Tarde..pero siempre se cumple no?

Lentamente el chico caminaba por aquellos pasillos entre las habitaciones de las mascotas que se encontraban aún a la espera de que alguien, de aquellos seres como él, que se hacían llamar “amos”, para que les retiraran ¿Qué creían? ¿Acaso se creían aquellos seres que serían comprados? Estaban allí hacía más de seis meses, al menos, ese era el tiempo en el cual él se encontraba en aquella tienda y en ningún momento habían salido – Incrédulos – fueron suaves sus palabras al tiempo que sus pasos sonaban apenas, dando ligeros toques contra su pierna, dando un ritmo bastante peculiar. Su mirada, agua verde azulada se posaron en una de las celdas mientras dibujaba una suave sonrisa, algo atrevida, recordando ese número perfectamente – Ochocientos setenta y seis – pronuncia de forma apenas audible, apreciando la vacía habitación que una vez ocupó su mascota, aquella felina que había comprado hacía un tiempo para simplemente no dejar la casa sola, pero que, poco a poco, esa relación tan “extraña” se había vuelto algo cotidiano en su vida, relación que desapareció con la desaparición de ella. De un momento a otro, y casi alcanzando casi tres cuartos del recorrido, pudo percatarse del sonido generado por la campanilla que indicaba el ingreso de alguien a al tienda. Suspira apenas suavemente en respuesta a lo que sus oídos escuchaban para simplemente avanzar lentamente – Tssk… Ya debo trabajar – murmura con una leve molestia, mas no mostró signos de ésta en su expresión. Alcanzó la puerta que separaba la tienda de aquél “depósito” de mascotas, para atravesar el umbral tras haber alcanzado con su mano el pestillo de la misma – Ciaossu – dijo educadamente, dibujando una leve sonrisa en sus labios tras avanzar hasta colocarse en la parte trasera del mostrador, posando la vista sobre la imagen que tenía frente a sus ojos - ¿En qué puedo servirle? – preguntó con la misma cortesía, dando una falsa imagen de cordialidad aunque muy bien cubierta, imposible de que pudiera percatarse la molestia de tener que trabajar a esas horas tan tempranas. Miró fijamente la silueta de la joven y, luego de tomar un catálogo de mascotas, se lo entregó junto con un formulario – Bien, allí podrá encontrar las mascotas ubicadas en éste lugar y lo otro es para rellenar una vez consiga algo a su gusto - comentó tranquilamente, con una voz algo fría, la cual era típica en él, señalando primeramente al catálogo y luego el formulario, entregándole finalmente un bolígrafo.