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Ya volvi... mos

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Gareki Sáb Mayo 19, 2012 9:22 am
Amo»Humano
Recuerdo del primer mensaje :

Un suspiro de alivio se escapó de sus labios en cuanto divisó el bloque de apartamentos un par de calles más allá, alzándose impetuoso por encima de los edificios de alrededor. Por fortuna para él, su casa no estaba tan lejos como pensaba, sólo tenía que conocer bien el camino, pero resultaba difícil en aquel laberinto de aceras y callejones sin salida. Hasta había llegado a pensar que se habían perdido.

"Habían"... todavía le sonaba extraño. Dirigió una mirada de soslayo a su Pet, que caminaba a su lado. Además del suspiro, no había pronunciado palabra o sonido en todo el trayecto desde la Tienda donde lo había sacado hasta el apartamento en el cual vivía, para darse tiempo a sí mismo de asimilar la idea. No tendría que haber entrado nunca en aquel lugar, sólo fue un acto... impulsivo de su subconsciente. "¿De mi subconsciente? ¿Pero desde cuándo tengo eso? " se preguntaba, entre molesto y confuso " Dios... me estoy volviendo loco "

Pero, por otra parte, tampoco se arrepentía. A pesar de que aquel conejo había logrado sacarlo de sus casillas en tiempo récord, además de que el propio Akemi le había advertido que había perdido su dinero y su tiempo tontamente, incluso sabiendo que las amenazas de fuga del chico podrían cumplirse... era incapaz de sentir remordimientos. Era como si algo le dijera que había hecho lo correcto, y que no había nada de que preocuparse.

Antes de que se diera cuenta, sus pasos ya lo habían llevado hasta la entrada del edificio. Como de costumbre, no había nadie en la recepción, aunque tampoco era de extrañar a aquellas horas. Se encogió de hombros y pensó que lo mejor era así, ya que no tenía buenas relaciones con sus vecinos, que digamos. Frunció el ceño y dejó escapar un bufido molesto cuando leyó un "No funciona" en el puerta del ascensor. Tras dirigirle una mirada de odio al aparato -como si este tuviera la culpa- y una retalía de insultos y maldiciones susurrados bajo la bufanda gris, dió la vuelta para encaminarse hacia las escaleras. Miró por encima de su hombro para ver si el muchacho que traía consigo lo seguía, pero sólo por si acaso lo tomó del brazo y lo guió siete pisos escaleras arriba, en silencio, con el único sonido de las pisadas de ambos ascender por los peldaños.

Ni qué decir cómo estaba, cuando llegaron al ático en el cual vivía. Si antes ya estaba molesto, en ese momento parecía que hechaba chispas, aunque sabía que no valía la pena enfadarse. Rebuscó en el bolsillo de su gabardina hasta dar con las llaves, las introdujo en la cerradura y la puerta de abrió con un chirrido.

─ Vamos, entra. ─ ordenó, metiendo al chico en la entrada. Esta era de paredes blancas y baldosas grises, fría y desnuda, sin ninguna decoración a excepción de una cómoda, un espejo por encima de esta y un perchero en la pared contraria. Colgó la gabardina en este último, y sólo entonces miró a Akemi. "Tendré que acostumbrarme..." pensó, advirtiendo que ya no estaría más solo en la casa, y esta ya no parecería tan fría y vacía.
Gareki
Masculino


Akemi Kido Sáb Dic 29, 2012 7:30 am
Conejo
Estar entre los brazos de aquel chico por una extraña razón le daba una sensación de tranquilidad que no podía explicar de ningún modo, simplemente el hecho de estar con él, o simplemente cerca de él ya era como si pudiese bajar la guardia un poco, sin tener que estar alerta todo el tiempo de lo que estaba a su alrededor, sin tener en cuenta a nadie más, aunque bueno, ahora mismo solo estaban ellos dos de todos modos; aun así todo aquello le quitaba un peso grandísimo de encima que nadie podría comprender ni saber jamás; por fin podía relejarse sin tener miedo de cualquier cosa. Era una sensación tan cálida y agradable, un sentimiento de cariño que tan raras veces había experimentado y se le hacía tan raro que le parecía hasta un poco incómodo incluso, no estaba acostumbrado pero, en aquel momento no lo iba a rechazar en absoluto, por nada.
De todos modos quizás aquello solo era momentáneo, es decir, él mismo al fin y al cabo era una mascota, y aquel chico, Gareki, era su amo....y posiblemente era su deber mantenerlo feliz y resguardado, seguro más bien, y este tipo tampoco parecía muy cariñoso realmente, aunque realmente aquello estaba un tanto en duda puesto que este ya en el poco tiempo que habían estad ahí los dos hizo cosas de un nivel muy lejos de ser algo austero, pero sin quererlo aquellas dudas estaban y seguían en la cabeza del menor. Aún así ignoró todo aquello para entonces, solo quería disfrutar de ese sentimiento tan cálido que el otro le estaba proporcionando.

Y así mientras el conejo estaba ensimismado en su mundo este fue quebrado, o más bien, su placidez fue pausada cuando el mayor lanzó aquella pregunta dejando al conejo sin palabras durante a unos segundos, haciendo que agachase más aún sus orejas y desviase a mirada con un ligero toque de tristeza. Realmente ni él mismo sabía la respuesta a esa pregunta, al menos no aún, y era posible que aquello continuase por mucho tiempo. Tragó saliva y se relamió lentamente los labios suspirando pesadamente a continuación mientras notaba como otra lágrimas más escapaba de entre sus ojos limpiándose esta enseguida volviendo a agarrarse de nuevo al otro con un poco más de fuerza que antes - ¿Mi...sitio? - De nuevo se quedó en silencio agachando algo más la cabeza mirando hacia alguna parte pensando en aquella respuesta que ahora mismo no acababa de venir bien definida – Sinceramente no lo se, creo que realmente no tengo ningún sitio por ahora. Yo....lo admito, estoy solo, no pertenezco a ningún la-lado...aah....su-supongo que – Sonrió ligeramente mordiéndose el labio a continuación entrecerrando los ojos – Solo se que por ahora mi sitio...m-mi sitio puede ser este – Aún así, tras decir aquello tenía en cierto modo, miedo de que en el momento en el que decidiese irse realmente siguiese con lo mismo, sin un lugar donde ir, nada pensado, solo....no quería aquello, sabía que de ser así no lo iba a poder soportar. De todos modos preguntaría por las tiendas y comercios si alguien lo contrataría o le daba algo para trabajar, cuando tuviese algo de dinero quizás estudiaría algo, pero...¿y donde vivir? Alquilar una casa era muy caro, quizás podría vivir de ocupa, o en una casa abandonada, eso ya lo decidiría. Lo único que deseaba era no acabar solo en la calle siendo juzgado ante las miradas de los demás como si aquella situación fuera su culpa, no lo podría soportar.

Las palabras del otro eran simples ahora, frases cortas pero que conseguían tranquilizarle enseguida, resonando constantemente en su cabeza provocando que aquella triste desesperación en su interior se fuera apagando muy poco a poco. Era realmente extraño lo que llegaba a calar el contrario en su persona, quizás era por que a pesar de haberse conocido aquel mismo día este ya le trababa bien, incluso tras haberse tratado al principio tan mal mutuamente. Realmente era un tanto extraño pensar que aquel chico pudiera llegar a comprenderle tan bien en tan poco tiempo, que él mismo se rompiese tan fácilmente por algo tan simple; en cierto modo sentía la sensación de que aquel chico iba a ser distinto a todas las demás personas que había llegado a conocer.
Akemi Kido
Masculino

Gareki Miér Feb 27, 2013 10:48 am
Amo»Humano

Gareki entró en la cocina. Sus manos se dirigieron casi de forma inconsciente hacia los cacharros sobre la mesa para retirarlos; no iban a hacerlo ellos solos. El tintineo de los platos dejados de cualquier manera en el fregadero ─ amenazando el frágil equilibrio de una tambaleante pila de vajilla sucia, al parecer tenía la vaga esperanza de que algún día desaparecería por arte de magia ─ era molesto y chirriante, sin duda preferible a “escuchar” sus propios pensamientos. Le costaba trabajo dejar la mente en blanco. Estaba cabreado, para variar. Creía intuir la razón, y por tanto, no podía señalar a otro culpable salvo él mismo. ¿Desde cuando se había vuelto tan vulnerable? Bueno, tampoco es que fuese un témpano de hielo ─ casi, casi ─ pero nunca se había visto en una situación semejante. Era una... sensación nueva para él. Nada agradable, desde luego. ¿Dónde quedaba el chico distante y brusco que había sido un par de horas antes? Seguía siéndolo y probablemente siempre lo sería, a juzgar por su negativa a cambiar de actitud. Pero así las cosas jamás funcionarían. Le estaba resultando sencillo mostrarse “comprensivo”. Supuso que era más fácil de lo que parecía, simplemente se trataba de escuchar. Dejarle desahogarse. Cualquiera con un mínimo de empatía entendería lo difícil de la situación. No le tenía lástima ni mucho menos, pero incluso él ─ quien solía hacer caso omiso de los sentimientos ajenos ─ se había dado cuenta que más le valía bajar los humos, o la tensión de uno y otro acabaría por estallar como una bomba de relojería. Empezaba a plantearse si había sido buena idea dejarlo solo sabiendo cómo estaba. ¿A qué venía tanta preocupación? Al fin y al cabo no era un niño... bueno, en realidad sí, pero después del número de antes tampoco le apetecía demasiado volver a los silencios incómodos y las palabras de las que más tarde se arrepentirían. De todas maneras era pésimo consolando a la gente, estaría mejor si le daba un momento para relajarse y pensar.

Siendo francos, nunca le habría tratado así de no haber comprendido las circunstancias en las que se encontraba. Estar solo parecía ser algo a lo que ambos estaban acostumbrados. Obviamente no pensaba exigirle un alquiler por quedarse allí. Con que mantuviese el piso habitable y preparase algo para comer de vez en cuando, le daba igual si se quedaba allí una temporada ─ tampoco pasaba el suficiente tiempo en la casa como para que le importase realmente ─. Tal vez encontrara un trabajo, o el apartamento de un amigo, o consiguiera de algún modo el dinero para largarse de allí ─ de momento parecía improbable, pero con esas cosas nunca se sabe ─. Retrasaría su ida el máximo tiempo posible, por puro y propio interés. Si por algún casual consiguiera apañárselas él solo tampoco veía la forma de retenerlo, a menos que se negase a pagar parte de la deuda por su compra. Sabía que no iba a quedarse allí eternamente, pero parecía un futuro demasiado lejano para molestarse en pensar en él tan pronto.

Sacudió la cabeza y pestañeó con fuerza. Un pesado malestar se instaló sobre sus hombros. Dejó los platos amontonados tal cual en la pila, pasándose el dorso de la mano por los ojos. Casi a tientas arrastró los pies hasta el cuarto de baño. Rebuscó en el armario hasta dar con ibuprofeno entre los botes de pastillas. Llenó un vaso de agua. No sabía si le serviría realmente, pero algo es algo. Al entrar a la habitación la caja aterrizó a pocos centímetros del conejo, al alcance de su mano. ─ Es lo que hay. De momento servirá. ─ dejó el vaso en la mesilla que le era más cercana al otro. Con la diestra desabrochó el único botón de sus vaqueros, que se deslizaron hasta sus tobillos echos un furruño. Se deshizo de ellos lanzándolos de una patada contra la pared, en el mismo triste rincón donde descansaba una pequeña montaña de ropa, la cual parecía llevar siglos esperando a ser guardada en un inhabitado armario a sólo unos pasos. Se dejó caer boca abajo en el colchón, quien protestó crujiendo. Durante unos segundos, hundió la cabeza en la almohada con un tenebroso gruñido, el cual daba a entender: “Llevo toda la puta semana currando y estoy muerto, así que por tu bien no te atrevas a molestarme ni aunque tu vida dependa de ello”. Con esfuerzo, giró la cabeza hacia el lado opuesto donde se encontraba el pelirrojo, y muy a su pesar masculló: ─ Puedes quedarte. Mientras la casa esté decente y haya comida en la mesa, haz lo que te dé la gana. Pero no te metas en ningún lío. ─ añadió como si se le acabase de ocurrir. La habitación era cálida y agradable, a diferencia de la furiosa tormenta que se desataba en el exterior. Parecía que lloviera por primera vez en siglos. Las gotas de lluvia contra la ventana y el ocasional sonido de un trueno lejano eran el trasfondo de un silencio pacífico, e insólitamente tranquilo.
Gareki
Masculino

Akemi Kido Miér Feb 27, 2013 11:58 am
Conejo
Tras sentir como el otro le tomaba del mentón manteniendo una distancia casi mínima entre ambos siéndole aquello un tanto incómodo y extraño, sintiendo la respiración del otro sobre sus propios labios provocando que se hiciese un poco hacia atrás desconfianza instantáneamente del oro no sabiendo por que, por algún extraño motivo aquella mirada fija en él le incomodaba, era como si el otro intentase buscar algo en él, pero no lo llegase a encontrar pero tampoco estaba dispuesto a rendirse. Como fuera, lo que si era seguro es que aquello era un tanto bastante incómodo. Escuchó aquella suave risilla provocándole que frunciese ligeramente el ceño escuchando aquello a continuación - ¿A que viene eso ahora?...Ni que tu fueras normal – Dijo con algo de recochineo riendo suavemente a continuación  percatándose entonces de que el otro se veía raro, tenso...¿que pasaba? ¿acaso dijo algo raro o quizás lo hizo?...No lo sabía, pero e ver al otro así de parado y sin decir nada le fue extraño. De todos modos al poco sintió como al fin le soltó y se levantó yéndose de ahí para ir a recoger, supuestamente, todo lo que quedaba en la cocina.

