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Solo no lleges tarde -priv.

2 participantes
Soul Eater Lun Mar 05, 2012 3:12 pm
Amo»Demonio
Ya regresar de la tienda fue un martirio, había frio pues se hizo de noche además de que sin saber porque fui a comprar algunas cosas. Esperaba que no tardaran en traerme a mi nuevo hibrido, no sabía cómo reaccionar al encontrar un nuevo pet, tenía suerte de tener devolución pero muy en mis adentros era seguro que eso nunca sucedería, lo dejaría libre si no fuera feliz conmigo aunque era imposible que alguien no lo fuera conmigo…Este chico si que era un poco egocéntrico pero que se podía esperar de alguien, a veces se mentía si con eso fuera a ser feliz… Al entrar al departamento me fije del gran desorden que había, seguramente una de las cosas que haría la mascota sería limpiar, no es como si le hubiera hecho para él pero tenía pocas ganas de hacer eso.

Apenas tenía tiempo con las giras y conciertos; lo que venía siempre haciendo era descansar, bañarme y revisar algunas cosas, comía fuera y toda mi vida era movida. Olvidas algo Soul, recuerda que siempre te sientes solo, no hay nadie que te espere al llegar a casa, la gente con quien trabajas sabes que solo están por ti porque eres alguien famoso y trabajan para ti… nunca haz sentido a alguien como un amigo y seguramente tardarías en escuchar tu nombre de pila por ellos…Eran cosas que me importaban poco así que esperaba sentir ayuda por mi nuevo pet, solo pet, odiaba las otras razas. Odiaba los sirvientes solo obedecían como regla y eran aburridos, manteniendo ese roll y no ser lo que eran, los esclavos eran lo peor para él simple y humanos que por no tener algo se hacían esclavos, androides para ser más exactos no le gustaba las cosas hechas era mejor lo natural. Solté una leve risa de solo pensarlo. Los pets eran lo más indicado para mi, me gustaban que no fueran normales y que tuvieran su forma de ser además lo que le daba risa un poco es que fueran atrapados y la mayoría estuvieran encontrar de ser pet, como si los salvara.

Me tire a un sofá y sin quitarme el abrigo negro, tenía también los lentes, podían imaginar que tan cansado estaba y lo malo es que mañana seguramente hubiera ensaño, al menos metería la escusa de que debía cuidar a su mascota, si muy buena escusa y me podría tomar hasta una semana si fuera muy buen actor. Ahora buscaría el control de la tv, entre las cosas que estaban, moví un poco la ropa que estaba en el sofá y otras cosas, enserio apenas podía vivir ahí. Segundo problema era ver dónde colocar al pet, tal vez en el sofá o en la cama, si es que llegaba a la cama antes de no ser comido por el desorden.

Su mente solo tenía la idea de pensar como sería él pues apenas pudo ver las cosas el pobre albino ya que tenía tanta flojera de leer las descripciones e historial, odiabas enterar de las cosas de otras personas y mejor era esperar a que el mismo te lo digiera, solo habías visto su rostro, parecía alguien mayor pero igual seguramente tú eras mayor a él. Aunque te impondrías y te pondrías bien en el lugar de amo y uno muy caprichoso.

Que será del pobre pet que ahora estará bajo tus cuidados eso si no eres tu el que esta a sus cuidados…. Hay mi pequeño Demonio~
Soul Eater
Masculino

Soul Eater
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Ni yo mismo lo se~


Yves A. Blachard Vie Mar 09, 2012 10:52 am
Híbrido
Advirtió la presencia incluso antes de que sus nudillos llamaran con suavidad a la puerta. Se sorprendió gratamente al comprobar que aquel veloz taconeo no pertenecía a los gorilas de seguridad, quienes habitualmente solían encargarse de llamar a los pets. En su lugar, apareció una joven bonita y sencilla, un poco bajita a su gusto. Tímidamente, pronunció esas dulces palabras que Yves había esperado por tanto tiempo. «Muchas felicidades, ha sido usted adquirido por un nuevo amo. Por favor, sea tan amable de recoger sus pertenencias y acudir a recepción lo más rápido posible. El coche le espera.» tras lo cual la escuchó alejarse a paso raudo y apresurado. No, no estaba tan mal. El híbrido sonrió para sus adentros. La mayoría de mascotas detestaban aquel trágico momento en el que eran vendidos como vulgares objetos a completos desconocidos, pero él llevaba deseándolo desde su llegada a la PetShop. Por varias razones: la primera, esa era la gracia de ser un esclavo (o mayordomo, o mascota, o lo que quiera que fuera). La segunda, porque aquella venta representaba un hermoso pasaporte hacia su ansiada libertad. Acostumbrado como estaba a los grandes lujos, odiaba ese tedioso lugar: una habitación minúscula y ridícula, una comida penosa, un trato totalmente indeseable... a decir verdad, no pensaba que fuera a resultar tan... aburrido. Pero tampoco se arrepentía. Él había tomado esa decisión, para lo bueno y para lo malo. Además, ¡qué más daba! Finalmente, la espera había terminado. Era el momento.

Se incorporó en la cama con un ligero bostezo. El invierno aún se ceñía sobre las cúpulas de la ciudad, si bien en el cuarto era agradablemente cálido. Se dirigió al armario para terminar de vestirse. Se suponía que era una ocasión especial, pero no tenía intención de demostrárselo a nadie. Una camisa blanca sobre vaqueros oscuros. Elegante y sencillo, como siempre. Apenas tardó un par de minutos en guardar el resto de su ropa en una pequeña maleta de mano. Ni siquiera se miró al espejo por última vez. Sabía que no podía fallar. Sin una palabra de despedida o consuelo, los guardias lo custodiaron hasta un flamante BMW negro, el cual lo llamaba con el ronroneo apremiante del motor. Pese a que se había vuelto bastante popular en el lugar, no vio motivos para comunicar su ausencia. Nadie lo vio marchar. En fin, tampoco tardarían demasiado en darse cuenta. Apenas dirigió una mirada al chófer, quien, para su suerte, tampoco parecía muy hablador. Veía pasar sombras borrosas frente a sus ojos, mientras fantaseaba con aquel encuentro, más próximo a cada segundo. ¿Cómo sería? Aunque no se hacía ilusiones, era un hombre curioso. “Lindo y rico, o al menos, eso espero”. Tenía el presentimiento de que sería un varón, pero nunca podría estar seguro hasta haberlo visto. A medida que se alejaban de las afueras, iban adentrándose en las entrañas de la ciudad. Cuando quiso darse cuenta, el auto se detuvo frente a un bloque de apartamentos. Yves alzó una ceja, entre sorprendido y escéptico. Por debajo del murmullo de sus pensamientos, el conductor citó planta y puerta, antes de indicarle manualmente que saliera del vehículo lo antes posible. A decir verdad, prefería ir solo. Supuso que hacía frío, porque el de delante temblaba en su asiento y las aceras estaban resbaladizas por el hielo. Ya había anochecido. Sin muchos miramientos y con un último gesto silencioso, tomó su maleta y entró al edificio antes de que el coche se perdiera al final de la carretera.

No le tomó mucho tiempo subir por su propio pie hasta el piso señalado. Comprobó mentalmente la dirección, y, en efecto, no se había equivocado. Sonrió para sí. Quizá se lo tomaba demasiado en serio, aunque no se sentía en absoluto inquieto. Más bien, intrigado. ¿A qué clase de víctima idiota serviría esta vez? Si se conociera tan bien a sí mismo, juraría que incluso estaba un poco emocionado con todo aquello. Su sonrisa se hizo más amplia. La puerta estaba cerrada, y no creyó oportuno intentar abrirla por sí solo, no en aquella ocasión, por lo menos. Le aburría terriblemente dejar el control de la situación en manos ajenas, pero ya tendría tiempo. Simplemente, se limitó a tocar el timbre.
Yves A. Blachard
Masculino

Soul Eater Dom Mar 11, 2012 6:59 pm
Amo»Demonio
Habían pasado 15 o 20 minutos desde que llegue a casa y mi cansancio no se hizo esperar, no tarde demasiado después de haber colocado cualquier canal, me quede dormido como siempre, de lado y abrazando una almohada, ni quitado los zapatos, nada, me gustaba estar así de desordenado era mi manera de ser y odiaba un poco ese orden que tenían las personas. Aun dormido en mi mente seguía rondando como sería él, le agradaría o cosas así, era raro que le tomara tanta importancia cuando solo lo compre por puro capricho… Mentiroso… Era poco lo que sabía de él.

Unos minutos más fue cuando el timbre toco y sin fijarme di la vuelta y caí del sofá golpeándome el cabeza, doloroso de verdad y la cosa que apenas me dio ganas de quejarme quedándome un momento ahí tirado mientras tocaba mi cabeza para ver si no había sangrado. Comenzó a levantarme sentándome mientras me preguntaba quien era, podía ser mi paquete o alguna clase de molestia… prefería la primera aun que ahora entraba en los dos por haberme causado el dolor en la cabeza. Me levante apagando el televisor, esperaba que no se molestara por el “poco” desorden que tenía. Patee algunas cosas en el camino y me acerque a la puerta abriendo, dio un paso atrás al ver al mayor, me sorprendí pues era más alto de lo que me esperaba… vale yo no era tan alto que cualquiera podía superarme pero parecía más bajo en la fotografía. Desvié mi mirada mientras daba paso para que entrara en el departamento… Quien sabe cómo le hacía el demonio para colocar de esa manera uno de los departamentos más costosos del edificio, en verdad era muy espacioso pero ahora terminaba en un desastres, si uno se fijaba bien lo único que podía salvarse es el estudio, que no se veía a primera vista uno debía meterse aun más para notarlo claro que era porque ahí estaba el piano, bueno más que uno era su estudio de música per igual era un desastre, solo donde estaba el piano de cola brillaba y era notorio… Evite la mirada unos segundos pero debía comenzar a presentarme, me mordió un poco el labio para luego levantar la mirada, en verdad era alto. –Bienvenido, yo soy tu amo, Evans Soul –No le estreche la mano pues no le vi necesario, camine de regreso al sofá suspirando un poco, este era el ángel… bueno hibrido que obtuve. –Espero e ignores por hoy el desorden, no siempre estoy aquí y a veces parece que no vivo aquí –Explique rápido mientras me sacudía la gabardina y me la quitaba.

Estaba un poco nervioso pues no quería pensar que era un desorden su vida como su casa, mantuviste un gesto de tristeza por unos instantes para luego sonreír un poco no te gustaba estar así y menos por alguien nuevo. –Espero tener tu ayuda para arreglar el lugar Yves –Ampliaste tu sonrisa y lo observaste desde tu lugar. –Te puedo llamar así, ¿no? - No ibas a impresionar a una persona y no tenías que afectarte algo, tú eras alguien que hacia lo que quería y así eras increíble. –Olvídalo así te llamare, es corto llamarte así y no me gusta hablar demás, espero podamos llevarnos bien o al menos no pelearnos –Aclaraste mientras acomodabas tu cabello aunque más que nada lo revolviste. Solo observaste con esos ojos rojos, tan rojizos como la sangre que apenas brotaba, albino como tú, algo que los hacía un poco iguales pero sentías que iban a ser muchas cosas indiferentes que parecidas, sonreíste un tanto inocente con tu toque malicioso que tenías, era interesante como de momentos cambiabas esa manera un poco vulnerable a algo un poco más difícil.

Un aspecto inmutable pero era solo en aspecto, uno debía ver donde picar para hacerte caer pero por el momento todo era difícil.

