigió hacia el cuarto viendo la puerta cerrada, espera él había dejado la puerta abierta, estaba más que seguro con las prisas que llevaba era imposible haberla cerrado....¿Acaso ya había vuelto? Bueno, claro tampoco fue muy lejos y él estuvo bastante entretenido intentando arreglar aquel desastre. Suspiró tomó el manillar girándolo lentamente con cuidado mirando al otro semi-desnudo frente a la ventana tal y como si fuera un espejo. Observó con detenimiento aquella estampa, cierto estaba empapado su pelo goteaba, sería mejor darle una toalla, dijo sintiendo al mismo tiempo como una de las gotas de su pelo mojado del mismo modo caía sobre el final de su nuca colándose entre la camisa cayendo por su espalda provocándole un escalofrió – Uhm...- Dijo casi inaudible siguiendo observando al otro viendo a través del reflejo del cristal unas...no, eso era muy raro, seguro que era suciedad del cristal, no parecía alguien que se metiese en peleas o demás...¿no? pero aun así aquella cicatrices parecían tan....debían serlo, su curiosidad aumentó un poco preguntándose como demonios se las pudo haber hecho.

Aun así se dio media vuelta volviendo al aseo agarrando ambas toallas una se la coloco de forma simple sobre su cuello levantándola luego cubriendo su cabello y parte de su frente, tras eso volvió al cuarto mirando al otro con la otra toalla entre sus manos a la altura del pecho- Creo que no fue muy buen momento para salir a comprar, creo que ya no hace mucha falta que te des un baño...parece que ya te has duchado - Decía mientras caminaba hacia el contrario cojeando aun levemente comenzando a notar ya más seguido aquellos pinchazos en la cadera, se puso enfrente del otro extendiéndole la toalla con un rostro neutro pero antes de que pudiera hacer nada la extendió agarrándola de cada extremo pasándosele por la cabeza colocársela, pero....iba a ser que no, aquello demostraría debilidad en él, así que iba a ser que no, simplemente así se quedó observando de forma fija e incluso algo seria a los ojos ajenos pero mayormente sin ningún rostro especifico en su rostro, ni serio, ni burlesco, con odio, pena etc, nada.
Akemi Kido
Masculino

Gareki Dom Mayo 20, 2012 2:17 am
Amo»Humano
Se reprendió a sí mismo por haberse quedado embobado mirándose en la ventana. Aunque fue una suerte, ya que, de no ser así, no habría visto entrar al conejo, y quién sabe en qué circunstancias podría haberlo encontrado. La camiseta resbaló de sus brazos y cayó al suelo. La apartó con un puntapié, al tiempo que farfullaba algo como: "Sí, una jodida ducha de agua helada". No se molestó en cubrir su torso, de piel caucásica y tersa, atravesado por una destacable cicatriz de un tono oscuro que le cruzaba parte a parte. No ocultaba sus heridas, es más, a menudo se enorgullecía por haber sobrevivido a ellas. Volvió a mirarlo por el cristal de la ventana, y se giró cauteloso mientras el conejo se acercaba cojeando.

De modo que se quedó allí, completamente desnudo cintura para arriba, con los brazos en jarras y reprimiendo la risa con una curiosa mueca deforme, aunque lo deltaba su mirada divertida. Reconoció rápidamente su ropa. Nunca pensó que fuera tan grande... no es que a él le fuera a sentar todo como un guante, pero, desde luego, no tenía ni punto de comparación. De nuevo, trató de reprimir la risa con un tosco carraspeo áspero, pero no pudo resistirlo:

─ Desde luego, esto es mucho mejor que unas mallas, ¿verdad? ─ y rió. Rió como nunca en mucho tiempo. Tenía una risa baja, silbante, similar a un susurro, suave y discreta, pero rara y poco común en él, que solía limitarse a las medias sonrisas forzadas. Poco a poco, su sonrisa se fue apagando, hasta extinguirse completamente, como la llama de una vela a merced del viento. Se tensó ligeramente cuando advirtió la manera en la que Akemi lo miraba. Simplemente estaba allí, extendiendo la toalla frente a él, quieto, callado e inusualmente inexpresivo. No había nada, nada en su rostro o en su mirada, que delatara lo que estuviera pensando en ese mismo instante. Y ello lo inquietaba considerablemente. Pero no lo demostró. No iba a darle esa ventaja sobre él. Igualmente, cualquier astibo de sonrisa en sus labios desapareció por completo, y fijó su mirada parda en los ojos cristalinos del chico. ¿Por qué no hacía ni decía nada? ¿A qué venía ese silencio? No se lo podía haber tomado tan mal... no lo miraba con odio, ni tristeza, ni burla. Simplemente, se mostraba indiferente. "¿Qué me estás ocultando?", fue lo primero que pensó. No había notado nada extraño al llegar a la casa. Contrastando con la tormenta que se libraba afuera, todo parecía tranquilo.

Un rayo cayó peligrosamente cerca del lugar, iluminando la estancia como si fuera de día, y el trueno que le siguió hizo retumbar las paredes de todo el edificio. Los hombros de Gareki se encogieron en un gesto de tensión involuntaria. Sintió cómo se le erizaba el vello de la nuca. ¿Y si hubiera visto algo que no debía?... Bueno, era una posibilidad, pero poco probable. Guardaba sus armas a muy buen recaudo, y, salvo el desorden general, no había nada allí que resultase inusual. Recordó que, momentos antes, sus miradas se habían cruzado en el cristal. Lo había sorprendido, aunque tampoco hacía nada raro. Pero...

Bajó la mirada de forma involuntaria hacia su pecho. Las escasas personas que habían visto un astibo de su piel bajo la ropa, solían mostrar algo así entre la compasión y el horror. Los más valientes y cercanos reían cómplices o hacían comentarios cargados de mal disimulada admiración. Algún que otro curioso se atrevía a formular la conocida pregunta, recibiendo por parte del chico una mirada furibunda que los acallaba de inmediato. Volvió a subir la vista hacia Akemi. Pena, miedo, fascinación, comprensión... ni siquiera un mínimo indicio de curiosidad, o de interés siquiera. Sintió cómo sus manos se crispaban hasta convertirse en puños. Le hervía la sangre de frustración no saber en qué demonios pensaba el otro, sobretodo si se trataba de él. Evidentemente molesto, aunque trataba de ocultarlo, le arrebató de un zarpazo la toalla que le extendía, y le dió la espalda bruscamente. Se estaba comportando como un crío, y lo sabía, pero tampoco quería hacer nada por evitarlo. "Estaré enfadado como me dé la gana" gruñó en su fuero interno. Se frotó el cabello mojado tan fuerte, que no paró hasta hacerse daño. Sólo entonces dejó caer la toalla sobre su cuello, de modo similar al que llevaba el conejo.

─ Sé lo que piensas, idiota. ─ mintió descardamente, aún sin girarse a mirarlo. ─ Puede que no sea la mejor persona del mundo, pero soy un buen ciudadano. Estudio, trabajo, pago mis impuestos y tengo una moral ética. Bueno, de vez en cuando. ─ admitió. Volteó a mirarlo por encima del hombro, con expresión sorprendentemente seria y decidida en él. ─ Pero no soy un criminal. Sólo... hice algunas cosas que quizá no debía, y de las que tampoco me siento especialmente orgulloso. Ya está. Eso forma parte del pasado. Y si se te ocurre decir, o pensar si quiera, que soy un delincuente, dejarás de tenerlas todas contigo. No importa lo que veas, lo que oigas o lo que te digan por ahí. Sólo... sólo soy Gareki.

Era la explicación amenazadora más larga e importante que le había dicho desde que se conocieron. Una parrafada cursi que podría usar fácilmente en su contra, además de completamente inútil, porque estaba seguro de que el conejo acabaría pensando lo que le diera la gana. Pero una explicación, de las primeras que daba, al fin y al cabo. Seguramente, si le hubiera preguntado, lo mandaría callar con una de sus miradas amenazantes, pero... ¡Joder! ¡Le estaba poniendo de los nervios! ¡Cualquiera era capaz de cometer una idiotez si lo miraban de esa manera! Tenía que callarlo antes de que dijera nada. Trató de tranquilizarse, respiró hondo y sus hombros de destensaron, cayendo abatidos. ─ Olvídalo. ─ murmuró, secándose el cuello con un poco más de delicadeza.

─ Te dije que la armarías... ─ le reprochó, intentando cambiar de tema. ─ Joder, si es que... te dejo solo veinte minutos y todavía te las apañas para lisiarte. ─ estaba seguro de que antes no cojeaba. Con la experiencia, uno se fija en pequeños detalles que, aunque parezcan insignificantes, te pueden salvar la vida en una pelea. Un guiño, una vacilación, un gesto de dolor, un resbalón... nada se escapa. Suspiró y recogió la ropa mojada, dejándola en un montón a una esquina de la habitación. Los vaqueros aún se podían llevar, pero lo demás estaba perdido. Lo miró, y advirtió que, encima, estaba empapado. Suspiró exasperado. ─ Bueno, déjalo. Hay hielo en el congelador, y paños en los cajones. Ponte un poco y túmbate. Podrás estarte quieto un cuarto de hora, ¿no? ─ Dios, empezaba a hablar como su hermano mayor o algo peor. Qué patético. ─ La cena está en la cocina. Haz lo que puedas. No será mucho, me imagino. ─ sonrió burlón.
Gareki
Masculino

Akemi Kido Dom Mayo 20, 2012 2:23 am
Conejo
Aun con su mirada inexpresiva del todo escuchando al mayor reírse completamente en su cara no esbozó ni un solo rasgo de furia, malestar, odio, nada, ni siquiera se mostraba ni un poco molesto, era como mirar una pared, no decía nada por mucho que te fijases,nada. Pero no por ello significaba que aquello le diese completamente igual, al contrario, estaba con la sangre a punto de hervir si por el fuera ahora mismo estrangulaba con la toalla al mayor sin pensárselo dos veces y luego no tiraba por el balcón por si acaso. Eso se lo reservaba para el futuro...bueno, vale no, pero no estaría mal hacerlo, así se quedaría bien a gusto por todas las jodiendas que seguro le haría en el futuro. De todos modos su rostro más bien se mantenía así por el simple hecho de que estaba bastante más curioso por sus cicatrices que por cualquier otra cosa, ¿que tipo de persona tiene tales marcas en su cuerpo?

Solo cuando aquel rayo iluminó la habitación haciendo retumbar su interior y no sabia si la habitación, solo en ese momento el rostro del menor pareció mostrar un poco de temor apretando la toalla entre sus dedos tensándose durante un ligerisimo instante, incluso manteniendo la respiración soltándola luego en un ligero jadeo notando toda su cola y orejas erizadas de forma inevitablemente involuntaria, aunque estas últimas al estar cubiertas por la toalla no se vieron solo se podía notar dos ligeros bultos sobre la gruesa tela. No sabía si aquello fue por lo de antes habiéndole causando algún tipo de trauma o temor o simplemente por que fue tan sorprendente que no lo pudo evitar, ya que incluso pudo fijarse en que el mayor también se había sorprendido ante aquello.

Cuando ambos volvieron a la calma pudo apreciar como las manso del mayor estaban en forma de puño, vaya, parecía que algo le había molestado ¿podría ser que mientras él se reía el conejo estaba indiferente y no le siguió el juego enfadándose o dando algún tipo de rabieta? Si, seguro que era por eso, es lo habría que esperarse del conejo, solo que este pequeño ser naranja era bastante para impredecible de lo se soldría pensar.
Poco después aquella toalla de tacto suave fue “arrancada” de sus dedos de forma brusca viendo como le daba la espalda secándose el pelo de modo que daba la sensación que de ahí iba a salir hasta fuego si seguía frotando con semejante fuerza y seguramente, rabia. Eso le hizo esbozar en su interior una sonrisa ladina sintiéndose superior pensando que el contrario estaba frustrado por equivocarse pensando que el menor de iba a enfadar por aquella burla, que vale, si, lo hizo, pero no lo mostró que era lo importante.

En escuchar sus palabras no pudo evitar cruzarse de brazos y de modo indiferente y casi sin pensarlo soltó - ¿Ah si? - Tras eso escuchó todo aquel palabrerio inútil desde el punto de vista del conejo, por que al fin y al cabo iba a pensar lo que le diese la gana, nadie le iba a decir que pensar fuera de lo que fuera o de quien fuese. De todos modos se mostró algo sorprendido al escuchar su nombre - ¿Gareki? Oh vaya, aun seguía pensando que te llamabas Garifu, bueno, al menos algo hemos dejado en claro – Dijo con una ligerísima sonrisa – Ah, y una cosa...todo ese palabrerio...me es igual, pensaré lo que me da la gana. Sinceramente te ves muy, pero que muy sospechoso, Gareki como te apellides – Dijo aquella última frase dándole un par de toques en el pecho fijando su mirada azulaceos sobre los pardos ojos ajenos.

En escuchar aquello de “olvidalo” negó con la cabeza suspirando leve llevándose una mano hacia la toalla moviendola un poco secando parte de sus orejas – Demasiado tarde, haberte parado a pensar semejante palabrerio inútil y estúpido que te has soltado, aunque bueno, ya ves que de poco te ha servido, pobrecito, debe ser tan malo ser idiota.

Apartó la toalla de su cabeza limpiándose consumo cuidado el interior de las orejas y su pelaje exterior y el contorno de la base de estas hasta dejar la toalla completamente sobre su cuello evitando mirar al otro mostrándose algo serio hasta volver a escuchar tensándose y mirándole enseguida mostrándose notablemente sorprendido frunciendo enseguida el ceño apretando entre sus dedos la tela dela toalla que aun no había soltado. Tragó saliva de forma áspera pensando que no había dejado ni una sola pista, ¡¿Que demonios fue lo que le delató para que el mayor se diera cuenta?! Si se notaba que era un completo idiota, debía ser algo muy evidente para que hasta él se diera cuenta. Apretó los dientes haciéndolos chirriar ligeramente incluso y se giró bruscamente bufando volviendo a mostrarse molesto – Dejame en paz, estoy bien, no se como cojones te has dado cuenta. Y si, vale, lo admito me he lastimado pero ha sido completamente involuntario, gilipo**** - Gruño audiblemente y se volvió a girar solo para lanzarle la toalla pero no dándole por que justo en ese momento no sabía que el contrario estaba agachado colocando las cosas chocando así la toalla contra la pared y cayendo al suelo quedándose él con cara de frustración durante un instante mínimo.

Negó con la cabeza ante su propuesta de ponerse hielo y quedarse quietecito hasta que el dolor se fuese – Ni de coña, no es nada, estoy bien, me han pasado cosas mucho peores, por un simple golpe no me voy a morir, si...me duele pero tan solo por que está en caliente nada más – Tras eso le enseñó su hermoso dedo corazón frunciendo el ceño y agarrando la ropa que estaba toda amontonada en el suelo dirigiéndose hacia la puerta - No me menosprecies capullo...además si crees que tan poco se hacer cocina tu, tsk – y tras eso salió de allí yendo a la cocina llegando casi por pura casualidad buscando la lavadora tras un rato y metiendo la ropa, como no sabía como funcionaba aquel trasto simplemente lo dejó así observando la cocina y suspirando no sabiendo muy bien que hacer, así pues se acercó a las bolsas de la compra que el otro había traído e fue sacando las cosas esperando que se le ocurriese algo que hacer.
Akemi Kido
Masculino

Gareki Dom Mayo 20, 2012 2:24 am
Amo»Humano
Testarudo era la palabra idónea para describirlo. Cuando se le metía algo en la cabeza, no había forma humana de pararlo. Era como darse de bruces contra un frío muro. Por mucho que golpearas, a pesar de la gente, sus vidas y sus opiniones, a Gareki todo aquello no le importaba en lo más mínimo. Él estaba allí, dispuesto a hacer lo que le viniera en gana, pasando por completo de todo lo demás.

Para su desgracia, el contrario no resultaba muy diferente en esta característica. Aunque resistía las ganas de golpearlo para desahogarse con el cuerpo de Akemi, se limitó a soltar un suave pero sonoro bufido, que delataba su creciente molestia con el conejo. Había pensado que las cosas quizá se calmarían cuando se conocieran un poco más, pero no daba resultado. Al contrario, seguía sin conocer absolutamente nada de él, y, para colmo, la relación empeoraba por momentos. Sentía que podría cortar la tensión del aire cuando clavó como dagas sus ojos pardos en la figura que se cruzaba de brazos frente a él. ¿Era cosa suya, o tan sólo el sonido de su voz, indiferente y burlona, lo sacaba de quicio?

Pero tenía que aguantar. Por su orgullo. Había tenido un momento de debilidad, eso era todo. Se aseguraría de que no volviera a suceder. No podía mostrarle lo que provocaba en él, tanto lo malo como lo... ¿bueno? En cierto sentido, algo había. La ira y la excitación eran dos caras de una misma manera. De alguna manera masoquista, le gustaba probarlo, que le llevara la contraria, que se rebelara contra él sin oportunidad de vencer, para hacer la victoria mucho más deliciosa. Porque carecía de sentido ganar sin pelear tan siquiera.

Escuchaba un molesto martilleo por debajo de las palabras dirigidas a él. Le ardían las venas. Pero tan sólo encajó la mandíbula y se mordió la lengua. No, aún no... tenía que pensar con claridad. Desterró de su mente todas las ideas retorcidas que se le ocurrían. Era una idiotez comprar una mascota para luego ahogarla mientras dormía. Aguantó sereno todo aquel parloteo esperado. "Voy a cerrarle la boca de una vez por todas...". Dios, qué mal sonaba. Apartó la mano de su pecho como en un acto reflejo. No por la sensación en sí, más bien por las palabras que le seguían detrás. Correspondió su mirada. Qué bonitos ojos. Eran de un azul tan cristalino... daba la sensación de que podrías ver a través de ellos. A Gareki le hubiera gustado. Por el contrario, parecían si no formar un muro que lo proptegía de miradas intrusas. Esta vez, fue el mayor quien se mantuvo inexpresivo, como si todo aquello le fuera indiferente.

─ Oh, ¿de veras? ─ forzó una sonrisa burlona. ─ Entonces, tendrás que vértelas con cuidado. ─ apretó los dientes ante los insultos. Qué poco faltaba. Paciencia... ─ ¿Idiota...? Ah, como tú, quieres decir. Si ni siquiera eres lo bastante hábil como para mantenerte ileso veinte minutos. ─ contestó altanero. ─ Y, dime, si tan inteligentísimo eres, ¿por qué no te has molestado en averiguar algo sobre mí, estúpido? Como el apellido que no tengo ... Sí, lo sé, en cuanto me fui me rebuscaste todo intentando saber más sobre quien te va a mantener... ─ remarcó las últimas palabras. ─ ..., disculpa que te recuerde. Fue un buen intento, un número muy bueno, realmente, pero dirigido al público equivocado. Mala suerte, chaval. ─ estaba perdiendo los estribos. Estallaría de un momento a otro. ─ Me importa una mierda lo que pienses, niñato. Pero como me metas en algún lío, te juro que no saldrás precisamente bien parado.