Una vez que el otro se fue de la habitación el conejo se quedó mirando hacia la puerta unos segundos como esperando al otro, como aquellas mascotas que tras irse el amo se quedan ahí quietas y luego van tras estas de forma inocente como pidiendo más mimos, juegos, o, para los más glotones, comida. Como fuera finalmente desvió la mirada y la dirigió a la ventana de aquella habitación observando por esta la triste figura de la ciudad gris, fría, lluviosa...y pensar que él quería escapar, realmente todo aquello no le animaban a ello, sino totalmente al contrario, a quedarse en aquel piso eternamente si hacia falta, caliente, cómodo...sin mucha comida si, pero siempre se podía comprar más, ahora que eran dos haría falta, antes como solo vivía el moreno solo era comprensible que no hubiera gran cosa, pues posiblemente normalmente comería comida rápida, y fuera de casa, o simplemente compraría lo justo y necesario para si mismo durante algunos días y ya.
De todos modos, sin dejar de apretar aquella bolsa de hielo contra su cadera sintiendo el frío de este colarse entre la tela dirigió nuevamente su mirada ahora sobre el techo pensando en todo lo sucedido hasta aquel momento, más que nada centrándose en el paso del tiempo de ese día y las diferentes situaciones vividas en ella...incluso la extraña evolución casi inmediata de su relación con aquel tipo. Había pasado de querer matarse a sentir como por un momento no quisiera que le dejase solo llorando como una nena debilucha sobre su hombro, realmente aquello le hacia gracia pero también le hacía sentir como un completo imbécil, ¿como podía haber bajado la guardia tan rápido?...¿a partir de que momento exacto comenzó dejarle entrar en su mundo? - Aah... - Suspiró con desgana llevándose la otra mano sobre el rostro deslizándola hacia atrás echándose el pelo atrás aunque solo consiguió despeinarlo un poco pues enseguida volvió al mismo lugar que antes , solo que un poco más hinchado y descolocado.
Realmente si se ponía a pensarlo bien quizás Gareki no fuera tan malo, tan solo podían hacer empezado con mal pie, nada más...y en verdad el chico fuera realmente buena persona y alguien cojonudo, ¿realmente una persona que pareciera ser tan capullo y detestable le iba a consolar así prestándole tanta atención de buenas a primeras? Quizás si, quizás no...depende del grado empatía, amabilidad, preocupación, etc que pudiera tener con él o por él...quizás solo le fue natural y es lo que cualquiera hubiese hecho en esa situación, quizás aquello solo lo hizo por el hecho de que ahora era su mascota y debía tener cuidado de esta, aunque...al parecer aquel tipo no acababa de verle como un animal, sino como otra persona más, con rasgos característicos, pero...solo alguien más, cosa que si era así realmente agradecería; al fin y al cabo él seguía siendo humano, a pesar de todo....híbrido pero...la gran parte de él era forma humana al fin y al cabo.

Podía escuchar los cacharros de la cocina chocar los unos contra los otros cuando el otro los iba dejando apilados, todo era tan silencioso, tan solo sus propios pensamientos y el sonido de la lluvia de fuera rompían aquel silencio, aparte de ruido de los cacharros de la cocina siendo, al perecer, torpemente puestos en el fregadero por el otro. Se quedó mirando a la ventana de nuevo perdiendo su mirada a través de la ventana intentando pensar en algo, ordenar todo aquello, era...todo tan nuevo y extraño.
Al rato escuchó al otro caminar hacia el cuarto, aunque finalmente se desvió y acabó yendo hacia el aseo escuchando como parecía rebuscar por este en buscar de algo, a saber que...¿condones?, oh no, vamos Akemi, no pienses así, además conforme estaba ahora mismo no sería lo más adecuando, si lo más fácil, peor no lo mejor, además, si ya bien el otro le dijo que llevase cuidado de no romperse la cadera pareciendo bastante preocupado por su salud...¿por que demonios iba a querer ahora...rompérsela..a-así? Se dio un manotazo en la cara al pensar en semejante gilipollez y suspiró con total desgana – Eres imbécil a más no poder Akemi... - Murmuró para si mismo mientras deslizaba la mano poco a poco hacia arriba provocando que su rostro se arrugase un tanto observando al poco por el rabillo del ojo la figura del otro apartando aquella mano casi al instante bien aquella caja caer junto a el vaso quedándose mirando estas dos cosas por unos segundos - ...Pensé que no tenias nada de esto – Dijo mirando fijamente al otro clavando sus dos grandes orbes azules en la figura del otro observando como se comenzaba a desvestir desviando la cabeza enseguida ligeramente ruborizado mirando de nuevo a la caja llevando la mano libre hacia esta abriéndola como pudo y agarrando un sobre – Gracias...- Dijo suavemente notándosele un poco tenso por el hecho de que el otro estuviese semidesnudo delante de él...maltratando la ropa salvajemente contra la pared, ¿para que tenía armarios entonces? Bueno, era joven y había estado viviendo solo...podía pasarlo, vale.
Abrió el sobre con los dientes y lo vertió en el vaso sintiendo poco poco  un muerto al lado suyo...perdón, un zombie, los muertos no gruñen, y menos de ese modo. Removió con el dedo aquello, cuando estuvo más o menos mezclado tomó el vaso y miró al otro aun con aquella...¿ropa? Tan cerca de él sintiendo como aquel líquido rozaba sus labios hasta que por la sorpresa sopló provocando algunas burbujas sobre este junto al sonido característico de aquello. Apartó enseguida el vaso de sus labios dejando un ligero rastro blanquecino y frunciendo un tanto el ceño - ¿No irás a dormir así, verdad?...Se un poco decente por favor...joder, y con el frío que hace, tu estas loco...anda y ponte aunque sea unos pantalones,...¿o es que acaso eres masoca? Aunque...viendo todas esas herida – señaló hacia la zona de su pecho aunque estuviese boca abajo – Creo que no podría negarse – Rió suavemente y comenzó a beberse aquello todo lo rápido que pudo intentando evitar lo máximo posible aquel asqueroso sabor a medicina tan repugnante.
A continuación, al escuchar aquello último quedó en silencio solo escuchándose la tormenta de fuera y como dejaba de nuevo el vaso sobre la mesita de noche junto al paño con el hielo lentamente – Supongo que gracias, aunque lo normal es que me dijeses que me quedase para siempre y que no me dejarías ir por ningún modo...ya que has pagado por mi y todo eso, que soy tu mascota y ahora te pertenezco, y toda esa mierda...pero...si realmente piensas así, no seré yo quien te lo rechace, mejor para mi, aunque – Miró de nuevo por enésima vez por la ventana – Con el frío que hace...creo que hasta mediados de primavera me vas tener aquí por lo menos – Sonrió con un ligero toque de malicia y se recostó en la cama mirando hacia l lado donde estaba el otro, más que nada por que sino del otro lado se iba a morir del dolor. Llevó su mano hasta la cabeza del otro y le revolvió un tanto el cabello soltando una suave risilla suspirando un suave suspiro a continuación entrecerrando los ojos y soltando un bostezo algo alargado – Hace tanto que no duermo en una cama...es tan cómoda...- Fue diciendo mientras su voz se iba apagando poco a poco al mismo tiempo que sus ojos se iban cerrando, pero antes de llegar a dormirse tomó la sábana y la colcha arropándose bien, tanto a él como al otro para finalmente acurrucarse un poco en el moreno no dejando ver más que sus ojos pues el resto estaba totalmente tapado por la sábana – Buenas noches...supongo... - Al escuchar un nuevo trueno se encogió de golpe por el susto y se acurrucó algo más en el mayor. Se quedó mirando por algunos segundos más el rostro del ojos fijando su mirada en aquellos intensos ojos ajenos sintiendo casi como si le devorasen hasta que finalmente los cerró para intentar dormirse – Gracias...por todo, supongo.
Akemi Kido
Masculino

Gareki Mar Abr 02, 2013 2:51 am
Amo»Humano
Le costaba respirar con la cara enterrada en la almohada. Movió la cabeza hacia el lado contrario en el cual se encontraba el otro: la visión del armario lamentablemente vacío era poco alentadora, así que cerró los ojos. Lentamente sus hombros y espalda se fueron relajando, su respiración se volvió lenta y adoptó un gesto tranquilo e inexpresivo. El peso de una semana de trabajo, las broncas con el jefe, los compañeros, los clientes, los vecinos, evitar al casero de nuevo, volver a casa a las tantas con la triste obligación de levantarse en apenas unas horas. Todo parecía estar evaporándose, o al menos irse lejos durante un tiempo. Sabía que sólo era una sensación ilusoria, pero también agradable. Además el día siguiente era sábado y por lo menos podría dormir durante la mañana. Todo estaría bien si no fuera por esa pequeña cosa... ─ ¿Siempre tienes algo de lo que quejarte? ─ gruñó de mala gana. ─ Si tanto te molesta puedes dormir en el sofá, aunque supongo que un cajón en el suelo es bueno para tí. ─ no se estaba escuchando a sí mismo, sólo burlándose en voz alta. ─ Aquí dentro hace calor, no es culpa mía si tienes un complejo. ─ si bien fuera seguía diluviando, dentro de la casa la temperatura era cálida, y de todas maneras Gareki siempre había sido más bien caluroso. Ahogó una media sonrisa bajo un tono molesto. ─ Qué decepcionante. Esperaba un poco más de compasión por tu parte.─ respondió a la provocación ─ o al menos así la veía él ─ con un deje sarcástico. Realmente estaba cansado y no prestaba mucha atención a sus propias palabras, para él estaba bien decir lo primero que se le pasara por la cabeza.