Soul Eater
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Yves A. Blachard Vie Mar 16, 2012 9:56 am
Híbrido
Antes de que se diera cuenta la puerta se abrió con un chasquido. Seguramente lo habría estado esperando, aunque parecía más sorprendido que contento. Casi... ¿intimidado? Yves sonrió en su fuero interno. Bien, nada fuera de lo normal. Pese a su apariencia tranquila y apacible -rozando la inocencia-, imponía cierto respeto empezando por su presencia. Alto para la edad aparentada, pero tampoco excesivamente musculado, ni enclenque, ni enfermizo. Y siendo sinceros, no hacía falta demasiado para superar al contrario en cuanto a talla se trataba. Aún así, le gustaba. Como había previsto, se trataba de un hombre. Incluso bastante guapo, se podría decir. Inconscientemente, intentó captar más detalles de su rostro, pero el chico estaba nervioso y parecía reacio a mirarle. Cabello blanco, albino, similar al suyo -hecho que le agradó al instante-, faz sin imperfecciones visibles, armoniosas. Aspecto en general, normal y corr... bueno, informal. Respiró hondo. No era del todo tímido, pero su vacilación le inquietaba. Daba la impresión de que lo evitaba todo el tiempo. Le llamó la atención el que no tratara de saludarlo, o siquiera llamar su atención: un gesto, una sonrisa, un apretón de manos... y, por lo tanto, Yves apenas asintió momentáneamente. ─ Un placer conocerle, mon seigneur. ─ dijo alto y claro. Tenía un nombre... curioso, por decirlo de alguna manera. No sonaba mal al oído, y por sus conocimientos sobre la lengua inglesa, Soul significaba... “alma”. “Es hermoso.” reconoció. De hecho, esperaba que también pudiera darle alguna pista acerca de su portador. Pocas veces habituaba a llamar a sus “señores” por el nombre de pila, pero en aquella ocasión hubiera resultado interesante. Poco a poco, empezaba a hacerse la idea : esa compra podría significar algo. “Quizá esta vez no sea como las anteriores”, pensó, entre el desagrado y la curiosidad. Siempre era lo mismo: tarde o temprano, de una manera u otra, conseguiría adueñarse de todo y todos sin hacer prácticamente nada. Esbozó una leve sonrisa ante la idea. Más tranquilo, acompañó al joven al interior del apartamento.

Pese a que las blasfemias pronunciadas en su mente habrían hecho palidecer al Mismísimo, no pronunció palabra ni su expresión varió lo más mínimo. Había estado en casas y mansiones realmente sucias y desordenadas, pero aquello... Dios. Su siguiente comentario le arrebató toda certeza de poseer cualquier oportunidad para salvarse del desastre. ─ Por supuesto. ─ sonrió forzadamente -aunque claro, casi ni se le notaba-. Debería haberse imaginado algo así. No habían puesto un precio muy alto a su adquisición, y a decir verdad, el albino tampoco parecía especialmente rico o elegante. Dudaba mucho que tuviera servidumbre o similares. Quería decir, con un esclavo era suficiente, ¿verdad? “No por mucho tiempo.” se dijo a sí mismo. Tenía tiempo para dar la vuelta a la situación. Y además, también podía ver su lado provechoso: nunca fue esa clase de niños a quienes les gustaba compartir sus juguetes.

Asentía distraído mientras paseaba la vista por la habitación. Dejando a un lado el desorden, era una habitación bastante grande, pero nada fuera de lo normal. Un piso modesto y bien situado. Incluso se le hacía un poco extraño estar en un lugar así. Tampoco tardaría demasiado en acostumbrarse, se dijo. Procuraba prestar atención a las palabras del joven, volviendo a dirigir sus ojos hacia la figura. Justo en el momento en el cual sus miradas terminaron por cruzarse. Imitó el gesto contrario dibujando en sus propios labios una sonrisa apacible y cordial. Por el momento, no debía confiarse. Pero parecía tan fácil... un chico inocente, tímido y reservado. Unos bellos ojos carmesíes observándolo expectante, como un niño que sostiene entre sus manos las alas de una libélula. Dejó escapar un imperceptible suspiro.

─ Llámeme como le plazca, señor. ─ poco le importaba. Bien, al menos, era directo. Punto a su favor, pese a su gran paciencia, detestaba los rodeos. ─ En cambio, ¿hay alguna manera especial de la que deba tratarle? ─ amo, señor, monsieur, lord... en fin, todo desembocaba en lo mismo, pero cada cual tiene sus gustos. ─ Yo también... ─ sonrió nuevamente.
Yves A. Blachard
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Soul Eater Lun Mar 19, 2012 7:14 pm
Amo»Demonio
Fue interesante su saludo, debía ser sincero pues no sabía bien de que idioma era pero no estaba tan estúpido para captar el mensaje, estaba bien ser formal pero no quería que lo fuera tanto, eso significaba para mi que no iba a tratar de ignorar el hecho de que era una relación de Amo y Pet. Estaba bien que quisiera comenzar bien entre ambos pero quería que entendiera de que si iban a convivir desde ahora eliminara aquella formalidad.

Comenzaba a sentir algún ambiente raro, bueno aburrido y es que sentía que el ángel parecía tan tranquilo igual era normal por ser la primera vez que se conocían, cuando mire directamente a él desvie la mirada pues no me gustaba su mirada y no podía explicar por que exactamente, solo no quería verle demasiado directo. Seguía escuchando algún tipo de sobrenombre, era su amo pero como aclare detestaba ser llamado como usted y al parecer debía dejarle claro eso de alguna manera, no ahora pero cuando tal vez se lo merezca… Sigo preguntándome porque un ángel, que tienen de especial y aun más tú~ un demonio, bueno al menos no era un ángel por completo pero seguro era el porqué de no querer verlo. Soul comienza por las reglas, como si fuera un niño así debes comenzar… Me acaricie la frente y pase el cabello hacía atrás, como llamarme sería algún pequeño problema pero le devolvería el favor. –Evans, amo, Soul o Eater … Como quieras pero decídete por uno así será más fácil, ¿sí? –Agregue dando una leve sonrisa un poco sarcótica, no lo podía evitar cuando estaba un poco cansado y mi buen humor se iba. Eater... mmnm... parecía que se te había olvidado mencionar tu apellido favorito, ni te fijaste que lo mencionaste y continuaste pensando en otras cosas, Soul Eater Evans, sonaba tan interesante tu nombre, un demonio que consumia almas...

Baje la cabeza mirando el suelo, mi diestra acariciaba la parte lastimada de mi cabeza, estaba rezagado y pensaba que hacer ahora, pensé tener suerte en que el pet viniera mañana pero bueno nada esta planeado y menos cuando yo trato de hacerlo. –Creo que debería explicarte un poco como van las cosas aquí –Levante la mirada para ver le el rostro, aun estaba parado y quien sabe si iba a sentarse, debía ofrecerle pero ahora donde podía colocarse, bien no estaba mal el sofá. –Cierto, ven a sentarte luego podrás hacer guardia –Bromee aunque realmente ni tenía el tono de broma. –¿Que tanto haz traído de la pet?... –Mejor era una platica por la noche mientras pensaba, seguramente mañana llamaría a alguien para que limpie toda el departamento, como si lo fuera a hacer el ángel pero tampoco era porque le de trabajo si no para que no dañe nada.

En lo que venía a sentarse fui a buscar algo en las bolsas que deje, como dije fui de compras y decidí comprar algún tipo de objeto para él, no era como si fuera un obsequio ni eso pensé pero podía interpretarse de esa manera, me daba igual como lo hiciera en este momento. Saque una bolsa negra pequeña que tenía un moño a un lado, así me lo habían dado en la joyería y realmente me gusto. Lo deje en la mesa enfrente del sofá y de ello me senté, cruzando los brazos. –Eso es para ti, quise comprarte un collar pero no encontré ni uno de mi gusto así que preferí algo de joyería, solo por si te pierdes y alguien te encuentra sabrá que eres mío –Sonríe un tanto malditamente pero eso era lo que quería, que captaran que era mío y de esa manera también el entienda. …En verdad no tenías la intención de comprarle un simple collar, no era apropiado y menos cuando miraste la foto en la compra, sabías que se merecía eso solo por ser bello y eso le dio puntos a su favor para ser comprado sin mirar nada más que el nombre…

Dentro de la bolsa se encontraba un collar que tenía un dije en forma de cruz, era oro blanco con detalles, detrás tenía marcado en letra cursiva Pet’s Soul . Tenía para costear cosas pero no era tan vanidoso, de hecho solo era alguien vago que casi siempre hacia lo que quisiera y cuando quisiera, por lo mismo Yves se encontraba aquí por mi puro capricho… Comprarle algo fue interesante ahora era esperar la reacción, ahora lo tratabas como si tuvieras un gatito pero no cualquier gatito uno que era listo más de lo normal y comenzarías a cuidar si es que él no terminaba por cuidarte…
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Yves A. Blachard Dom Mar 25, 2012 5:03 am
Híbrido
Asintió en silencio para sí mismo. Realmente no tenía ninguna preferencia por cualquiera de esos nombres, pero como el albino insistía en llamarlo por el suyo, ¿por qué él no debería hacer lo mismo? ─ Sí, Soul. ─ afirmó. Eran las primeras palabras que pronunciaba tras unos incómodos instantes. El ambiente se notaba extraño, tranquilo hasta el punto de parecer tedioso. Era lo normal, o eso se suponía: su primer encuentro había tenido lugar minutos atrás. Estaban cansados y nerviosos. Además, siempre resulta un poco difícil enfrentarse a una nueva experiencia, sobretodo al comienzo. Yves tomó aire para ganar tranquilidad, apartándose con una mano los cabellos blanquecinos que se balanceaban frente a sus ojos. En la otra sostenía la maleta, no demasiado pesada gracias a sus escasas pertenencias. Sólo lo básico, no le gustaba cargar con cosas innecesarias y sin ningún tipo de significado... Puede que estuviera un poco chapado a la antigua, pero por lo menos, aún era práctico en lo referente a esas situaciones. Pese a que se encontraba algo incómodo, el silencio le estaba poniendo de los nervios. Y sin embargo... no había nada que decir. Nunca había sido una persona especialmente abierta o habladora, y aunque mantenía los ojos abiertos, se limitaba a los gestos y monosílabos por el momento. ¿Desde cuándo no se sentía así? Ni siquiera podía recordarlo. Tal vez ese largo tiempo rodeado de humanos, sus banalidades y emociones le afectaron más de lo esperado... “¡No!” fue la respuesta inmediata de su mente ante la posibilidad. Era absurdo. El tiempo no pasaba por su cuerpo: tampoco por su persona. Tras todos esos largos años, casi había alcanzado la perfección, no podía venirse abajo por una estúpida e insignificante compra. Encajó la mandíbula con rabia hacia si mismo, por permitir que la situación le superase durante unos segundos. Y también hacia... sí, él. Soul tenía la culpa de todo. Sería un digno adversario y ciertamente divertido jugar con él, pero ni por un momento pensaba darle una mínima ventaja. Yves iba a ganar. Tenía que ganar, fuera como fuese.

─ Claro. ─ intentó devolverle la sonrisa, desganado. No es que le emocionase la idea, si bien tampoco era nada nuevo vivir en una casa con normas. Al fin y al cabo, estaba más que acostumbrado. Enarcó una ceja, mirándolo extraño. Juraría que estaba bromeando o algo similar, pero no le había salido demasiado acertado. Tal vez le faltara práctica o los nervios le superasen. De cualquier manera, terminó por ignorar el comentario y dirigirse hacia el sofá, el único asiento libre y visible de la estancia. Realmente, todo lo demás a excepción de los muebles altos y la televisión parecía enterrado bajo esa capa de desorden absoluto que reinaba en el salón. Esquivó los trastos evitando patear o romper algo, no quería empezar debiéndole dinero a su nuevo amo. Se sentó a un lado con las piernas separadas y las manos sobre las rodillas, algo inclinado hacia delante, en la postura más cómoda que encontró. Apenas lo hizo cuando el joven apareció al lado del sofá. Traía un paquete en la mano. En vez de dárselo, lo dejó encima de la mesa y se sentó con los brazos cruzados frente a su vientre. Los párpados del híbrido se abrieron un par de milímetros más ante las palabras del chico. No por la ilusión o la sorpresa de recibir un regalo -que no tenía, en absoluto-, sino por el significado de este. Podía imaginarse perfectamente cuál era. Resignado, alcanzó el paquete y lo sostuvo entre sus dedos. Resistió la tentación de romperlo en mil pedazos. Además de tratarse de un terrible error -al fin y al cabo, era una orden indirecta-, rechazándolo le habría hecho creer que su objetivo -humillarlo- estaba cumplido. Rasgó el papel oscuro, y de los jirones surgió un collar de oro blanco con un pequeño medallón en forma de... de cruz. De todos los símbolos habidos y por haber, ¿porqué demonios habría tenido que escoger ese? Posiblemente no lo habría hecho con una específica intención más que la nombrada, pero aún así le desagradaba en demasía la idea de llevarlo puesto. Para colmo de males, pudo leer la inscripción en la parte opuesta de la joya. Debería haberlo tomado como una especie de animal estúpido, maldita sea. Le hervía la sangre de pura rabia. Cómo... ¿cómo tenía ese atrevimiento...? Ojalá le hubiera pedido que se lo tragara, así no habría tanto problema. El medio ángel reprimió un suspiro. Al menos, el color le gustaba. Apretando los dientes -lo cual no cambió en absoluto su serena expresión-, tomó el collar y se llevó las manos a la nuca, retirándose el pelo. La cruz de balanceó un poco más abajo del hueco entre sus clavículas. Cogiéndola por última vez, la examinó con detenimiento. Era realmente bonita, aunque no de su gusto. Sin embargo, esbozó una sonrisa con cierto deje malicioso. ─ Me queda bien. ─ no era una pregunta. ─ Gracias, me gusta. Pero estoy seguro de que no podré perderme si no es entre toda esta basura. ─ lo atacó de golpe, camuflándolo como si realmente se tratara de una broma. ─ No debería haberse tomado la molestia. En verdad creo que pronto me adaptaré a todo esto. ─ estaba seguro de ello.
Yves A. Blachard
Masculino