Calma, calma. Tenía que tranquilizarse. ¿Cómo era posible que su maravillosa paciencia se hubiera ido a la mierda en cuestión de segundos? Respiró profundo. Una, dos veces. Su cuerpo se destensó, pero seguía iracundo. El martilleo, por suerte, se fue ralentizando, recuperaba su temperatura corporal habitual. Contribuyó al hecho la satisfacción de coger desprevenido al conejo. Quedaba claro que se había tomado muchas molestias para ocultar su dolencia, fuera cual fuera la causa que la había originado, y le llenaba de malicioso placer ver arruinado su esfuerzo. ¿Desde cuándo era tan retorcido? Ni sus insultos podían aplacarlo. Esbozó una sonrisa burlona, que se evaporó ante el gesto soez del conejo. Había un límite. Las palabras se las llevaba el viento, pero las acciones perduraban. ─ Pero serás... ─ Suerte que dio media vuelta, cargado con el montón de ropa, antes de que lo atrapara de un zarpazo. Decidió dejarlo estar... si podía.

Con la puerta cerrada a cal y canto, terminó de desvestirse y cubrió su mitad inferior con una toalla sacada del armario. ¿Cómo podía ser tan descarado? Ni se había molestado en arreglar un poco la ropa después de revolverla. Negó con la cabeza y cerró la puerta, sin ganas de ordenar ni tocar nada. Quiza eso sí que podía ignorarlo. Descalzo, salió de la habitación. Oía ruidos en la cocina. Tuvo la tentación de asomarse a ver qué estaba haciendo -y molestarlo un poco más, a ser posible- pero pasó de largo. Sabía reprimir bien algunos impulsos.

Su cara era un poema cuando abrió el baño. No sólo encontró la bañera a menos de la mitad y completamente helada, si no que también estuvo a punto de resbalar con el suelo húmedo, aún se apreciaban restos de papel higiénico en él. Era la gota que colmaba el vaso.

─ ¡Joder! ─ exclamó, lo suficientemente alto como para que le oyera el conejo y posiblemente también el resto del edificio. ─ ¿Pero qué coño has hecho? ¿Tú has visto esto, eh? ¡Mierda! Te dejo solo cinco minutos y... ─ antes de darse cuenta, ya caminaba como un huracán hacia la cocina. No le importaba estar con la corta toalla en la cadera baja, ni mostrar su evidente cabreo, ni nada en ese momento que no fuera cenar conejo a la plancha. Se aferró con las manos al marco de la puerta, que casi crujió, para no ir directo allí y meterlo él mismo en el horno. Bufó como un toro bravo y encajó la mandíbula. Exageraba, pero no hablaba él, si no su ira. ─ No sé que cojones habrás hecho ahí dentro, ni me importa, pero más te vale que, por lo menos, la cena te salga algo mejor. ─ contestó más tranquilo. ─ O te prometo que terminarás comiendo pienso, zanahorio.

Dejándolo con la palabra en la boca, dio media vuelta. Cerró la puerta del baño y pisó con cuidado para no caer, aún refunfuñando entre dientes. Eso, a gastar agua. Y dinero. Claro, él no paga... esperó sentado en borde mientras la bañera se llenaba de nuevo. Soltó un suspiro cansado, ocultando su rostro entre las manos. Aquellos arranques de furia lo dejaban sin fuerzas. Tenía que controlarse un poco más. Si no por él, por su salud. Pero no podía evitarlo. Había algo en Akemi que odiaba, pero que, en determinada manera, le gustaba al mismo tiempo. ¿Su descaro? ¿Su rebeldía? ¿Su sarcasmo? ¿Su irascibilidad? No sabría qué decir, pero tampoco dejaba de darle vueltas. Tan concentrado estaba que de no ser por el ruido del grifo, que ya llevaba un buen rato, el agua se habría desbordado. Cerró el grifo y dejó la toalla a un lado. Se estremeció cuando sintió el agua caliente en su piel. Deslizándose hasta quedar recostado contra la pared, su cuerpo se relajó al instante, aunque, por desgracia, no sucedió lo mismo con su mente. Escuchó un trueno. Aún quedaba mucha noche de tormenta. Como si así pudiera escapar de los problemas, el estruendo y la voz de Akemi, tomó aire y hundió la cabeza bajo el agua. Y, por un instante de su caótica vida, se sintió bien...
Gareki
Masculino

Akemi Kido Dom Mayo 20, 2012 2:30 am
Conejo
Spaghetti, salsa de carne, queso rallado, ensalada con una salsa blanca que le hacía pensar mal, dos botellas de agua, pan, arroz, desagradable café y detergente. Exactamente lo que se decía una compra equilibrada no era, si debía cocinar algo con esas cosas solo mal íbamos, como no fuera la ensalada pervertida....Suspiró con pesadez apoyándose en el mármol de la cocina intentando buscar algún tipo de receta con aquello, oh, pero espera, el otro seguro tenía alguna cosa más de comer en la nevera o en los armarios ¿verdad? No podía ser que fuera tan sumamente pobre. Tras pensar aquellos buscó por los armarios no encontrando casi nada y lo que había eran algunas escasas especias que casi podía decir que no estaban ni usadas, y algunos otros productos pero que seguían sin servir con el resto aparte de que también era escaso, algunos hasta podía decir que solo habían miguillas o lees restos de lo que en el pasado fue algo decente y lleno. Soltó un gruñido un tanto desesperado pensando que como alguien con una casa así podía en verdad tener la cocina TAN vacía, vale, vivía solo hasta ese momento, pero leches eso no significa que no debiese comprar comida para algunos días más o al menos comprar más a menudo. Fue a la nevera llevándose una mano a la cadera en forma de jarra abriendo con la derecha observando de arriba a vio aquel desolador panorama que dentro había – Solo falta una telaraña y estará completo, por favor....¿Que c**o pasa en esta cocina? - Dijo hablando solo como un loco, aunque algo le decía que en esa casa no era el único, es más incluso podía ser que fuese el más cuerdo.

De todos modos rebuscó un poco la nevera en busca de vida alimenticia abriendo algún cajón e incluso yendo al congelador un pequeño trozo de pimiento, algo de tomate frito en bote que su estado era un tanto dudable y un mísero huevo. Lo sacó colocándose esas tres cosas junto al reto de ingredientes y posó los codos sobre la encimera apoyando la mandíbula en una de las palmas y dejando el otro brazo con una inclinación de unos 45º en el aire con el culo en pompa mirando la encimera pensando que demonios se podía hacer con aquello....¿y si le ponía detergente al plato del contrario? Mm, no, mejor no, ya si eso otro día. Agarró el arroz y el queso dejando este último sobre el primero y buscando por una sartén, al cabo de algo más de medio minuto al fin encontró el armario correspondiente a estas y sacó una, la llevó bajo el grifo echándole un poco de agua, lo justo y necesario y acabó colocándola sobre la vitrocerámica encendiéndola de forma un tanto torpe, tras eso esperó a que el agua se comenzase a calentar. Seguido buscó por un cuchillo encontrándolo casualmente a la primera en el primer cajón que abrió, agarró el pimiento comenzando a cortarlo el tiras cuando de pronto escuchó un “¡Joder!” que le hizo pegar un bote haciendo que el cuchillo se deslizase de forma bastante peligrosa cerca de su mano pues incluso se había separado un tanto de la tabla pudiendo haberse hecho un corto significativo en alguno de sus finos dedos.

En eso agarró de nuevo el cuchillo con fuerza tras restablecerse por el susto y dirigió su mirada azulada hacia la puerta escuchando aquellos pasos que un poco más fuertes y podría hacer una conexión con el piso de abajo. Mientras se podía escuchar aquellas palabras de lo que parecía ser su primera regañina, vale, el aseo, eso era, ¡Joder! Pero si lo había dejado bien ¿verdad? El pensaba que al menos era así, aunque bueno entre la cadera que le mataba mientras estaba secando todo y demás y las prisas seguramente se le hubiera escapado algún detalle, maldita fuera ¡¿por que no podía haber tardado más?! Así le hubiese dado más tiempo a dejar el aseo más decente, pero bueno, ya era tarde y era igual.
Antes de poder darse cuenta el otro ya estaba ahí en la puerta agarrándose a esta como sino de no ser por ella fuera a saltar sobre él y con el cuchillo que tenia agarrado él mismo se lo fuera a clavar, aun a pesar de semejante rostro de ira y furia el conejo ni se inmuto volviendo su rostro al pimiento retomando su proceso agitando un poco su cola echándose con la mano izquierda parte del cabello hacia atrás colocándolo tras su oreja haciendo como si el otro aun siguiese en el baño ni más tranquilo – Mm...que extraño, me pareció oír una voz ridícula....bah, no importa, seguro solo son estupideces de algún idiota sin cerebro medio en bolas que de no ser por la toalla le hubiera cortado su zanahoria... - Y en ese mismo instante diciendo el final de la frase miró hacia el marco frunciendo ligeramente el ceño llevando el cuchillo sobre sus labios dando un beso con cuidado de no cortarse – Bah....seguro fue el viento, Akemi -Dijo resaltando su nombre volviendo a como estaba antes retomando los cortes pudiendo notar como el otro se fue yendo al mismo tiempo, parecía ser que solo vino para aquello, suerte que le gustaba adelantarse, así no se hubiera quedado con las palabras en la boca. Y si odiaba que el otro le llamase zanahorio, odiaba en general que le llamasen de aquel modo, aquello le traía un tanto de complejo, pues hasta de pequeño se lo decían, pelo naranja y aun encima rasgos de conejo, no podría estar más en bandeja. Se encogió ligeramente de hombros sintiendo como destacaba sobre aquella casa gustándole aun menos, todo era tan....aquella casa parecía una oficina, todo tan simple, casi sin color y él de aquel modo, era odioso. De no ser por que con la toalla encima cocinando se pasa mucho calor se la hubiera puesto, deseaba taparse con algo, no quería destacar de aquel modo, odiaba su pelo, odiaba sus facciones no humanas....odiaba su vida.

Ya desde hacía bastante tiempo deseaba poder haber sido un niño normal, un niño humano, con una familia que le quisiera, aunque...aunque no fuera la mejor, pero ser normal y tener una vida simple aunque no fuese la mejor...solo deseaba aquello, y ahora se veía en casa de un extraño realmente sospechoso y que entre ambos eran imposible el poder soportarse. El conejo respiró hondo temblándole un poco la mano con la que tenía el cuchillo, ya había terminado de cortar, pero aun le quedaba hacer la cena, y su animo poco a poco iba decayendo más y más.
Echó el arroz sobre el agua que ya comenzaba a hervir bajando un poco la temperatura y moviendo ligeramente la sartén para esparcir y distribuir bien el arroz. Tras eso agarró el huevo buscando algún plato y tenedor de forma algo desganada y en encontrarlos los puso sobre el encimero echando a continuación el escaso pimiento picado sobre la sartén con el arroz. Después agarró el huevo cascándolo con el canto de la encimero rompiéndolo en dos mitades dejándolo caer sobre el pato y volviendo a rebuscar en busca de sal y la papelera para tirar las cascaras, en tirarlo y encontrar la sal echó una pizca y comenzó a batir aun sin ganas, sin ánimos, casi sin fuerzas, no quería estar en esa casa, quería marcharse, ¿pero donde podía ir? No tenía un misero lugar en donde estar aparte de aquella casa. Se mordió con suavidad parte del labio inferior intentando controlar sus emociones, tenía ganar de dejarlo todo, hacerse una bola tapándose con algo y llorar. Mientras en su cabeza solo había una pregunta a la cual llevaba mucho tiempo queriendo darle una respuesta, pero a la que sabía que posiblemente jamás encontraría una solución - ¿Por quelo hicieron? - Susurró para si mismo temblándole un poco la voz suspirando dejando que aquella exhalación fuera un tanto entrecortada. Tras eso tomó aire hondo echando ligeramente su cabeza hacia atrás divisando parte del techo de la cocina y comenzó a batir con más garbo y energía los huevos bajando al poco su cabeza dirigiendo de nuevo su mirada hacia la encimera y lo que allí había.
Akemi Kido
Masculino

Gareki Dom Mayo 20, 2012 2:32 am
Amo»Humano
Siempre había deseado febrilemnte volver atrás. Soñaba con deshacer el tiempo entre sus manos y manejarlo a su antojo. Pensaba en todo lo cambiaría si tuviera ese poder, lo distinta que sería su vida. Tendría una familia, unos amigos, un trabajo... una novia o un amante, tal vez. Un pasado, una infancia, una esperanza. Desaparecerían las pesadillas bañadas de sangre inocente, el miedo, la paranoia, el cansancio, la soledad. Aunque odiaría su tediosa, monótona y aburrida existencia, no sería capaz de cambiarla por nada del mundo.

Pero la realidad recaía en los hombros del humano con toda su fuerza, lo empujaba brutalmente hacia delante, le obligaba a mirar hacia un mañana incierto y confuso. Como todos los hombres, no tenía más opción que olvidar el pasado, vivir el presente y velar por el futuro. Por desgracia, las cosas no son tan fáciles. Ojalá lo fueran. Gareki anhelaba con toda su alma dejarlo atrás.. Era inútil lamentarse por las consecuencias de las malas acciones, llorar por un hecho ya irremediable. No quería amargarse más.

Finalmente, subió a la superficie con un jadeo sordo. Tras pasarse el dorso de la mano por los ojos la dejó sobre su boca, pensativo. Quizá no podía cambiar lo sucedido, pero sí hacer un esfuerzo para mejorar el porvenir. Empezaba a dejarse llevar por sus emociones, y eso, definitivamente no era nada bueno. Tenía que pensar con claridad ... Podía hacerlo mejor. Ya que cargaría con las consecuencias de sus actos durante bastante tiempo, por lo menos, estaría bien encontrarle algún aspecto del que sacar algún provecho. ─ Supongo que me he pasado... ─ admitió en voz baja. Sería un terco orgulloso, pero también sabía reconocer sus errores. Repasando su comportamiento, lo encontraba estúpido y masoquista , pero aún podía rectificar. Tal vez así, se llevara algo bueno. Porque algo habría, ¿verdad...? Sólo se esforzaría un poco. Quiso dar un giro a aquel drama extraído de una telenovela barata, y cuanto más pronto, mejor.

Alcanzó el gel de un armario. Después de enjabonarse y aclararse por completo, vació la bañera, se puso la toalla a la cintura y al cuello de nuevo, saliendo del baño. Paró despacio cuando pasó por la cocina. Juraría que había escuchado un extraño suspiro, casi similar a un sollozo. Soltó un taco entre dientes, intentando ser discreto. ¿Qué demonios estaba haciendo?, se preguntó al apoyarse tras el marco de la puerta. ¿Y por qué se sentía culpable? En principio, ni siquiera debería importarle. Siempre tenía la excusa de que, como amo, estaba en su derecho al meterse en los asuntos del pelirrojo. Pero, en el fondo, sabía que no dejaba de ser pura curiosidad, y... ¿preocupación? ¿Quién, Gareki? ¡Já!... Tal vez lo segundo no lo reconociera del todo, pero sentía un innegable interés. ¿Qué podía hacer que aquel chico de acero, duro y rudo, se quebrara como el cristal? ¿O realmente había sido tan ingenuo al creer que su aparente seguridad lo protegería?

Era humillante estar escondido ahí, impotente, suponiendo y asegurando hechos sin prueba alguna. Podría haber entrado y quitarse la duda de una vez por todas... pero no lo hizo. Sólo empeoraría las cosas. Se separó de la pared y retomó el camino a su cuarto. Creyó que había hecho bien, dejando que el tiempo y la paciencia lo solucionaran.

En la habitación a puerta cerrada, tiró las toallas al suelo y se dispuso a buscar algo decente en el armario. No iba a vestirse de gala para una cena en su propia casa, pero probablemente encontraría algo adecuado. No fue así, por desgracia. La lluvia había arruinado su ropa, y parte de la muda limpia que le quedaba la llevaba otro. Tampoco tenía ganas de complicarse tanto por dos trozos de tela, así que agarró lo primero que encontró. A pesar de que fuera helaba, gracias al bendito termostato dentro del apartamento reinaba una agradable calidez, casi primaveral. Se colocó una -milagrosamente- no tan usada camiseta por encima de la ropa interior y unos tejanos estrechos. Hubiera sido mucho más cómodo ir en bóxers, pero ya se había exhibido bastante, tampoco quería ir provocando. ¿Era cosa suya, o se lo tenía muy creído? Y casi, casi sonriendo, acabó en la cocina.

─ Hey, ¿cómo va eso? ─ a pesar de que sonaba sincero, ni él mismo creyó que algo así podía salir de sus labios. Se acercó por detrás hasta colocarse a su lado ─ Espero que aún quede algo decente. ─hechó un vistazo a la cena, mirando por encima de las largas orejas. ─ Ah, vaya. Parece que sí eres capaz de hacer algo útil. Bien, por esta vez, pasa. ─ tiró las toallas mojadas a la lavadora. Era sorprendente lo rápido que podía llenarse en una noche. Miró el detergente con desconfianza. No, no sería capaz... ¿o sí? Obvio, idiota. Te odia. Pero, ¿de qué le serviría? Un hombre muerto es una carga, no un beneficio. Resultaba totalmente absurdo hacer algo como eso.

─ ... Sólo espero que sepa mejor que el pienso. ─ revolvió sus cabellos anaranjados con una mano, mientras alcanzaba con la otra los vasos en un armario por encima de la cocina. Sabía que no le haría ninguna gracia, pero tampoco esperaba que que la cosa pudiera ir a peor. No pensaba en disculparse, porque sencillamente, era demasiado obstinado y egocéntrico como para tan siquiera pronunciar un mísero «Perdón». Ese gesto era, sin embargo, lo más parecido que haría nunca, aunque no estaba seguro de que el conejo pudiera apreciarlo.

En silencio, puso la mesa para dos. No era demasiado grande, como mucho, la longitud de su brazo, pero decidió colocar los asientos uno en frente del otro. Sin tener mucho más que hacer, se sentó en banco, mientras lo observaba cocinar. Él no solía comer mucho, ya no por el presupuesto, sino debido a su propio cuerpo. Normalmente, se las apañaba con algo no necesariamente nutritivo o sabroso, más bien con comida fácil, barata y rápida. Desconocía de la última vez que había visto tanta en una sartén. Sin darse cuenta, se le hizo la boca agua. Tragó saliva y apartó la vista. Pudo recostarse contra la pared mientras jugueteaba durante un rato con un cuchillo de cocina. Cuando se aburrió del silencio, dando un suspiro, empezó:

─ Dime, Akemi... ─ Era la primera vez que lo llamaba por su nombre. ─ ...¿Cómo has llegado a esto? ─. Realmente le interesaba. No le encontraba un sentido lógico. Los mantenían allí cautivos, los trataban como si fueran meros objetos y luego terminaban vendiéndolos para que le hicieran la cena a un extraño. ─ Ya sabes. Hasta aquí. Cocinando para un desconocido. ─ aunque empezaba a parecer que se inmiscuía demasiado. ─ Eh... no es que me importe... ─ dejó el utensilio en su sitio. Ya se veía bastante amenazador por sí sólo. ─ ... pero supongo que tengo... curiosidad hacia el mal ajeno. Y, ya que pareces saber tanto sobre mí, también lo contrario sería justo, ¿verdad? ─ lo miró fijamente. Era una extraña costumbre que tenía, no soportaba hablar con una persona sin verla a los ojos. ─ De todos modos, no creo que te haga bien esconderte de mí. Terminaré enterándome de una manera u otra, pero prefiero oírlo de tí. ─ se sentía extraño. Por una vez, no buscaba humillarlo. Pensó que le gustaría comprobar si había algún rastro de sinceridad dentro de Akemi.
Gareki
Masculino

Akemi Kido Dom Mayo 20, 2012 2:38 am
Conejo
Siguió cocinando ahora un poco más tranquilo aunque rondando aun por su cabeza todos esos recuerdos, aquellos días felices o no tanto y finalmente lo malos del todo; y a cada una de esas imágenes en su mente aquella pregunta no paraba de salir y repetirse una y otra vez, pero posiblemente nunca encontraría la respuesta y lo sabía, por ahora solo podía pensar que fue por dinero tal vez...y que al final quizás no le querían tanto como ellos decían.