Después de decir aquello hubo un silencio, sólo interrumpido por el sonido de la lluvia golpeando contra la ventana y las respiraciones de ambos. Gareki debió interpretarlo como el final de la conversación y una invitación a seguir durmiendo. Por eso se levantó apoyándose sobre sus antebrazos cuando empezó a hablar, más sorprendido que molesto. Se había fijado en que decía mucho eso de “supongo”, como si no estuviera convencido de nada. Hizo un esfuerzo para olvidar ese pensamiento y seguir el hilo de sus palabras. Estaba bien que le agradeciese pero de alguna manera le molestó ya que esa no era su intención. ¿Qué coño estaba diciendo? Hablándole como si él supiese lo que debería decir. Tenía parte de razón, incluso Gareki se extrañaba por su propia “generosidad”, pero no estaba diciendo que podía marcharse cuando se le antojara, sólo que mientras cumpliera con su parte ─ la razón por la cual había pagado ─ no le importaba lo que hiciera con su vida personal. Era su propia manera para mantener las distancias, pues quería evitar atarse a él de forma tan imprudente. Tal vez el conejo le había malinterpretado y eso estaba cabreándolo. ─ ¿Quieres callarte? No llevas ni un día aquí y ya estás pensando en largarte, deberías darle una oportunidad al menos. ─ contestó malhumorado como de costumbre. ─ Claro que si quieres irte ahora, por mí esta bien si cojeas hasta el portal más cercano y duermes bajo la lluvia como un mendigo. Pero luego no vuelvas llorando... ─ Tenía ganas de preguntarle que pretendía hacer después de irse si es que realmente acababa haciéndolo, aunque ni siquiera creía que fuera a darle una respuesta. Se encogió de hombros como si no fuera su problema; de todos modos era demasiado pronto para preocuparse por eso. Volvió a dejar caer la cabeza en la almohada, esta vez mirando al otro y a la ventana, o así sería si hubiese tenido los ojos abiertos. Las palabras de Akemi seguían dando vueltas en su cabeza; aún no quería darse por vencido con eso. ─ Claro que me perteneces idiota, ¿o has olvidado quién ha pagado por quién? ─ replicó. ─ No voy a arrastrarme por tí, no tengo por qué aferrarme a tu compañía como si estuviera desesperado, así que deja de ser tan egocéntrico. Solo haz tu trabajo y no habrá problemas. ─ Levantó los párpados algo más que de costumbre al sentir su mano revolviendo su cabello de nuevo. ─ Eh, ¿qué crees que haces? ─ masculló casi para sí. No es que la sensación fuera desagradable, más bien estaba sorprendido de que se tomase esa confianza. Dudó un momento sobre si eso era bueno o malo, y determinó, no muy convencido, que se acercaba más a lo primero. Después de todo, en ese momento parecía más tranquilo y relajado que en todo el tiempo que habían pasado juntos. Salvo esta pequeña protesta apenas se movió mientras observaba cómo se le cerraban los ojos. ─ Calla y duerme, joder. Sólo procura hablar en sueños y mañana desayunaré conejo con arroz. ─ trató de que la amenaza sonara seria, pero acabó adquiriendo un tono desinteresado. Se preguntó si debería comentarle lo mucho que se movía en sueños ─ o al menos eso le habían contado, aunque a menudo se despertaba en el suelo, en posiciones extrañas o siendo estrangulado por la sábana ─ finalmente decidió que no quería arruinarle la sorpresa. Sonrió por la forma en la que dijo “hace tanto”, como si estuviera acostumbrado a dormir en un cartón. De cualquier forma quizá exagerara o esa sólo fuera su impresión por estar cansado. Se removió un poco hasta dejar el torso fuera de la colcha, farfullando que hacía calor y que si él quería morir asfixiado no era su problema, ya que el pelirrojo se había llevado las mantas hasta la nariz. Era irónico que al principio no quisiera ni acercársele y poco después lo tuviese a menos de medio metro de distancia, hasta el punto en el cual podía sentir la calidez que desprendía. Respondió con un gruñido equivalente a un “buenas noches”, ignorando el hecho de que el espacio entre ambos se había reducido después de aquel trueno ─ parecía que la tormenta se resistía a abandonar la ciudad aún ─ . Se mantuvo despierto unos segundos más en silencio. Aquellos ojos; había algo oculto en ellos, como una barrera cristalina imposible de quebrar. Escapaba a su comprensión y eso le sacaba de quicio, pero tampoco era capaz de olvidarlo. Cuando el otro cerró los ojos se incorporó, alargando el brazo para alcanzar el interruptor. La tenue luz que venía desde la calle hacía más clara la oscuridad casi total de la habitación. ─ Idiota. ─ masculló, conociendo la importancia de ese gracias. Sólo era su manera de restarle importancia. “No lo hagas todo tan dramático.” quiso protestar, pero el pensamiento murió tan rápido como había nacido, ahogado en la inconsciencia del sueño.
Gareki
Masculino

Akemi Kido Mar Abr 30, 2013 10:54 am
Conejo
Al escuchar al contrario soltó un bufido y lo miró no muy bien. Si, vale, él tendía a quejarse, pero estaba en su derecho ¿verdad? Nadie le iba a cobrar, amonestar o algo así por ello, además el hecho de que el otro estuviera casi desnudo justo al lado suyo le incomodaba bastante, joder estaba casi desnudo, lo único que le llegaba a tapar eran sus boxers, ¿que confianzas eran esas? Aunque...ya solo con lo del baño parecía que el otro era muy liberal...o un pervertido, más bien se decantaba por la segunda opción. Al escuchar lo siguiente frunció el ceño notablemente y resopló mientras apretaba los puños aguantándose el pegarle un puñetazo a aquel tipo – Claro, como tan solo soy un maldito animal, cualquier lugar sería bueno para mi ¿verdad? Mira, vete a la mierda... - Dijo aquello último ya con pura desgana no teniendo ganas de discutir, además sabía que si lo hacían él llevaba las de perder, al fin y al cabo él estaba allí por suerte divina....aunque no sabía si aquello podía llegar a llamarse suerte.
Se fue reprimiendo todo lo que pudo el no estirar sus brazos hacia el cuello de aquel tipo y apretarlo hasta que cierta persona se quedase inerte...pero se aguantaba, debía aguantar, ya reventaría en otro momento, o quizás tendría una úlcera, pero debía aguantar, por el bien de ambos, aunque Gareki no paraba de hincharle cierta parte del cuerpo haciendo aumentar las ganas de matar en el pequeño conejo – No tengo ningún complejo... - Dijo con un tono bastante molesto pareciendo que iba a explotar de un momento a otro mientras empezaba a resoplar de tanto en tanto al mismo tiempo que se llevaba una mano sobre el rostro de nuevo, más exactamente sobre la zona de los ojos mientras continuaba con el ceño fruncido...bastante fruncido - ¿Compasión? No creo que tu seas de los que le guste ver como el resto siente compasión por ellos – Soltó una suave risilla al final aunque se notaba que era una risa cansada, sin ganas, solo quería descansar, y rogaba que todos los días no fueran así de irritantes con aquel tipo, y si lo eran, que al menos este estuviera lo máximo posible fuera de casa, sino alguien iba a matar a alguien, y siendo como eran a sabia quien iba a ser el muerto.

Tras aquel silencio y medio confesar de nuevo sus planes y pensamiento entre alguna cosa más pudo escuchar no mucho después al otro “explotar” malhumorado, como parecía ser normal, cosa que no le extrañó mucho, pero mentiría si dijese que realmente no le sorprendió aunque fuera un poco, él lo decía medio en broma, bueno varias cosas si eran de verdad, peor tampoco pretendía decirlo con malicia, pero el contrario se lo tomó bastante a pecho y eso le fastidió todo; digamos que al conejo no le acabó de sentar muy bien aquello – Oye, oye, oye...calma...tampoco hace falta ponerse así pelopincho, tsk... - Resopló con desgana y arrugó la nariz mirando un  tanto molesto al moreno negando entonces con la cabeza llevándose una mano hacia esta y suspirando finalmente – No...no quiero eso, no es como si me fuera a ir de la noche a la mañana....de todos modos si sigues comportándote así de arrogante quizás si me vaya antes para no aguantarte, aunque si todo acaba yendo tal y conforme estábamos antes me llegaría a pensar incluso el hecho de quedarme durante bastante tiempo....quizás – Agachó la mirada entonces y sin querer sus labios dibujaron una suave sonrisa sin darse siquiera cuenta siendo completamente involuntario recordando lo cercanos que se habían llegado a sentir hacer un rato, fue una sensación realmente cómoda y agradable, era como si ya tuvieran una relación algo más cercana, al menos bastante más que ara ser tan solo de unas pocas horas – Si me voy...creo que antes de lo diría, seguramente para entonces me caigas un poco mejor, si es que no nos hemos matado antes...así que por simple amabilidad me llegaría a despedir antes de irme, aunque dudo mucho que entonces me dejases – Se le escapó una risa entonces y está se unió a una mirada melancólica imaginándose por un momento como podría llegara ser aquel momento, seguramente extraño. Entonces observó al otro recolocarse fijando su mirada en el rostro de este viéndolo tan aparentemente relajado, era extraño que le hablase de aquel modo con un rostro tan aparentemente tranquilo, que tipo más extraño – Si, si...soy tu mascota oh mi amo y señor Gareki – Dijo en un exagerado y no muy animado tono de admiración y respeto notablemente falsos e incluso desganados al final – Si, si, haré mi trabajo, aunque a juzgar por lo que he visto tengo bastante trabajo para empezar, con solo ordenar la ropa tengo para rato...aunque como yo no tengo ya tengo la mitad del trabajo hecho supongo – Dijo encogiéndose de hombros entonce como pudo y alzando una ceja – De todos modos admite que algo desesperado si que debes de estar cuando me has comprado...aunque, aun me sigo preguntando si eres gay...sigo sin comprender muy bien por que me has comprado, eres un chico, y tendrás tus necesidades, una chica los complacería mucho mejor, pienso yo, en la tienda habían muchas y algunas muy guapas y – Entonces puso las manos como si se posicionaran sobre un par de buenos pechos y los apretase – Muy bien dotadas de ciertas zonas...pero bueno, a saber...quizás a ti te gusten planas aunque... - Entonces calló en algo y se miró a si mismo llevándose las manos al pecho - ¿Me confundiste acaso con una chica? - Aquello no le extrañaba tanto, no sería la primera vez que alguien pensaba que era una chica e incluso habían legado a intentar algo no muy bueno con él – Me-mejor no contestes anda....prefiero no saber la respuesta y seguir pensando que realmente sabias que yo era un chico y que te compadeciste por mi o a saber que.

A continuación cuando le revolvió el pelo al otro mientras bostezaba y demás y decir aquello simplemente negó con la cabeza y separó no mucho después su mano de la cabeza del otro – No se...quería relajar esto un poco...nada más – Entonces se llevó las manos al pecho mientras tenía los ojos entrecerrados sin despegar la mirada del contrario pensando en los extraño que era todo eso, hacia unos minuto si por él fuera le habría ahogado con la almohada y ahora de nuevo le parecía soportable, un poco imbécil ante aquella amenaza de cocinarle, pero...no tan malo, incluso le llegaba a parecer simpático y todo.
Vio entonces al otro destaparse de nuevo dándole frío solo de verle, aunque en verdad aquel edredón calentaba bastante quizás no debiera taparse tanto, pero es que se sentía tan bien así de tapado pudiendo hacerse casi un bola, aunque con la calefacción y todas esas capas casi que era innecesario y los pocos minutos incluso se sentía asfixiado, así que finalmente bajó todo aquello hasta un poco más abajo de las costillas respirando ligeramente agitado por todo aquello admitiendo entonces que era cierto, quizás se había pasado tapándose tanto, pero era la costumbre, en el refugio de la tienda no le daban más que una mísera manta enana y no muy gruesa que digamos, así que lo días de invierno no eran especialmente agradables.
En escuchara aquel gruñido supuso que era también su forma de “decir” lo de buenas noches, así que tras reírse sin querer por aquello y hundirse en los ojos del otro finalmente cerró los ojos escuchando aquel último insulto que el mayor le dedicaba, aunque parecía algún tipo de reprimenda...ese tipo era extraño, le costaría aguantarle pero seguramente en cuanto le pillase el truco aquello no estaría tan mal - ¡Aaah! - Otro trueno se puedo escuchar entonces haciendo que el pobre conejo estirase uno de sus brazos hacia el otro agarrándose a este por la zona del pecho temblándole ligeramente la mano sintiéndose entonces realmente idiota. Sus orejas se agacharon por completo viéndose como incluso estas temblaban ligeramente. Se sentía un idiota por comportarse así, pero desde lo del baño y pasadas experiencias aparte todo aquellos de los truenos, relámpagos y rayos no le hacía especial gracia – Perdón... - Se disculpó enseguida separándose lo más rápido que pudo con moreno – No pienses nada raro, no es que me den miedo, so....so..so-solo me ha sorprendido de pronto, sonó muy fuerte, nada más – Frunció entonces el ceño y cerró los ojos de golpe agarrándose con fuerza a la almohada entonces. Maldición se había dejado en total evidencia y como un conejillo asustadizo.
Akemi Kido
Masculino

Gareki Lun Jun 03, 2013 8:47 am
Amo»Humano
No pasaron ni dos minutos desde que había cerrado los ojos, pero a Gareki le pareció una eternidad. Aún estaba dándole vueltas a algunas cosas que dijo el conejo y a las cuales le hubiese gustado contestar si no hubiera estado tan cansado. Se había puesto muy a la defensiva, como es obvio, aunque tal vez él tuviera algo de culpa; se volvía bastante capullo (más que de costumbre) cuando tenía sueño y quería dormir, pero no podía evitar reírse un poco por su actitud. Reconocía que tenía un sentido del humor “ligeramente” retorcido: pensaba que cuando alguien se enfadaba actuaba como quien era realmente. Aunque en un principio Akemi parecía ser del tipo cerrado y huraño, tenía bastante perspicacia para algunas cosas. Tal vez se había dejado influenciar por los rumores que circulaban por ahí, así que cuando esperaba a la típica mascota cohibida y sumisa, se había dado de bruces con algo muy distinto. Le divertía su ingenio e incluso toleraba hasta cierto punto las burlas mutuas, pero si no se andaban con cuidado la cosa se les podría ir de las manos. Ambos tenían un carácter muy fuerte, y si bien se comprendían en ciertos aspectos, podrían pasarse horas peleando sobre cualquier estupidez. Dependía de la actitud, tanto de uno como de otro, lo que les deparase el futuro de aquella extraña e inexplicable relación. No iba a ser fácil, eso seguro, aunque ¿qué tendría de divertido si lo fuera?