Soul Eater Jue Mar 29, 2012 7:10 pm
Amo»Demonio
Note como no tenía casi nada el pet, seguro algunos pets tenían un escaso artículos donde vivían y otros no. Daba igual seguro pronto compraría cosas para él, solía consentir a algunas personas con objetos todo dependía de la persona y a ver qué tal iba con él. En mis adentros me daban un poco de risa, no es que me estuviera burlando de él, aunque lo vieras por donde lo vieras, solo que así era yo y me encantaba ser así con la gente. Me gustaba hacer las cosas como yo quisiera y cuando quisiera, así había sido por largos años y tenía que soportarlo el hibrido. Parecía que era muy cuidadoso por donde pasaba aunque ya me daba igual, en verdad una parte muy dentro ya quería que todo estuviera en orden y lo estaría para mañana antes de que se levantara, pero si tenía que decir un lugar donde estuviera peor la situación era el estudio, nunca dejaba que entraran para que limpiaran, todos los papeles que estaban tirados ahí eran mi trabajo y no permitirían que lo tiraran confundiéndolo.

…Te había gustado su corta egosentría que mostro, tenía derecho pues en verdad era hermoso a tus ojos, soltaste una risa cuando hablo de cómo estaba el lugar pero no le diste tanta importancia, era mejor comenzar dando las reglas, tus reglas y como debían ser las cosas aunque querías ver sus reacciones…–Aja, mira Yves puedes hacer casi lo que quieras aquí, te tengo para mí entretenimiento cuando… yo quiera así que en el tiempo que no te necesite puedes tener cierta libertad –Le explique el porqué de su presencia aquí, solo quería que entendiera que no era mi esclavo hasta yo mismo detestaba esa palabra, seguramente porque en mi pasado fui uno. –Solo hay cosas que te quedan prohibidos, primera; no hagas desastres que no tengan remedio –Hasta le di libertad en ello, podía causarlo mientras tenga composición, no siempre me apegaba a las cosas así que me daba igual –Segundo; no me molestes cuando este en el estudio… Son simples, ¿no lo crees? –siempre sentía que cuando me molestaban mi inspiración se iba, nunca nadie me dio inspiración y era mejor de esta manera, odiaría que se convirtiera en molestia. –Se me olvidaba, si sabes cocinar te pediría que siempre hagas el desayuno y cena, casi siempre estoy en esos momentos. Cuando tenga que viajar te llevare, mañana te daré una tarjeta para que compres ropa o lo que quieras…-Al final suspire.

Me levante del sofá pues al parecer ya era todo lo que tenía que decir, le di la vuelta al sofá por la parte de atrás hasta detenerme detrás de él. –Para que no te pierdas puedes comenzar a limpiar, pero igual puedes hacerlo mañana así que puedes ir a la recamara esta al fondo yo iré a trabajar así que puedes dormir ahí o si te molesta en sofá también es cómodo – El tono de las palabras era un poco tranquilo en ciertas partes tenía una sonrisa. Me atreví a con mi diestra revolver un poco sus cabellos, ya me habían llamado la atención pero no había hecho nada, un tanto lacios y si se enojaba de nuevo… me daba igual, solo tenía en mente de que era mío y haría lo que quisiera.

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Yves A. Blachard Mar Abr 03, 2012 6:18 am
Híbrido
Como el híbrido se temía, Soul marcaba la diferencia entre sus anteriores amos. Pues inconscientemente, Yves había tratado de compararlo con estos para encontrar alguna similitud, una actitud, un patrón que lo guiara... sin éxito. Y pronto comprendió cuál era la razón. Pese a que cada uno de sus precedentes dueños poseía diferentes características, todos tenían un punto en común: él mismo. Tarde o temprano, incluso fueran más abiertos, cerrados, introvertidos o extrovertidos, terminaban por prestarle la máxima atención posible. Poco a poco, o tal vez desde un principio, siempre estaban pendientes del medio íncubo, tanto, tanto, hasta que al final... acababa convirtiéndose en una obsesión. Y sin embargo, Evans actuaba de modo totalmente contrario: no parecía sentir el más mínimo interés por su nueva adquisición. Al fin y al cabo, lo trataba como lo que realmente era: una mascota. Este hecho despertó pensamientos contradictorios en el albino. Por una parte, la sola idea de compararse con un mero objeto ─ pues, como el chico afirmaba y el propio Yves se había imaginado, sólo estaba allí para el entretenimiento de su amo ─ le desagradaba completamente. No importaba nada de lo que dijeran esos malditos papeles, y mucho menos las ideas sobre su persona que podría tener aquel condenado muchacho... Yves valía más que eso. Y se lo demostraría, fuera cual fuese la manera.

En cierto modo, no sabía qué estaba pasando realmente. Intentaba incitarlo a la rebeldía ─ ¿de verdad era tan ingenuo de pensar que asimilaría todo aquello a las primeras de cambio? ─ o de verdad se trataba de un joven sumamente iluso. Bien, las reglas eran sencillas ─ evitar hacer más desastres y no entrar al “estudio”, donde quiera que demonios estuviera eso ─ y tampoco le costaba ningún esfuerzo seguirlas. ¿Qué clase de mayordomo (ex-mayordomo) sería si no supiera ni cocinar? Aunque ello significaba que pasaría solo gran parte del día, exceptuando mañanas y noches... bueno, más tiempo para él. No le importaba viajar de vez en cuando ─ incluso lo prefería así, por la costumbre ─, dudaba que pudiera sentirse atado a un lugar como ese... Asentía en silencio para sí mismo, mostrándose conforme. De hecho, no era una mala oferta teniendo en cuenta lo que le ofrecía. Aún con los ojos entrecerrados y las mirada fija en el vacío, advirtió que se desplazaba a su lado para colocarse justo a su espalda. Sin embargo, apenas hizo un movimiento. Escuchaba, por debajo del murmullo de sus pensamientos, palabras y más palabras: limpiar, recámara, trabajar, sofá... de pronto, una súbita rabia empezó a apoderarse de conciencia. ¿Cómo tenía ese descaro...? ¿Cómo... era capaz de hablarle de esa manera, de jugar con él como... como si sólo se tratarse de un simple juguete? Sus manos se estremecieron en las rodillas, empeñadas en guardar la compostura. “Calma, calma... vamos, sólo es un niño...” susurraba apaciguadora su razón. ¿Pero qué demonios tendría aquel chico para despertar sentimientos tan fuertes en él?

Este, a su pesar, fue el último pensamiento racional que tuvo antes de dejarse llevar por la ira. Todo sucedió muy rápido. En unas fracciones de segundo, tomó con rudeza la muñeca de esa osada mano que se había atrevido a efectuar el gesto en apariencia inocente, pero con un oculto significado que terminó por sacar al híbrido de sus casillas. Simultáneamente, se giró del todo hasta encontrarse otra vez con sus grandes ojos escarlata, los cuales escrutaba con expresión serena, más una ligera y torcida mueca de desagrado en sus labios. Quizá estaban un poco más cerca de lo debido, pero no lo suficiente para sentir incomodidad. Recordó justo a tiempo controlar las fuerza de sus manos, quería dejarle, a su vez, un par de cosas claras, más sin utilizar la violencia: conforme se fue calmando, la presión de su mano se aflojó hasta dejarla caer sobre el sofá, pero no quiso apartarse ni un centímetro. Poco a poco, el gesto de su rostro fue cambiando hasta alcanzar algo más relajado, una sonrisa serena, conciliadora... mas no arrepentida.

─ Por favor, disculpa mis modales. Reconozco que ha sido una descortesía por mi parte, pero no se trataba más que un acto reflejo. Muy a mi pesar, te recomendaría que no... volvieses a intentarlo, ya sabes, para evitar situaciones incómodas. ─ relató con voz tranquila y cautivadora, propia de él, si bien nada que ver con la verdadera intención de sus palabras. ─ Como decía... al igual que yo he escuchado y aceptado tus normas, lo justo sería que tú hicieras lo mismo, ¿verdad? Sí, eso me temía. ─ asintió antes de esperar una respuesta. ─ Bien, empecemos: primeramente, entiendo que hayas podido pensar algún tipo de estupidez similar a que por el hecho de haberme comprado, puedes hacer lo que se te antoje conmigo, incluyendo en este caso tareas domésticas y demás labores. Aunque cocinar me agrada, luego admito que soy diestro en el campo, si buscabas a una persona que tratarse de limpiar este vertedero al que tú llamas descradamente apartamento, lo lamento... no soy tu hombre. Hubieras hecho mejor en buscarte unas sirvienta para ello, un esclavo en todo caso. Pues una mascota no es el mejor sustituto de una niñera, ¿no crees? ─ asintió para sí. ─ Por segunda, realmente no es que necesite tus explicaciones, acepto el resto de normas porque en verdad no me supone ningún sacrificio acatarlas dada tu oportuna propuesta, pero pienso que las cosas podrían ir mejor si intentaras decirme cual es la razón de mi estancia aquí, o mejor, cuáles son tus intenciones al respecto. Y, en último lugar... no sé cuántas ilusiones te habrás hecho al respecto, mas te aconsejo que en un futuro, para evitar nuevas desilusiones, tengas en cuenta que estoy a tu servicio para lo que necesites, pues aunque no tome en cuenta tus provocaciones y pataleos de principito mimado, sigues siendo mi amo. Pero, pequeño, debes saber ... y recuérdalo bien... ─ aproximó su mirada a la suya un par de milímetros más, observándolo con intensidad. Había algo en aquel muchacho fuera de lo común, que lo irritaba y atraía al mismo tiempo, y no tardaría en averigüar de qué se trataba. ─ … Jamás seré tuyo.
Yves A. Blachard
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Soul Eater Vie Abr 06, 2012 7:17 pm
Amo»Demonio
Apenas un dolor te invadió, estabas a punto de responder con agresión hasta que viste su mirada, algo había en él que no te había enseñado… esa ira que sostenía, cuando estabas pensando que ya no tenía más gestos que una sonrisa te sorprendió en el último momento. Era increíble que si lo hubieras hecho enojar, lo sentiste como algún premio pero no le recriminaste nada en el momento, de hecho una leve sonrisa se te marco solo que no duro cuando te soltó con suavidad, genial, parecía que volvió a ese amargado gesto… El dolor no me duro en la muñeca tendría que lastimar más mi cuerpo si quería que gritara, bueno si eso deseaba, por mi parte no sentí más que una pequeña alegría al tenerlo tan cerca. No supe en ese momento si quería intimidarme pero ya me iba a importar poco, ahora mi pregunta era ¿qué lo molesto?...


Espera, solo se había molestado porque lo tocara y lo más curioso es que me pedía que no lo volviera a hacer o no se había dado cuenta de su posición o simplemente creía que yo le haría caso. Baje un tanto la mirada pues si seguía con ella en él me comenzaría a reír, claro que parecía que el ángel quería que lo hiciera, ahora bien parecía que quería darme sus reglas cosa que no se si respetaría, Yo solo hacía las cosas que otros me decían si me daba beneficios. Me gustaba como comenzaban las palabras “hacer lo que se te antoje” elegí la mejor frase para recordar, de eso no se alejaba a mis ideas con él joven ciertamente me gustaba en todo sentido posible. Tenía razón en que el apartamento no era un lugar habitable pero que más podía hacer yo no tenía tiempo para arreglar las cosas, le dejaría no limpiar pues no era lo ideal para una mascota tan solo quise molestarlo y lo mejor era que lo conseguí aunque no lo demostrara en sus gestos con las palabras y mi mente para interpretar solo pensaba en que se enojo. Después vinieron tantas palabras que lo único que consiguieron era que soltara una leve risa, tantas cosas se ponía a decir que me aburría, pretendía conocerme pero esta bien lo haría.