Por otro lado cuando el mayor entró en la cocina dirigió su mirada hacia este de reojo observando como se acercaba tan solo hasta el punto en que sus ojos ya no daban a más alcance volviendo en ese entonces su mirada hacia la comida. Inspiró leve ante su pregunta notándolo detrás suyo, mientras el conejo se quedó entrañado le la actitud del otro, parecía más..¿amigable? O al menos eso le era parecido; lo cual, ciertamente le daba desconfianza, ya que sino ¿por que se comportaba así tan de pronto? Era realmente sospechoso así que se puso alerta por si acaso para cualquiera de su bombas que pudieran ir luego. Por mientras siguió escuchándole dirigiendo su mirada de vez en cuando de reojo y una vez de forma fija girando su rostro pero volviéndolo enseguida – Ir va perfecto, quizás no haya tenido oportunidad de cocinar durante todo este tiempo que estuve allí enjaulado, pero eso no quiere decir que no sepa cocinar – Tras eso soltó un ligero bufido y siguió a lo suyo cortando algo más rápido y echándolo sobre la comida que se estaba haciendo siendo aquellos los últimos ingredientes por echar; lo removió un poco y lo dejó así.

Tras eso comenzó a recoger la encimera notando entonces aquella mano sobre su cabeza despeinándole. Se quedó soy se le tonó ya que se quedó parado incluso cuando el otro ya apartó la mano; unos segundos más tarde volvió a moverse tragando saliva. Hacía tantísimo tiempo que nadie le acariciaba, aunque fuera de aquel modo pero...igualmente era una caricia, en eso se llevó una mano sobre la cabeza encogiéndose leve de hombros bajándola poco después yendo a buscar la papelera mirando luego al otro fijamente – Claro que sabrá mejor que el pienso, además no por que yo sea así significa que me alimente de eso...idiota, tsk – Soltó un bufido girándose de nuevo apartando lo que quedaba llevando las cosas al fregadero y limpiando luego le encimera. Realmente aquel comentario le molestó, ¿es que por ser medio animal debía comer eso? Le hubiera dado un buen golpe de no ser que estaba siendo “cuidado” por él; además de que era su amo y debía respetarle, comenzar con un puñetazo el primer día no era buena idea, ya se lo daría más tarde después de haber acumulado ya varios enfados.

Tras eso se dedicó a la comida removiendo un poco aquello para que así lo que así lo que antes era un huevo se convirtiera en una tortilla francesa y de eso a un revuelto de huevo con arroz y pimiento, lo que podría ser como un derivado cutre del arroz tres delicias, pero con semejante cantidad de productos a su alcance no podía hacer mucho más realmente, aunque de haberse le pasado antes por la cabeza hubiera echado el queso en vez del huevo y hubiera hecho un rico risotto, pero ya era demasiado tarde, y aun así seguro estaba bueno, además solo por ver el estado tan poco utilizado de la cocina podía darse a la idea de que el otro no solía comer comida casera, así que aunque no saliera buena del todo siempre sería mejor que esa comida rápida.
Hundido en esos pensamientos medio embobado mirando la comida escuchó su nombre y salió de aquel atontamiento repentino girando su cabeza observando al otro jugueteando con aquel cuchillo tensándose un poco; realmente se veía atemorizante. ¿Acaso quería arroz con conejo o que? Más le valía bajar aquel utensilio lo antes posible o ni de coña se le iba a acercar, con la cara de mala leche que tiene de por si, de mayor seguro que sería un perfecto yakuza solo por la cara y..y aquellas cicatrices; de nuevo se preguntó de que podían ser, pero ya le preguntaría en otro momento Agitó leve su cabeza para salir de aquel nuevo atontamiento mirando al arroz y dejándolo reposar para entonces darse la vuelta mirando al otro apoyando sus manos sobre la encimera mientras lo escuchaba atento viendo como según iba hablando dejó el filoso utensilio, bien, así mejor.

Cuando el otro terminó de hablar en su cara tan solo se veía una gran ceja enmarcada mientras en su rostro se podía leer un perfecto “¿Lo dices en serio?” . En eso soltó un bufido y negó con la cabeza – Mira, yo se de ti lo mismo que tu sabes de mi. No se que tipo de persona crees que soy pero no es que haya rebuscado y cotilleado e cada rincón de esta casa cuando tu te fuiste – En eso se sentó en frente suyo cruzándose de brazos y posando su pierna izquierda sobre la derecha, aunque no del todo por que a mitad de camino sintió un pinchazo y la volvió a dejar en el suelo soltando entonces un ligero quejido – Cuando te fuiste, fue a la habitación, agarré la ropa que llevo ahora, fui al baño, me metí en la bañera me empecé a lavar, y espero que no te pagees luego con estas imágenes mentales que te estoy dando – Se aclaró un poco la garganta llevándose el puño sobre los labios haciendo aquellos extraños sonidos y la volvió a bajar llevándola a su sitio – Bueno y en eso un relámpago sonó, me asusté, si, me asusté ¿algún problema? Y entonces di un bote, me resbale y me caí y por poco no me ahogo, e eso limpié el baño e intenté recogerlo todo ….y si me dolía la cadera un espanto...pero ya...ya estoy mejor – Dirigió su mirada a la mesa mientras mentía en aquello último, ya que ciertamente aun le seguía doliendo un espanto.

Aun así tomó aire y miró la sartén – Y eso es todo...yo de tí solo se de esta casa, que no cocinas nunca, que eres algo pobretón, que tienes mal carácter y... - De nuevo sacó aquella mano señalando entonces el pecho ajeno – Esas cicatrices que tienes...que me hacen pensar o que te sueles meter en peleas o...tienes un pasado tormentoso, tal vez - Tras eso se alzó de hombros y luego se levantó– Aunque tan solo es una suposición, también pueden ser de algún accidente, o una operación, no se...además de que no es necesario tener cicatrices para un pasado tormentoso - Seguidamente se acercó a la bitrocerámica y la apagó apartando la sartén sobre un paño que previamente sacó de un armario cercano – Así que si quieres saber algo de mi deberás de decirme tu también cosas de ti...sería un trato justo... - Se acercó agarrando los platos mirando al otro fijamente y sonrió leve – Mi nombre es Akemi, de apellido Kido, tengo diez y seis años , de estatura uno cincuenta y seis, peso cincuenta y un kilos, tengo una mancha en forma de corazón en el pecho y..creo que ya. Eso es lo máximo que te puedo decir, ¿contento? - Tras eso comenzó a poner arroz en cada uno de los platos sirviéndolos – Que aproveche
Akemi Kido
Masculino

Gareki Dom Mayo 20, 2012 2:43 am
Amo»Humano
Aunque se las apañaba bien, debía reconocer que era un completo desastre en aquellas labores. Lejos de lo imaginable sobre un joven independiente, Gareki no servía para nada en las tareas domésticas. Ya fuera cocinar, limpiar, lavar o cualquier trabajo relacionado con el hogar, casi siempre terminaba de la peor manera, poco importaban el empeño o el ánimo. Afortunadamente, si le replicaban al respecto -usualmente, “amigas” de clase y algún conocido del trabajo que terminaban en su piso por razones irrelevantes-, tenía varias excusas preparadas: que era un hombre -bastante pobre-, no tenía tiempo -lo cual era parcialmente cierto-, le gustaba así, entre otras, cada cual más absurda que la anterior. Bueno, tampoco se podía quejar. Su nivel de vida era bastante aceptable, con intentar ser ordenado y comer algo caliente de vez en cuando, era suficiente.

Desvió por segunda vez la mirada de la sartén. Vale, realmente tenía buena pinta, lo admitía. Era una mezcla un tanto extraña, pero tampoco estaba acostumbrado a los platos gourmet, ni mucho menos. Su estómago le dio la razón. Ojalá no lo hubiera oído. De acuerdo, él tenía la culpa. Uno de sus compañeros le propuso comer algo, pero el muy obstinado rechazó la oferta, pues llegaba tardísimo al taller. Y la bronca del jefe le había quitado todo el apetito... hasta ese instante.

─ ¿Qué...? ─ empezó mientras despertaba del ensueño al escucharlo hablar, si bien calló rápidamente, advirtiendo su deje serio. ¿Por qué era tan formal de repente? No podía recriminarle, si le mismo había aparecido con un repentino y sospechoso cambio de personalidad momentos antes. ─ ¿Es una broma? ─ arqueó una ceja, imitando al conejo. ─ ¿Realmente ahora estamos a iguales? ─ Ah, vaya. Después de todo... ironías, insultos, amenazas, gritos ─ aunque admitía que gran parte de los desperfectos eran por su causa ─ ... era sincero. Esbozó una media sonrisa. No lo pudo evitar. Era precisamente esa clase de comentarios los que debía evitar, pero, hablando claro, se trataba de esa clase de molestas personas a las que les costaba callarse la boca cuando tocaba.

Sin embargo, en dicha ocasión, con un soberano esfuerzo, lo hizo. Era inútil empeorar las cosas. “Qué cabrón.” pensó. Se obligó a guardar silencio, sólo unos momentos más. Eso era lo que había sucedido. Maldita sea, ahora el cabrón era él. Dios, qué vergüenza. Sí, vergüenza, está bien escrito. Haberse cabreado tanto por esa... mierda, esa estupidez. Necesitaba urgentemente autocontrol. O mejor, un brandy.

─ ¿Huh? ¿En serio? ─ sonrió de medio, lado, una vez hubo escuchado pacientemente hasta el final. ¿De qué demonios se reía? ¿Tenía alguna gracia, acaso? No lo sabía. Era tan... absurdo. Nada de aquello había servido para algo. Qué pérdida de tiempo. ─ Hum... está bien. Te creo. Menos por la cadera. En fin, allá tú con tu terquedad. ─ suspiró el joven, mientras se levantaba del banco. ─ No es mi problema. Si pretendes sufrir sólo para hacerte el duro delante de mí, ¿para qué voy a oponerme? ─ separó la silla con un pesado aunque breve sonido de arrastre. ─ Tampoco yo sé quién piensas que soy, aunque me lo imagino. ─ era fácil, después de todo lo sucedido. Se sentó. ─ Pero si dejaras de ser tan egocéntrico sólo por un momento, seguramente te darías cuenta de una vez por todas que un crío como tú no me pone para nada.

¿Cuántos años tendría? Por su aspecto, calculó, unos... ¿Catorce, quince? Un poco más, puede. En todo caso, nunca mayor que Gareki, quien pronto cumpliría la mayoría de edad. Por lo menos, no en un sentido literal, pues como antes había comprobado, le sacaba como mínimo cabeza y media, quizás dos... Ah, mierda. No debería estar pensando en eso, le hacía sentirse como un... un jodido pervertido... Agradeció tener la cara enterrada bajo los brazos. Realmente, no solían avergonzarle esa clase de temas, pero que le hicieran ver como un pedófilo ─ a pesar de que se llevarían relativamente poco ─ no le agradaba demasiado, precisamente. Sin embargo, levantó la cabeza de inmediato en cuanto escuchó su siguiente comentario. Volteó a mirarlo, apoyando sus brazos en la silla, con la cadera girada.

─ ¿Cómo mal carácter...? ─ vale, no era un santo, pero tampoco para... bueno, sí. ─ Bah. Supongo que es verdad. ─ No vivía en la ruina, pero su trabajo sólo le daba lo justo para subsistir decentemente, negándole toda clase de lujos y caprichos, aunque Gareki nunca había sido muy ambicioso. Por eso se conformaba. Ya tuvo suerte con los estudios y la casa pagados, no le pasaba a cualquiera. Podía decirse que era afortunado, tal vez. Según algunos puntos de vista, lo merecía después de todo lo que había pasado. Intentaba no pensar en ello, alejando los recuerdos de su mente, porque consideraba una pérdida de tiempo autocompadecerse y lamentarse sin remedio. Por desgracia, no era tan fácil... ─ Sí, tal vez... ─ admitió en un susurro. Últimamente estaba pasando una temporada muy tranquila, lo cual no podía aplicarse al resto de su vida. Sí, algunas veces había sido culpa suya y obtuvo su merecido, pero otras... sólo quería defenderse. Le gustaba decirse que lo hacía por su bien. ¿Habría llegado hasta allí de no haberse preocupado por su bienestar, acaso? No, claro que no. Sin su egoísmo, posiblemente aún dormiría en la calle. Vamos, olvídalo ya...

Lo último que dijo, antes de darle la espalda, logró llamarle lo suficiente la atención para olvidar sus desagradables suposiciones y volver a centrarse en él. ¿Tenía realmente un mensaje entre líneas o sólo se lo imaginaba? … Joder, no estaba para jugar a las intrigas. Le picaba la curiosidad, pero no tenía derecho a querer saberlo todo sobre él... sin darle nada a cambio.

─ Me parece bien. Trato hecho, entonces. ─ le devolvió la media sonrisa... quien no tardó en desaparecer a los pocos segundos. ─ No hablarás en serio... ─ maldijo para sí. Venga ya, ¿eso era todo? ¿Realmente lo tomaba por idiota? ─ No. ─ respondió. “Jódete”, se habría dicho de estar en el lugar del conejo. Bueno, ¿qué esperaba? No iba ─ ni tampoco lo pretendía ─ a contarle su vida si de verdad sabía tan poco sobre su amo. Debería corresponderle al menos ¿verdad?

─ Gracias. ─ tomó el tenedor, hundiéndolo en el plato. Aún estaba humeante. Mierda, qué hambre. Normalmente no era muy hablador, pero aún menos con la boca llena. Si tenía que decir algo, ese momento era el preciso. ─ Como has cumplido parte de lo acordado, supongo que me toca. Mi nombre es Gareki. No es tan complicado. No tengo apellido, que yo sepa. Mmm... pronto cumpliré los dieciocho. Voy a la universidad, y también curro en un taller a media jornada. Me mantengo solo. ─ relataba mientras removía el arroz distraídamente. ─ No sé mis medidas exactas, pero si bien habrás notado, soy bastante más alto que tú. Por eso pesaré un poco más, imagino. Salvo lo que has visto, no tengo ningún tipo de mancha, tatuaje o perforación en mi cuerpo. Las causas... ─ apoyó la cabeza en una mano. ─... bueno, en realidad no tengo por qué contártelo, pero te daré un voto de confianza. Espero que valga la pena. ─ lo señaló con el cubierto, observándolo fijamente.

─ Bien. Respecto a lo que has mencionado antes, acertaste en tus dos suposiciones. Ahora ya no es como otras veces, pero pasé por muchas duras situaciones para llegar hasta aquí. ─ decía con voz segura y firme. ─ No me puedo quejar... realmente me ha ido mejor de lo que esperaba. Incluso con el pasado, vivo aceptablemente, distinto de esos traumatizados y amargados que se vuelven paranoicos con el tiempo. Bien, no soy un cielo, pero por lo menos mi salud mental es estable... A lo que iba. Sí, estuve en peleas. Pero lo hice por mi propio bien. Nunca tuve a nadie que me defendiera, siempre me las he apañado bien solo. Jamás conocí a mis progenitores. Mi madre está muerta, mi padre no lo sé, ni me interesa. No los hecho de menos. Me crió un amigo de mi viejo, o eso decía. Todo lo que sé es por él. También falleció, cuando yo tenía más o menos tu altura. ─ sonrió para sí. ─ El resto... bueno, sin concretar mucho, me recogió una banda. Ellos se encargaron de mí, a cambio de una serie de trabajos que no vienen al caso. Cuando se me acabó el juego, me pagaron la casa y los estudios como compensación. Y... aquí estoy. Eso es todo, supongo. Todo lo que te puedo decir por el momento.

Finalmente sí, tomó el tenedor con arroz. Sin vacilar siquiera, se lo llevó entero a la boca. “Que sea lo que Dios quiera”. Tardó unos segundos en tomar el sabor. Ah, maldición...

─ Está bueno. ─ dijo, una vez hubo tragado. No era una exquisitez, pero desde luego estaba mucho mejor en comparación a lo que comía usualmente. Intentó mirarlo por el lado positivo, compensando su error: por lo menos, había encontrado algo práctico...
Gareki
Masculino

Akemi Kido Dom Mayo 20, 2012 2:46 am
Conejo
Se alzó de hombros al escuchar las palabras del mayor tras haberse descrito, bueno, tampoco podía esperara demasiado. Aunque aquello simplemente no hizo que no pudiese esbozar una sonrisa ladina leve sobre su rostro, realmente parecía que le había jodido, de todos modos ahora tan solo había que ver la reacción completa del otro, ya que no creía que con aquel “no” se fuera a quedar todo, y si era así ya le obligaría él a que le contase algo...no sabía como, pero ya haría algo.

De todos modos, tras servirle la comida sobre el plato y su ración dejó la sartén con cuidado sobre la mesa encima de aquel paño para no estropear el mueble y así si alguno de los dos se quedaba con hambre podía seguir agarrando, aunque antes de sentarse definitivamente buscó una de las tapaderas para colocarla encima y que así el calor se conservase para que en el momento en el que alguno quisiera más, la comida no estuviera ya fría. Tras eso respondió con una ligera inclinación de su cabeza ante su “gracias” y se sentó finalmente con cuidado para sentir la menor cantidad de dolor a causa de las consecuencias en su cadera de aquel fatídico accidente domestico que me le estaba haciendo mella, esperaba que al menos para al día siguiente en vez de ser aquellos pinchazos de espanto fuese un dolor más suave, como una molestia con eso se conformaba, aunque sabía que iba a salir un buen y hermoso moratón de aquello pero bueno, mientras aquel...tipo no toquetease a posta o algo se bastaba.

Tras estar sobre la silla observó al otro como clavaba la cuchara en la comida y de esta salia más humo que antes, es lo que tenía ponerlo nada mas cocinarlo, pero bueno también hay bastante gente que le gusta comer las cosas ardiendo. Cosas aparte el otro comenzó a hablar justo cuando él de disponía a remover aquello para que se enfriase parando entonces su acción de bajar la cabeza para mirar hacia el plato en vez de a él, así pues dirigió sus globos oculares hacia él de nuevo y alzó lo poco que había agachado la cabeza mirándole otra vez removiendo levemente la comida.