De esta forma, empezó a divagar en sus pensamientos mientras el sopor se apoderaba de él. De no haber sido por el constante golpeteo de la lluvia contra el cristal habría olvidado que afuera seguía lloviendo a cántaros, pues dentro de la habitación la temperatura era casi primaveral. Tan pronto como comenzó a adormecerse un nuevo estruendo siguió al anterior, pero esta vez pareció que retumbaba con más fuerza, como si en lugar de alejarse la tormenta se fuera acercando lentamente. No fue el estrépito lo que hizo que se tensara por instinto, si no el grito repentino que lo acompañó y presencia de la mano ajena sobre su piel. Abrió los ojos casi de inmediato; en los pocos segundos que duró el contacto hubiese jurado que estaba temblando. Luego se separó pidiendo disculpas y quedó un gran hueco (relativo al tamaño de la cama) entre ambos. Soltaba una explicación tras otra (sin que nadie se las hubiera pedido) a modo de excusa, pero sus gestos le delataban. El moreno tardó un par de segundos en reaccionar porque Akemi había sido rápido al justificarse, dejándolo con la palabra en la boca. La situación acabó recordándole (sin venir mucho a cuento) a una escena típica de un culebrón barato; cuando el príncipe azul debería abrazarlo, acariciarle la cabeza y decir “no te preocupes, todo irá bien”, “siempre estaré aquí para protegerte” o alguna chorrada sentimental por el estilo. Claro que no estaban en ninguna serie romántica ni tenían esa clase de relación, y probablemente Gareki sería la persona menos indicada para interpretar el papel de héroe novelero. Le asaltó una risa que al principio trató de disimular (no se estaba burlando de Akemi, sólo imaginaba lo absurdo que hubiera sido hacer algo así), finalmente dejó que se extinguiera por sí sola. Rara vez sentía lástima por otras personas, pero en ese momento le dio un poco de pena. Por supuesto nunca se lo diría ni lo haría notar, así que por el bien de ambos decidió seguirle la corriente.

Sin todavía haber pronunciado palabra, estiró la mano para tocarle las orejas: hasta ese momento no se había fijado mucho en ellas, y eso que eran uno de los rasgos más característicos del conejo. Tenían un tacto muy peculiar, suave y flexible al mismo tiempo. Las acarició y luego las dobló un poco, intentando no hacerle mucho daño; ni se le había pasado por la cabeza que pudiera ser incómodo o desagradable para el pelirrojo. Como estaban casi a oscuras y el otro tenía la cara enterrada en la almohada no podía ver su reacción, solo supuso que mientras no se quejase estaría bien. ─ Ahora que lo dices tal vez sí te confundí. Quién lo iba a decir, parecías tan inocente... ─ dejó caer con la clara intención de molestarlo, era la hora de la revancha. A riesgo de ser golpeado, continuó: ─ Es verdad que te hace falta ropa; podría conseguirte un vestido de doncella o una cosa así, ¿qué te parece? ─ se burló en un pequeño acto de dulce venganza, si bien tampoco deseaba volver a los mismos problemas de antes. ─ No es por ser fantasma, pero si me apeteciera una mujer en mi cama la tendría, y gratis. Lo que quiero es alguien que se ocupe de la casa, da igual lo que sea. Simplemente pensé que te quedaba bien ese papel. ─ era una explicación vaga e incierta, al menos así podría dar su curiosidad por satisfecha durante un tiempo (o eso creía). Aunque estaba creando cierta tensión a propósito (sin tomar en cuenta las consecuencias), encontraba algo relajante en todo aquello. Quizá fuera el ritmo incesante de la lluvia, la agradable y adormecedora calidez de la habitación o sencillamente estaba demasiado cansado. No iba a aguantar mucho más despierto, y aún así se negaba a dejar la discusión a medias. ─ ¿Y qué hay de ti? Eres muy insistente... ─ intentó dar la vuelta a las cosas. ─ … aún cuando estamos en la misma cama, sigues hablando sobre ello como si nada. Dime, ¿no serás tú quien tiene una necesidad insatisfecha? ¿O siempre eres así de ingenuo? ─ preguntó muy “sutilmente”. Todo ese asunto le era casi indiferente, sólo estaba cansado de sus paranoias y tal vez así lograra asustarle lo suficiente como para que dejara el tema por una temporada. Admitía que era un poco (bastante) raro, incluso comprendía su preocupación, pero le ponía de los nervios que se empeñase en lo mismo. ─ … Bueno, mañana podemos discutirlo todo el día si quieres, pero ahora prefiero dormir. Si no te importa, claro. ─ ni se había dado cuenta de que su mano seguía en la cabeza del conejo, solo la dejó ahí por pura inconsciencia. Lentamente volvió a cerrar sus ojos. ─ Y deja de fingir así, que no engañas a nadie. Al menos mientras estés aquí no va a pasarte nada... ─ esto último lo dijo casi en un susurro involuntario, como si después de todo hubiera intentado tranquilizarlo. Estuvo consciente unos minutos más, antes de caer rendido finalmente.

○○○
Debían ser como las tres o las cuatro de la madrugada. Sólo habían pasado un par de horas desde que había abierto los ojos por última vez, pero ambos ya dormían profundamente. O eso parecía...

Aunque el mayor solía tener el sueño inquieto, hasta ese momento había permanecido relativamente tranquilo. Estaba dándole la espalda al pelirrojo, casi en el borde la cama, cuando de repente se giró violentamente hacia el interior, al tiempo que ahogaba una exclamación angustiada. En la oscuridad apenas podía verse su expresión, que reflejaba un intenso malestar, pero sí que se escuchaba el ritmo de una respiración irregular y agitada. Gareki era propenso a tener sueños muy vívidos, así que estaba más o menos acostumbrado. Sin embargo, no recordaba haber tenido una tan “real” desde hacía mucho tiempo; hasta el punto en el cual era incapaz de despertar y escapar por sí solo.
Gareki
Masculino

Akemi Kido Sáb Jun 29, 2013 12:38 pm
Conejo
Y ahí empezaba la batalla, cuando al fin parecían estar las cosas más calmadas aquel idiota volvía de nuevo a la carga, aunque también debía admitir que lo más probable era que fuese su culpa por volver a meter leña y avivar la llama de aquel tipo, sabía que no pararía hasta tocarle un poco la paciencia; de todos modos aquella risilla no denotaba nada bueno. Y entonces cuando estaba preparado para aquellas burlas que le iba a dar en el ego directamente fue desestabilizado sintiendo aquella cálida mano sobre su cabeza y posteriormente sintió como se concentraba en sus orejas, ¿que pretendía con eso? ¿a que venía aquella acaricia? Por favor que parase, sabía que aquello no iba a acabar bien....”vamos Akemi, no te pongas así, él no te va a decir nada cruel, solo se meterá contigo burlándose de ti pero sin pararse, no te alteres” se dijo a si mismo en su cabeza intentando convencerse de ello, pero no sabía como iba a reaccionar y temía como podría llegar a actuar entonces.

Sin querer sus peludas pero realmente suaves orejas comenzaron a tener suaves tics por el juego de aquella mano, sobretodo al pasar por el finísimo pelaje de la zona interior de la oreja que era la que provocaba aquellas convulsiones espontáneas que se llagaban a hacer hasta adorables. Su rostro hundido contra la almohada comenzaba a enrojecerse rápidamente, oh vamos aquella era ridículamente vergonzoso, no entendía a que venía aquellas caricias de pronto mientras comenzaba a escuchar como se metía con él - ¿Inocente? - repitió extrañado, ahora se preguntaba que tipo de imagen había de él en aquel catalogo...a saber, y casi que prefería no saberlo; de todos modos aquello de la foto pareció ser lo de menos al escuchar lo siguiente, debía estar de broma ¿verdad? Ni de broma iba a hacer eso, estaba más que loco si pensaba que aquella ridícula idea podía tener éxito. Alzó al rostro separándose de la almohada y giró un pelín la cabeza mirando al otro realmente mal, digna de poder ser utilizada como arma de poder matar - ¿Que me parece?...Si me traes un vestido de doncella, o simplemente un vestido vais tu y el cacho tela ese por la ventana...meh, meh, meh, que graciosillo eres – A continuación le hizo una pedorreta y de nuevo volvió a bajar la cabeza, pero ahora se mantenía mirando hacia el azabache sin apartar su cristalina mirada de él, aunque no podía verle de forma muy definida por la falta de luz. Mientras el otro continuaba hablando y al parecer alardeando de que era todo un prodigioso con las chicas él pequeño conejo pensaba de mientras en todo lo que estaba pasando, analizaba todo lo sucedido aquel día pero intentando prestar atención a su ahora “amo” , aunque tampoco le hacía mucha ilusión saber sus revolcones en la cama....e-en aquella cama, de pronto puso un leve gesto de desagrado y se erizó pensando en la guarradas que habían podido hacer sobre aquella cama, y sobretodo, cuanto hacia que no cambiaba las sabanas, siendo Gareki y conforme tenía el resto de la casa.....quizás nunca; entonces escalofrío recorrió su cuerpo y en ese preciso momento decidió que al día siguiente cambiaría las sábanas si o si, y esas más que lavarlas las quemaría. De todos modos también llegó a imaginarse como podría llegar a verse el otro en esa situación, sudoroso, jadeante, posiblemente se le marcarían los músculos, además parecía ser de los que lo hacían fuerte; de pronto se llevó una mano temblorosa al rostro mientras estaba totalmente sonrojado, ¿que hacía pensando ese tipo de cosas? Era absolutamente innecesario, se estaba volviendo loco. Tragó saliva e inspiró suavemente fijando su mirada en el otro – Realmente no se que decir....supongo que debería de ofenderme, pero en verdad me tranquiliza, aunque saber que en cualquier momento podría tener que aguantar desde el salón como tu.....bueno ya sabes, con otra  chica aquí en la habitación, pues sería bastante incómodo, y dormir luego en la misma cama....más aun, aunque siempre me quedaría el sofá.