Levante la mirada ya era mi turno de hablar, lo bueno es que no se había alejado ni dejaría que lo hiciera, no mentía pero si me molesto un poco al menos que me haya dicho pequeño, era su culpa por ser alto además me faltaba desarrollar pero no era el punto. –Tienes razón tú no eres ni sirvienta ni esclavo además no tengo la intención de compararte con esas cosas, está bien alguien más hará ese trabajo -Le di preferencia, además para que quería un esclavo, sería demasiado aburrido que hicieran todo lo que diga me gustaba enseñar modales y eso era lo que haría ahora. –Ya te dije la razón, si me aburro iré a ti mis intenciones nunca las tengo claras pero creo que debiste tener amos antes de llegar a mi así que podrás asimilar algunas cosas, supongo –Decirle las verdaderas intenciones no estaba en mis planes, sentía que era claro todo. ¿Príncipe mimado?, Así fue como me llamo, nunca me habían llamado así y de alguna manera estaba bien descrito…Volviste a reír suavemente te encanto sus ultimas palabras, parecía que ese sujeto sería un reto y te encantaba solo pensar en esa idea… –Nunca digas jamás – Susurraste lo suficiente para que escuchara mientras te alejabas, de hecho ya ibas a trabajar pero recordaste algo así que solo fue tu diestra que se volvió a acercar y sujetar su cabello mientras sonreías, mostrabas esos filosos colmillos tan blancos, tus ojos rojos fueron a ver las pupilas contrarias donde podías verte en ellos. –Tocarte o no, lo decidiré yo… No importa que descortés seas… - Dijiste refiriéndote a las acciones de violencia –Hay cosas que aun deben aprender los pets, si es necesario se aprenden a las malas, tengo suficiente tiempo para enseñarte – La surda que estaba libre paso un tanto por el pecho ajeno y sujeto el collar que le había dado –Después de todo eres mío –Siempre eras tan imponente cuando querías, si quería golpearlo o lastimarte te daba igual, el dolor era lo de menos mientras el hibrido entendiera su posición...

Jale un poco el cabello solo para darle dolor, no quería herirlo pues era hermoso, como si fuera una muñeca para mí. Me preguntaba si yo era tan malcriado, de hecho Yves despertaba esa forma de ser mía, si hubiera comprado otra Mascota no sería así… El despertaba mi maldita forma de ser, mi ser demoniaco, como tal demonio que era, si tenía que decir algo era que casi nunca era así era TAN humano con muchas personas. Seguramente era que tenía un tanto de ángel en él o era su forma de ser, lo que fuera me hacía actuar de esa manera. Solté de manera un tanto brusca a Yves, la verdad es que deseaba ver que tanto se enojaba, que tanto de él salía. Revolví mis cabellos y comenze a caminar hacia el estudio, algo en mi me decía que no era bueno darle la espalda pero no importaba y si deseaba que intentara matarme.
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Yves A. Blachard Dom Abr 22, 2012 9:39 am
Híbrido
No le había hecho daño, aunque tampoco lo pretendía. Esto, en cierta manera, le hizo sentirse aliviado: confiaba en que el albino no supusiese ninguna amenaza física para él, si bien corrió un gran riesgo dejándose llevar por la ira. Su escasa afinidad ya resultaba evidente y conocía las consecuencias. Pero, por otra parte... sentía un extraño vacío insatisfecho. Se había quedado con ganas, de más... de hacerle más daño. Maldita sea, hasta que sus gritos y súplicas llenasen la habitación para mostrar ese ser patético y desgraciado. Aún no entendía qué demonios podría tener aquel chico para enfurecerlo de esa forma. ¿Qué le estaba pasando? No era posible. Había caído tan bajo que perdía los papeles a la primera de cambio con... un simple humano. Lentamente, esbozó el amago de una sonrisa triste. Nada de aquello serviría para algo. Soul era el amo, y le gustase o no, ello implicaba que hasta cierto punto podía hacer lo que se le antojase con el joven medio ángel, aunque debería estar muy acostumbrado. Si decidía ignorarlo no sería ninguna sorpresa. ¿Por qué iba a hacerle caso? Le costaba admitir que si el joven llevaba a cabo esta opción le jodería no sólo a él, sino también a su maldito orgullo. Pero dado que no podía hacer gran cosa, y el asunto empeoraba por momentos, se resignó a que el tiempo y las circunstancias tomaran sus propias decisiones.

Tal vez ─ y sólo tal vez ─ le disgustara que tanta parrafada y palabra refinada fueran completamente inútiles. ¿Quién le mandaba abrir la boca? A pesar de todos esos estúpidos títulos de mascota, pet, sirviente o lo que demonios fuese en realidad se veía incapaz de actuar como uno. O al menos, como se suponía que debían actuar. Venerar y adorar al amo como la única razón que daba sentido a su vida, cumplir todas sus normas, tener grandes dotes para tareas del hogar, ser dulce, obediente, complaciente e irresistiblemente encantador. Yves reprimió una sonrisa. No sabía qué clase de mascota se había imaginado aquel chico, o si, tal cual mencionó, se habría hecho algún tipo de ilusión respecto a su persona. Por el bien de ambos, deseó que no fuera así o las cosas podrían ponerse aún más difíciles... ¡Ah, qué demonios! Sólo era un crío, no tenía por qué preocuparse tanto. A veces era demasiado melodramático... sí, eso debía ser. Se daba la vuelta para darle la espalda y quedar recostado sobre el sofá con ambos brazos extendidos a los extremos, cuando el contrario tomó la palabra. Apenas había alejado su rostro del suyo, e Yves tampoco hizo ademán de distanciarse, así que ambos permanecieron en esa misma posición. Le escuchaba, aunque no parecía poner demasiado interés en lo que estaba diciendo. Al menos habían dejado algo en claro. Sonrió para sus adentros, si bien la expresión de su rostro no cambió ni un milímetro. Soul, en cambio, hizo su sonrisa más amplia. Algo le desagradó de esta, pero también resultaba terriblemente familiar. Antes de que el instinto le alejara del chico, este tomó su cabello con la derecha. Por un instante, tuvo la sensación de que iba a abofetearlo de un momento a otro debido a su atrevimiento, si bien la izquierda permaneció quieta en su sitio. El híbrido no opuso resistencia. Tampoco se vio en su rostro ningún gesto incómodo, o pronunció algún tipo de protesta que manifestara un dolor inexistente. Sintió un ligero tirón al cual sus nervios no respondieron ─ quizá nunca lo hubieran hecho ─. Supuso que trataba de hacerle daño, mas no intentó librarse de sus manos. Se vio reflejado en los ojos contrarios, los cuales le observaban atentos y opresivos al tiempo que la boca del muchacho ─ no estaba tan seguro si debería llamarlo así ─ dibujaba una sonrisa macabra que mostraba una larga hilera de afilados colmillos resplandecientes. Le recordó a un tiburón deleitándose con la imagen de su presa antes de devorarla. Aquella visión podría haber aterrado a cualquier humano, si Yves hubiera sido uno de ellos. Notó una especie de cosquilleo en la nuca y supo que no era miedo lo que sentía, sino más bien una secreta excitación ─ pero no sensual, pues le apetecía más aprovechar para arrancarle la nariz de un mordisco que cualquier otra cosa ─. Sonrió ante una idea tan tentadora, mas terminó por rechazarla. Y en ese instante, lo supo.

Cómo no se había dado cuenta antes... La presencia humana que le había acorralado hasta el momento aturdía sus sentidos, y tardaría un tiempo en recuperar toda su percepción. De no haber sido así, lo habría advertido nada más verlo: los acontecimientos cuadraban lentamente, como las piezas de un rompecabezas sin sentido que tomaba un nuevo significado. Por un instante se vio tentado de responder a sus palabras, mas resumió todos sus pensamientos en apenas una frase. ─ Es cierto: no eres el primero, y si no nos matamos antes, posiblemente tampoco el último. ─ decía. Ni siquiera había advertido el tuteo, si tampoco había respeto por el cual llamarlo de "usted". ─ Sé todo lo que debería saber, no necesito tus lecciones. El equivocado eres tú, tú eres el que debería aprender ciertas cosas por las malas. ─ tomó distancia irguiéndose, con ambas manos ya apoyadas cobre los cojines. ─ Puedes repetirte esas palabras tanto como quieras, sé y no quieres saber que son una de tus estúpidas ilusiones. ─ su cara era una perfecta máscara de indiferencia. Si algo le había hecho sospechar que pudiera tener emociones, todas las pruebas se habían esfumado. Sin embargo, cuanto se dio la vuela, fue como sentir que su pecho crujiera. El delicado equilibrio entre ambas esencias se mantenía más fuerte que nunca, pues las dos parte por fin tenían un objetivo común. Por un lado el íncubo, amante de la sangre y la violencia, se vio tentado a abalanzarse sobre el albino para destrozar a un miembro de su propia raza, sólo por el puro placer de eliminar a la competencia. En el otro extremo, el ángel enloquecía al tener a un ser maligno tan cerca, pues a pesar de tratarse de un ser bueno y hermoso, su instinto clamaba a gritos liquidar aquel atentado a la paz y la armonía. Poco faltó para sucumbir al impulso de nuevo, cuando su razón habló a tiempo y cayó en la cuenta: no sería tan estúpido para darle la espalda. Estaba furioso y dispuesto a acabar con él, pero se retuvo. Debía estarle esperando. Y aunque no dudaba de su propia capacidad para vencer si el enfrentamiento tenía lugar, tampoco vio ninguna ventaja en hacerlo. Por el contrario, estaría lleno de inconvenientes. Alguien le hecharía de menos y él sería el principal sospechoso. No estaba dispuesto a renunciar a su "nueva vida" tan pronto. Más calmado, volteó sin ni siquiera dignarse a mirarle. Sorprendido de su propia paciencia, se quitó los zapatos con dos golpes para subir ambas piernas al sofá. Mantenía los pies juntos y las rodillas separadas, apoyando su codo y a su vez en peso de la mandíbula en una de ellas. Tranquilo, sereno, imperturbable, como siempre. En esa misma posición, esperó a que el demonio abandonara la habitación.
Yves A. Blachard
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Soul Eater Vie Mayo 04, 2012 6:42 pm
Amo»Demonio
Debía admitirlo, el solo hecho de tenerlo y jugar con él me ponía en verdad feliz pero era porque me divertía jugar con su persona, aun cuando pareciera tan tranquilo sentía esa fuerte necesidad de hacerlo enojar hasta rabiar y provocar que me atacara pero parecía que aquellos suaves intentos no funcionaban con el hibrido. Igual podía hacer otras cosas pero tenía trabajo aunque tratara de ignorarlo y ya luego pondría como mi prioridad al pet, vaya que me tentaba solo a molestarlo pero las cosas parecían que iban a ir a otro rumbo, sentía como si dos fuerzas diferentes se iban a acercar y de ellas resultaría una gran explosión. No solo eran esas sensaciones si no también los pequeños cambios en los gestos pues no sabía como tomarlos pues todos giraban por una sonrisa que cambia apenas las facciones de su rostro.