Comenzó a escucharle con atención, como si le estuviera diciendo un mensaje muy importante, aunque sabía perfectamente que no lo iba a ser posiblemente le diría lo mismo que él le había dicho con algún detalle más, pero algo es algo, siempre sería mejor escucharlo de su boca que hacerse él mismo ideas al aire. De todos modos cuando el otro pronunció su nombre el conejo zanahorio repitió como en las clases de parvulario pero en voz baja sin despegar la mirada de él, realmente parecía uno de esos niños – Gareki... - Espera...¿Acababa de decir que no tenía apellido? ¿Como demonios era eso? Todo el mundo tiene un apellido...¿no? Bah, daba igual, quizás le contaría el porqué o posiblemente no, siendo como fuese mejor se quedaba calladito y escuchaba el resto.
Mmm....no parecía un mal partido estudiaba y tenía trabajo, luego llegaría reventado a casa y no le daría por saco, estaba muy bien, eso cada vez le gustaba más, aunque lo siguiente le molestó un poco, si era más alto vale, pero él también era más joven aun tenía tiempo de crecer, quizás incluso sería más alto que él....vale, quizás no...vaaale, posiblemente no, pero soñar es gratis.

Luego inclinó leve su cabeza cuando el otro apoyó su cabeza sobre la palma de su mano para que luego cuando le señalase con el cubierto abriese los ojos un tanto sorprendido viendo como algunos granos estaban pegados a este y un par caían de nuevo. Fijó su mirada de igual modo sobre la ajena y alzó leve una ceja – Amm ¿gracias? - Respondió ante sus palabras las cuales parecían atribuir confianza hacia él, la verdad es que aquello era de tomar en cuenta, quizás no era tan sumamente pedante y tenía un punto de majo y todo. Siendo como fuese mejor se quedaba calladito y seguía escuchando su historia, aunque ahora que lo pensaba....mierda, tendría que contarle entonces él la suya, y seguro que se mofaba de él al final. Se sobresaltó leve ante aquello pensamientos y cuando fue a decirle que no le dijera nada el otro ya había comenzado a hablar y....mierda, era interesante, ¡aaah~! Maldita fuese esa curiosidad suya, deseaba saber de el otro pero que este no se enterase de su patética vida, mierda...habría que tragarse el orgullo, pero antes a escuchar su historia que tenía bastante gancho.

Vaya su historia parecía bastante dura, normal que tuviese aquel carácter, no debió ser fácil ir pululando por ahí solo, sin haber conocido a sus padres, eso explicaba lo del apellido...tal vez, daba igual. De todos modos cuando escuchó lo de su padre y su madre sintió ¿pena? No podía ser...no...bueno, quizás un poco, pero joder, un niño sin padres es muy triste, aunque tener unos que te odiasen no era mucho mejor, en parte quizás en ese detalle podía llegar a envidiarlo..o no, realmente no lo sabía, de todas maneras si aquel moreno decía que no los echaba en falta pues no era tan grave, mejor entonces para él.
Un momento...¿se había vuelto a meter con su altura? ¡Ey! Ya había dicho que tenía diez y seis años maldita sea, puede que fuese un tanto bajito para su edad pero le daba igual, además cada persona crecía de una manera distinta, unos más otros menos, más rápido o lento, bah, él estaba conforme con la suya y ya...aunque le miró mal de todas maneras y sobretodo al sonreír de aquel modo...petardo.
El resto lo dejó bastante borroso y le dejó un tanto con las ganas de saber más aquello fue interesante en verdad, pero bueno con aquello se conformaba...sino tendría que contar mucho sobre él y no tenía tanta vida ni datos como para superarle o igualarlo casi...vaya porquería de vida ahora que se daba cuenta, bueno, ya lo sabía pero ahora más.

Cuando terminó pestañeó un par de veces seguidas y afirmó con la cabeza – Amm..vaya, parece que has tenido una vida un tanto agetrada, no me lo esperaba...creí que había sido algo más calmada -Tras eso dirigió finalmente la mirada a su plato y lo tapó todo, mierda ahora debía mantener el calor...bueno, tomaría una cucharada y ya diría su historia entonces. Y así hizo y oh vaya....vaya mierda, pensaba que le había salido mucho mejor,definitivamente debía haber hecho un rosito, aunque si lo pensaba mejor aun quedaba un tiempo hasta que comenzara de nuevo el mes sería mejor ir guardando algunos ingredientes para los siguientes días...aunque fuese tan solo queso rayado fundido, que no estaba mal, pero no era muy nutritivo del todo, pero algo era algo.

De todas maneras parecía que al mayor le gustó, vaya, mira tu por donde que bien, vale, con eso se sentía ya satisfecho, ya esperaba que le dijese algo así como “que asco de comida” o derivados de este, pues mira, si sobraba los guardaría y así tendrían quizás para mañana, mm...¿sería el otro un comilón de esos que parece que no tienen hondo su estomago? Esperaba que no, sino lo tenía jodido para cocinar y abastecerlo. En eso le miró y sonrió leve apartando enseguida la mirada...espera...u-un momento, le había hecho un cumplido por su comida, no gran cosa pero era un cumplido – Gra...gracias... - Siguió con aquella sonrisa un tanto atontado, pues era una de las poquísimas veces que le habían alagado por algo. Ah, mierda, él no se merecía su sonrisa, bueno...solo por esta vez.

Así pues comió otra cucharada sin poder remediarlo y volvió a pasar la cuchara bien por sobre el arroz para compactarlo y que mantuviese mejor el calor para entonces tomar aire y comenzar a hablar ahora él – Bien, los datos básicos sobre mi ya los sabes, supongo que ahora, por desgracia, he de contarte mi historia, bueno, allá voy... - Tragó saliva y se echó el pelo de el lado derecho con la mano de aquel mismo lado hacia atrás mientras dirigía la mirada a otro lado para finalmente clavarla en el otro – Nací en las afueras de la ciudad en un pueblo más o menos grande. Mi familia era de clase media, media-baja depende de como estuviera la cosa, pero nunca andavamos muy bien de dinero y cada vez íbamos a peor por desgracia. Mis padres nunca fueron muy cariñosos conmigo pero desde que empezamos ir a peor las culpas parecían caer sobre mi, muchas veces con la frase de “desde que naciste solo nos has dado problemas” nunca la olvidaré... - Se aclaró un poco la garganta sintiendo como esta se le cerraba un poco por aquellos amargos recuerdos, pero debía aguantar – Ambos eran humanos, así que nunca comprendieron el por que su hijo salió con...bueno, ya sabes, el por que soy tan peculiar. De todos modos cuando tuve una edad razonable comencé a trabajar por voluntad propia para ayudar a mis padres y así ingresar un dinero extra en la casa para poder salir adelante, sin dejar de lado los estudios claro, en verdad era duro, pero intentaba dar lo mejor de mi – Dijo con una leve sonrisa para mirar el arroz algo nostálgico y comenzar a golpear suave el arroz con la cuchara desplazándola a veces sobre este – Con ello también pretendía poder ganarme algo de afecto por su parte y hacer ver que aun a pesar de ser diferente igualmente yo...bueno, ya sabes era...era...su hijo – De nuevo tragó saliva, sentía que se derrumbaba, aunque por fuera quizás no se notaba...mucho, pero joder, debía aguantar, no podía mostrarse débil, o al menos el primer día – Pero de todos modos nada de eso sirvió, un día fui apresado de camino a casa, en verdad estaba a unos míseros metros de mi casa con dos tipos grandes y bastante fuertes me agarraron y el resto no recuerdo absolutamente nada hasta que llegué a la tienda, donde allí fui informado de que mis padres con...con todo su “amor”, ya me entiendes – Dijo resaltando aquel “amor” mientras lo acompañaba con el índice y el corazón de cada mano contrayéndolos – Me vendieron a cambio de X dinero, supongo que la mitad más o menos de lo que tu llegaste a pagar. Desde entonces he estado encerrado allí hasta el día de hoy, realmente no se el tiempo exacto que estuve...tan solo se que debió de ser entre un año y año y medio, más o menos. Fin -Por tercera vez tragó saliva y apretó los puños para contenerse y poder tranquilizar aquella furia y tristeza que habían recorrido de nuevo su cuerpo y mente. Inspiró hondo echando un poco hacia atrás la cabeza.

Dejó la cuchara y se revolvió un poco el pelo con aquella misma mano – Y te puedo seguir contando más...como el porqué odio que me llamen zanahorio...etcétera, etcétera...pero claro, a cambio tendrás que contarme tu alguna cosa más... - De nuevo se aclaró la voz pues la notaba aun un poco...digamos tocada, ligeramente, pero igualmente sabía que se podía notar.

Y de nuevo tras eso se colocó bien y volvió a mirar fijamente al otro unos segundos y volver a agarrar la cuchara para clavarla de nuevo finalmente en el arroz agarrar un tanto, acercársela hacia sus rosados labios, soplarlo y engullirlo....vale, no estaba tan malo.
Akemi Kido
Masculino

Gareki Dom Mayo 20, 2012 2:48 am
Amo»Humano
Esperó unos segundos antes de volver a introducir el cubierto en su boca. Se obligó a sí mismo a tomárselo con calma, pese a las protestas de su vientre, quien lo incitaba a llenarse más rápido. Desde niño había sido esa clase de personas que no comen, sino más bien tragan, incapaces de respirar entre cucharada y cucharada aunque les fuera la vida en ello. El hambre tampoco lo ayudaba en absoluto, si bien supo imponer su fuerza de voluntad para que la comida no lo absorbiera por completo, desatendiendo así las palabras del conejo, las cuales no estaba dispuesto a perderse bajo ningún concepto. ¡Después de lo que le había costado hacerle cantar! ... De hecho, en aquel momento Gareki esperaba, entre curioso y expectante, alguna reacción por parte de Akemi tras relatarle brevemente su historia. Nunca se la había contado a nadie, y no pudo evitar preguntarse si aquello significaría algo más allá de su interés por conocer a la mascota. El moreno, alarmado ante esta nueva posibilidad, barajó entre dos opciones: o estaba tan jodidamente aislado como para que a alguno de sus “amigos” le importase lo suficiente, o empezaba a tomarse confianzas con el pelirrojo a una velocidad vertiginosa. Disgustado, prácticamente desechó la segunda probabilidad al momento. No había comprado a ese chico para que fuera su amigo, precisamente. Aún le ocultaba demasiadas cosas, y así pensaba seguir. Gareki era una persona cautelosa y desconfiada hasta límites insospechados, quien sólo velaba por su propio interés. No tenía ninguna lógica que intentara crear algún lazo fuerte con la persona por la que había pagado. Sería demasiado patético y humillante comprar algo como una amistad. Ni que la necesitase...

─ ¿Y eso? ─ dejó el tenedor sobre el plato, mirándolo, sin saber si reprochar su suposición o reírse de ella. Tampoco era tan raro que se le ocurrieran esa clase de cosas. Akemi no había salido de ningún palacio. Por ello, lo que otros considerarían “humilde”, para él sería más bien “rico”. ─ No pensarías que vine de una cuna de oro o algo así, ¿verdad? ─ se burló. Hasta tenía ironía. ─ Bueno, entiendo que te imagines algo así. No sé qué te habrán contado en la PetShop, pero créeme, no todos los amos son críos mimados con dinero a raudales. Puedes comprobarlo. ─ se encogió de hombros. Probó la tercera cucharada. Gareki nunca había sido exigente con la comida, por lo cual, su paladar no resultaba demasiado refinado que se diga. Tampoco era un caso exagerado, como esas aspiradoras humanas hechas para engullir cuanto de les ponía por delante ─ comestible o no ─. Podría decirse que, simplemente, no le hacía ascos a nada y punto. Además, acostumbrado como estaba a la comida de tres minutos, ¿qué más podría pedir a parte de un plato casero y caliente en la mesa?

Levantó la cabeza en escuchar su agradecimiento, más semejante a un tímido balbuceo. Curioso por escuchar esto de los labios del menor, mayor fue su sorpresa al encontrarse en ellos un inicio de sonrisa. Algo torpe y un poco tonta, pero una bonita sonrisa, sin duda. ¿Y de qué se extrañaba tanto? Todo el mundo sonreía alguna vez, y Akemi no iba a ser la excepción. Los gestos faciales forman parte de la comunicación humana y son de lo más naturales. Sólo ... por un momento, pensó que él no llegaría para verlo. Y mucho menos imaginar que esta expresión sería provocada por su causa, aunque fuera desintencionadamente. Algo extraño le recorrió por dentro. No como si se sintiera satisfecho ─ porque hacerle sonreír no era uno sus objetivos ─, pero en cierta manera... era agradable. El joven moreno, sin explicarse el cómo y por qué de esta sensación, pudo esbozar una de sus escasas medias sonrisas, al tiempo que negaba desaprobadoramente con la cabeza. Quizá un “de nada” hubiera sido lo más educado, pero ni inteligente ni necesario. Tamborileando con los dedos sobre la mesa, Gareki aguardaba con mal disimulada impaciencia la respuesta del pelirrojo. Realmente, lo forzaba a confesar algo que lo ponía en una evidente situación incómoda, y él lo sabía. Si bien nada de ello le hacía sentirse mínimamente culpable. ¿Por qué debería? ¿Acaso no habían llegado a un acuerdo? El mayor había cumplido su parte, no sin cierta desgana. Tampoco necesitaba ser un genio para darse cuenta de que Akemi, a pesar de su carácter rudo, era una persona mucho menos segura de lo aparente. Gareki sonrió para sí. De no haber tenido tantos problemas para controlar aquella condenada agresividad, probablemente tendría algo de ventaja sobre él. Esperaba poder manejar esos molestos arranques de furia algún día, si estos no lo mataban antes un infarto. Aunque se negaba en acudir a un profesional ─ no creía llegar al punto de perder la cordura ─ , esperaba que el tiempo y la rutina lo ayudaran a moderar su temperamento... con penosos resultados hasta la fecha.

La incomodidad del conejo crecía conforme las palabras salían de su boca, creando una notable tensión en el ambiente. No le hacía gracia contar eso que, imaginó, debía ser muy personal para él. Sin embargo, Gareki guardó silencio, escuchándolo atentamente. Nada podría haberlo interrumpido durante aquel instante. En cierta manera, trataba de convencerse a sí mismo de que no le importaba tanto, realmente. ¿Era algo más que un sano interés hacia quien había comprado y le pertenecía -literalmente-? Arrugó la nariz en un gesto despectivo. ¿Curiosidad, intriga? Imposible. Resultaba impropio, fuera de lugar dentro de su personalidad. Entonces, ¿qué demonios le impedía dejar de mirarlo? Confuso, desvió la mirada hacia su plato, si bien volvió a dirigirla poco después hacia los ojos celestes de Akemi, buscando aquella determinación perdida en su voz. Por un minuto, pareció que finalmente el pelirrojo se vendría abajo, si bien pudo resistir recobrando un poco de seguridad. Obviamente, aquel tema le tocaba mucho la moral, y el hecho de que se mantuviera fuerte pese a ello inquietó y alivió a Gareki al mismo tiempo. Por una parte, él estaba acostumbrado a rodearse de amigos seguros y confiados, que sabían controlar sus emociones. Un arranque de desesperación hubiera sido catastrófico, porque simplemente, no sabía consolar a las personas, y tampoco estaba por la labor intentarlo. Por el lado contrario... le costaba imaginarse a Akemi haciendo algo así. No es como si careciera de sentimientos -oh, vamos ¡todo el mundo los tiene!-, pero.. se había mostrado tan falsamente seguro de sí mismo hasta aquel instante, que dudaba siquiera verlo derramar una lágrima. Ya, y con él delante. ¡Era un sueño!

Y aunque el pasado del conejo no parecía tan turbulento como el suyo, ambos resultaban igual de tristes. Ya es bastante difícil ser huérfano, pero... ¿tener padres que te odian? Le costaba imaginárselo. A lo mejor había idealizado demasiado la figura de los progenitores. ¿No se suponía que todos los padres amaban a sus hijos, y viceversa? ¿Cómo podían... tratarlo de esa manera, a él, a quien habían dado la vida... a su propio hijo? La sola idea se le hacía... extraña. Sí, extraña y abominable. «¡Pues para eso, mejor no tenerlos!» Vale, no debería decirlo tan a la ligera. Unos padres no sólo te daban -supuestamente- amor y cariño incondicional: también representaban un hogar, un refugio, un modo de sentirse a salvo. Un techo bajo el cual dormir, una comida caliente en la mesa, unas paredes protectoras... Y todas esas cosas de las cuales él había carecido por largos períodos a lo largo de su vida. Bueno, puede que Gareki no tuviera que enfrentarse al desprecio de sus “creadores” cada vez que los miraba a la cara, pero más de una vez había maldecido su falta de seguridad causada por la soledad. Pese a que el chico insistía en mostrarse indiferente ante la ausencia de ambos adultos, no podía negar haber deseado... tener un lugar a donde ir, alguien a quien sentirse unido, en algún momento durante su infancia y adolescencia. Tiempo atrás se había dado cuenta de una cosa importante: sólo el dinero y las personas a las que utilizaba podían darle aquello que necesitaba, ni más ni menos. El amor profundo, la amistad eterna, la familia leal, son conceptos a los que había renunciado incluso antes de sentirlos. Si bien comparando ambos pasados era difícil decidir quién fue más afortunado, sin duda se alegraba por no haberse “vendido”, o al menos de forma literal. Debía de haber sido muy duro para él. Verse utilizado como un mero objeto por las personas que deberían amarlo, no es cosa de risa. Después de todo el trabajo para salir adelante y ganarse su cariño, era natural sentirse traicionado. Ahora entendía un poco mejor la personalidad del menor. Ninguno de los dos había tenido lo que se dice... una infancia feliz, concluyó. ¿Eso los convertía en un par de amargados? Quiso esbozar una leve sonrisa ante la idea, pero comprendió a tiempo lo inadecuado que resultaría. Y menos cuando el contrario parecía, francamente, consumido por sus despiadados recuerdos. ¿Debería sentir pena por esa trágica infancia? ¿Compasión? ¿Complicidad? No. Comprensión, una ligera camaradería tal vez, pero a lo mejor, precisamente por ello, el humano se veía incapaz de sentir algo parecido a la lástima. Las historias de ambos jóvenes discrepaban en muchos puntos, aunque también tenían algunos en común. Quizá Akemi nunca entendería esa sensación al sostener una pistola entre las manos, ni tal vez Gareki podría imaginarse descubriendo odio en la mirada de sus propios progenitores. El destino había jugado diferentes cartas para ellos, pero todas pertenecían a la misma baraja. Tanto uno como otro sabían bien lo que significaba trabajar duro, vivir la escasez, luchar por su supervivencia. Y ese vacío en el pecho al verse reflejado en los ojos de alguien que finge o se supone que debe quererte. Creerte eres un estorbo, un parásito, un ser innecesario, incapaz de encontrar su lugar en el mundo.