Así pues intentó ignorar todo aquello y entonces comenzó a frotar su cabeza contra la mano del otro, quizás de forma natural o no tanto, pero fuera como fuese lo seguro era que aquella caricia era realmente agradable, desde que hacía un año que estaba encerrado en aquella tienda rara, rarísima vez alguien le había tocado sin intención de hacerle daño, así que ahora que podía, debía aprovechar; realmente en cierto sentido era como un autentico animal, el sentir las caricias de esa forma en su cabeza siempre le fueron muy agradables, solía ser bastante alterable, y aun lo era, por cosas leves a veces su humor podía cambiar, y por eso mismo solían ser muchas veces las que se deprimía, por suerte no duraban mucho.
De todos modos aunque parecía que al fin las cosas se parecían calmar y aquel ambiente era agradable, el mayor no podía estar callado y dejar aquel aura de paz, no, caro que no, ya tuvo que soltarse una de las suyas y hacer que el pobre conejo se alterase de nuevo, debía estar de broma, ¿por qué iba a tener él unas necesidades así? Y menos con un hombre, que espanto por favor. Sentía como su corazón empezó a latir bastante más rápido de golpe por los nervios, más que nada por alterarse, solía pasarle a menudo; sus orejas también se alzaron de golpe chocando contra el respaldo de la cama y haciendo golpe sordo - ¡¿Pero que dices?! Debes estar loco....de-definitivamente, ¡¡vete a la mierda!! No eres más que un desquiciado y un salido....el día que yo quiera algo contigo no será posible que esté bien, estaré borracho, drogado, o con fiebre a menos....tsk, pedazo de imbécil... o y si intentas algo te la cortaré sin dudarlo - Aquello realmente le molestó muchísimo, es más quiso levantarse e irse, pero nada más intentó moverse se quedó paralizado en el sitio, digamos que su cadera no estaba aun muy por la labor, aun tras tomarse la medicina el poder levantarse no parecía una opción aún, mierda. Estaba realmente cabreado, incluso se pensó seriamente el intentar ahogarle con la almohada, peor hiciese lo que hiciese sabía que llevaba las de perder, así pues intentó calmar los nervios y no dejarse llevar por los impulsos. Se quedó callado, no quería decir nada por que que con el enfado que tenía encima sabía  que era muy posible que alguna perla se la pudiera soltar, así calladito estaba más mono, de todos modos parecía ser que el idiota que tenía al lado llamado Gareki sabía manejar la situación mejor de lo que esperaba o quizás solo fueran cosas del destino y la suerte divina ¿quien sabe? Pero aquella última frase igual que lo consiguió alterar al principio al pensar que le había pillado, también consiguió crear una extraña sensación de paz en su interior, aquella última frase, esas palabras finales le dejaron completamente K.O., en el fondo y casi sin que él se diese cuenta aquellas simples palabras era lo que el conejo deseaba haber escuchado desde el principio, había sido apaleado tantas veces, desconfiaba tanto que ya parecía que solo le quedaba pensar en lo peor, sin embargo aquel chico de extraño carácter justo le dijo lo que deseaba oir desde hacia muchísimo. Hundió el rostro en la almohada escapándosele un par de lágrimas, no de tristeza, tampoco de felicidad, simplemente por el hecho de que ya no sentía tanto peso, se sentía liberado y solo por aquellas simples y estúpidas palabras, menudo idiota, tanto él como el chico desastre a su lado; tomó la almohada con fuerza y luego sonrió frotándose en la almohada para secarse aquellas lágrimas y finalmente quedarse mirando a su actual “amo” hasta sentir como los parpados se le hacían pesados y se cerraban por completo.

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Un par de horas más tarde el incomprensible conejo dormía como jamás lo había hecho en años, sin preocuparse por madrugar, por hacer tareas, o simplemente despertarse en el suelo lleno de mugre a base de unas pataditas, un jarro de agua o a saber que. Realmente aquel lugar parecía el paraíso, parecía ser que el levantarse al día siguiente iba a ser misión imposible. Y sin darse cuenta conforme pasaba el rato y cayó profundamente dormido acabó deslizando una de sus brazos hacia el mayor al cual se abrazo rodeándole a la altura de las costillas; y aunque el piso estaría sobre los 20 y pocos grados, el conejo se fue acurrucando a la piel desnuda de su ahora amo, quizás por costumbre de acurrucarse todos en invierno para mantener el calor, tal vez por comodidad puede que por naturaleza, o simplemente por el mero hecho del tan agradable tacto humano que ya hacia tiempo que echaba de menos, no se sabe.

Por desgracia el haber sido encerrado durante una temporada en aquella tienda le había hecho aprender ciertos trucos o maneras de sobrevivir, si se podía decir así, más bien eran métodos de alerta; nunca se sabía quien podía hacerte que cuando, o si te podían robar algo de provisiones de comida que hubieras estado guardando o cosas de ese estilo, ya se sabe, así pues su sueño digamos que tendía a ser bastante ligero, y gracias a sus grandes y afinadas orejas de roedor aquello conseguía alertarle con mayor facilidad haciéndole despertar súbitamente de su sueño, lo cual a veces era un autentico fastidio. De todos modos aquella situación de ahora no iba ser muy distinta a la de aquel entonces, además el brusco movimiento de la cama al moverse el cuerpo del mayor ayudó también a aligerar aquel sueño. Despertó al instante y miró a todos lados quedándose bloqueado al principio; si claro, ahora había sido comprado. Se le hacía raro despertar y estar en aquel lugar, al fin podía vivir tranquilo. Pero a lo que iba, observó fijamente al azabache e inclinó la cabeza desconcertado y sin saber que hacer, entonces observó de reojo su mano sobre el cuerpo de este rodeándolo y la apartó enseguida, ni se había dado cuenta de que había hecho eso, maldición; aun así su rostro seguía igual extrañado y medio zombie por el sueño - ¿Ga....Gareki? ¿Estás bien? Me has asustado... - Dijo sorprendentemente calmado, quizás por el efecto relajante de dormir al fin en una cama mullida y asombrosamente cómoda. Llevó una mano sobre la cabeza del contrario y la acarició más o menos como este hizo unas horas antes para ver si aquello lo conseguía calmar mientras sin querer se le escapaba algún pequeño bostezo – Vamos cálmate...solo fue una pesadilla, a...aaah...mm...ahora a dormir.
Akemi Kido
Masculino

Gareki Vie Ago 02, 2013 12:54 am
Amo»Humano

Al principio estaba oscuro. Había llovído, olía a barro y a desagüe, se escuchaban las gotas caer sobre los charcos. Cuando sus ojos se acostumbraron a la penumbra, se encontró en un lugar extrañamente familiar. Era la vieja fábrica, abandonada desde hacía décadas. Reconocía con facilidad los cristales rotos de las ventanas tintadas, las paredes tiznadas de hollín, los matojos que crecían salvajes entre los resquicios de los ladrillos, la verja negra, puntiaguda y oxidada. Si bien no podía verse, de alguna manera sabía que era más joven, tal vez un niño. Algo le decía que debía marcharse cuanto antes, pero era incapaz de moverse. Tenía un mal presentimiento. Ya lo había vivido otras veces, aunque no conseguía recordar cómo acababa aquella historia.

De pronto se escuchó un gran estrépito: una de las ventanas del piso superior estallaba en mil pedazos. Una figura quedaba suspendida en el aire durante unos segundos, luego se precipitó sobre la verja. Desde aquella distancia podía oírla jadear, boquear, exhalar su último aliento. El hierro la había atravesado por completo. Mientras corría hacia ella la llamaba por su nombre, pero era como si lo dijera bajo el agua, no conseguía entender lo que él mismo gritaba a pleno pulmón. Cayó sobre el asfalto, una, dos veces, sentía la sangre caliente deslizándose por sus piernas. Volvía a caerse y ya no era capaz de levantarse otra vez, porque un enorme peso tiraba de él hacia abajo...

Todo lo que había visto volvió a desaparecer en la oscuridad, y durante un momento confuso no supo si ya había despertado o seguía soñando. Fue como si saltase una alarma advirtiéndole de que debía abrir los ojos en ese mismo instante, porque alguien estaba peligrosamente cerca de su cuerpo ─ le llevaría un tiempo acostumbrarse a que hubiera otra persona en la cama ─. Por puro instinto reaccionó para defenderse contra al agresor: aún medio inconsciente fue capaz de coger bruscamente la muñeca del otro, ponerla por encima de su cadera e incorporarse hasta quedar a horcajadas sobre él (probablemente haciéndole bastante daño en la cadera, pero claro, cómo iba a recordar eso). Tardó unos diez segundos en situarse y recordar algunas cosas, reconocer la silueta del otro en la penumbra del cuarto, entender que, cómo el pelirrojo decía, sólo fue un sueño; pero no había podido evitar llevarlo a la realidad. Gruñó una disculpa a medias y volvió a sentarse en su lado de la cama, sosteniendo la cabeza entre las manos. Se preguntaba quién sería esa mujer: era aterrador pensar que podría haberla conocido, o peor, presenciado su horrible muerte. ─ Estoy bien. ─ contestó con voz adormilada, frotándose los ojos. No le hacía ninguna gracia montar esa clase de espectáculos, pero tampoco es como si pudiera hacer algo al respecto.  ─ Joder, podría haberme dado un infarto y seguirías durmiendo como una marmota. ─ eso ya sonaba un poco más a Gareki, pagando su mal humor con quienes se encontraban a su alrededor. Tenía la garganta seca y estaba empapado en sudor. Entonces se levantó, fue hasta la cocina arrastrando los pies, bebió agua y se lavó la cara para despejarse un poco. Las pesadillas no eran ninguna novedad, las tenía desde pequeño y estaba acostumbrado a lidiar con ellas. Tal vez fueran su forma de descargar el estrés, o quién sabe, a lo mejor su subconsciente trataba de decirle algo. Nunca le había tomado especial atención, ni mucho menos solía comentárselo a nadie, aunque no era la primera vez que quien dormía con él se había llevado una desagradable sorpresa.

Los muelles crujieron bajo su peso cuando se dejó caer de nuevo en la cama. Quería volver a dormirse, pero cada vez que cerraba los ojos la escalofriante imagen aparecía tras sus párpados. Mientras él se revolvía inquieto, el otro parecía haber estado durmiendo de lo más a gusto. ─ Siento haberte despertado. Vuelve a dormirte. ─ dicho lo cual bostezó y se apartó un poco para tener más espacio. Al fin y al cabo Akemi no tenía la culpa de sus pesadillas, y por una vez ambos se merecían una larga noche de descanso, o al menos intentarlo.

○○○

Seguían durmiendo cuando el sol estaba en lo alto del cielo. La tormenta había escampado en algún momento del ya nuevo día, el aire helado ululaba contra el cristal de la ventana. La casa era como una isla cálida y silenciosa, pues ambos ocupantes aún tenían las sábanas pegadas. Después del incidente de la noche anterior, el mayor no había vuelto a dar más problemas ni a soñar con escenas propias de una novela de terror: por el contrario, su sueño actual tenía poco que ver. Es extraño que no despertara con los rugidos de su propio estómago. Estaba boca arriba ocupando el centro de la cama, giró colocándose de lado hasta quedar frente al conejo. De nuevo advirtió una presencia cálida cerca de su cuerpo, pero esta vez no lo atacó. En lugar de verlo como a un enemigo debió confundirlo con algo comestible, porque  incluso dormido se acercó a su hombro y lo mordió como si realmente pretendiera arrancarle la carne de un bocado.
Gareki
Masculino

Akemi Kido Miér Ago 21, 2013 6:55 am
Conejo
Una cálida y armoniosa sensación invadía todo su cuerpo, hacía semanas, ¿Qué semanas? Meses que no estaba en un lugar así de cómodo y agradable, no, mentira, ni siquiera aquellas veces se le acercaban lo más mínimo. A pesar de que ahora se había acostumbrado a tener el sueño bastante ligero, en aquel instante al fin pudo tomarse un respiro y disfrutar al fin de un sueño decente, bastante simple, pues tampoco disponía de demasiados datos recopilados para poder montar algo increíble, era un chico bastante simple en el sentido de conocimientos generales de las cosas, solo sabía de lo que había aprendido en la escuela, y alguna que otra lección de la gran fastidiosa escuela de la vida. Tan solo era él frente aun espejo, vestía ropa decente que no estuviera agujereada en alguna zonas, mal oliente o que simplemente le viniese pequeña, pero aquello era totalmente lo de menos, ahí podía verse como una persona totalmente normal, no tenía ningún rasgo de híbrido, absolutamente nada; el pelirrojo dio varios vueltas en círculos sobre si mismo buscándose cualquier cosa, una cola, bigotes, alas, algo en los pies, escamas, pelo salvaje en abundancia en lugares no muy normales, pinchos, pero no, nada  en absoluto; de pronto todo aquello saltó de golpe  a otra cosa, estaba en una casa bastante sencilla, o al menos ese cuarto, parecía un salón multiusos típico de piso pequeño o apartamento, todo parecía normal, de pronto recorrió toda la estancia pensando que quizás encontraría a alguien posiblemente sus padres que al fin mostrarían aprecio hacia él; pero no había nadie en absoluto. Supo entonces que realmente hasta en ese tipo de sueños tan perfectos su subconsciente sabía y continuaba diciéndole que él había sido un error en su familia y fuera como fuera seguramente nunca le hubieran querido, aunque quizás el ser un humano 100% aligeraba un poco ese desprecio, a saber.