Vale que lo que me dijo no me lo esperaba, no ser el último, cite en mi mente y una gran parte de mi se enojo pues no quería que hubiera otro, si, me había puesto un tanto celoso pero era porque Yves era mío ahora; como pet u objeto… daba igual realmente pero mío al fin y al cabo y no deseaba que alguien más lo tratara, trate de no demostrarlo pues tal vez sería una desventaja enfrente del mayor. Le había suelto el cabello y creo que hubiera sido mejor no haberle hecho, ya me habían vuelto esas ganas de atacarlo o lastimarlo, lo primero que venga. Ya bien igual era como si me estuviera cambiado el estado con sus palabras pues solté una leve risa al solo escuchar que necesitaba aprender cosas y aun más por las malas, no sé si trataba de intimidarme o hacerme reír pero era claro que me daba la segunda. Estaba bien de ese modo por el momento, no iba a arreglar tanto las cosas. Comenzó a alejarme hasta escuchar las últimas palabras que me hicieron mantener una sonrisa maliciosa, de ahí me dio igual que me faltara al respeto y lo único que me demostró es que se podía enojar aunque sea un poco con ese tema, cosa que me hizo feliz. Continúe mi paso al estudio pero algo me hizo cambiar de parecer y mejor me fui a la cocina, si lo pensaba iba a estar horas de horas trabajando y prefería para eso tener algo para saciarme en lo que pasaba el tiempo. Fue algo simple ya que solo te dirigiste ahí por algo de café, no era muchas cosas y aun que podías pedirle al pet que te llevara las cosas en esos momentos parecía que no podía, no era como si fueras un niño que necesitaba de ayuda aunque igual te dabas el permiso de actuar como uno, seguiste saliendo con una taza de café, continuaste el paso observando que aun seguía ahí sentado como si nada, preferiste detenerte y mirarlo un poco solo para aclarar cosas pequeñas. –Te doy el permiso de enseñarme, claro solo si te atreves –Le mencionaste totalmente calmado, tomaste un poco del café solo para humedecer tu garganta, hubieras preferido algo más dulce pero debía prepararse y no tenías nadas de ganas, cuando terminaste de beber volviste a hablar –ah~ y lo hare pero igual sería aburrido si tu digieras a la primera que sí, así que tú también puedes negarte a ser mío las veces que quieras, hacerlo difícil es lo que lo hace divertido –Decías con descaro y de nuevo volvías a tu paso al estudio, tus simples palabras ya habían sido tan buenas con tu forma de ser. Suspiraste para ti mismo pensando en donde iba a dormir aquel hombre pero seguro no era necesario decirle donde exactamente, se las arreglaría de una manera u otra y es que tampoco era un niño o eso pensabas.

Me pase un tanto con dificultad al estudio y al entrar se me hizo un poco más fácil, la mayoría de las cosas que andaban regadas eran hojas con diferentes notas pero las únicas cosas que estaban limpias eran los pianos de diferentes estilos, deje el café a un lado de una mesa que se encontraba ahí, tome el teléfono que estaba en el estante y marque, escuchaba al principio aquel sonido de espera hasta que me contestaron. –Bueno, sí soy yo, quería avisarte que consigas a alguien que venga mañana a limpiar el departamento –Escuche la respuesta de mi interlocutor pero luego sonrió cosa que no se notaba del otro lado. –No, ya tengo quien me prepare el desayuno pero gracias, sería mejor que solo traigan algunas cosas como la despensa –Mencione pensando en el peliblanco pues él se había ofrecido a preparar la comida y no iba a rechazar la oferta. Ya estaba, colgué sin más, ahora el trabajo de limpiar la casa se lo había puesto a otra persona, tome de nuevo la taza y me acerque a un “piano de cola” , coloque el café a un lado de él para después sentarme. Sabía que en ese momento no tenía nada de inspiración para hacer una melodía y solo tocaba teclado tras teclado, mire al suelo a ver que me encontraba entre todos los papeles estaban partiduras que bien me podían servir solo para inspirarme, entre ellas encontré una un tanto divertida, el Opus. 22, uno de mis favoritos y… ¿por qué no? Mis manos empezaron a tocar pues aquella melodía me la sabía de memoria y era una de las melodías que más me sentaban, divertidas y que me daban un sentimiento a ironía pero cubierta de un agradable sonido que no todos podían apreciar cómo se debía. El sonido se alargaba a toda la habitación demostrando lo que podías hacer, tus dedos tan perfectos dominando toda la música. Te estabas olvidando por completo de que debías componer otra cosa y no seguir jugando con una melodía pero era tan agradable al pasar unos minutos más comenzaste a cambiar la melodía por algo más triste, ni siquiera sabias porque, solo lo hacías y termino por enojarte para recargar tu cabeza en el piano. Seguro era un poco el sueño, la señal fue tu bostezo pero preferiste beber un poco de café a ver si así se te pasaba y volviste a tocar el piano, ahora ano importaba ya que podías hacerlo toda la noche hasta conseguir una melodía lo suficientemente buena, ya luego si te daba sueño irías donde tu pet para utilizarlo como habías mencionado.

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Yves A. Blachard Jue Mayo 10, 2012 8:44 am
Híbrido
Apenas hizo un movimiento durante los minutos restantes. Seguía exactamente en la misma posición en la cual se había acomodado tras ese pequeño percance con su nuevo "amo", y no tenía ninguna intención de levantarse por nada del mundo, al menos por el momento. Sólo se estaba tomando un tiempo para relajarse. Una absurda ocurrencia ocupó su mente en un instante ridículo. ¿Qué demonios habría pasado con su maleta? Juraría que estaba a su lado hacía un par de segundos, mas con todo lo sucedido no recordaba dónde la dejó... Oteando a su alrededor, por si casualmente la vislumbraba y conseguía acordarse de cómo terminó donde quiera que estuviera... mas de poco sirvió. El desastre se la había tragado, y ahora formaba parte del desorden general. Yves se encogió de hombros con un mohín despectivo. Podría buscarla mas tarde, no tenía prisa en irse de allí. Aunque debería levantarse en algún momento, podía retrasarlo mientras tanto y tomarse las cosas con calma. Quedarse simplemente ahí, con la mirada perdida en la nada y pasando de todo no era su estilo, pero tampoco le estaba disgustando del todo. Pensó en alcanzar el mando de la televisión para encenderla, si bien descartó la idea casi al instante. Nunca había sido muy amigo de la caja tonta. Además, todo ese ruido sería innecesario y molesto. Le estaba costando bastante mantener la vista en un mismo lugar sin divagar, en ese instante sus propios pensamientos le resultaban más entretenidos que cualquier reality show.


Fue entonces cuando, por fin, habló su sentido común. Si estaba dispuesto a pasar allí una temporada ─ hasta marcharse por su propio pie o ser echado a patadas, lo primero que ocurriese ─, al menos, debería llevarse bien con la persona la cual tenía el dinero y sus papeles. O así debería ser si rehusaba volver a la PetShop. Como bien le había asegurado, Soul estaba bien lejos de ser su último amo ─ si no se mataban antes, por supuesto ─, pero la idea de volver allí se le hacía intolerable. Bueno... aún podía salvarse algo Sí, a veces olvidaba que la decisión de ser "mascota" fue suya, sólo por curiosidad ante la oportunidad y no obligatoriamente como la mayoría de sus "compañeros". Su cuenta corriente le despreocupaba y poseía bastantes contactos, el asunto legal no sería ningún problema. Si así lo deseaba, en un par de días podría marcharse y empezar otra vez en cualquier otro lugar del mundo. Algo un poco más fácil, menos problemático, en sus manos era posible. Sólo había una cosa, una única cosa insignificante que se lo impedía: su propio orgullo. Aunque tratara de ocultarlo, incluso si presumía de su larga lista de amos y amas que cayeron rendidos a sus pies, a pesar de todos sus logrados éxitos, ese pequeño demonio perseguiría a su conciencia hasta el final de sus días. Su soberbia nunca se lo permitiría. "Bastará con una semana para acabar el trabajo, y luego podré marcharme tranquilamente..." ¿Cómo podía pensar en marcharse si apenas acababa de llegar? Además, fuera como fuera aquello, de alguna manera prometía...


La presencia del albino terminó por interrumpir el hilo de sus pensamientos. Volteó un poco el cuello para mirarlo por encima del hombro, con aire distraído. Había dicho algo sobre el estudio, si no le fallaba la memoria, pero tenía una taza de café en las manos. Pronto el olor inundó la habitación y el delicioso aroma apenas tardó unos segundos en llegarle al híbrido. Tal vez debería ir pensando en hacer la cena, se le ocurrió a raíz de este hecho. Mas a decir verdad, no tenía ningunas ganas de cocinar a esas horas de la noche, tampoco sería sencillo encontrar ingredientes para preparar algo decente. Ni siquiera tenía hambre... Ya hallaría el modo de apañárselas si al contrario le daba por exigir un plato caliente a las tantas de la madrugada, aunque lo dudaba. A judgar por el tamaño del tazón, iba a ser una velada más bien larga para Soul. A lo mejor se preparaba algo más tarde. De momento, café había. Si no, un té o un chupito de algo tampoco le vendrían mal. Empezaba a preguntarse si no encontraría un par de botellas por ahí, cuando finalmente se dignó a dirigirle la palabra. Yves esbozó una ligera sonrisa, mas su anterior amabilidad en ella había sido sustituida por la picardía. A pesar de su tono calmado y pausible, era consciente de que se trataba de una provocación en toda regla. ─ ¿Acaso lo dudas? Vaya... me ofendes. ─ comentó con evidente ironía. Se limitó a enarcar una ceja ante su primera frase. "¿Realmente crees que hago eso?" quiso preguntar, mas conocía ya la respuesta. ─ Por supuesto... ─ murmuró para sí, volviendo a centrarse hacia delante. ─ Verás como va a ser muy divertido... ─ la última frase apenas fue un suspiro. Escuchó los pasos alejándose de la habitación. Soul iba a ponerle las cosas difíciles, mas también estarían bastante igualados. "¿Cómo?" se sorprendió a sí mismo con esa última frase. ¿A qué venía esa rivalidad tan repentina? Sólo estaban jugando. No, no debería tomarse las cosas tan en serio. A veces era un defecto, otras una virtud, pero poco importaba la situación, ya estaba incluido en su personalidad demasiados años para suprimirlo tan fácilmente.



Tan pronto como se hubo marchado el demonio y sus propios pensamientos dejaron de interesarle, el medio íncubo comenzó a aburrirse. La idea de la tele seguía sin seducirle en absoluto, y había dejado clara su postura respecto a la limpieza. Se le ocurrió, ya que estaba allí, echarle un vistazo a la casa, para ir acostumbrándose, mas desechó la idea. Sería una pena arruinar la "sorpresa" tan pronto, aunque no le importaba si le cogían curioseando por ahí, pues en cierto modo también era "su" casa. Debido a esto, recordó que al lado había una cocina. Si buscaba bien, tal vez encontrara algo bueno de beber. Volviendo a bajar las piernas, retiró sus zapatos de una patada a un lado del sofá, para que molestasen lo menos posible. Se preguntó si volvería a encontrarlos alguna vez, o se esfumarían en la nada como en la maleta ─ la cual por cierto, seguía desaparecida ─. El camino a la habitación fue más corto, ya no ponía tanto cuidado en ver dónde pisaba. Cuando algo se rompiera ─ si bien lo dudaba, pues en su mayoría esa capa de desorden estaba compuesta por ropa, zapatos y latas ─... bueno, ya daba igual. La siguiente estancia tampoco presentaba mejor aspecto, pero al menos las encimeras estaban limpias. Si bien al vislumbrar la cafetera estuvo tentado a prepararse uno, pronto cambió de parecer. Le apetecía algo frío. Tardó unos segundos en llegar hasta la nevera y abrirla. Algunas comidas preparadas, zumos, agua, leche... nada, ni rastro. ─ Vamos, ¿ni siquiera una cerveza? ─ preguntó en voz alta, si la hubiera tampoco la cogería. De todas las bebidas alcohólicas era la que menos le gustaba. Cerró la puerta para seguir con su inspección. Rebuscó en algunos armarios de la parte baja. Era un joven libre e independiente, debería... ─ Bingo. ─ sonrió para sí. Alcanzó la botella de ginebra ─ ya abierta ─. Dejándola sobre el banco, se puso a buscar una copa. Normalmente habría dado un trago así, a lo seco, pero pasearse por el piso con eso resultaba bastante incómodo. Tras ojear un par de estanterías, dio con ellas en uno de los de arriba. Media estaba bien para empezar. Iba a ser una noche muy larga...