─ Bueno, si te sirve de consuelo ... ─ «Aunque lo dudo» ─ … Lo que te ha pasado es una putada, y creo entender cómo debes sentirte. Jodidos... ─ se mordió la lengua a tiempo. Akemi no sería tan estúpido de... de seguir queriéndolos, después de todo lo sucedido. Pero; ¿y si el amor es ciego? «¡Y gilipollas!» murmuró para sí. Se pasó una mano por el pelo, retirándolo de la frente. Soltó el aire muy despacio y negó con desaprobación. ─ … Bah, qué más da. Eso ya forma parte del pasao, ¿verdad? ─ preguntó. Claro, para él era fácil decirlo: el suyo quedaba muy, muy atrás. ¿Y el de Akemi? Un año resultaba escaso para mitigar un dolor tan profundo... ─ ¿Has pensado que quizá estás mejor sin ellos? ─ Rompió el contacto visual al levantarse del asiento. En silencio, colocó en la mesa un par de latas de cerveza. No tenía por costumbre beber en casa, pero tampoco cabía duda: la ocasión lo merecía. Se oyó un chasquido cuando abrió la suya. Supuestamente, aún no tenía edad para beber -le faltaban unas semanas-, aunque claro, ¿a quién iba a importarle? ¡Como si fuera el único! ─ Yo que tú los olvidaría... Créeme. Ya no merecen la pena. ─ El líquido dorado no tardó en llenar el vaso ¿Por qué parecía que estuviera animándole? ¡No era su problema! ¿Qué más le daba si su mascota se desmoronaba? «Nada. Nada de nada.» Sólo intentaba darle pena. Sí, eso es. ¡Había estado a punto de caer en la trampa! A cada minuto que pasaba junto a él, descubría nuevos puntos débiles sobre sí mismo, y aquello no podía ser nada bueno... ─ Ah, ¿seguimos con eso? ¿Y qué quieres que te diga? No es como si pudiera contarte mucho más sobre mí. ¿Qué clase de cosas podrían interesarte? ─ levantó el vaso hacia él, sonriendo levemente por un efímero instante. ─ Salud.
Gareki
Masculino

Akemi Kido Dom Mayo 20, 2012 2:52 am
Conejo
Ante la extrañeza del otro sobre sus palabras de que no se esperaba que el mayor viniese de aquel modo de vida tan ajetreado rió suavemente y negó con la cabeza ante sus palabras – No, en absoluto, aunque pocas gente con tu edad se puede permitir una casa así, aunque no la hayas pagado tu, pero igualmente es extraño – Dijo alzando la cabeza al mismo tiempo observando aquella cocina tan amplia...que cosas, tan grande y tan vacía – Es solo que no se...parecías un chico más...no se, no me lo esperaba, pero no era por dinero a lo que me refería, sino a que no me lo esperaba, parecías normal, dentro de lo que cabe - Tras eso agachó la cabeza y continuó comiendo, aplastando un tanto el arroz llevándose una cucharada a la boca cada vez que se le terminaba la anterior. De mientras escuchaba al mayor mirándole de vez en cuando mientras iba comiendo, sobretodo le dirigía alguna de estas miradas cuando tomaba aquellas cucharadas....pues que estaba bueno si, después de comer semejante porquería que le daban, aquello era la gloria.

Ante las palabras del mayor lo observó fijamente sonriendo muy muy sutilmente...sabía que el otro no podría comprender su situación al 100% pero si en parte, ambos habían tenido una infancia de mierda, más claro agua, así que en parte agradecía sus palabras, quizás no fuera tan mal tipo. En escuchar como se auto-cortó se quedó extrañado notándose en su rostro- ¿Padres? Si...puede ser, se que es su culpa...pero aún me duele lo que hicieron...a pesar de tratarme como me trataron, pero bueno... - Acto seguido volvió su mirada al plato inclinando este levemente hacia si mismo rebañando el platos agarrando lo poco que ya iba quedando en el recipiente para llevárselo a la boca; hacía tiempo que no comía así de bien, al fin comida decente.

En volverlo a escuchar lo miró de nuevo fijamente por poco más de un mísero segundo y enseguida apartó su mirada hacia un lado mostrándose no muy animado ante aquellas palabras notándose en su mirada mientras se alzaba de hombros aplastando un poco con suavidad aquellos últimos granos de arroz que quedaban – No lo se...hace como un año pero....aún me siento dolido, es una gran traición...no espero que lo entiendas de todas maneras – Después de aquellas palabras tomó aquella última cucharada de arroz llevándosela a la boca masticándola con parsimonia, bastante pasivo, sin ganas de gran cosa o simplemente nada.

Poco después el otro volvió a hablar y él mismo aprovecho a levantarse para recoger la mesa entonces observó como el moreno hacía lo mismo aunque dirigiéndose a la nevera ¿que iría a coger? Si no había casi nada en aquel lugar. Por mientras poso un plato encima del otro colocando los cubiertos de ambos dentro del plato superior para llevarlo al fregadero junto con la sartén la cual había agarrado con la otra mano dejando esta en vez de dentro, al lado, sobre la encimera. Tras eso se dio la vuelta y miró como el otro posaba dos latas de contenido alcohólico según parecía ser...alcohol...amm...nunca antes lo había probado, bueno, siempre hay una primera vez para todos, pero ¿y si no le gustaba?..Mierda, un dilema se comenzaba a crear en su interior, ahora solo rogaba que le agradase el sabor. Así pues volvió a sentarse agarrando aquella lata que al parecer le pertenecía ahora escuchando las consiguientes palabras del mayor de mientras – Primero, no, no he pensado que esté mejor...he estado encerrado casi todo el tiempo en una sucia jaula, mientras múltiples miradas extrañas me recorrían de arriba a abajo como si fuera un objeto a exponer día tras día...con unas penosas condiciones de vida...y mierda de comida y un sentimiento de odio que a cada momento aumentaba más y más el cual iba ligado a uno de ira y frustración...y en el fondo pena...así que no...no he estado mejor, pues aunque ellos me odiasen y sus miradas de desprecio me persiguieran todos los días, tenía buena comida, una cama decente y una vida agradable con pros y sus contras... - Mientras abrió aquella lata acercándosela luego un poco a la cara para ver el contenido que luego vertió en su vaso. Dejó la lata a un lado y tomó aquel nuevo recipiente acercándoselo a la nariz para olisquearlo notando como aquel gas chocaba sobre esta haciéndole cosquillas y por poco no estornudó. Tras eso lo aceró a sus labios pero antes de beberlo alzó con la otra mano el dedo índice alejando un poco el vaso de sus labios - ¡Ah! Y ya se que ya no merece la pena....pero cuesta olvidar algo así...para ti puede parecer fácil, pero te digo yo que no lo es... no al menos por ahora – Así pues, finalmente hizo rozar aquel líquido dorado contra sus rosados labios incidiendo aquella bebida en su boca, aunque poco, para probar, por si acaso, pues tampoco deseaba dar un gran trago y que luego no le gustase y no tuviera ni modo de tragárselo.

Entonces el desastre se hizo, ¡aquello estaba completamente espantoso! Mierda, mierda, mierda e infinita mierda. ¿Y ahora que hacía? Primero no le gustaba desperdiciar la comida o la bebida, aún por mala que este, a menos que sea completamente incomible mala para la salud y segundo, posiblemente si no se la bebía el otro pensaría que es un flojuelo y una nenaza y se empezaría a cachondear de él infinitas veces posiblemente, pero...si se la bebía como rea su primera vez quizás se ponía tonto y contento y acababa bajando la guardia...no, eso no podía pasar. Mierda, no sabía que hacer, se sentía acorralado....de todoas maneras auqnue le hubiese agradado su sabor posiblemente eso de bajar la guardia no hubiese cambiado.

Apartó el vaso enseguida de sus labios y lo posó sobre la mesa mientras mostraba una mueca de desagrado no muy exagerada en su rostro al mismo tiempo que tragaba aquello. Jadeó un poco y observó de nuevo al contrario alzándose de hombros haciendo como si no pasara nada y mostrándose al mismo tiempo algo indiferente – No se...quizás~.... - Entonces señaló el pecho del mayor sonriendo con algo de picardía y malicia al mismo tiempo – Las cicatrices de tu pecho, son algo que me han intrigado bastante. No soy un gato ni me parezco, pero igualmente tengo mucha curiosidad ante eso – A continuación levantó también su vaso y afirmó con la cabeza – Salud – Dio un ligero sorbo intentando aguantar aquel amargo sabor volviéndolo a dejar de nuevo sobre la mesa para a continuación llevarse ambas manos tras la nuca y bostezar leve – Aunque...algo me dice que quizás lo que yo te pueda contar sea insuficiente...tampoco he tenido una vida muy interesante...y lo tuyo para parece ser, digamos, bastante jugoso a comparación de lo mio...no me extrañaría que te negases – Tras eso suspiró e inclinó leve su cabeza hacia la izquierda - ¿Y bien? ¿que opinas?
Akemi Kido
Masculino

Gareki Dom Mayo 20, 2012 2:54 am
Amo»Humano
Por alguna extraña razón, al dejar la lata sobre la mesa -se había cansado del vaso- le vino a la memoria uno de sus más recónditos y lejanos recuerdos: su primera cogorza. Bueno... entre que estaba oscuro y la cabeza le daba más vueltas que una noria de feria, evidentemente no recordaba gran cosa. Al principio le pareció asqueroso, casi repulsivo, pero se lo tragó porque todo el mundo se lo estaba pasando bien, o eso simulaban. El sabor mejoraba a cada botella. Y antes de darse cuenta... había perdido el control. Gareki sonrió para sí. Sólo era un chaval, ¿qué iba a saber de esas cosas? Ni siquiera habría llegado a los trece. Las siguientes veces fueron mejores. Aprendió a frenarse si se veía muy mal, y, más adelante hacer las borracheras más aisladas. Ahora el alcohol no era nada inusual en la vida cotidiana del joven, pero sabía controlarlo. Aunque a veces siguiera gustándole mucho... demasiado, esa efímera euforia, ese pequeño momento de alcanzable felicidad, jamás se le habría ido la mano como antes, seguro. Y menos en su propia casa. ¡Ni se lo imaginaba!

Un último trago hizo que el envase vacío se balanceara sobre la superficie del mueble antes de caer al suelo con un ruido sordo. Gareki no lo escuchó. Se encontraba ensimismado intentando librarse de sus pensamientos para prestar atención a las palabras del conejo. La sorpresa del otro no le resultó extraña. Se trataba de una reacción habitual en la mayoría de la gente, pues solían dar por supuesto que la casa la financiaban sus supuestos padres o familiares. Sin embargo, tampoco tenía por costumbre relatar sus circunstancias. Muy pocas personas conocían el verdadero pasado del joven, y el pelirrojo sentado frente a él era una de ellas. ¿Quería decir algo? ¿Acaso se trataba de algún tipo de señal o...? ¡Venga ya! Joder, ¿cómo podía pararse a pensar en algo así? Ni historias ni leches. Tan sólo... habían llegado a un acuerdo. Y ése era el límite... Cada uno había cumplido su parte. Sin embargo, seguían adelante. Le picaba la curiosidad saber dónde acabaría todo aquel “juego”, por llamarlo de alguna manera. Esperaba averiguarlo pronto.

Pero de momento, debía esperar. La paciencia nunca había sido su punto fuerte, en fin... ¿qué otra cosa podía hacer? Para su propia sorpresa, todo transcurría con más tranquilidad de la supusta. “Trampa”, acudió a su mente instantes después. Todo de trascurría de una manera sospechosa y algo extraña, ¿verdad? Era imposible que pasaran de estar gritándose sin soportarse apenas a hablar como personas civilizadas sentadas en la misma mesa en cuestión de una o dos horas. “Entonces, ¿ha funcionado?” se preguntó asombrado. Claro, tenía lógica. ¡Debería estar más contento! No es que se tratara de ninguna especie de plan o estrategia, pero por lo menos ahora lo sabía: suavizando un poco el genio -sereno, tranquilo, sin provocaciones-, las cosas podían ir mucho mejor. Aunque le costaba lo suyo: controlar ese carácter tan explosivo e impertinente no era nada fácil. Por eso se limitó a encogerse de hombros ante sus palabras, no sin cierta tensión. ¿Y qué si no lo entendía? Nadie había hablado de empatía. Hacía sus mejores esfuerzos por mostrarse comprensivo con el reciente tema, pero en realidad... no era algo que le gustase decir. Por supuesto, podía entenderlo. Si bien no se identificaba en absoluto con esas emociones. De odio, rabia, venganza, indiferencia, dile todo lo que quieras, ¿dolor? Posiblemente, aunque admitirlo siempre es difícil. ¿Pero lástima? Demasiado fuerte o desalmado para comprendelo, y ya decir vivirlo.

Entonces, ¿por qué demonios se molestaba? Si se suponía que los sentimientos del joven le eran indiferentes, esa pequeña chispa de rabia en su interior resultaba totalmente irracional. ─ En eso tienes razón... ─ masculló lo suficientemente alto para hacerse oír, dirigiendo su mirada hacia el conejo durante unos escasos segundos. Ojalá no se le notara tanto, porque si lo pillaba picado... estaba jodido. ─ Sí, claro, puede que no sea muy empático o como mierda se diga pero... entiendo que alguien se pueda sentir así, aunque yo piense de otra manera. ─ en realidad, se había quedado algo cortado, ¡no esperaba que fuera a resultar tan sincero de repente! Claro... no iba a quedarse atrás, ¡ja! ─ No me vayas con lo de “qué fácil es decirlo”, porque créeme, no lo haría sin una buena razón. Sólo te estoy diciendo... joder, después de todo lo ocurrido con tus padres, y la tienda, eso... es natural sentirse así, no te lo reprocho. Pero quiero que por un solo momento dejes de lamentarte y lo mires por otro lado, que te des cuenta de una vez por todas... todo eso se acabó. ¿Lo coges? ¡Ya! Vamos, no espero que estés eternamente agradecido o contento o como sea, pero si intentas pensar de otra manera, pues ves que llorando y sintiéndote así no vas a cambiar nada. ¿Entiendes? ─ le dijo. Lentamente dejó hacer sus hombros y se llevó una mano a la frente. ─ Venga, déjalo estar. Si quieres seguir lamentándote y lloriqueando por algo que ya pasó, a mí me la pela, sólo trato de... ─ cada vez le era más difícil decirlo. ─ … Joder. Contigo no vale la pena, ¿verdad? ─ Hizo un gesto con la mano para quitarle importancia al asunto. Si no iba a entrar en razón, daba lo mismo. Mierda, ni siquiera debería haber probado a... ¿qué? ¿Consolarlo? ¿Animarlo? ¿Ponerse de su lado? ¡Ja! Se lo tenía merecido, por bocazas. Alargando un poco el brazo recogió la lata vacía del suelo, antes de tirarla a la papelera sin apenas mirar. Más pendiente estaba de rescatar su segunda cerveza del fondo de la nevera. No es que intentara emborracharse o alegrarse la noche, pero de verdad le apetecía mucho. Además, nadie acababa mal por un par, o eso se dijo.

Por primera vez, advirtió el ademán simultáneo del contrario al otro lado de la mesa. No parecía demasiado cómodo con aquello, pero permaneció mudo. En realidad si el conejo resultaba abstemio... incluso tendría su lógica. Aún era menor de edad -en fin, una pobre excusa,- y por lo que sabía de él no se trataba de la clase de adolescente con gran experiencia. Ni siquiera se había parado a pensarlo, pero en fin... A pesar de ello, ninguno de los dos mencionó nada más al respecto. El joven apartó su lata recién abierta -aún fría y espumosa- para apoyar la cabeza sobre la palma de su mano abierta, la cual se sostenía en el brazo descansado encima del mueble. Enarcó una ceja, observándolo expectante. ─ ¿Qué pasa? ¿Te van los malotes? ─ Sonrió malicioso a su vez. Debería haber supuesto algo así. Y con esas, le sorprendía que siguiera insistiendo. Evidentemente acostumbrado a ellas, Gareki no encontraba nada interesante en sus cicatrices. Ya estaba cansado de recordar esas historias. Y sin embargo... ─ Para variar, creo que te infravaloras. No eres tan corriente ni tu vida ha sido tan aburrida como piensas. De hecho, estoy seguro de que podría sacar algo realmente bueno de ahí. ─ se encogió de hombros. ─ Pero... ya que eres persistente, no veo por qué iba a negarme. En el fondo, me da lo mismo. ─ Dicho lo cual, procedió a levantarse la camiseta hasta la clavícula. “¿¡Qué mierda haces!? ¿Te has vuelto loco?” vociferó su razón al mismo tiempo que recorría con sus fríos dedos una línea clara -aunque visible- de mediana longitud situada a la altura de su vientre. ─ Esta... ─ comenzó el chico moreno. El numerito resultaba ciertamente innecesario y fuera de lugar, pero si en verdad intentaba retarlo haciéndolo sentir incómodo, no pensaba quedarse atrás. ─... fue de las primeras. Me la hizo un borracho con un cristal cuando me lancé sobre él para atracarle. Fue un ataque muy a la desesperada, lo reconozco, aunque así estaba. ─ movió su mano un poco más a la derecha, hacia el costado. Dos paralelas similares. Akemi quería contestar sus preguntas, ¿no? ─ Esta es de un poco más adelante. Un vendedor me pilló robando en su tienda. Hubo un forcejeo y finalmente logré escapar. Caí sobre cristales rotos y la verja de hierro abierta. ─ Pues ahí tenía sus respuestas. Cada una de ellas, y con todo lujo de detalles. No había vuelta atrás. ─ Esta, una tunda del viejo. Estaba muy colocado y aparecí en el momento menos indicado. Pero no le guardo rencor. ─ una especie de arañazo arriba de la última. Y, para acabar, esa gran marca de tono oscuro que atravesaba su cuerpo desde el hombro izquierdo hasta la cadera derecha. La más grande y temible de todas ellas, su orgullo y su vergüenza, la mentira... y la verdad. ─ Y esta... una pelea. Como tantas otras. Sólo esa vez no tuve tanta suerte. El tipo iba armado, y no lo vi venir hasta que todo mi pecho comenzó a sangrar. Fue la más difícil de curar. Y tardó mucho tiempo, pero finalmente cicatrizó y... ya ves. ─ Dejó caer la tela de nuevo. Se acabó el espectáculo. Ahora, a esperar los aplausos. ─ No las he contado, pero tardarías una eternidad en conocerlas todas. No digo sólo que las veas, sino que además escuches la historia que me trajo cada una. ─ habló con franqueza. ─ Puedes creerme: tampoco fue fácil para mí. Y no sólo por mi cuerpo: cada cicatriz deja otra igual, pero aún más complicada de borrar. Las que yo siento de verdad. ─ alzó sus ojos hacia los ajenos. ─ Sin embargo... no tengo nada que lamentar. Porque a pesar de esta condena de recuerdos, gravados para siempre en mí piel, sé que son imborrables. Nada puede hacerme mirar atrás, y aunque en el fondo sé que nunca las olvidaré, al menos soy capaz de dejarlas a un lado y no echar a perder el resto de mi vida. Eso... es lo que quería que entendieras. ─ terminó. Fue una despedida silenciosa, sin suspiros ni bufidos ni palabras innecesarias. Simplemente, continuó tratando de atravesar esos insondables ojos azules, a cada eterno segundo.
Gareki
Masculino

Akemi Kido Dom Mayo 20, 2012 3:06 am
Conejo
En escuchar como el contrario parecía querer animarle aquello le hizo gracia provocándole al mismo tiempo un leve sentimiento de felicidad...le era extraño que alguien hiciese algo así por él, quizás el otro no era tan odioso, insoportable y tedioso como llegaba a pensar,al parecer tenía sentimientos y todo. Realmente le dio un discurso pero...aunque al principio este le parecía una palabrería más para su montón conforme fue avanzando hasta más o menos la mitad su ánimo comenzó a subir, vaya, si aún encima sabía animarle y todo, supuso que no se podía quejar, incluso lo llamó por su nombre de nuevo y no por “zanahorio”, puede que aquello fuera lo que más le animó...no, lo siguiente también estuvo bien. Rió suavemente para si mismo agachando un poco la cabeza – Ey...si vale la pena, te lo aseguro. Gracias...de verdad, me has animado...y no es coña. Supongo que tienes razón, o al menos así lo creo yo...has conseguido tu objetivo o eso pienso – Debía admitir que el contrario aún a pesar de todo parecía tener buenas intenciones y sus palabras eran realmente buenas, le animaron y ciertamente estaba de acuerdo con él, quizás no era tan mal tipo. Alzó la cabeza mirando fijamente al contrario extendiendo una de sus manos hacia el contrario acariciándole un poco la cabeza con una suave sonrisa, pero enseguida apartó la mano, no quería que aquella confianza fuera tan rápida, es más, tras hacer aquello incluso en el fondo se arrepintió, seguramente estaba cediendo con demasiada rapidez, maldición – Oye Gareki,,,amm gracias por sacarme de ahí...de veras; pero no te confíes, que te esté agradeciendo ahora todo esto y me veas así de amable no significa nada. Me escaparé aún así, quieras o no...pero estaré aquí por un tiempo, por ...quizás por las molestias y como agradecimiento por sacarme de ahí – En eso alzó las orejas y miró al otro serio inclinando levemente la cabeza hacia adelante aún con aquella ceja en guardia - ¡Ah! Eso si – En eso alzó su dedo indice apoyando el codo sobre la mesa, y poco a poco fue bajando la mano lentamente para señalar al azabache – Quiero dejar completamente claro que no seré ningún tipo de chacha...cocinaré, por que de ti no me fío, pero limpiar ya no, como mucho mi cuarto, si es que tengo. Y otra cosa...nada de ser tu juguete sexual, como intentes algo juro que por una manera u otra te quedarás estéril, ¿comprendido? - Finalmente echó de nuevo la cabeza hacia atrás colocándose bien de nuevo cruzándose de brazos dejando la lata de cerveza a un lado abandonada...quizás ya si eso luego le daba un trago. Eso último lo dijo cuando el otro ya se había levantado, siguiendo a este con la mirada clavando sus ojos de un azul claro aunque intenso en el mayor siguiendo cada paso y movimiento que hacia observando como tomaba otra lata...le dieron ganas de ofrecerle la suya...pero luego su mente rectificó diciendo “¿Eres idiota? Si lo haces igualmente quedarás como un nenaza y debilucho, vamos tómatela aunque parezca meado de a saber que”, por lo cual deshizo aquel cruce de brazos extendiendo su mano hacia aquella lata tomándola entre sus finos dedos y llevándosela de nuevo a la boca. Dio otro trago algo más largo que el de antes y cuando tragó entrecerró un poco sus ojos al mismo tiempo que su ceño se frunció un poco apretando los dientes...asqueroso, ¿como podía el otro beberse aquello como si nada?