Ya dio igual, se vio despertado súbitamente cuando aquel azabache toca pelo….aquel tipejo más rarito que una vaca azul, cuando se le abalanzó de golpe provocándole un estruendoso grito de puro dolor y agonía, bueno, no fue tan bestia solo al principio, pues luego se fue quedando mudo, mientras casi al instante mientras al instante tomo con una mano la sábana y con la otra al boxer del otro más o menos por la cadera - ¡Me cago en tu p*** estampa, cabrón! – Dijo sin más sin siquiera llegar a pensárselo. De todos modos debía dar gracias que hacia…a saber cuantas horas se había tomado aquella medicina y al menos tenía la zona un poco adormecida, pero no lo suficiente para algo así tan repentino, en absoluto. Su cuerpo temblaba ligeramente por el dolor bajo el cuerpo semidesnudo del mayor mientras su respiración era una mezcla entre agitada y se iba entrecortando poco a poco, por suerte aquello no duro mucho, tan solo hasta pocos segundos después de que el idiota aquel se apartase y de nuevo se pusiera a su lado – Al menos discúlpate bien, no sería un mal detalle y esas cosas ¿sabes? – Bufó entonces con desgana mientras se intentaba acomodarse nuevo con sumo cuidado y como iba pudiendo, aquel calmante, o lo que fuera no era lo suficiente o quizás se le estaba yendo ya el efecto, a saber. Rechistó al escucharle y entonces lo empujó suavemente puniendo mala cara – Pues vaya, claro que estas bien, el que ahora esta jodido soy yo por tu culpa – Sin poder evitarlo esbozó entonces una leve y casi efímera sonrisa en sus labios a la par que acababa riéndose un poco por lo bajo, aunque enseguida se vio bastante molesto e indignado por las consiguientes palabras de aquel…ser - ¡Y encima lo dirás en serio! Serás…prefiero que te de un yuyu a que me abordes asi y me termines de fastidiarla cadera – Entonces rió suavemente de nuevo ampliando su sonrisa más que antes y le dio un par de toques en la frente – Además me he despertado al momento mentiroso…aquí el que duerme como un lirón eres tu, que ni aun despierto sabes que haces – De nuevo alguna carcajada escapó de entre sus labios viéndosele bastante contento entonces; cosa bastante inusual, ya que aun tras que un chico de 18 años, con solo un bóxer puesto se abalanzase así de pronto sobre él y por poco no terminara de romperle la cadera se lo tomó bastante bien, quizás era cosa del sueño, quizás del calmante que le subió a la cabeza o simplemente sabía que aquello no fue más grave de lo que realmente era. Tras haberle intentado calmar un poco acariciándole la cabeza lo dejó ir tranquilamente y se acostó bien mientras volvía a intentar acomodarse en aquel lugar dejando espacio al mismo tiempo al otro, aunque en aquella mini cama poco espacio podía tener, pero bueno, tras probar semejante colchón  digno de los dioses, ni se imaginaba  irse al sofá…ya se ocuparía de tirarle a patadas si hacía falta.

Cuando  el azabache volvió sintió como mientras su cuerpo se inclinaba ligeramente hacia este, también notó poco  después como su cabello rozaba durante un mini instante contra él sintiéndolo un poco húmedo – Estas loco….con el frío que hace y aun te atreves a mojarte, masoca – Dijo lo último con un tono de desprecio pero en broma. Tras eso se dispuso a dormirse pero no le fue muy bien ya que el hecho de que aquel tipo no dejase de moverse le desvelaba bastante o más bien no le dejaba concentrarse en lo que realmente quería hacer; suspiró con pesadez y se giró levemente hacia él como pudo estirando uno de sus brazos haca su cabeza notando a la par algún que otro suave pinchazo en su cadera, pero nada grave, era más bien molestia. Esbozó entonces una sonrisa al escucharle y negó con la cabeza haciendo a continuación el sonido de que callase – Estate quieto ya, e intenta dormirte tú que parece que no lo llevas muy bien. Has tenido una pesadilla no es tu culpa. De todos modos te digo que prefiero despertarme por eso que por que me empezases a dar golpecitos con las piernas por ejemplo – Acabó dándole un toque en la frente alejando entonces su mano de él y de nuevo se colocó bien cerrando los ojos disponiéndose a dormir esperando que todo aquello fuera un caso puntual de aquella noche, y si no…que al menos no se repitiese de manera muy frecuente.

►►►►

Las horas pasaron y de nuevo se hizo de día, y donde antes había una especie de hueco ente ambos ahora había desaparecido totalmente para ser ocupado por el memo de Gareki dejándole entonces a él un espacio totalmente mínimo, casi podía sentir como se podía llegar a fusionar con la pared. Pero como si eso no fuera suficiente,  aun cuando el oto se giró hacia él ya acorralándole del todo, el rugir de su barriga que haciendo que sus orejas se moviesen un poco estando alerta por si debía despertarse de pronto, costumbre de estar encerrado; ¡no bastaba con eso! Claro que no, el muy puñetero aun tuvo la mala saña de morderle con ganas, como lo haría un autentico zombie, los gruñidos de su barriga no consiguieron despertarle pero eso si lo hizo e incluso activo el “mecanismo” automático de su mano dándole un rápido y más que deseado manotazo en toda la cara al mayor, realmente fue como esos golpes secos y brutos cuando se siente algo pulular por ahí, como un mosquito una mosca o demás….solo que este se lo mereció de verdad - ¡¡Me cago en tu estampa!! – Gritó al instante de ser mordido y darle semejante manotazo a su compañero de cama notando  al mismo tiempo como de mientras incluso a él le dolía la mano notando el típico hormigueo. Entonces le comenzó a empujar con los brazos con fuerza para alejarle de él lo antes posible notando de nuevo por aquellos movimientos bruscos y repentinos como su cadera aun parecía lamentarse.
Akemi Kido
Masculino

Gareki Miér Sep 18, 2013 9:23 am
Amo»Humano
De pronto se escuchó un golpe seco, como si alguien hubiera tirado una piedra a una ventana (viviendo en un séptimo piso era un poco difícil) y esta le hubiese golpeado a un lado de la cara. La carne a la que estaba hincando el diente se esfumó tan rápido como había aparecido, sintiendo también cómo era empujado al lado opuesto y su boca volvía a quedar libre. Entonces empezó a notar cierto calor en una mejilla, que creció hasta convertirse en un hormigueo doloroso. Aún ni siquiera había abierto los ojos cuando escuchó a su mascota maldecirlo a voz de grito, lo cual le hizo preguntarse qué tripa se le había roto para armar tanto escándalo nada más despertarse. Gareki era "algo" malhumorado por naturaleza; especialmente a la hora de levantarse: que alguien le gritara y empujara fuera de la cama no ayudaba nada a empezar bien el día. Casi por instinto, o debido a ganas de revancha inconscientes, acertó a darle una buena patada en el muslo mientras se alejaba de las manos que intentaban tirarlo, cayendo así de la cama y arrastrando el edredón consigo. ─ ¡Y yo en tu puta madre! ¿Se puede saber qué coño pasa ahora? ─ exigió incorporándose de un salto, fijando sus ojos en el otro como si creyera que se hubiera vuelto loco y nadie pudiese convencerle de lo contrario. Porque, siendo sinceros, no encontraba otro motivo por el cual podría cometer la locura suicida de atacarle mientras dormía: es evidente que había olvidado por completo lo que estaba sucediendo hacía apenas unos minutos, ni tenía la menor idea sobre quién había empezado con aquello.

Mientras mascullaba algo no apto para todos los públicos sobre cierto pelirrojo allí presente, quitó del medio el edredón de una patada que no denotaba demasiado buen humor por su parte. Incluso se preguntó cuandos años podrían caerle si no conseguía reprimir los impulsos asesinos que probablemente le hubieran llevado a hacer alguna barbaridad, pero por algún motivo aún desconocido supo contenerse. Se limitó a recoger un par de vaqueros supuestamente limpios del suelo y a dirigirle una torva mirada de advertencia. ─ Sé útil para variar y prepara algo de comer. ─ dijo (más bien ordenó) en un tono que no admitía discusión alguna, a riesgo de que su limitada paciencia terminara definitivamente. Saqueó la poca ropa amontonada en el armario, pues la mayoría se hallaba desperdigada por el suelo de la habitación o en paradero desconocido, y salió de allí todavía rechinando los dientes. Estaba bastante cabreado, y sólo por hacerse una idea, si pasaba un minuto más en aquella habitación acabaría el día entre rejas. ¿Qué había sido del buen clima, de la "camaradería" por así decirlo, de todo lo que habían logrado? Pues al parecer ya quedaba poco de eso. Tiró la ropa al suelo del baño y abrió el grifo de la ducha. Entre que se desvestía (aunque sólo llevase la ropa interior) su reflejo le devolvió un chasquido molesto. Allí donde la mejilla le ardía se encontraba una marca rojiza, con la perfecta forma de los dedos del otro imprentada en ella. Sólo al verla le dieron ganas de devolverle la jugada al conejo, pero debía ser razonable, nada bueno podría salir de aquello. Apartó la mirada del espejo y se dió una ducha fría (era demasiado impaciente como para esperar que el agua se calentase), que le ayudó a despejarse y olvidar los escalofriantes recuerdos de la noche anterior. Al salir se puso los vaqueros y una camiseta negra que hacía parecer su piel aún más pálida y brillante. No estaba ni mucho menos contento, pero al menos el ceño fruncido había desaparecido, así como las gotas heladas difuminaron en parte la marca de su rostro.

Con una toalla a los hombros secó su cabello sin el más mínimo cuidado, casi frontándolo como una lavadora centrifugando, aunque no tardó en adoptar su forma habitual. Habiendo entrado a la cocina deslizándose cual sombra somnolienta, sacó una cafetera y un bote de café de uno de los armarios (evidentemente no tenía más máquina que esa, y solía olvidar comprarlo preparado). Mientras la vitro se iba calentando llenó la parte de abajo de agua en la pila, donde lamentablemente los platos seguían amontonados formando una torre de frágil equilibrio. Luego puso el café en el filtro, lo cerró y lo dejó hasta hervir. De haber sido un día laborable hubiera salido a toda prisa hacia el taller, tomado un café tibio y aguado de la máquina, dedicado la tarde a estudiar (cuando evitaba ser arrastrado por sus compañeros a algún bar, cosa cada vez más sospechosamente frecuente) y volver a casa, tal vez solo o tal vez no. Básicamente esa era su rutina de lunes a viernes, no es que su vida cambiara demasiado durante el fin de semana. Entonces podía dormir toda la mañana si se le antojaba, o al menos eso hubiera pretendido si alguien no lo hubiera despertado golpeándole en la cara. Se preguntó si sería una especie de compensación por haber saltado sobre él antes, en cuyo caso debía admitir que era justo (y por supuesto nunca lo haría). Como tenía por costumbre, se apoyó en el borde de la encimera y cogió una taza de uno de los armarios superiores, a decir verdad era todo un milagro que siguiera quedando vajilla limpia. Casi nunca se sentaba a la mesa, las pocas veces que tenía tiempo para comer en casa, se quedaba de pie junto al banco y luego salía corriendo hacia donde fuera que llegase tarde. Vertió el café aún hirviente en la taza, sin leche ni azúcar ni nada. Había hecho suficiente para al menos dos o tres más, y presentándose el día tan prometedor es probable que acabase necesitándolas.
Gareki
Masculino

Akemi Kido Lun Oct 28, 2013 11:16 am
Conejo
A pesar de los manotazos y el dolor en su cadera eso no era comparable en absoluto con el rodillazo que poco después le dio el mayor la cual  le permitió observar el infierno en primera fila, y que aunque no le dio justo en la cadera aun así sintió como la onda expansiva del golpe le recorría todo el cuerpo y se intensificaba en la zona de la cadera haciéndole desear la muerte de su compañero de cama y la suya propia - ¡¿Como que qué me pasa ahora?! ¡Joder, si me has dado un bocado que casi me arrancas la carne, imbécil! Tsk...y encima será mi culpa - Refunfuñó entre dientes sobándose entonces la mordida con dos de sus dedos y aparte con la otra mano el golpe en el muslo, y todo a la par que asesinaba al moreno con la mirada, joder que mala leche, pedazo de idiota cabeza hueca. Y le daba igual que le mirase como si estuviera loco o algo por el estilo y fuera a asesinarle por ello de un momento a otro, no es como si él no pensase en hacer lo mismo, y aunque sabía que no debía molestar a este bajo pene de asesinato brutal, maldita sea si le mordía de semejante forma no se iba a quedar parado así como si nada, y suerte que le pegó un manotazo a tiempo pues sospechaba que aquel imbécil era capaz de ir a más, y como que eso de sentir dolor no le gustaba mucho.