Una suave melodía lo acompañaba y mecía entre sus notas. Tardó un momento en centrarse, tan absroto como estaba en su mente, mas la reconoció con una sonrisa. Ah, Chopin. Bien, al menos tenía buen gusto. Al principio apenas le dio importancia, pensando que se trataba de un CD o alguna clase de radio, nada que pudiera interesarle, si bien agradecía aquel pequeño mas valioso detalle. Su extrañeza surgió cuando la música empezó a cambiar, a un tono más lento, melancólico, el cual no acababa de situar. Lentamente, alzó sus párpados ─ los había cerrado por deleitarse al máximo con la canción ─, frunciendo algo el ceño debido al desconcierto. Duró poco, pues cesó casi en el acto. Qué curioso. Parecía... casi demasiado real para tratarse de una cinta. Sus orbes se abrieron un par de milímetros. Quizá... sí, ¿por qué no? ─ Vaya... ─ dejó escapar. " Así que el pequeño es músico... lo que hay que ver..." Tampoco podía estar seguro. Debía admitir, eso le gustaría. Incluso aunque le prohibiera tocar ─ a lo cual tampoco le cedió demasiada consideración, total, iba a hacerlo de todos modos ─, escuchar esa música de cuando en cuando era una idea agradable. Movido por la intriga, abandonó la sala, siguiendo la armonía aún con la copa entre sus dedos ─ ni lo había advertido ─. Pronto, las notas le llevaron a lo que supuso, se trataba del estudio. Pese a estar denegado el acceso permitido allí, por mirar un poco no molestaba a nadie, o eso de dijo. Se apoyó en el marco de la puerta, lo cual le daba una buena perspectiva para observarlo todo al detalle. El suelo, al igual que el resto del apartamento, estaba regado con desorden por doquier, mas en esta ocasión no parecía tan denso, las salpicaduras blancas resultaron ser sólo hojas con partituras. El resto estaba un poco más aseado, las diferentes clases de piano descansaban impecables. Soul se sentaba frente a uno grande, de cola y negro. Estaba tan ensimismado en su música, que ni siquiera se percató de su presencia. Yves desvió la mirada de la imagen del chico tocando el instrumento, al tiempo en el cual esbozaba una sonrisa. ─ Hey, buen trabajo... no lo hace del todo mal. ─ murmuró para sí. Alargó un brazo para tomar uno de los papeles, quienes estaban desperdigaban por cualquier parte. Se trataba de la Gymnopédie No.1, por Erik Satie. Por detrás tenía algunas notas y anotaciones escritas a lápiz. Volviendo a darle la vuelta, sus ojos se perdieron entre los pentagramas, mientras su mente lo aislaba para reproducir en ella la entonación de esta melodía.
Yves A. Blachard
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Soul Eater Lun Mayo 21, 2012 5:30 pm
Amo»Demonio
Aun después de jugar se estaba volviendo ahora un poco aburrido y era algo que no me agradaba, debía ponerte serio para terminar el trabajo. Daba un suave redoble a las teclas pensando con una leve sonrisa en mis labios lo que iba a venir en mi mente, nunca me ponía serio para estas cosas pues siempre terminaba escribiendo la primera cosa que me venía a la mente y nunca sonaba a simple melodías, siempre eran cosas de calidad y eso era lo que le gustaba a mis jefes. Tome una hoja y un pincel que siempre estaban encima del piano y ahora solo era esperar a ver que venía pero extrañamente no se me ocurría nada bueno. Tocaba algunas teclas pero era como si apenas quisiera volar y después desapareciera de mi imaginación, que tan fácil se apagaba esa inspiración, comencé a hacer garabatos y luego eran las teclas pero nada venía en mí, quería ir a ver que hacia Yves pero aun tocaba y nada.

Me seguía torturando un poco con la canción pero aun así tocaba una tras otra para que el tiempo pasara pero cada vez era más difícil, lo peor del caso es que lo había dejado de último momento aunque eso ya era normal para mí, lo anormal es que era que aun no tenía la música. Algo me sucedió en algún momento y realmente no sabía por qué. Aun seguí con la anterior pero nada de eso me servían aun cuando le cambiara el tono no llegaba ninguna melodía a mí, me sentía inútil por donde lo vieras. ME estaba desmoronando con toda la tención y ni siquiera llegue a sentir la presencia de alguien más que había irrumpido en el estudio, mis dedos continuaron tocando, cada vez era una tonada más tétrica que pasaba de lo melancólico… ¿qué se suponía que debía tocar?.. no lo sabía ni quería saber, cada vez pasaba los dedos con mayor dificultad en el teclado, la velocidad era rápida y tenebrosa, bueno claro que era para el punto de vista de cualquiera que lo tome de esa forma, me estaba perdiendo a mi mismo de no poder hacer lo que solía hacer. Era algo más decente y perdonable pero eso parecía irse tan rápido como se marcaba en las melodías hasta que pude alejar mis manos del teclado, termine solo golpeando mi cabeza en el teclado unos segundos para no quitarla de ahí y pasar de nuevo mis dedos en ellos, suspirando cada vez. –esto es absurdo –murmure jadeante terminando un poco más, movía mi cuerpo de lado a lado y al fin terminar. Me levante tomando el poco café que quedaba y seguro iría por más pero mis ojos observaron a alguien que no debía estar ahí, es que en verdad le gustaba que le molestara pues ya había dicho que su presencia no era de venir aquí. – ¿Te perdiste? –Mencione comenzando a caminar a la salida pisando las hojas del suelo, poco me importaban en ese momento, y aun más cuando no podían servirme de nada. –No lo creó –Respondí antes de que el otro lo hiciera pero eso aun me daba otra duda, me acerque a una mesa cercana y deje la taza mientras me acercaba al mayor mirándole desde abajo. –al parecer yo seré quien te castigue –No le quite la mirada y con la palma de mi diestra se dirigió a la mejilla contraria con una fuerza suficiente, claro le di una cachetada, el sonido retumbo en todo el estudio. –no solo ignoras lo que te dije si no que lo haces cuando estoy de las peores ganas –Ya estaba en mis peores ganas para decir o pensar en que hacer, me estaba estresando fácilmente y si el contrario arremetía contra mi era claro que las cosas iban a terminar peor de lo que me imaginaba.

Debías aceptarlo, haber infringido dolor al peliblanco te causo placer, una relajación de cómo estabas hace unos momentos a causa de la composición de música pero seguro no solo eran esas cosas los mayores factores; el hacerlo rabiar entraba, desde el principio que viste ese rostro tan serio querías ver como se arrugaba en enojo, como aquel ángel debía caer en la Ira, era un deber tuyo y lo querías ver como sea. Tu afán era hacerlo enloquecer así disfrutabas más las cosas, era una escusa lo del estudio en ese momento pero igual podías defenderte con ello, bien se lo marcaste y el no haber hecho caso a una de las más importantes clausulas le causo un castigo, tal vez debió ser más pero así fue. Pronto te lo devolvería pero ahora un tanto de dolor iba a despejar tus mentes, claro además podías ver que tanto jugaba tu nueva adquisición.

Caminaste chocando suavemente con él, en tus labios una sonrisa apareció y era muy arrogante, después de todo eres el amo y eras a quien debían obedecer como fuera sin importar lo que fuera. Si debías ponerlo como algo sería como tu sirviente de ahora mismo, a eso lo enseñarías poco a poco y si iban bien las cosas utilizarías el “premio-castigo”. ¿Qué era lo que hacía poner tu mente tan maldita en ese momento?, en fin. Diste apenas unos pasos alejándote de la manera más rápida de él antes de que te atrapara y te detuviera para reclamarte algo. Bueno ahora si que escapabas de las cosas más sencillas o era así como lo querías, no importaba, brincaste la mayoría de las cosas. En verdad fueron segundos después de la cachetada y tiempo suficiente para llegar a la cocina por algo de café, aun quedaba un poco, al entrar observaste que una que otra cosa se había movido y era claro que tu nueva mascota no solo se quedo en el sofá, pero te sorprendiste de que encontrara alcohol, de hecho de lo más sorprendido estabas es que tuvieras alcohol en la casa con lo poco intolerante que eras.
–Esto es lo que le gusta –Afirmaste mientras tomabas el tazón de la cafetera pensando en llevártela al estudio pero preferiste esperar al encuentro del mayor en la cocina.
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Yves A. Blachard Lun Jun 04, 2012 9:24 am
Híbrido
La Gymnopédie tenía un matiz melancólico que encadenaba al oyente a un poderoso sentimiento nostálgico. Sin duda alguna, se trataba de una canción triste y romántica, a la vez que trágica, la obra maestra del prestigioso pianista francés. Su efecto era tan atrayente, que Yves apenas escuchaba la melodía perdida del demonio, un débil murmullo bajo la entonación de la primera. Sólo cuando el joven dejó caer la cabeza sobre las teclas, produciendo el poco armonioso sonido de estas, el híbrido despertó de su ensueño levantando sus orbes azulados hacia Soul. El joven parecía algo nervioso y agitado, como pronto dedujo a causa de la frustración ante la ausencia de inspiración para encontrar la melodía adecuada. No sentía compasión por él, ni mucho menos. Tan sólo un mínimo de curiosidad respecto a su trabajo... a eso se limitaba todo. Fue entonces cuando el albino se percató de su presencia. En el mismo momento en el cual sus miradas se cruzaron, ya no volvieron a separarse. Era evidente que se trataba de una pregunta retórica, por lo cual Yves se abstuvo de responderla. Pocos segundos después, el pianista lo hizo por él. La tensión en el aire se podía cortar con un cuchillo. Sabía lo que iba a suceder antes incluso de que el menor se situara junto a él. No hizo el menor movimiento, sólo esperó el golpe con paciencia hasta el instante en el cual estalló en su mejilla. La bofetada emitió un sonido limpio y veloz, que resonó en las paredes de la sala como si de un eco se tratase. Sentía una ligera calidez allí donde él le había pegado, pues la zona comenzaba a teñirse de un suave matiz rosado. Nada que pudiera dejarle una marca permanente, por supuesto. No intentaba alardear cuando afirmaba que apenas sentía una impresión semejante al dolor. Por los atributos de su raza, la sensibilidad de su piel era mucho más reducida que la humana, es decir; podía sentir cuando y dónde era tocado, acariciado o golpeado, pero no los sentimientos ─ al menos de manera inmediata ─ que derivaban de estas impresiones. ─ ¿Eso es todo? ─ preguntó con frialdad una vez el de ojos rojos hubo terminado de hablar. Estaba estresado y había llegado en el peor momento, era natural que descargara su ira contra él. Pero si sólo pensaba en castigarle de ese modo... la voluntad del albino no llegaría muy lejos. Ni que una simple bofetada fuera a detenerlo. Ya había manifestado su opinión al respecto: desde el mismo momento en el que puso un pie en ella, esa casa le pertenecía por derecho propio, y podía ir a donde se le antojase. Dijera lo que dijera Soul, pese a sus absurdas normas y métodos de enseñanza, no estaba allí para ser un esclavo mudo. Y eso era lo mejor que sabía hacer... debería atenerse a las consecuencias.

Sus cuerpos chocaron cuando el menor abandonó la habitación. Era un joven arrogante y orgulloso, de eso no cabía ninguna duda. Se le veía en la sonrisa. Se alejó a paso ligero, como si temiera que el medio íncubo pudiera atraparle o echar a correr tras él en cualquier momento. Tal cosa nunca sucedió. Por el contrario, Yves permaneció inmóvil en el sitio, hasta que las pisadas del otro se perdieron al final del pasillo. Sólo entonces, se incorporó para volver a adoptar una posición recta, desperezándose poco a poco. El contrario pretendía que lo persiguiera para cumplir su venganza, o eso parecía. Ni siquiera esbozó un gesto despectivo. Tan sólo desvió la mirada hacia la otra cara de la sala. Aún sostenía la olvidada copa de ginebra en su mano ─ era un milagro que no hubiera terminado hecha añicos ─. Avanzó entre los papeles con la misma indiferencia que había empleado Soul momentos antes. Oía el crujir de las hojas a su paso. Dejó la copa encima de una mesita que se encontraba cerca perdiendo todo su interés en ella. Inevitablemente, sus ojos se dirigieron al piano, y sin querer, acarició la superficie de las teclas con la punta de los dedos. ¿Cuánto tiempo hacía que no tocaba? Un par de años... puede que más. Apenas se había dado la ocasión. Sin embargo, es algo que nunca se olvida, resiste al avance del tiempo y siempre persiste en la memoria. Algunas notas escaparon y se esfumaron en el aire nada más nacer. Morían rápido, como flores de un solo día. Lentamente, tomó asiento en la banqueta. Sus manos se deslizaron solas sobre el teclado. Los recuerdos acudieron a la llamada de su mente. Cómo no: París, noche del 25 de febrero de 1908. Un jovencísimo pianista ─ rozaría los veinte años de edad ─ deleitaba a los invitados del Palacio de Versalles ─ Château de Versailles ─ en uno de sus admirados bailes de máscaras. Se trataba de una tradición llevada a cabo por la clase acomodada francesa, quienes durante años habían estado representando el baile nupcial de la boda del Delfín con la infanta María Teresa, acontecimiento que había tenido lugar en la suntuosa Galería de los Espejos siglos atrás. Tras la apertura de las puertas del Gran Apartamento del Rey, el anfitrión ─ cuya figura representaba al monarca ─ dio inicio a la fiesta. Las parejas ─ vestidas de época acorde con la ambientación del lugar ─ bailaban alrededor de la sala al son de la orquesta. El baile de moda era el tango argentino, aunque también había vals, minuet e incluso una pequeña actuación de danza cortesana. Al cabo de las dos horas, llegó el momento del albino. Se hizo el silencio y la música inundó la sala. Los bailarines danzaban absortos en la melodía, y los que no lo hacían, observaban encantados al autor de esa maravillosa composición. Se convirtió en el protagonista de la noche que impulsaría su breve pero intensa carrera artística hacia lo más alto. Desde la velada no habían dejado de lloverle grandes oportunidades, así como actuar en los mejores palacios y conservatorios del mundo, conciertos e interpretaciones en festivales internacionales, conocer a otros importantes y prestigiosos maestros de la música. Quizá por la fugacidad de su ocupación como pianista nunca llegó a alcanzar la fama histórica de estos, si bien tuvo el tiempo suficiente para amasar una pequeña y discreta fortuna, la cual insistía en mantener en secreto. Era un hombre de costumbres extrañasen lo referente a su economía, pues apenas le daba importancia al dinero, no se consideraba tan superficial y materialista como para presumir de su patrimonio. Podía decirse que simplemente lo hacía por amor al arte.