Algo más tarde cuando terminó de hablar observó al otro fijamente expectante de lo que pudiera decir, ciertamente el otro le parecía muy...amm...interesante, si correcto, eso era, interesante; las palabras que salían de la boca del azabache era por ese momento bastante buenas...ciertamente parecía tener cerebro y todo, que cosas.
De todos modos al escuchar eso de “¿Te van los malotes?” se sobresaltó un poco, ciertamente no se lo esperaba y bien se lo pudo notar pues su cuerpo pegó un ligero bote por el sobresalto y sus mejillas se tiñeron de un muy sutil casi imperceptible color carmesí suave – Po-por supuesto que no...ni que fuera bujarra, a mi me gustan las chicas...con pechos grandes – Dijo frunciendo algo más el ceño agachando un tanto la cabeza encogiéndose leve de hombros, tras eso resopló leve y dio otro trago a aquella repugnante bebida...wegg, tan solo esperaba que el sabor se le fuera rápido al menos.
De todas formas mientras sus papilas gustativas “disfrutaban” de aquel delicioso sabor de la cerveza escuchó al contrario..¿acaso le estaba intentando animar constantemente? No puede ser, el tipo ese no parecía siquiera interesado en él nada más se hubo mostrado ante él en la tiendo y enseñarle su “buen” comportamiento hacia su nuevo amo; pero bueno, hay gente para todo en este mundo de locos. Aún así debía admitir que en el fondo aquello lo agradecía, y ciertamente se estaba dando cuenta de las cosas...y dentro muy muy dentro de Akemi, sin que siquiera él se diese cuenta todo eso estaba sumando puntos en forma de afecto hacia el otro.
Finalmente comenzó aquel espectáculo...joder, el otro tenía buen cuerpo, todo marcado por todas aquella cicatrices pero...madre mía, y eso que seguramente comería e pena, que cosas. Por un momento Akemi bajó la mirada mirándose a sí mismo...y él tan debilucho, ahora sentía vergüenza, ciertamente parecía una chica, de todos modos alguna que otra vez ya le habían confundido con una, cosa que le cabreaba bastante.
Aún así observó de nuevo al otro mirando fijamente su cuerpo, cada cicatriz al mismo tiempo que lo combinaba dirigiendo también su mirada hacia el rostro del otro, más exactamente a sus ojos. Conforme el otro iba avanzando cicatriz y cicatriz en su mente no se paraba de preguntar que tipo de vida había tenido el otro, a simple vista parecía tan normal...definitivamente aquel tipo era posiblemente peligroso por lo que estaba escuchando, parecía un ratero, un ladrón...o incluso un asesino; nadie con una vida más o menos normal se metería en semejantes líos, sobretodo en aquella última ¿armas? Simplemente incomprensible. No, si al final estaría con un delincuente...a saber como se puso pagar la casa esa en verdad, cada vez sospechaba más del otro y su visión de él le era difícil de definir...decía cosas buenas, a veces pero...joder, con semejante pasado no sabía si fiarse mucho.

De todos modos, al escuchar aquello último abrió sus ojos algo sorprendido...de nuevo aquella palabras sinceras y sabias...definitivamente la mente del otro era incomprensible. Suspiró muy suavemente dejando escapar el aire de entre sus labios agachando la cabeza llevando una de sus manos hacia esta echando hacia atrás su cabello – Amm...de nuevo supongo que tienes razón, lo intentaré...y esto... - Negó con la cabeza acto seguido apoyó ambas manos sobre la mesa levantándose echando al mismo tiempo la silla hacia atrás al alzarse y estirar las piernas. Tomó su lata y se dispuso a ir hacia la encimera pero - ¡Aah! Jo-joder...aargh..ngg, coño, madre, zorra...me cago en..aah... - ¿Recordáis aquel dolor en la cadera? Bien, pues si, justo ahí tuvo que darse, en el mismo sitio, y por supuesto en conejo se retorció del dolor apretando con una mano la lata, más exactamente con la izquierda y con la otra apretó la mesa clavando un poco sus uñas en esta arañándola un poco mientras se encogió un poco frunciendo bastante el ceño temblando ligeramente, realmente era un dolor espantoso, quizás se había fastidiado el hueso, o simplemente tenía un moratón abominable.
Respiró agitado y tras arañar un poco el mueble extendió su mano sobre este apoyándose sintiendo que tanto sus piernas como su brazo temblaban. Doloroso, bastante doloroso – Cre-creo que...aah...me-mejor me siento otra vez uuh...joder.
Akemi Kido
Masculino

Gareki Mar Jun 26, 2012 2:25 am
Amo»Humano
"¿Pero qué coño...?" fue lo que retuvo un perplejo Gareki en su mente cuando el pelirrojo le acarició la cabeza con suavidad, tal como él mismo había hecho momentos antes. Incluso trató de reproducir de nuevo sus palabras: "Gracias... me has animado." ¿Es eso lo que realmente pretendía? Joder. A ser sinceros... ni siquiera fue a propósito. Claro, eso no tenía por qué saberlo. A nadie le gusta estar al lado de un amargado. Suele acabar resultando contagioso, y el moreno le bastaba y le sobraba con sus propios problemas. Le desgradaban demasiado esa clase de personas. Siempre estaban tristes y melancólicos, lamiéndose las heridas en un rincón oscuro. Lloraban sus penas, se quejaban de lo injusto que es el mundo y lo mal que les había tratado la vida. Quizá no fuera el chaval más alegre del barrio, pero desde luego nunca quiso ser como ellos. Él no podía darse por vencido tan fácilmente... contrastaba demasiado con su personalidad, tanto que incluso le resultaba difícil verse haciendo algo así. Solía evitar relaciones con esa gente, quizá algunos lo llamarían "cruel" o "desconsiderado" por ello, mas tan sólo se trataba de una manera de proteger sus propios sentimientos. Al principio, ni tan sólo consideró que el conejo pudiera tener esa actitud, sin embargo, nada mas escuchar sus palabras en lo referente al pasado, sus padres y el posterior abandono en la tienda... algo cambió dentro de él, causando la reacción la cual buscaba el fin de hacerle cambiar de opinión. ¿Qué clase de pensamiento podría haberle empujado a hacerlo? La molestia, la rabia, le pareció lo más indicado. Porque en cierta forma entendía esa emoción, mas no la compartía, ni tampoco le daba lástima o sentía un mínimo de compasión. Tal vez resultara malvado y egoísta desde algún punto de vista, pero... pensaba así, le parecía lo más correcto y no estaba dispuesto a cambiarlo. Reprimiendo una sonrisa satisfecha, estuvo tentado de contarle toda la verdad, mas reflexionó en el último segundo, justo antes de abrir la boca. ¿Qué tenía de malo si seguía creyendo en eso? Al fin y al cabo, no estaba diciendo ninguna verdadera mentira... sólo una realidad a medias, la cual tampoco hacía daño a nadie. ─ Algo así, supongo... ─ asintió en un tono bajo pero audible. Por un segundo, desvió la mirada hacia su lata de cerveza, ya medio vacía. Quiso cogerla, pero pareció pensárselo mejor y disimuló el gesto dejando descansar la nuca en la palma de la mano. La próxima vez debía tomárselo con más calma. Levantó de nuevo la cabeza al escuchar sus palabras, ahora era él quien no dejaba de hablar. Pronto, por no decir lo primero que advirtió, fue su nombre allí, al inicio de la frase, donde quizá un par de horas antes hubiera sido sustituido por un insulto. Era increíble, cómo habían cambiado las cosas... en tan poco tiempo. Tan sólo hacía unos momentos estaban gritándose presa del odio. Poco después, con un ligero cambio por parte de ambos hacia una actitud más colaborativa... tampoco se trataba de ningún progreso extraordinario, pero al menos podían sentarse a la mesa y hablar como personas civilizadas. No os confundáis, los intereses del moreno ─ si es que poseía alguno en concreto ─ quedaban lejos de buscar necesariamente una buena relación con la mascota... si bien, como resultaba evidente, lo prefería mucho antes de las peleas, los gritos, las palabras malsonantes y el mal clima en general. La voz de Akemi se deslizaba suavemente en sus oídos, una pequeña parte por el evidente efecto del alcohol, y otra, porque el joven ya comenzaba a acostumbrarse la tonalidad de esta. Sin embargo, fueron sus palabras las cuales le centrarse. Le agradecía otra vez... Definitivamente, tanta humildad no podía ser casual. Incluso mencionaba por segunda vez su decisión al sacarlo de la tienda. Carraspeó, algo incómodo ante la impresión. Desacostumbraba a recibir tanto reconocimiento, y menos de alguien... en fin, con el temperamento del pelirrojo. Sobraban las palabras para describir su reacción: tampoco se sentía tan satisfecho y alagado, no al menos como hubiese esperado. Estaba más bien entre la sorpresa... y la incredulidad. Eso es, continuaba creyendo que algo... no encajaba del todo. Asintió levemente al escuhcar su advertencia. "No lo he hecho, y dudo llegar a hacerlo alguna vez", estuvo tentado a mencionar, mas finalmente se lo calló al considerarlo innecesario. En cambio, dejó escapar una leve risa espontánea. "Quieras o no..." ─ ... Eso está por ver. ─ comentó con una media sonrisa burlona. Si realmente pensaba que le pondría las cosas tan fáciles... una de dos: o era un ingenuo, o la desesperación por salir de allí le cegaba por completo. ─ Sé que de tenerlo no serás tan estúpido como para decírmelo, pero; ¿sabes acaso de otro sitio adonde ir? ─ preguntó ladeando la cabeza con curiosidad. Finalmente, Gareki había subrayado un hecho bastante importante para el conejo: el hogar. Jamás podía volver a la tienda, si no quería verse en las mismas; según su confesión tampoco tenía a nadie con quien quedarse, descartando directamente a sus padres y otros posibles familiares. Tal vez algún amigo... o bien, siempre podía tomar la opción más difícil: apañárselas solo. Ya se imaginaba al pelirrojo pidiendo limosna en tiniebla de los bajos fondos cuando el gesto de este consiguió llamar de nuevo su atención. Supuso por la seriedad en su rostro y el ademán de señalarlo que trataba de intimidarle, si bien tan sólo logró hacerle enarcar una ceja, expectante, al tiempo que asomaba en sus labios una media sonrisa irónica. ¿Por qué debería escuchar sus condiciones? Bien, en un principio tampoco tenía pensado algo como eso... pero ya que lo mencionaba... ¡Que demonios! ¿Quién mierda era él para exigirle derechos de esa manera? ─ Vaya, gracias. ─ comentó con tono sarcástico, bajando momentáneamente la mirada hacia el ya vacío plato. Volvió a subirla un par de segundos después, observándolo con cierta incredulidad por su parte. ─ En fin... ya que vas a estar aquí, según tú dices un "tiempo indefinido" ... ─ remarcó con sarcasmo las últimas palabras. ─ ... viviendo a mi costa con todos los gastos pagados y sin aportarme ningún beneficio, es lo mínimo que podrías hacer. ¿O tampoco estás de acuerdo? ─ le contestó. Joder, el cuarto... ¿cómo coño le decía eso? Si el apartamento ya era pequeño para una persona, con dos resultaría asfixiante. Mierda... ¿y dónde dormiría? Tal vez en su habitación hubiera sitio para ambos... eso es, el moreno no pensaba ni por un segundo renunciar a su cama... aunque tuviera que compartirla con Akemi. Al margen de lo predecible sobre él, Gareki no tuvo una reacción negativa ante la idea. Sorprendentemente le era más bien indiferente. Obvio, por cuestiones de espacio y comodidad hubiera querido dormir solo, pero siempre lo prefería antes de verse expulsado de su propia habitación. En fin... siempre le quedaba el sofá. Si accedía ─ tampoco es como si le quedasen muchas más opciones ─ podría ser provisionalmente, hasta que le consiguiera algo mejor.

Dudó un momento entre la molestia y la risa, optando por la segunda. Al parecer, Akemi no pretendía dejar ese tema tan fácilmente. Si, es cierto, la situación resultaba algo extraña pero... ─ Puedes quedarte tranquilo, no estoy tan desesperado como para intentar algo contigo. ─ dejó de lado su segunda ─ y por suerte ya última ─ cerveza. Debido al efecto del alcohol sobre él se encontraba algo más relajado, si bien ni mucho menos ebrio. Aún seguía conservando toda la lucidez, y así pretendía que fuera. El contrario debía pensar algo semejante, pues tampoco le pidió una segunda cerveza. Resultaba evidente que la idea de la bebida no le entusiasmaba en absoluto, sin embargo, ni siquiera pronunció palabra al respecto. ¿Quién era él para interponerse en su voto de silencio?, pensó el moreno con un deje malicioso. Había que ser idiota... o terriblemente orgulloso. Negando para sí, aprovechó que todavía estaba levantado para retirar su plato a la pila. Entre el tintineo de la vajilla le pareció escuchar algo así como "chicas" y "pechos grandes", ante lo cual frunció el ceño extrañado, pero continuó sin girarse. Como no había escuchado toda la frase, le resultaba difícil entender todo su significado. ─ Sí, a veces está bien. ─ comentó, más en un comentario propio que para el otro. Quedaba lejos de considerarse un ninfómano, pero le gustaba disfrutar ─ casi tanto como a cualquiera ─ un poco de todo, y tampoco encontraba razones para avergonzarse de ello. De cualquier forma, le estaba dando demasiadas vueltas a un tema al cual usualmente apenas le daba importancia. No es que se sintiera incómodo ─ por amor de Dios, ya estaba bastante mayorcito para chiquilladas ─, francamente tampoco encontraba gran cosa que decir al respecto, siendo tan reservado con su vida privada. Después del discurso con todas y cada una de sus hermosas ─ posiblemente también inútiles ─ palabras, desvió la mirada hacia algún punto perdido, pensativo. Sirvieran o no para algo, de todas maneras ya estaban dichas. Poco le importaba la reacción u opinión de a quien estaban dirigidas, con tal de borrar esa sombría expresión de profunda lástima en su rostro. Por instinto, levantó la mirada para ver qué efecto había tenido su veredicto en el pelirrojo. Fue durante ese mismo instante en el cual se escuchó un fuerte golpe sordo... seguido de una larga retahíla formada por gemidos, lamentos e insultos variados. Hubiera roto a reír, pues con tan sólo los sonidos resultaba sencillo imaginarse la causa, pero se forzó a reprimir la risa cuando acertó a ver la escena. Con una mano se aferraba la mesa, como si fuera la única manera que le permitiese tenerse en pie, mientras la otra hacía crujir la lata hasta convertirla en un colorido amasijo metálico, fina sombra de lo que fue. El dolor le obligaba a encogerse sobre sí mismo, aunque aún podía percibir con claridad el temblor de sus piernas; retorciéndose de tal manera que tan sólo viéndolo uno podría empatizarse fácilmente. Por suerte para él, Gareki no lo hizo. Es más, todavía tuvo la ruin sospecha de que se tratara de una actuación... si bien el gesto de sufrimiento del conejo sugería todo lo contrario. Se levantó por mero instinto, haciendo ademán de ir a ayudarlo, aunque vaciló unos preciosos segundos considerado cuáles eran sus opciones en ese caso. Dejarle allí a merced del dolor no era una de ellas... ni siquiera él era tan cruel. De cualquier manera, debía hacer algo, y rápido. La molestia y la frustración no ayudaban mucho. "Si me hubieras hecho caso..." quiso reprocharle la conciencia del moreno, si bien el sentido común le advirtió de que no era un buen momento. ─ Eso, tú siéntate y fractúrate la jodida cadera de una vez... ─ masculló para sí al tiempo que su subconsciente tomaba la decisión más práctica e inmediata. Con cuidado de evitar la herida, deslizó una mano hacia los hombros del menor y la otra a la parte contraria de sus rodillas. Una vez lo tuvo bien sujeto, procuró levantarlo de manera que no se golpease con nada antes de empezar a caminar. Notaba más bien poco el peso del chico entre sus brazos, se inclinó a pensar más por la sorprendente ligereza de este que por su propia fuerza. Por una vez agradeció la estrechez del apartamento, ya que en algunos pasos hubo finalizado el paseo al llegar a la habitación. Había decidido forzarle a obedecer su consejo anterior, el cual dijo al percatarse por primera vez de su cojera; reposo y algo de hielo para suavizar el golpe. Lo tumbó sobre el edredón con la mayor suavidad que le fue posible. Pensó en alguna palabra de consuelo, si bien las de burla y sucio fanfarroneo todavía no habían abandonado su mente, por lo cual volvió a dirigirse a la cocina. Apenas le tomó unos minutos rebuscar en el congelador una pequeña bolsa de hielo, la cual también envolvió en un paño cerrado. Tal vez un analgésico fuera más efectivo, pero después de una cerveza no le parecía tan buena idea, y tampoco estaba muy seguro de si le quedaba alguno. De cualquier forma volvió al cuarto con la bolsa en una mano, y al verlo tirado en la cama ─ como si pudiera ir a algún otro sitio ─, negó desaprobadoramente con la cabeza y suspiró. ─ Diría que te lo dije, pero... ─ dejó el trapo en la mesita, alcanzable a su mano. ─ ... supongo que ya te has dado cuenta.─ ladeó un poco la cabeza, cruzándose de brazos. Le costaba resistirse, mas sabía que no estaba del todo bien reprocharle de esa manera, al fin y al cabo, sólo había sido un accidente. ─ Bueno, voy a terminar de recoger. Tú solo... ponte el hielo ahí y estate quieto un rato... ¿crees que podrás hacerlo? ─ se burló, medio en broma medio en serio. ─ Si te sientes mejor luego te traigo algo. ─ hizo ademán de marcharse...
Gareki
Masculino