Podía sentir como su sangre se calentaba más y más hasta llegar casi al punto de ebullición gracias a todas esas hermosas palabras y halagos tan variados por parte del descerebrado de su amo. Aún así el conejo no decía nada, es más, incluso parecía tener dibujada tenue sonrisa en sus labios, aunque por supuesto en el fondo estaba deseando castrarlo de una patada, y posteriormente lanzarle por la ventana, como mínimo.
Gruñó suavemente al sentir como el edredón escapaba a su tacto y el frió, o más bien el cambio de temperatura de hacía eco en él, y aunque intentó ir lo más rápido que pudo de vuelta a por esta la mirada de ogro del otro le detuvo, admita que no podía competir con él en una batalla de miradas de esa calaña, además algo le advertía que no era bueno tocarle mucho la paciencia al otro a menos de que posiblemente desease la muerte, o una tortura extrema...pero no, mejor se callaba e intentaba tragarse la ganas de retorcerle el pescuezo.
Rodó los ojos y suspiró con desgana gateando por la pequeña cama y bajar de esta tal cual si fuera un zombie – Si, amo Gareki – Respondió en un tono realmente desganado y de obediencia cansada mientras dejaba de nuevo la colcha sobre la cama así tal cual, ya la arreglaría más tarde, de todas formas tampoco pensaba que fuese una prioridad y más viendo el estado general de la casa, tenía mucho trabajo por delante. Giró la cabeza observando toda aquella ropa esparcida por el suelo mientras el otro se dirigía al aseo; observó el armario con detenimiento y de nuevo el suelo, y así varias veces – Creo que quería ponerse moqueta pero no le llegaba para comprarla... - Recogió las prendas tan rápido como pudo y las colocó igualmente sobre la cama a la cual al final había puesto la colcha más o menos bien, simplemente la dejó más o menos bien estirada, un poco doblada pero daba igual.

En eso mientras el otro se duchaba fue igualmente al aseo, aunque al principio se quedó dubitativo tomando el pomo de la puerta no sabiendo si entrar o no, no recordaba muy bien si había cortina o no, como el día anterior estuvo solo no se preocupó en ponerla, además no llevaba ni un mísero día allí ¿como se iba a acordar?. Daba igual, debía arriesgarse, además iba a pasar meses allí, y no es como si el otro tuviese algo que él no...bueno, quizás en tamaño si, pero nada más. Con la mano un tanto temblorosa empuñó el pomo haciéndolo girar suavemente y asomando la cabeza por el hueco que había abierto - ...- Entrecerró los ojos sonriendo aliviado al apreciar como una cortina de baño cubría la silueta del mayor, cabía decir que estaba un poco amarillenta, no debía ser muy buena. Se aproximó al lavamanos y abrió el grifó para echarse agua a la cara y así despejarse un poco, y tanto que se despejó, estaba congelada; se tornó incrédulo suponiendo que el azabache debía estar duchándose así, iba a darle una hipotermia al muy imbécil; pero no le diría nada pues sabía que no era buen momento para regañarle o llamarle la atención. Volvía la mirada observando su rostro en el espejo vislumbrando aquellas marcas perfectas de dientes en su hombro, aunque más bien era una media distancia entre el cuello y este; era un tanto molesto al tacto, pero por suerte no llegaron a más, aun así eso no hacía que se le quitasen las ganas de mandar un buen rato a la mierda a su compañero de piso.

Yendo a la cocina maldiciendo mentalmente desde Gareki hasta su situación actual se dispuso a cocinar algo, pero la nevera y su contenido no le daban muchas opciones, como mucho podían comprar un trozo de tarta de chocolate que había, pero para él aquello todo un lujo y tomarlo para el desayuno eso era el súmmum de los caprichos. Cerró el aparato y se giró en busca de algo observando todos los platos amontonados, hubiera sido demasiado bonito encontrarse la pila con algunas pocas cosas. Tras rebuscar un rato encontró un paquete de harina que parecía estar en buenas condiciones, y aunque no había leche mezcló esta con agua hasta obtener una masa entre sólida y líquido. Asió un cazo el cual parecía estar casi nuevo, casi le extrañó no ver la etiqueta aun y tras calentar la sartén vertió lo que sería la primera tortita.
Entretanto se quedó pensativo sobre toda aquella situación, más específicamente en su relación con Gareki. A veces se llevaban a matar y otras parecía como que realmente congeniaban, pero siempre volvían al punto inicial. Vale que solo llevaba allí unas horas, pero en ese tiempo realmente sintió como empezaron a conectar bastante bien conforme se iban abriendo el uno al otro, pero claro, ambos eran de personalidad fuerte, vale que el conejo en verdad lo hacia aposta y que si aflojase un poco posiblemente todo iría mejor, pero no le era tan fácil. En la tienda bien le enseñaron que no debía fiarse de la gente tan fácilmente, y eso se lo repetían constantemente los pets con más experiencia allí tras tener otros amos, aunque Gareki no le parecía tan malo, aunque eso de ser despertado a base de mordiscos salvajes no le hacía mucha ilusión.

Para cuando llegó el moreno no tenia más de 3 tortitas hechas, la verdad es que fue rápido en ducharse, por suerte mientras llegaba a paso de zombie y se preparaba el café aquello le daba chance a hacer algunas más entre que se calentaba el gua y todo eso – Espero que te gusten, no habían muchas opciones y aparte del trozo de tarta de chocolate que compraste solo estaba el paquete de harina, ni siquiera hay leche... - Pronunció suavemente esperando no recibir la consiguiente reprimenda por parte del otro, rogaba que con esa ducha fría se le hubiera bajado aquellos malos humos que tenía hacia unos minutos. No mucho después dejo el plato con las tortitas sobre la mesa y apartó la sarten dejandola en la encimera – Listo, espero que te gusten, y si no pues te fastidias, haber comprado más cosas... - Tras eso colocó dos platos más sobre la mesa y un vaso con agua para él; cabía decir que solo quedaban 3 platos más, un vaso y una taza en el armario, penoso. Se sentó a desayunar  tomando los cubiertos al final y posando estos en la mesa – Buen provecho – Pronunció casi sin mirar al otro empezando a comer tranquilamente, era fin de semana así que no había prisa, además hacia tanto tiempo que no comía tortitas que deseaba apreciar cada bocado incluso a pesar de no ser más que harina y agua frita acompañado de más agua.
Levantó su mirada esperando a que el otro dijese algo al respecto, no sabía si le gustaba más o menos lo dulce, así que al final optó por dejarlas tal cual, aunque bien podía haber deshecho azúcar en un momento para hacer así caramelo y ponérselo por encima, pero ya si eso otro día mejor.
A veces le daba por rascarse  la mordida, pues se le hacia molesto a ratos, y una de esas veces se dio cuenta de que aparte de que estaba ridículo, la ropa le venía enorme, tanto que se le caía por el hombro – Necesito ropa nueva – Sentenció tajante de pronto observando la camisa y aquella ridículas mallas – No digo que me tengas que comprar un montón de ropa y de la buena, con ir a una tienda de estas baratas o incluso en caridad me basto, con un par de pantalones, 3 camisetas y una chaqueta me conformo, si quiere cómprame uno de cada hoy, pues si no tienes casi para comer dudo que tengas para ropa...mejor solo cómprame la chaqueta, puedo lavar mi ropa el resto de días – Cambió bastante rápido de opinión conforme iba hablando, pero se dio cuenta de que prefería comer todos los días comida medio decente a comprar ropa, además tampoco iba a salir todos los días, y eso si Gareki le dejaba salir de casa siquiera.
Akemi Kido
Masculino

Gareki Miér Oct 30, 2013 6:47 pm
Amo»Humano
Mientras Akemi deambulaba por la cocina absorto en sus tareas, el moreno le seguía con una mirada en la cual aún quedaba rastro de cierto resentimiento. Le costaba olvidar que básicamente le había despertado a ostias y, no contento con eso, tirado a patadas de su propia cama, cosa que como es comprensible ni le hacía gracia alguna ni consideraba la forma más alentadora de comenzar el día. Ya un poco más relajado, después de una ducha fría y un sorbo de café amargo y humeante, debía reconocer que era agradable tener a alguien trajinando por allí. Las mañanas solían ser silenciosas y solitarias para el joven estudiante. No abría la boca hasta su llegada al trabajo, donde se veía obligado a un contacto más cordial que los gruñidos y gestos de cabeza a los que acostumbraba compartir con sus vecinos. El conejo se afaenaba en poner la mesa, acabar de cocinar una extraña masa parduzca y uniforme calificada de tortitas; todo ello sin dejar su alegre (aunque quejumbrosa) charla suavizada. Gareki se limitó a un asentimiento que podía pasar por un gesto de comprensión, tal vez agradecimiento, después de todo hacía lo posible con tan escasos recursos. Debido a las prisas de la noche anterior se le había olvidado comprar un par de cosas elementales, pero podían pasar sin ellas durante un tiempo. Se deslizó en una de las sillas, revolviéndose en ella hasta adoptar una forma cómoda pero inverosímil para unas piernas demasiado largas. Observó con cierta desconfianza lo que tenía servido en el plato, a decir verdad hubiera preferido un pedazo de tarta helada pero no iba a hacerle ese feo al pelirrojo. Además, si comía con tantas ganas, no estaría tan mal. Masculló otro “buen provecho” con la voz ronca y áspera que tienen algunos hombres nada más levantarse, llevándose el tenedor a la boca. El sabor no era nada del otro mundo, pero cualquier intento de comida casera era de agradecer, y tampoco es como si él pudiese hacerlo mucho mejor. ─ No está mal. ─ comentó, con ese tiempo las cosas calientes entran bien. Le sorprendía que tuviera tanta imaginación para la cocina (o eso le parecía con sus conocimientos nulos sobre esta), o al menos cómo sabía apañárselas usando lo más básico.

Hubo una breve pausa durante la cual reinó un silencio ameno, acompañado por el chirrido ocasional de los cubiertos contra el plato. Se sirvió una segunda taza de líquido negruzco, haciéndole un gesto al otro por si también quería una. ─ ¿Café? ─ después de la experiencia con la cerveza podía imaginarse la respuesta, parecía más dado al dulce que a cualquier otro sabor. Alzando la vista de las tortitas para buscar una respuesta, vio cómo se llevaba una mano al cuello, a la herida que supuestamente le había provocado por accidente. Incluso desde la distancia podía apreciar las hendiduras pausadas en forma circular, que comenzaban a pasar del rojizo a un tono amoratado. A judgar por su tamaño, debía haberle dolido bastante. También tenía la vaga sensación de haberle golpeado (sin querer, claro) durante el confuso momento mientras se despertaba y caía de espaldas al suelo. Intentó buscar en sus recuerdos recientes alguna pista de su culpabilidad; preguntándose cómo pudo morderle firmemente estando por completo inconsciente. Pero tenía la memoria en blanco, todos los recuerdos anteriores al chasquido contra su pómulo desaparecieron. Viéndolo desde esa nueva perspectiva, resultaba natural actuar en defensa propia o instinto, pero no por ello dejaba de ser un malentendido. Nunca había intentado ninguna terapia seria para erradicar sus extraños hábitos nocturnos, normalmente no solía molestar a nadie, y en caso contrario, sólo conseguía que las visitas se marchasen un poco antes de lo previsto.