Para cuando volvió a la realidad, su cuerpo se había adelantado a su mente y tomado la decisión por este. Sus dedos comenzaron a pulsar las teclas. Las primeras notas poseían un declive dramático y decidido. Por ello era la primera canción que tocaba después de ese largo descanso, una de sus favoritas sin duda. Al contrario de la mayoría de composiciones que estaba acostumbrado a interpretar, la Rue des Cascades comenzaba su introducción con fuerza, y lentamente, el ritmo iba decayendo hasta transformarse en una melodía la cual pretendía trasmitir una impresión poderosa a la vez que melancólica. Sus manos se deslizaban veloces a lo largo del teclado, mas conforme la melodía avanzaba se iba ralentizando, hasta que sólo debía pulsar algunas teclas cada dos segundos, y luego sólo una, y todo el auge de la melodía se extinguía lentamente. Era como levantarse con poder sólo para caer en un abismo. Se preguntó si esa había sido su trayectoria, o todavía estaba bajo los efectos de su soberbia y era incapaz de verse con objetividad. Tomó un último trago de ginebra. Si resultaba cierto que caía sin darse cuenta, esperaba que al menos lo que hubiera abajo fuera mejor. Pronto estaría seguro de ello...
Yves A. Blachard
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Soul Eater Mar Jun 12, 2012 6:57 pm
Amo»Demonio
Aun andaba un poco estresado y creo que aquella manera de desquitarme con mi nuevo pet no fue bueno, no es que me arrepintiera pero creo que no fue lo mejor maltratarlo o no al menos el primer día. Bueno ese no era el caso debía continuar a lo que había venido a la cocina, me dirigí a preparar un poco más de café, coloque lo suficiente en la cafetera para luego colocar mis codos en la meseta mientras esperaba, desvié la mirada en la espera notando aquella botella donde está el alcohol, me acerque como si nada y la tome revisando, arque un poco la ceja y tome una copa de el trastero, serví un poco y después di unos giros a la copa. No tarde demasiado y la tome, no era una gran cantidad, paso por mi garganta de manera tan rasposa que después no evite toser demasiado, me acerque al grifo escupiendo lo que podía y luego abriendo para llevar un poco de agua y luego escupirla, simplemente esto no era para mí. –qué asco –Mencione apenas mientras veía que el café ya estaba, era mejor que no tirara luego eso pero ahora solo debía quitarme el mal sabor, tome la taza y me serví, lo trague más que nada para quitarme es sabor además para prevenir que no me llegara tan rápido el alcohol como normalmente lo hacía. Me tome la jarra de vidrio y comencé a volver donde el peliblanco andaba. La verdad no sabía si estaba enojado o algo así, de hecho ni le di oportunidad de expresarse, más me fue fácil regresar. Ahora que volviera lo echaría del estudio pues aun no estaba agradado con la idea de estar sin invitación, de todo el departamento era el lugar que me apartaba de todo y todos, que me invadieran era algo simplemente molesto.

Me encontraba descalzo para más comodidad y al llegar solo note como estaba observando el piano y no tardo en tocarlo, muy mala idea por mi parte, de las cosas que aun detestaba eran que tocaran ese piano. Deje las cosas en un estante mientras iba a quitarlo pero pronto ignore esa idea mientras escucha como tocaba, no sé si dejarlo pero el caso es que al menos no tocaba nada mal, era una fortuna ya que si se atrevía a jugar con ese piano iba a destrozarlo, no importaba comprar otro pet, el dinero era lo de menos pero que iban a decir si este desaparecía. Cuando dejo de tocar simplemente me le acerque lentamente por la espalda pasando mis manos por los hombros lentamente colocando mi cabeza en uno de sus hombros con una suave sonrisa. –Mira que no eres tan malo en el piano –comente aunque lo más seguro es que eso, no lo subestimaba aunque quisiera. –Pero aun así me sorprende que de todos los pianos, teclados y demás eligieras tocar este –Tal vez era porque yo también lo había tocado pero aun así no me agradaba compartirlo, era mío. Algo que me llamo la atención fueron esas manos, no me había fijado pero eran por mi hermosas, seguramente algo que siempre admiraba de otro músico, me mantuve a su lado por un largo tiempo hasta que mi sonrisa se me fue, algo que llego a la cabeza y lo solté. Di la vuelta hasta estar por el lado de el asiento y sin permiso, como si lo necesitara, me senté en las piernas ajenas, después de todo era así como debían ser las cosas, el tenía que ser mío y lo trataría de esa manera. –Al final no fue malo comprarte –mencione tomando sus manos y colocándolas en mi estomago, solo para que me abrazara aunque eso ya era algo que el debía interpretar por su cuenta. Comenzaste a tocar lentamente y repitiendo el principio, pero aun así era hermoso además de un poco triste, comenzaste a subir el tono pero aun con ese mismo ritmo, sonreíste con suavidad pues ahora regresaba a ti esa inspiración la cual no sabías a que echarle la culpa pero al mayor era claro que ni le agradecerías nada. Algo seguro es que lo querías a tu lado, para que escuchara, necesitabas eso, un espectador. Melancólica o no aun debías seguir tocando hasta que acabara pero el problema era cuanto durarías, debías escribirla pero lo importante era terminarla, ladeaste a ver al mayor aun con esa sonrisa. –No la olvides que yo tal vez lo haga –No se sabía si era un favor o alguna orden pero siguió, un dedo torpe desentono pero lo arreglaste, ahora ya era normal pues un suave sonrojo se te marco en tu pálida pues pero era culpa de probar lo que él tomaba, miraste desafiante las teclas ya que el error no estaba permitido cuando tocabas y ahora menos cuando estabas con ese sujeto.

-Maldición –
Susurre terminando de tocar la melodía, recargue mi cuerpo ya en el contrario mirando la pared. -¿Cómo soportan esto? –Dije estirando la mano para tomar la copa que antes sostenía lo mire un poco y lo volví a dejar, mi cabeza comenzaba a dolerme pero ahora que me doliera lo que quiera, por fin había terminado la canción y eso fue lo mejor, ya las demás iban a ir viniendo basadas en esta que iba a ser la principal. Pase mis cabellos atrás para darme una suave vuelta a mi cuerpo sin dejar de estar en las piernas ajenas, lo suficiente para verlo de frente. –Sabes… el problema ahora es ponerle nombre –Muy cierto, no tenía idea de cómo llamarlo y aun cuando tuviera la música sin un nombre por el cual reconocerlo no iba a servir de nada, sonreír un tanto y le mire a los ojos, me mire un poco a mí. –Si tienes alguno es mejor que me lo digas… -La voz se hacía cada vez más baja, mis parpados comenzaban a pesar, ahora solo lo abraze yo por su cuello recostándome en el cuerpo ajeno si quería o no, el alcohol solo me adormilaba en pequeñas proporciones, el aromaba que emanaba de él no era nada molesto y más que nada era tranquilo, aun siendo ángel era de esperarse aunque no sabía bien su origen.

Los segundos pasaron y tu cuerpo cayó en reposo, tus ojos se cerraron, el cuerpo descanso dando un suspiro antes. La respiración era tan tranquila y aun así el sonrojo no desaparecía de esas mejillas, era un suave tono rosa, estaba tan adormilado que pocas cosas en ese momento podían despertarlo, olvidaba que Yves no era la mejor cama humana en la cual recostarse pero un poco de la lógica se había ido con ese trago.

Soul Eater
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Yves A. Blachard Miér Jun 20, 2012 9:43 am
Híbrido
Cuando sus dedos descansaron sobre el teclado, pareció quedarse pensativo por un momento. Estaba preguntándose cómo podían haberle ido las cosas en otras circunstancias. Si era tan bueno y talentoso como todos afirmaban; ¿qué demonios había hecho para acabar de esa manera? Podría haber disfrutado durante algún tiempo más de su pequeña fortuna: dándose la gran vida en su mansión parisina al igual que tantos otros pijos adinerados ─ o la "clase acomodada" francesa, dicho con cierta delicadeza ─. No hubiera sido ninguna mala experiencia... aunque sí terriblemente aburrida. Solía decirse que no estaba hecho para esa forma de vivir; incluso le suponía esfuerzo imaginarse de tal modo. Sólo tirado en una hamaca junto a su piscina, teniendo todo lo que deseara al instante prácticamente sin sacrificio alguno. Ya había pasado por ello durante sus primeros años de juventud, y no fue tan maravilloso como la mayoría de personas quisieran creer. Al final terminó por hartarse y abandonar esa existencia de lujos y comodidades pagadas, no le compensaba de todo: el estrés del trabajo, la escasa estabilidad e incluso la actitud frívola y superficial de quienes le rodeaban. ¿Cómo podría haberlo imaginado? "Pero incluso aunque pertenezcas a otra raza, cuando eres joven y sin experiencia hay ciertas cosas que desconoces" se dijo a sí mismo. La idea del retiro llevaba rondándole la cabeza mucho tiempo, pero no fue hasta varios días después de su último debut cuando tomó la decisión que cambiaría su estilo de vida. Durante la visita a la residencia de un amigo artista, este le dio la oportunidad de conocer a su mayordomo y criado personal, el cual no sólo le servía fielmente, sino que además de llevar la administración de su casa también regentaba su fortuna. Yves demostró un evidente aunque moderado interés en el oficio de ese hombre, y tras formular algunas preguntas respecto a este permaneció más callado de lo habitual a lo largo de la velada. A los pocos días anunció su prematuro retiro, y gracias a algunos contactos, tardó bien poco en desaparecer y volver a sus años de servidumbre. Realmente eso había sucedido... si bien a menudo olvidaba quién tenía la culpa. Tampoco es que estuviera arrepentido, pues no siempre las cosas tomaban el rumbo que él esperaba. Pero le agradaba esa clase de vida y estaba satisfecho con ella, aunque pudiera resultar un tanto difícil de entender para la mayoría de la gente.