Akemi Kido Sáb Ago 18, 2012 7:00 am
Conejo
Al escuchar la pregunta del contrario sobre si sabría acaso donde ir o no desvió la mirada suavemente a un lado bajándola un tanto divisando aquel suelo encogiéndose de forma casi imperceptible de hombros. Ciertamente la respuesta era negativa, como no, desde que fue encerrado en aquella tienda no había podido salir de esta con lo cual tampoco buscar una estrategia o lugar donde quedarse si algún día como era ese alguien lo compraba y más tarde poder huir y vivir en aquel lugar; y como que el camino de la tienda a casa ¿casa?, perdón, a aquel piso, tampoco le pudo proporcionar mucha información o posibilidades más bien, aparte de que intentaba no congelarse más que nada. Así pues miró de nuevo al otro relajando sus hombros otra vez y negó suavemente con la cabeza – Aún no, no he tenido oportunidad o tiempo de ver algún lugar que ocupar y en el que vivir, pero...lo buscaré, eso es seguro. Cada vez que vaya a comprar por ejemplo aprovecharé...o mientras tu estés trabajando o no se...eso si después de decir esto no me encierras tu también sin dejarme salir claro... - aquello mirándole fijamente. Aquellas últimas palabras las dijo con un tono quizás algo triste y una mirada que desprendía algo de mal humor y tristeza también ya que recordaba su estancia en la tienda; estar encerrado no era nada divertido, y si el otro iba a hacer aquello con él prefería tirarse por la ventana y reventarse la cabeza contra el asfalto antes que volver a vivir aquella agonía de estar recluido en un lugar como un hamster en una jaula o un pájaro del mismo modo, por ejemplo – Que...por cierto, si me encierras te asegurarás mi odio hacia ti...se que hasta tu comprendes que el hecho de estar encerrado no es nada divertido y salir de un sitio para ir a otro y estar igual es un asco. Si...si no me encierras estaría bastante bien...incluso puede que te lo llegara a agradecer de alguna forma, ¿quien sabe? - Su tono de voz seguía siendo de aquella forma algo apagada aunque al terminar sus palabras con esa pregunta aquel tono adquirió algo de vida llegando a sonreirle mínimamente al moreno.

A continuación de aquello tras presentarle sus condiciones o al menos las normas, tres simples normas, que esperaba que el otro cumpliese. A la de que no limpiaría la casa, quizás la dejaba pasar, por que, casi que tampoco se fiaba mucho de lo aseado que podía ser el contrario con la casa, aunque si con ver como tenía la cocina de abandonada de alimentos podía darse una idea rápidamente de como podía estar el resto de la casa; aún así de todas formas haría lo mínimo, pasaría la mopa, si es que tenía, sino en su defecto la escoba, quitaría un poco el polvo y ya, tampoco iba a limpiarlo a fondo, para eso que contratase a una chacha de verdad.
De todas formas al escuchar la contestación del otro ciertamente tenía toda la razón, le gustase o no al conejo. Le había acogido en su casa y..¡mierda! Si es que tenía razón, no había manera de darle la vuelta al tema para que se librase ni un poco, bueno...d-da igual, así al menos tendría algo que hacer en todo el día aparte de dormir, si es que el mayor le dejaba y cocinar y..tal vez algo más, ahora aparte de eso tenía la tarea de limpiar; bueno el piso no era precisamente grande, era algo que era de agradecer, aunque quizás a la hora de convivir era algo que no se agradecía tanto, pero bueno, mejor eso que seguir encerrado en una jaula mugrosa pasando frío y calor - Vale...también limpiaré...cocino y limpio...¡pero ya está! Tampoco te confíes tanto, supongo que es lo mínimo que puedo hacer, las labores de la casa...bien...pero espero que no se te ocurra algún día la idea de traerme algo como un uniforme, un delantal o algo así para hacer la broma por que no se yo donde puede acabar tal cosa, ¿comprendido? - Dijo de nuevo señalando al otro frunciendo el ceño admitiendo su derrota aunque le fastidiase están al mismo tiempo algo sonrojado por ello, aunque bueno, si antes lo hacía en su casa hacerlo en esta ahora tampoco sería tan malo, o por favor, así lo esperaba.
Y ante lo de ser un objeto sexual y la negativa del otro afirmó con la cabeza quedándose más tranquilo. Vale que estaba siendo un pesado con ese tema, pero en la tienda tanto los pets algo mayores, los vendedores y demás siempre decían o avisaban de que nosotros los pets eramos un articulo especial, y que una de nuestras funciones posiblemente sería dar placer sexual, quisiéramos o no, aunque fuera con alguien del otro sexo o del mismo, era una de las cosas por las que habíamos sido encomendados, por desgracia. Pero si Gareki decía que no iba a ser así mejor para él, pues tampoco le hacía especial gracia ser abusado sexualmente por un hombre.

Así pues las palabras siguieron pasando, los actos de cada uno fluían por el tiempo hasta que ambos decidieron levantarse, el moreno para dejar las cosas en el fregadero y recoger así la mesa y el conejo del mismo modo se disponía a ello de no ser por la gran ostia que se dio contra la mesa inutilizándole por completo mientras soltaba todas palabras malsonantes y gruñidos y todo eso.
Cuando de nuevo se fue a sentar advirtió las palabras del otro con esa nueva advertencia y ni siquiera inició el movimiento para sentarse de nuevo; esta vez pensó que mejor le haría caso, pues si realmente antes hubiera hecho lo que le dijo como ponerse hielo y descansar seguramente ahora no estaría así...o si, pero no tan doloroso, posiblemente.
Así pues notó a continuación como el otro lo cargaba entre sus brazos provocando la consecuente sorpresa del otro que al mismo tiempo se agarró al moreno de forma inconsciente rodeando con sus brazos aquel cuello y apegándose a él. Realmente aquello era bastante vergonzoso, estaba mostrándose completamente débil frente al otro y eso era justo lo que no deseaba, pero debía rendirse por su bien, lo mejor en ese momento era dejar su orgullo de lado por un instante y permanecer bajo las órdenes del otro y lo que la lógica mandaba como ser racional y con dos dedos de frente que era aunque a veces no lo pareciese realmente.
Así pues sintió poco después como era dejado sobre aquella cama que ahora era para el conejo el mejor lugar de todo el mundo. De mientras el menor seguía retorciéndose un poco del dolor sobre la cama observó como el otro se marchaba sin decir nada quedándose un poco extrañado por ello, pero no le dio mayor importancia, quizás fue a por algo o no, tampoco podía saber muy bien lo que rondaba por la cabeza del otro y era algo que en parte le molestaba, era demasiado misterioso.
Poco después lo observó volver con aquel paño del cual dedujo que dentro habría una bolsa con hielo o quizás alguna bolsa de comida congelada, aunque lo más seguro es que fuera la primera, ya que la comida en esa casa era fantasma.
Observó el rostro del otro con aquella negación y desvió la mirada mientras al mismo tiempo agachaba un poco la cabeza dirigiendo su mirada hacia el suelo del lugar – Si, lo se..lo admito, lo siento...¿contento?...Pensé que no sería para tanto – Suspiró con algo de pesadez y observó como dejaba aquel paño con hielo sobre la mesita agarrándolo enseguida colocándoselo sobre la zona afectada soltando un ligero gimoteo de dolor aunque también por el contacto frío de aquello que en invierno como era no es que fuese lo más agradable en aquel momento tampoco.
Al escucharle de nuevo lo miró fijamente otra vez afirmando con la cabeza aunque en ese momento estaba algo...no sabría como describirlo, realmente era un sensación extraña pero...era...raro. Se sentía de una forma peculiar, ciertamente le era realmente difícil describirlo o decir como era aquello pero no sabía por que desde ese momento el otro de pronto le empezaba a caer bastante bien. Quizás fuera por que jamás nadie antes se había preocupado por él, nadie le había hecho algo semejante por el conejo, jamás nadie lo habría tratado como si realmente se preocupara por él, aunque tras aquello hubieran esas palabras de “te lo dije” que siempre fastidiaba oír.
Escuchó aún así de mientras al otro aunque como si de forma secundaría mientras pensaba en aquello otro. Al acabar de escucharle hablar posó su mano izquierda sobre el paño con hielo sujetando aquella bolsa que estaba en su parte derecha y la mano de aquel mismo lado se dirigió enseguida hacia el otro, todo esto en un rápido movimiento. Antes de que se diera cuenta todo había sucedido, era como si no lo hubiera pensado, como si fuera una reacción automático, pero...en el fondo era como que sentía que no deseaba que el contrario se marchase – ¡No! – De nuevo agachó la cabeza apretando aquel agarre algo más el cual estaba un tanto tembloroso – Yo... - Inspiró hondo y tragó saliva de forma algo sonora – Yo lo haré...enseguida estaré bien. No hay problema yo....yo lo haré de verdad...pero no te vayas por favor – En eso su mano la cual estaba agarrada a él tembló un tanto más aumentando la presión de aquel agarre y un par de lágrimas cayeron deslizándose por su nariz hasta caer sobre la colcha.
Ahora se odiaba a si mismo por estar de ese modo frente al otro pero estaba inundado por esa sensación de preocupación, por así decirlo, que el otro le había otorgado, esa amabilidad gratuita. De nuevo no sabía como explicarlo.

Spoiler:
Akemi Kido
Masculino

Gareki Lun Sep 10, 2012 9:49 am
Amo»Humano
Encerrarle el resto de sus días en aquel diminuto apartamento sería un poco más cruel que sentenciarle a muerte, y Gareki lo sabía. Sería como enjaular a un pájaro y dejarlo morir lentamente, consumido por la pena. Vamos, ni siquiera él era tan mezquino. En fin, no es que fuera a darle la llave del piso a las primeras de cambio, pero mientras la casa estuviera ordenada y la comida fuera decente, por lo demás podía hacer más o menos lo que le diera la gana. Es decir, podría tener esa libertad que tan ansioso estaba por alcanzar, siempre y cuando nada le perjudicase. Aunque la desconfianza no dejase de recordarle que esa mirada de profunda tristeza bien podría ser una farsa para hacerse compadecer. Tampoco se sentía culpable por dudar de él, pues sabía por experiencia que fiarse de la primera cara bonita que se le cruzase podría llevarle a un buen problema. Pero lo creía cuando decía que le odiaría si hiciera una cosa como esa. Bueno, ¿y quién no? Aunque empezaba a entrarle esa curiosidad insana y masoquista por saber qué niveles de odio podría alcanzar, a la larga se arrepentiría profundamente. Era mejor que las cosas siguieran por ese rumbo. Pero agradecerle por no encerrarle... cuando quizá cualquier otro capullo se hubiera relamido los labios de gusto, a Gareki le daban escalofríos ─ no precisamente placenteros ─ de imaginar qué clase de vida había tenido que llevar como para llegar a decir una cosa como esa. ¿Qué estaría dispuesto hacer por un poco de libertad? Había estado mucho tiempo, según sus descripciones, enjaulado y controlado como un auténtico animal. Supuso que le costaría un tiempo acostumbrarse a esa nueva... clase de vida, si así podía llamarse. Como había accedido a cumplir sus condiciones, le daba igual lo que hiciese el resto del tiempo mientras volviese a casa al día siguiente. Básicamente, para eso lo había comprado ¿verdad? A la larga una chacha salía muy cara y su economía no le permitía semejante gasto. En ese caso tal vez una maid hubiera sido más acertado, pensó, pero por pasadas malas experiencias rehusaba la machista idea de que una mujer indagara en su vida y además durmiese a menos de quince metros sin que tarde o temprano estallara una bomba que no se esperaba. Le daba más risa que otra cosa imaginarlo con el clásico uniforme de doncella, y a decir verdad le vendrían bien unas carcajadas de vez en cuando. Había mucha gente que lo hacía y no le costaría nada encontrar un vestido en cualquier tienda de disfraces... un momento, ¿en qué demonios estaba pensando? Eso era para degenerados, a él no le ponían esas cosas, ¿verdad? Ya estaba demasiado crecidito para "ese asunto". Sacudió la cabeza para quitarse de encima esos pensamientos. Bastante le jodía ya que el conejo le viera como un saco de metro noventa con las hormonas revolucionadas, como para que encima fuera a tener razón. Bueno, no es que le hubiese dado demasiadas vueltas al tema pero... cuanto menos pensara en ello, mejor para los dos. Desde su punto de vista pagar por sexo era patético, pero comprar a una persona para convertirla en su objeto sexual... era realmente penoso. La mayoría de la gente, o al menos eso se decía en los medios, lo consideraba una auténtica barbaridad, y criticaba cruelmente a los compradores. Estos, desprovistos de excusa, se ocultaban en sus palacios y mansiones – aunque los más humildes simplemente se encerraban en casa – para protegerse de la opinión pública. Se repartían el tiempo entre torturar a sus pobres esclavos sexuales y violarlos hasta que morían en penosas condiciones enjaulados en un verdadero templo al sadismo, o eso suponía todo el mundo. A la gente le gusta demasiado dramatizar, y si no hubiesen estado tan cegados por sus ansias de una historia cruel y desgarradora, se hubieran dado cuenta de que la realidad era muy distinta. En la mayoría de los casos eran las mascotas quienes terminaban sometiendo al amo, enredándolo entre chantajes y amenazas con falsas declaraciones, ya que con tan sólo chasquear los dedos podrían terminar con años de carrera de dicha importante figura política, representante económico, director de empresa, etc, etc. Perteneciesen a la raza que perteneciesen sacaban a la luz su auténtica naturaleza: sanguijuelas, chupando hasta la última moneda de su querido comprador, quien tan sólo podía sentarse a lamentarse del maldito momento en el cual decidió mitigar su soledad y observar cómo su "angelito" se llevaba su fortuna entre coches de lujo, alta costura, propiedades en el extranjero y demás caprichos en exagerada medida.

Claro que de eso Gareki no tenía de qué preocuparse. En primer lugar, porque tampoco había demasiado que chupar ─ ... ─ y en segundo, le importaba un comino su reputación. Alguna ventaja debía tener ser pobre y cabrón. De todas maneras no quería juzgar mal a Akemi ─ vaya, eso si que era una sorpresa ─, pero igual si era de esos... se había topado con el hombre equivocado. Huelga decir que con lo único que podría amenazarle, y por desgracia ya lo había echo, era con escaparse de casa. Y eso no sólo le jodía en que habría perdido tiempo y dinero, sino que además se habría reído en su cara. ¿Cómo no iba a encerrarlo si le amenazaba con escaparse todo el maldito tiempo? Al menos tarde o temprano... aunque por el momento no parecía que fuese a ir muy lejos. Si lo decía en voz alta era hombre muerto, pero... parecía demasiado frágil, demasiado vulnerable para valerse por si solo ahí fuera. Sabía que subestimarlo podía ser un grave error que pagaría a un alto precio, si bien estaba casi seguro de que no se movería de esa cama, al menos durante una noche. Ladeó la cabeza hacia un lado y luego al otro. Muy pocas personas sabían que de esta manera se daba por satisfecho. Quizá lo del te lo dije no fuera precisamente un gran consuelo pero ¿qué demonios? A todos nos encanta tener la razón, y cuanta más gente lo sepa mejor. Sólo con poder recordárselo de vez en cuando, se contentaba. El caso es, empezaba a sentirse idiota allí parado como un pasmarote, cuando podría estar buscando medicinas o haciendo cualquier otra cosa distinta a quedarse de pie en incómodo silencio. Sin nada más que hacer allí, dio media vuelta dispuesto a desaparecer por la puerta... y lo hubiera echo si el contrario no le hubiese detenido. Sorprendido por el repentino tirón, volteó para pedirle explicaciones de mala manera. ¿Qué cojones le pasa ahora?, pensó, cansado de las interrupciones. No es que estuviera realmente enfadado, sólo detestaba que le zarandearan de un lado a otro. Pero lo que vio allí le hizo olvidarse por completo de todo. De pronto fue como si le golpearan el pecho con algo muy pesado, se dio cuenta de que todo eso era nuevo para Akemi, estaba solo, tenía miedo. Y que la actitud por su parte no mejoraba las cosas. Siempre había usado la excusa de que él era así, distante y temperamental por naturaleza, aunque sabía el daño que podía hacer de esta manera nunca le había tomado importancia. Y ahora tenía a un chico en su cama que, a pesar de todo lo pasado y sobretodo cómo le había tratado, le pedía que estuviera a su lado. Estaba... estaba llorando, maldita sea. No me jodas chaval, yo no sirvo para esto, fue lo que pensó, y deseó que todo eso fuese una farsa... aunque si lo fuera, tampoco podría ignorar algo como eso. Lentamente soltó con suavidad el agarre tembloroso del otro. Sin mirarle todavía, pero aún con la mano del menor en la palma de la suya, se sentó en el borde de la cama. Parecía que estaba buscando las palabras adecuadas, si bien por lo que salió de su boca momentos después no se lo había pensado mucho. ─ Vamos, deja de hablar como un maldito enfermo terminal. ─ se acomodó de lado para poder verle directamente a la cara, a esos grandes ojos que parecían más que nunca dos gotas de agua. ─ Pues claro que vas a ponerte bien. Sólo es un golpe, tranquilo. ─ dicho lo cual recordó que aún estaba tomando su mano y la dejó a un lado, disimuladamente avergonzado. Pasaron unos instantes antes de que volviese a hablar. ─ No voy a encerrarte. ─ dijo con voz queda. Se podía oír el golpeteo de la lluvia contra el cristal de la ventana. ─ Seguramente es una estupidez, ya que no has parado de decirme que vas a escaparte muy pronto... pero tampoco quiero ver cómo te mueres aquí dentro, así que... podemos hablar de ello. ─ quizá más adelante, no quería perder el tiempo con eso. Le parecía estar viviendo una especie de sueño, como si realmente nada de eso fuese real y en cualquier momento se despertaría solo en su cama de nuevo. ─ Te lo he dicho antes y te lo diré ahora: no sé que clase de persona piensas que soy y tampoco me importa. Sólo quiero que lo olvides, porque no me conoces. Incluso con todo lo que te he contado, no me conoces en absoluto. ─ estaba manteniendo la calma, después de todo. ─ Sé que no soy el mejor tipo del mundo, pero de verdad empiezo a odiar que me mires como un monstruo. ─ se sorprendió de su propia franqueza. ─ Lo que quiero decir es que... maldita sea, no voy a hacerte nada. Deja ya ese estúpido trauma o lo que sea que tengas y de decir que voy a echarme sobre ti en cualquier momento porque molesta, joder. ─ ya lo había soltado. Ahora sí que podía hablar tranquilo. ─ Así que decídete. ¿Quieres que me vaya o que me quede? ─ estiró la mano para alcanzar sus mejillas y pasó los nudillos por ellas, limpiando el rastro de lágrimas. Repentinamente consciente de lo que estaba haciendo, retiró la mano y la dejó caer a un costado. ─ Y deja de llorar. No es lo tuyo, ¿de acuerdo? ─ trató de esbozar una media sonrisa, aunque le salió bastante natural.
Gareki
Masculino

Akemi Kido Jue Sep 20, 2012 9:48 am
Conejo
Realmente no podía creer que realmente estuviera haciendo aquello, no, era imposible, bueno no, posible era, lo estaba haciendo claro que lo estaba haciendo, pero, era tan estúpidamente ridículo, vergonzoso...había caído tan sumamente rápido que no podía creerlo, no había pasado si quiera un maldito día, ni uno solo, nada más que unas pocas horas y ya estaba llorando como un idiota indefenso agarrándose al moreno con aquella desesperación casi como rogando algo, simplemente detestable, se sentía tan...completamente idiota, y era en momentos como aquel cuando pensaba “¿Realmente para que quiero hacerme el duro? Total, si al final no me sirve de nada. ¿como me va a funcionar algo así? Vamos Akemi, no seas idiota...” pero incomprensiblemente aunque sabía que era posible que aquella barrera se pudiera romper fácilmente seguía con ella, confiando ciegamente en que realmente funcionaría pero, había momentos en los que esa barrera podía resistir grandes golpes como si nada, completamente impasible. Y al mismo tiempo con un simple toque aunque de magnitud mayor podía destrozarle completamente dejando ver al verdadero Akemi indefenso y débil.