Al escuchar sus palabras, le echó un descarado vistazo de arriba a abajo, recorriéndolo con la mirada para verificar que fuera cierto. Sólo podía rendirse ante la evidencia: la camiseta, en principio de manga corta y cuello semicerrado, caía por los hombros hasta más allá de los codos. El pantalón empezaba a ser visible un poco por arriba de sus rodillas, puesto que se sujetaba por la cintura, como una especie de saco agujereado. Tal era el contraste, parecía haber sido el conejo quien había encogido en la lavadora y no al revés. Se recordaba a si mismo cuando era más joven, porque suene creíble o no, Gareki solía ser más bien pequeño y enclenque, el canijo que heredaba los harapos de los chicos mayores. O al menos así fue hasta que empezó a crecer de forma desproporcionada y a un ritmo alarmante, alcanzando finalmente su estatura actual. No parecían haber muchas probabilidades de que al conejo le sucediera lo mismo, aunque con estas cosas... en fin, nunca se sabe.

De cualquier modo, era un hecho innegable. Bien podría ponerse ese tipo de ropa en la intimidad del hogar. Al moreno le importaba poco porque las prendas le venían cortas, sólo las guardaba por si algún día le fallaba la lavadora o se quedaba inexplicablemente sin más ropa que ponerse (y también porque le daba una pereza tremenda ponerse a ordenar el armario a esas alturas). Pero nunca podría salir a la calle vestido con ese atuendo ridículamente grande, casi envuelto en mantas. No dejaría que ningún listo aprovechase para acusarle de abandono o malos tratos. Además, por el momento Akemi había resultado muy poco exigente, si se lo pedía es que debía necesitarlo de verdad. ─ Salta a la vista. ─ contestó con un deje de ironía. Mientras seguía hablando y cambiando de ideas al mismo tiempo, el mayor volvía a mostrar un gesto molesto, ya que encontró en la voz del otro la desesperanza de quien le pide un préstamo a un vagabundo. ─ Deja de decir idioteces. Puede que me falte dinero para colmarte de caprichos, ¿pero crees que te hubiera comprado si fuera incapaz de mantenerte? ─ preguntó de manera retórica, de ser así hubiera asegurado su propia ruina. Aunque viviera de forma modesta debido a su estilo de vida (entre el trabajo y los estudios, pasaba gran parte del tiempo fuera de casa) no significaba que estuviera en la bancarrota. ─ No soy tan pobre como pueda parecer. Gano dinero y tengo ahorros. Además, no quiero que nadie me acuse de que vives en la miseria por mi culpa. ─ hizo una pausa para terminar con la segunda (y ya última) taza de café. Dejó a su vez los cubiertos sobre el plato, levantándose de la mesa para retirarlo. ─ De todos modos hoy no trabajo ni tengo nada que hacer, en principio. Supongo que necesitarás esas cosas cuanto antes... ─ si empezaba a echar cuentas, dado que el conejo solo había venido con lo puesto prácticamente debería comprarle un pequeño armario: camisetas, pantalones, chaquetas, ropa interior, calzado o lo que carajo le gustase llevar, todo ello dentro de un precio razonable y fuera de la excesiva extravagancia. ─ … entonces, hoy podría pagar algunas. Pero no te pases. Sigo sin ser millonario. ─ le advirtió, sólo por si acaso, afortunadamente no parecía del tipo caprichoso o excéntrico. Estaba perplejo por su propia generosidad. Reconocía que era un agarrado en cuanto a dinero se trataba, pero tampoco iba a dejar que su mascota fuese por ahí con la ropa hecha jirones. De todos modos sería mejor que no se hiciera muchas ilusiones, aquello sería algo excepcional debido a la urgencia del momento. Si deseaba algún extra debería ganárselo él mismo. ─ Cámbiate cuando termines y acabemos con esto cuanto antes. ─ dijo, las compras no le ponían de muy buen humor. Dicho lo cual abandonó la habitación (bonita costumbre la suya de dejar a la gente con la palabra en la boca) para ver si encontraba las deportivas o también habían sido absorbidas por el agujero de gusano en el cual se convirtió su armario.
Gareki
Masculino

Akemi Kido Miér Feb 12, 2014 7:17 am
Conejo
Tras escuchar como el otro aprobaba su plato esbozó una suave sonrisa y continuó comiendo como si nada. Bien sabía que no era de los mejores manjares que uno podía llevarse a la boca, pero habiendo tan poca cosa es lo único que podía hacer, aunque no negaría que en cierto modo se sorprendió por el hecho de que Gareki diese su visto bueno, pues este seguramente estaba acostumbrado a comer cosas mas apetitosas, no como él que acostumbraba a lo más simple que uno podía llevarse a la boca, o ponerse, etc, era un pobretón.
Aquel silencio prosiguió hasta que el contrario preguntó ofreciéndole aquel brebaje que lo avernos de Mordor por lo menos, detestaba el café, y no lo decía por que sí, pues ya lo había probado y bien sabía a lo que se afrontaba, una y no más – No gracias, no me va mucho...me conformo con el agua, estoy acostumbrado – Y no era mentira, más de una vez se tomaba el desayuno con agua pues no tenían en sus casa para más, realmente la economía de aquel hogar era nefasto, vivían casi en la pura decadencia y no estaba exagerando. La verdad es que cambiar de una situación tal como aquella, a estar ahora en un piso así, con calefacción central, muebles bastante cómodos, una buena cocina, y...poco más, por que la comida no abundaba y bueno, ropa, como que no tenía, pero aun así era bastante mejor que antes. Posiblemente ahora que estaría viviendo allí él se encargaría de hacer las compras, y con ello los problemas anteriores estarían solucionados, y la verdad pensando en aquello realmente el conejo dudaba entre si quedarse o no ¿que mejor sitio iba a encontrar que ese? Además el escaparse conllevaba poder ser capturado de nuevo, o vivir otra vez en la miseria, o incluso peor que antes, si eso podía ser. Quizás el dato más a tomar en cuenta era el azabache, pues quitando el hecho de que se llevaban bien y mal a ratos...¿que pasaría en el futuro con él? Pues si se ponía a pensarlo Gareki algún día conocería a alguien, y los más probable es que quisiese montar una familia o estar con su pareja, entonces en esa situación él ya no pintaba nada ahí ¿que haría entonces? Incluso en el caso de que no crease una familia, sino ya solo por el hecho de que tuviera pareja, si esta no deseaba que el conejo estuviese ahí seguramente tendría que irse, si el otro diese el visto bueno. ¿Donde iría?
Se sintió un poco asustado entonces, incluso podía sentir como una presión bastante molesta tomaba su pecho ante semejante idea, pues no solo el miedo de quedar en la nada le asustaba enormemente, sino que...al mismo tiempo sentía como que no deseaba irse de su lado, el hecho de que el mayor le diese de lado por algún motivo le dolía con solo pensarlo. Vale que le había tomado aprecio en tan poco tiempo pero...¿porqué se sentía así? Aquello solo conseguía aturdirlo, confundirle más de lo que ya podía estarlo. Eran demasiadas cosas en muy poco tiempo, ser comprado, vivir en un sitio nuevo, aceptar la idea de ser la mascota de alguien y servirle hasta...a saber.

Pero queriendo dejar todo eso de lado se centro en la ropa, era invierno y no es como para tomárselo a la ligera, aunque también era cierto que no era para nada un niño caprichoso, así que con poca cosa que conformaba, además desde su infancia estaba acostumbrado, y la gigantesca mayoría de las prendas que solía vestir eran de segunda mano o cosas casi a la misma altura.
Bien pudo sentir entonces la mirada del contrario fijarse en su cuerpo analizándolo, la cual cosa no hizo más que ponerle un poco nervioso, se sentía...raro, le gustaba que le mirase así, maldita sea, que iba que se la caía la ropa casi, tampoco hacía falta fijarse mucho. Por poco no le lanzo una de las tortitas al otro para que parase. No entendía muy bien por que se sentía avergonzado, pero lo estaba, quizás era aun por la idea de pensar en el otro como un pervertido en potencia....aun no podía quitarse de la cabeza el recuerdo del día anterior cuando le pidió que...¿pidió? No, mentira, cuando le EXIGIÓ, bañarse junto, ¡el primer puñetero día! Ponerse en bolas delante de alguien que recién acababa de conocer....la verdad es que muy buena impresión no le dejó, por suerte finalmente aquella tortura no se cumplió por suerte, pero el daño ya estaba hecho.

Al escucharle se le escapó una suave risa incrédula rodando entonces los ojos y mirando al otro como si hubiera dicho la novedad del siglo...pero sarcásticamente – Gracias por la aclaración, no me había dado cuenta....pensaba que esto era una nueva moda ¿no te jode? - Chasqueó la lengua entonces y continuó comiendo diciendo entonces todos aquellos cambios de opinión sobre la cantidad de ropa que necesitaba....si seguía así al final acabaría diciéndole al otro que con que con la intención bastaba. De todos modos se vio un tanto sorprendido ante como el otro le llamaba la atención sobre aquel tema, y sin pensarlo simplemente lo soltó – Bueno, hay mucho imbécil suelto, nunca se sabe – Si, básicamente le había lado un sartenazo en toda la cara al otro con aquel comentario. ¿Pero él que sabía si lo que decía era cierto o no? Al menos las pruebas a las que se remitía no iban mucho en favor de este, era innegable, pero también era cierto que al ser un chico que seguramente se pasase más tiempo fuera de casa que dentro y aun encima vivía solo, era normal que tuviera tan pocos recursos.
Al escuchar al otro agachó la cabeza algo entristecido e inspiró hondo negando suavemente con la cabeza – Contigo siempre podré vivir mejor que antes...sé lo que es vivir en la miseria...me las puedo apañar...así que no digas eso – Poco a poco tu tono se volvió un poco más serio y siguió comiendo como si nada, aunque más bien más que comer parecía que engullía más bien, quizás por la rabia de todos recuerdos aun bastante latentes, cada vez se sentía más resentido con aquellos a los que solía llamar padres...seguramente si se enterase de que era adoptado sería realmente feliz, aunque ello no cambiase su pasado.

Pronto acabó con el desayuno levantándose entonces y dejando las cosas sobre el fregadero escuchando atentamente al mayor dejándolo notar por el hecho de que su largas y rojizas orejas volteaban en la dirección de este, como si fueran totalmente independientes del menor – Ya te he dicho que con lo mínimo me conformo, no te preocupes, no es que me vaya a volver loco queriéndolo todo...solo deseo ropa que caliente bien, el como me vea me da un poco igual...pero si te hace ilusión comprarme algo más...guay...n-no te lo negaré – En eso giró el rostro un tanto avergonzado abriendo el grifo y aclarando un poco el plato y los utensilios antes utilizados. Mentiría si dijese que no le hacía ilusión ir de compras, rara vez había podido ir a las tiendas y no solo para ver, además habían cosas tan geniales a veces...y...un yukata, oh si, pronto sería año nuevo...bueno, “pronto” pero aun así...era la ocasión perfecta, aunque dudaba que Gareki le fuera a comprar uno, ya se lo había advertido antes, no podía colmarle de caprichos y no debía pasarse...bueno, aun había tiempo hasta entonces, no pasaba nada.
Sonrió suavemente tras escucharle y afirmó con la cabeza girándose para estar frente a él – Iré a cambiarme mientras tu terminas....oye...por si acaso ¿tienes una chaqueta de sobra? Ya sabes...la mía como que no es gran cosa....y da igual si me queda enorme, es por no congelarme y esas cosas – Preguntó fijando aquellas dos grandes orbes azules en el rostro del otro, tan soso y rancio como...¿ayer? Bueno, no se lo tomaría en cuenta, aun estaba tratando se sacarse al zombi interior que tenía seguramente. Tras escuchar la respuesta de este simplemente llevó una de sus manos hacia la cabeza del contrario acariciándole suavemente la cabeza dejando que aquellos pequeños rulos se enredasen suavemente entre sus dedos– Cuando termines moja un poco el plato y deja las cosas en el fregadero – Así pues caminó con energía hacia el cuarto tomando sus ropas y empezando a desvestirse, eso si, colocándose cerca de uno de los radiadores.
Akemi Kido
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