Sin moverse un ápice de aquella posición en su cabeza no paraba de pensar que seguramente el otro ahora estaría burlándose en sus adentros de él, quizás se lo tenía merecido por intentar ser lo que no era.
Cada segundo que pasaba, o incluso cada centésima se le hacia una completa eternidad, era un suplicio, realmente podía llegar a ser muy asfixiante, tan solo esperaba que el otro se diera la vuelta sin burlarse de él y se quedara, nada más, casi que tenía miedo de que hablase pues pensaba que solo diría cosas como “Oh, vamos, no me seas nenaza” o “Ey, quita, que sea más o menos simpático contigo no significa que me importes” o quizás también “Aparta, deja de llorar debilucho”...ese tipo de cosas, ahora mismo tenía tantísimo miedo a ser rechazado, pero...Gareki no sería tan inhumano de hacer algo así ¿verdad? Hasta aquel tipo tenía corazón, seguro que hasta alguien como él podía sentir compasión, en la cocina parecía ser bastante comprensivo...lo más lógico es que también lo fuera en ese momento, pero aquel temor a pensar que realmente no podría ser así lo mataba por dentro; solo le tenía a él ahora y si hacia algo así realmente aquello lo hundiría por completo.

Al sentir como el otro provocó que aquel agarre se soltase sintió bastante miedo y más que nada tristeza, sus temores parecían cumplirse, a pesar de todo - ¿eh? – Pero enseguida pudo notar aquel tacto y calor en su mano dirigiendo sus pupilas hacia esta observando como la mano del otro agarraba su mano y al mismo tiempo se sentaba a su lado sin soltarle, provocando una mini-felicidad por el simple hecho de que no le hubiera ignorado o hecho nada malo, por ahora parecía ir todo bien y eso no hizo más que provocar que sus lagrimas aumentasen un poco más no sabiendo muy bien por qué, pero no pudo evitarlo mordiéndose a continuación ligeramente el labio inferior el cual le temblaba un poco.
Cuando empezó a escucharle abrió los ojos algo más por la sorpresa y alzó su rostro lentamente observando a este frunciendo suavemente el ceño poniendo morros, aunque sin exagerar, negando muy suavemente con la cabeza apretando un tanto el puño y jadeando por aquel llanto que en verdad era silencioso, pero no podía evitar de vez en cuando soltar algún que otro jadeo o sollozo. Cuando vio aquellos tan oscuros y penetrantes frente a los suyos abrió los párpados algo más y desvió por un instante la mirada jadeando de nuevo volviendo o dirigirla hacia el otro poco después agachando ligeramente la cabeza aun sin dejar de llorar, le era inevitable – Y-ya lo se…n-no es por eso…se que so-solo es un golpe de nada, má-más o menos, aah no...no es por eso que estoy así, no seas tonto... – En eso sintió como de mientras decía aquello el otro tomaba su mano, ya hacía un pequeño rato que se la había tomado, pero se acababa de dar cuenta de eso y que aparte aún no la había soltado, realmente eso le gustaba, se sentía algo más cercano a él. De todas formas aquella cercanía se disolvió poco después, aunque no le entristeció, no mucho, realmente el solo hecho de haber estado así aquel poco tiempo le fue suficiente.
El ambiente quedó en eso de nuevo en silencio solo pudiéndose escuchar los suaves sollozos del conejo hasta que de nuevo la voz del mayor quebró aquel gran silencio sorprendiéndose o más bien llamando bastante su atención aquellas palabras que pronunció el otro a continuación; quiso decir algo ante aquello pero espero a sus siguientes palabras que realmente agradeció, y al mismo tiempo provocaron un suave sentimiento de culpa; después de todo lo que había hecho y estaba haciendo el otro por él, y en el futuro haría, él iba a marcharse, quizás...tan solo quizás podía quedarse...un poco más, no era mal tipo al fin y al cabo, aquello no iba a ser una convivencia insufrible ¿verdad? Por ahora no lo parecía – Pu-puedo...quedarme...un poco más...para que mi compra te haya salido rentable...supongo...pero...pero mi sitio no está aquí...a-algún día me marcharé...pero...no se cuando... - De todos modos ahora que lo pensaba aunque se escapase no tenía donde ir, eso ya lo sabía, podía buscar algún sitio de mientras pero, ¿como se ganaría la vida? No tenía casi estudios, no le aceptarían casi en ningún lado, realmente lo tenía difícil, pero, ya pensaría en eso.

De todas formas con las siguientes palabras del otro en un pequeño discurso hicieron que incluso las lágrimas del menor cesaran por un mínimo instante, realmente se acababa de dar cuenta de que quizás había hecho mal juzgando al otro de buenas a primeras echándoselo en cara constantemente todo lo que hacía, aunque realmente no llegaba hacer nada malo, bueno quizás a veces si que podía llegar a ser un tanto detestable o al menos molesto, pero realmente en verdad los hechos que había hecho de buena fe quizás no eran más...no, realmente eran más, solo que él solo se había fijado en lo malo, es otro era comprensivo hasta cierto punto y amable del mismo modo. Joder, era un capullo, realmente su propia actitud con el contrario había sido una mierda, comparada con la atención que el otro le había dado a él; maldición, ahora se sentía peor aún que antes, solo un poco más. Pero, también es verdad que con todo lo que le habían contado sobre los que hacia la gente que los compraba no era nada bueno y debía estar preparado, pero quizás estaba demasiado a la defensiva, tal vez debía bajar un poco más la guardia, por así decirlo, o más bien esa defensa, pues ahora que lo pensaba, ¿para que iba el otro a hacerle daño? Vale, si, podía desahogarse, pero, aparte de eso...además, Gareki no parecía el tipo de persona que pegase a los demás así como así, parecía ser bastante ético...al menos según asemejaba ahora.

Suspiró suavemente sintiendo como de nuevo unas ligeras lágrimas recorrían su rostro con rapidez ya que aun seguía su rostro húmedo y aquellas gotas corrían con fluidez por el camino ya trazado de sus compañeras. Inspiró suavemente y tragó saliva de forma un tanto sonora – Lo siento...no era mi intención...es que como solo conta-taban cosas malas de los amos..pues...eso...y je..aah...bu-bueno uuh...joder, perdón – Tosió un poco y volvió a suspirar intentando calmarse un poco – Un adolescente como tu...tiene más peligro...ya..je, ya sabes...pero no parece que te vayan los tíos, supongo que mejor para mi … - Su tono de voz parecía ser algo más alegre, aunque lo mínimo notable quizás, realmente aún sonaba bastante decaída incluso temerosa, pero simplemente no lo podía evitar. No le gustaba llorar pero en cierto modo se sentía bien al hacerlo ahora, era como un desahogo, quizás había sido demasiado peso, se lo había guardado para si mismo, e ignorado aquellos actos como si fueran normales o simplemente no pasara nada.

Acto seguido ante la pregunta del otro alzó el rostro sin secarse aquellas lagrimas, ya le daban completamente igual. Desvió la mirada vacilando un poco y finalmente la fijo en los ojos del otro tan oscuros y penetrantes, aunque en cierto modo ahora se sentían muy cálidos, aunque sus ojos estaban tan húmedos que no podía ver demasiado bien, eran varias las veces que se le “empañaba” la vista sin poder evitarlo provocando que pestañease varias veces seguidas.
De todas formas cuando sintió aquel cálido tacto en sus mejillas de la mano ajena no pudo evitar tensarse un tanto e incluso encogerse un poco, aunque se podía notar a simple vista. Suspiró por enésima vez, aunque esta de forma entrecortada y afirmó con la cabeza terminando se secarse él a continuación aquellas lágrimas con la mano que tenía disponible sollozando suavemente. Acto seguido sin pensarlo ni un momento “cayó” sobre el hombro del mayor apoyando su frente contra este vacilando su mano entre si se agarraba de nuevo a su ropa o no. Realmente en aquel momento se sentía ridículamente estúpido y débil, era muy peor que muy frustrante, pero, por una vez se tragaría aquel medio falso orgullo y atendería a lo que realmente deseaba, que en ese momento solo era la cercanía de alguien que más o menos lo aceptara y comprendiese – S-si...perdón y...ah...gracias – De nuevo soltó aquellos sollozos un poco ahogados agarrándose finalmente a la camiseta del otro notando como su mano temblaba un poco – Quiero decir que...te quedes...solo un poco y..aah...jeje..je..s-se que lo mio no es llorar pe-pero...no he podido evitarlo...hacia ta..ta..tan...ta... – Sentía que no podía seguir, aquel nudo en su garganta se lo dificultaba bastante. Esperó unos segundos, tosió varias veces y carraspeó un poco tomando aire – Tanto tiempo que nadie me trataba un poco bien...que me he venido abajo...lo siento...n-no he podido evitarlo...t-te pareceré un debilucho pero...bueno. Solo no te rías demasiado ¿entendido?...No me obligues a pegarte – Soltó una muy ligera risa temblandole un poco mientras se aferraba un poco más a él.
Akemi Kido
Masculino

Gareki Mar Oct 02, 2012 9:43 am
Amo»Humano
Aunque no llegó a bajar la guardia, sintió sus piernas relajarse mientras empezaba a tomar el control de la situación. Tan sólo era un inútil arrogante, solo allí parado en silencio, después de soltar todas esas chorradas sentimentales. ¿Es que no podía cerrar el pico por una maldita vez? Ni que fuera su jodido psicoanalista, sólo se habían conocido unas horas antes y ya se creía con derecho a opinar sobre su vida. Apenas un par su relación parecía imposible y de repente allí estaba, consolándole torpemente con esas estúpidas palabras, como si fuese su... amigo. ¿Lo era? Llevaba un tiempo dándole vueltas. Sólo conocidos se quedaba corto, pues en una noche le había contado cosas sobre sí mismo que nadie más podía saber. Pero considerarse amigos le resultaba demasiado extraño. Después de aquello, tal vez debería replanteárselo. Como fuera, le resultaba muy incómodo encontrarse en esa situación, nunca le habían importado demasiado los sentimientos de los demás pero por alguna razón le era imposible ignorar esa llamada de auxilio. Sería parte de su responsabilidad como amo, asegurarse del bienestar de la mascota, no es como si estuviera escrito en alguna parte pues más bien era un instinto natural. Se le ocrurrió tocarle el hombro para crear contacto, pero su orgullo se oponía tercamente. Recordaba muy bien cómo se habían tratado, no es que le molestara ese cambio ─ al contrario, cuanto más honestos eran el uno con el otro más fácil parecía la convivencia ─ ni tampoco podía culparle por ello después de todo lo que había pasado. Sin embargo, un cambio así en la personalidad del conejo le costaba asimilarlo, o al menos no creelo una trampa. En cierta forma era un trago amargo tener esa clase de pensamientos, pero por otro lado él siempre había sido desconfiado por naturaleza. De alguna manera se conformó con llegar a un acuerdo con él, al menos no le estaba amenazando y eso era todo un progreso. Nada de aquello había sido planeado, sólo iba a quedarse hasta que se hartara o pudiese apañárselas solo con las tareas. Cuando su situación fuera más estable, sería libre marcharse adonde quisiera. Posiblemente tampoco volverían a verse nunca más. Pensar que ese momento pudiese llegar algún día ─ quizá tampoco tan lejano como imaginaba ─ le produjo una extraña, molesta sensación, como un pellizco en la garganta, y le alarmó no saber por qué. De todas maneras más le valía acostumbrarse a la idea, sólo por si acaso. Se encogió de hombros como si le diese igual, pero en el último momento preguntó sin pensar: ─ ¿Y dónde se supone que está tu sitio? ─ quizá no fuese muy amable, pero sabía que salir adelante solo, sin familia, ni casa ni dinero podía ser difícil. Quizá él podría hacerlo, después de todo no era ningún tonto pero, ¿y si las cosas se torcían? ¿Qué pasaría si un día lo viese durmiendo en la calle o en manos de algún capullo? ¿Sería entonces capaz de contenerse, aunque ya no fuese su responsabilidad? De no serlo, ¿estaría entonces allí? Realmente nadie le estaba obligando y hasta cierto punto podría dejarle educadamente allí tirado en plena crisis o lo que demonios fuera, pero de nuevo, se sentía incapaz. Compasión no era la palabra adecuada... ¿Empatía? ¿Comprensión? O simplemente sería demasiado inhumano, incluso para él. Había herido a muchas personas a lo largo de su vida: sólo quería hacer las cosas bien, aunque fuese por una jodida vez.

Después de su pequeña charla ─ detestaba los rodeos y prefería decirlo todo de tirón ─ tampoco esperaba que dijese gran cosa, le gustó que le tomase en cuenta, aunque fuese él quien debía escucharle. Asintió entendiéndolo, esa clase de pensamientos eran lógicos y naturales en esos casos. Estaba en su derecho si quería prepararse para lo peor pues cualquiera en su lugar hubiese hecho lo mismo. Era una idiotez frustarse por eso, quiso quitarle hierro al asunto. ─ No importa. ─ negó con la cabeza, era reconfortante escucharlo. Le costaba un poco entenderle entre tartamudeos y sollozos, aun así se calló para escuchar hasta al final, sin meterle prisa para nada. Frunció el ceño ligeramente, apenas perciptible a la vista, si bien por dentro se sintió algo molesto. ¿Qué demonios significaba eso? Está bien, ya había escuchado eso otras veces, pero le jodía igual. No es que fuese precisamente virgen en ese aspecto, pero algunos se lo tomaban un poco más en serio. Además, ¿qué pasaba con Akemi? Estaba en "la edad", o eso se suponía. Él era un adulto, o al menos pronto lo sería legalmente. El pelirrojo seguía siendo un crío, bastante maduro para su edad pero tan sólo un chico a sus ojos. Vamos, ¿en qué siglo vivían? No hacía falta ser maricón para acostarse con un tío, ni significaba que fuese a lanzarse sobre el primer culo que viese. Pero estaba sacando las cosas de quicio otra vez, parecía más animado y eso era lo importante. Finalmente le puso una mano en el hombro. Justo en ese momento el menor se apoyó en el suyo, empapándole de lágrimas ─ sólo un poco ─ y quiso apartarse por lo brusco del movimiento, pero se obligó a mantenerse en un sitio, al rato estuvo más relajado. Lo escuchó en silencio dejando que se aferrara a él, ya le daba igual. Pasó una mano por los cabellos del pelirrojo cuando empezó a tartamudear. ─ Shh. Tranquilo. ─ susurró esperando a que se calmase para poder continuar. Cuando logró proseguir reprimió el impulso de chasquear la lengua. No tenía muy claro si había sido él, o la presión, o el cúmulo de emociones quienes habían provocado esas lágrimas en el conejo. ─ No seas idiota. Soy bastante cabrón, ya lo sabes... pero me ofende que puedas pensar eso de mí. ─ comentó con ironía, en un extraño intento por desvanecer la tensión del ambiente, y sonrió ligeramente al escucharlo reír. ─ Así está mejor. ─ dijo. ─ Eh, desahogarse no tiene nada de malo. A todo el mundo le pasa, no te creas tan importante. ─ ahora hablaba como el Gareki de siempre. No podía verlo a los ojos porque tenía la cabeza inclinada, así que lo tomó del mentón ─ sin demasiada delicadeza, aunque tampoco le hizo daño ─ y dirigió su rostro hacia arriba, para poder mirarlo directamente. A pesar de las mejillas enrojecidas y húmedas, sus grandes ojos acuosos y el gesto de tristeza en su rostro, seguía teniendo "algo", ese aire inexplicable que le ponía nervioso e intrigaba al mismo tiempo. ¿Qué demonios le hacía tan diferente? ¿Por qué no podía pasarlo por alto? Tan abstraído estaba tratando de buscarle una respuesta, ni siquiera advirtió que sus rostros quedaban peligrosamente cerca, tanto que podía sentir el aliento del otro en los labios. No podía entenderlo. Incluso cuando lo había odiado, aunque por entonces ya sólo le resultaba un poco menos molesto, le había parecido de todo menos indiferente. ¿Cómo podía haber pasado de darle la espalda al mundo a interesarse por alguien en cuestión de una noche? ¿Y por qué precisamente él, la última persona por la cual debería mostrar algo más que le fría distancia acostumbrada? Maldita sea... se volvería loco si no lo averiguaba pronto. Dejó escapar una sonrisa nerviosa, rompiendo su promesa. ─ Realmente, eres un chico muy raro. ─ comentó para sí. De pronto, un impulso se abalanzó sobre él, tan repentinamente que le paralizó por completo. Reconoció al segundo esa sensación, no era la primera vez que la tenía pero por alguna razón esa vez era diferente, como más intensa. Tal vez en realidad sabía que eso no podía terminar bien de ninguna manera, trató de resistirse al instinto; si se abandonaba a él podría tener malas consecuencias ─ quedaría como un mentiroso y un aprovechado ─ difíciles de afrontar. Antes de que su subconsciente tomara las riendas de la situación tuvo la suficiente lucidez para romper el contacto con el otro y farfullar: ─ Ve metiéndote en la cama. Voy a... terminar de recoger las cosas... ahora vuelvo. ─ aunque le había prometido que se quedaría no tardaría más de unos minutos, se levantó y dio media vuelta para que no viese lo confuso que estaba, sin poder creerse que por un momento hubiese tenido ganas de besarlo.
Gareki
Masculino

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