Volvió a la realidad cuando sintió la presencia del contrario en la habitación. Ni siquiera volteó a mirarlo. Sólo esperaba que se le hubiera pasado esa estúpida rabieta... incluso se sentía algo molesto al verse interrumpido de esa manera, pero no podía quejarse habiendo hecho él igual momentos antes. Tampoco se molestó en oponer ninguna resistencia a sus manos, si no que las dejó actuar libres sobre sus hombros. Esbozó una sonrisa mordaz al escuchar su intento de cumplido, sorprendentemente cerca de su oído. ¿Por qué le permitía actuar de esa forma? Ninguno de sus anteriores contactos habían sido agradables, y todos ellos habían generado malas consecuencias. Sin embargo, en aquella ocasión... parecía serle más bien indiferente. Se encogió de hombros ante su siguiente comentario. No veía motivos para buscarle una razón. Tal vez porque fuera el único que consiguió atraer su atención, sólo la belleza de este había sido suficiente, incluso aunque la sala estuviera llena de otro tipo de teclados. Quizá le trajese buenos recuerdos, o se debiera a que el albino lo hubiese tocado antes. Sólo de alguna manera le gustaba; eso era lo importante. Se quedó observando sus manos sobre el teclado, pensativo. Durante el tiempo que transcurrió el silencio, la presencia a su espalda desapareció. Pensó que simplemente se cansaría de mantener esa actitud mucho más tiempo. Por ello su sorpresa fue mayor al verle de repente sentado entre sus piernas. ¿Siempre era así de extraño? Tampoco hizo ademán de estar molesto o ir a echarlo de su regazo. No parecía la clase de joven acostumbrado a avergonzarse de esa clase de actos, y para su suerte, Yves tampoco lo era. Incluso permitió que colocara sus manos sobre el vientre del contrario, en una especie de abrazo distante. Por otra parte, aunque hubiera apenas un palmo de distancia entre ellos, apoyó la cabeza sobre su hombros, tal y como él había hecho momentos antes, para observar lo que acontecía en el piano. ─ Mmm... Debería alegrarme por escuchar eso... ─ comentó para sí con una media sonrisa. Al rato pareció caer en la cuenta de algo importante. ─ Es verdad, debo devolverte el cumplido, si es que lo era. Veamos... ─ lo meditó un instante. ─ ... Supongo... ahora que sé que haces esto no es tan insufrible ser tu mascota. ─ susurró en cierto deje sarcástico, sin alzar mucho más la voz. ─ De hecho te encuentro menos aborrecible cuando tocas... ─ dicho lo cual comenzó a hacerlo, e Yves guardó un respetuoso silencio para escucharlo. El principio era lento y frágil con cierto aire nostálgico. Conforme avanzaba la canción esta adquiría una tonalidad más grave. Se sintió tentado de cerrar sus ojos con el fin de buscar mayor concentración, pero por alguna razón no podía apartar la mirada ni de las teclas ni de las manos por las cuales eran tocadas. También se mantuvo callado cuando estos se enredaron vacilantes y resquebrajaron la pureza de la melodía. Pero sólo fue un segundo, y tras maldecir su error continuó hasta que el sonido de las últimas notas se extinguieron por completo. Yves reprimió un gesto de desconcierto. Deslizó la yema de sus dedos hacia su mejillas, y se sorprendió al descubrir que estaba... ¿cálida? Maldita sea; era un demonio, debería estar acostumbrado a esas cosas. ─ Sabes que es tu culpa. No deberías beber alcohol sin tener suficiente aguante. Es extraño... ─ comentó para sí, aunque resultaba un tanto obvio. Sin poder ─ o querer ─ evitarlo, esbozó una sonrisa de satisfacción. ─ Hm... eso sería parte de tu trabajo, ¿verdad? ─ le reprendió prácticamente en un susurro, todavía se resistía a levantar la voz. Posiblemente predijo lo que iba a pasar, aunque una parte de sí quiso evitarlo, a la otra ni tan siquiera le molestó que el contrario se adormilase junto a él. La primera tuvo intención de zarandearlo y alejarlo rápidamente de él, pero finalmente cedió a regañadientes. Por alguna perversa razón dejó que le rodeara el cuello con los brazos y apoyara la cabeza sobre su pecho. Permitió que se durmiera con la mayor tranquilidad. El híbrido suspiró, vencido. El abrazo a sus hombros le parecía más una clara invitación a llevarlo a la cama que un gesto de cariño. Y él tampoco tenía intención de quedarse allí hasta verlo despertar. Con cuidado, deslizó el brazo hacia la parte contraria de sus rodillas. Una vez lo tuvo bien sujeto, procuró levantarlo evitando tirar nada al suelo. De esta manera abandonó la habitación con el menor en brazos.


Por suerte para él el apartamento no era tan grande, y tampoco le costó mucho encontrar el dormitorio del chico. Podría haberle dejado en el sofá, pero supuso que preferiría despertarse en su cama ¿Aunque desde cuando importaba tanto eso? Como fuera, también era un buen modo para empezar a conocer mejor el piso. Ni siquiera se molestó en encender las luces, sólo intentaba guiarse en la semi-oscuridad. Cuando sus ojos se acostumbraron un poco mejor a esta, pronto dio con la cama ─ pues como se temía el desorden general también había llegado allí ─ y dejó tumbado al albino sobre ella, tenía el presentimiento de que se levantaría pronto. Rozó su mejilla diestra con la palma de la mano; todavía estaba caliente y sonrosada. Al parecer debía tener una gran intolerancia con el alcohol para acabar de esa forma habiendo bebido tan poco. ¿Para quién eran las botellas entonces? Tal vez las guardara por si venían invitados, se preguntó si podría considerarse uno de ellos al tomarse esa libertad. Concluyó finalmente que no era el caso, al menos Soul había dejado muy claro lo que pensaba acerca de su posición. Casi inconscientemente, deslizó sus dedos hacia su cuello, una voz maliciosa le susurró que era el momento perfecto. El demonio se encontraba débil y vulnerable. Sin testigos ni coartadas poco creíbles. Maldita sea, era una buena oportunidad... la cual, sin embargo, dejó pasar. ¿Un joven moría asfixiado en su cama, justo el día en el que le entregaban a una mascota a la cual prácticamente no conocía? Demasiado arriesgado... y demasiado fácil. Todavía era demasiado temprano. Si seguía con esa idea durante algún tiempo más, podría contemplar ampliamente todas las posibilidades, pero por el momento sería mejor esperar hasta que supiera lo suficiente. Su mano recorrió algunos centímetros más abajo, a la altura aproximada del pecho. Podía sentir los latidos bajo la piel. Esbozó una sonrisa en la penumbra; hacía tiempo que había dejado de confiar en las apariencias, y ello le sirvió de ayuda en muchas ocasiones. Aquella incluida... de alguna manera, sabía lo que era y pese a los problemas iniciales todavía no había tratado de quitarlo de en medio, lo cual era toda una novedad hasta la fecha.
Yves A. Blachard
Masculino

Soul Eater Lun Jun 25, 2012 10:07 am
Amo»Demonio
Simplemente ignorabas todas las intenciones negativas de tu mascota y no era porque lo ignorabas si no por el hecho de que era para ti tal vez solo una simple mascota, eso era lo que parecían ya que nunca les diste una importancia mayor y sabías muy bien que cuando pudieran iban a escapar o algo, claro la mayoría buscaba eso pero otros buscaban un buen amo. Tenías ganas de saber que buscaba Yves contigo, claro si estaba interesado ya que tú mismo lo compraste y no le preguntaste ni nada por el estilo. Aun sus palabras apenas fueron escuchadas mientras tocabas esa melodía aunque algunas frases se te quedaron pegadas a la cabeza “ahora que sé que haces esto no es tan insufrible ser tu mascota” & “te encuentro menos aborrecible cuando tocas” no mencionaste nada pues no era necesario, esas eran sus ideas de ti y las tuyas aun te las guardabas pero no lo detestabas del todo pero no era como si pudieras decir que te agradaba, de hecho ya tenías en mente pensar en las represarías de haber entrado y tocar tu piano favorito. Pocas fueron las cosas que escuchaste a continuación pues tu cuerpo no aguanto y caíste a dormir en brazos ajenos, ni preguntaste ni nada solo estabas en él respirando lentamente y disfrutando del sueño que te daba, era relajante dormir enzima de alguien más, ya hacía que no tenías ese placer y seguramente se iba a repetir con tu mascota, Yves tal vez tenía ahora una difícil tarea que iba a hacer cumplir tus caprichos quiera o no. Tu cuerpo fue llevado a tu habitación, tus manos por instinto ya estaban bien sujetas al cuello ajeno, no tardaste demasiado en ser dejado en la cama por tu mascota, fue un gesto bueno al menos cualquiera lo hubiera imaginado solo faltaba cuidarte de él en cierta manera y no porque te molestara o algo así. Tu cuerpo fue tocado pero ni lo sentías, era una lástima que el alcohol golpeara de esa manera todo tu ser y durmieras tan pesadamente, solo necesitabas descanso y todo el alcohol se te bajaría, aun te preguntarías mañana como llego ese alcohol a tu casa pero lo más seguro es que en una de esas fiestas que organizaste tuviera consecuencias. Después del tacto tu mano busco una almohada cercana a la cual terminaste por abrazar, era algo que tu cuerpo ya hacía desde siempre porque ya estaba mecanizado, te gustaba estar abrazando algo mientras dormías.

La noche paso tan tranquilamente, desconocía la ubicación de Yves pero seguían pasando las horas, la primera noche con alguien más en tu casa desde hace tiempo, claro omitiendo otras presencias nada convenientes solo esperabas tenerlo el tiempo suficiente.



Al día siguiente



8:00 am Muy temprano para mí y aun más en un fin de semana, yo seguía tan tranquilamente descansando ignorando el hecho de que en minutos alguien invadió la casa, mentira, tenía llave así que no hubo ningún intruso. Lo interesante era que eran más de uno, cinco en total que simplemente se quedaron con la boca abierta al ver el desastre. El líder simplemente suspiro observando un poco las cosas, claro que era el líder pues eso decía su aspecto, alto, de lentes y con cabello negro. Vestía en negro con un saco del mismo color y una camisa blanca. –¿En dos semanas puedes hacer todo esto? –Dijo arqueando la ceja pero luego soltó una risa. Los demás venían diferentes pero casi del mismo tipo de ropa, dos castaños, un rubio y otro de cabellos blancos. –Pónganse a limpiar y dejen la comida y víveres, yo me dedicare a nuestra Diva –Dijo mientras los otros solo sonreían con suave satisfacción. Fueron a buscar algunas cosas en una pequeña bodega de limpieza, uno que otro recogían la ropa y colocaban en sus lugares, luego llevaban todo lo que habían comprado acomodándolo en el refrigerador y alacena, su tarea solo era dejarlo pero no cocinar, todos eran parte del Staff de donde yo trabajaba.

Luigi se dirigía a mi habitación pero en el camino se encontró con Yves y solo se encogió de hombros. –Tú debes ser la nueva mascota de Soul y supondré que eres el que preparara el desayuno –Dijo con una suave sonrisa para después seguir el paso, no tardo en llegar y mirarme. Yo estaba abrazado por la almohada y sin soltarla, suspiraba lentamente con toda tranquilidad. El pelinegro se sentó a un lado de la cama con el ceño fruncido, seguramente estaba un poco molesto por el desorden de todo el departamento que el hecho de que estuviera durmiendo, de eso ya estaba acostumbrado, no tardo y me tomo de los hombros para alzarme y comenzar a sacudirme. -¡¿Qué paso?! –Me sorprendí demasiado pero por fortuna cuando me di cuenta era él, por un momento creí que era Yves de lo cual realmente me iba a sorprender. –Dios... tu en verdad sabes como levantar a alguien –Dije con sarcasmo y una suave sonrisa cuando me soltó calmadamente, me revolvió el cabello pero no me quejaba, era alguien que tenía parte de mi confianza desde hace tiempo y un humano agradable para mí. –Para ti es la única manera –Me dijo mientras solo le dedicaba esa sonrisa. -¿Ya tienes la canción? –Me pregunto pero yo lleve mi diestra a mi cabeza sintiendo un suave dolor de cabeza, me ponía a pensar pero apenas recordaba algunas cosas y tenía una suave melodía en mi mente pero no entraba todo. –Supongo pero me falta una que otras modificaciones –Me excuse con una risa mientras me levantaba, estirando todo mi cuerpo, mire la hora y simplemente suspire porque si que era tan temprano para mí. –No tardes que pronto la tendremos que colocar en promo –Solo asentí mientras aquel me pedía que me bañara, me tiro una cuanta ropa a cama y una toalla a la cara. –Báñate y espera tu desayuno ademas apresurate que no soy tu niñera- Obedecí mientras entraba al baño, no tarde demasiado en quitarme la ropa y meterme a la ducha, para que sea más rápido que entrar a la tina, solo abrí el grifo sintiendo el agua fría en mi cuerpo, cerré los ojos unos momentos solo para recordar las palabras de Yves, Sufría y aborrecía, era divertido pensarlo, nunca creí que alguien lo hiciera. En mi vida solo conocí a una persona que lo hiciera y no era por presumir pero la gente no solía detestarme o simplemente no sentía mucho por mí. Cuando me di cuenta ya estaba a punto de terminar de bañarme, el jabón pasaba por mi cabello y seguía a mi cuerpo casi perfecto que ahora tenía una marca en el pecho pero eso ya era otra cosa. Terminaba mientras el jabón se caía por el agua y no tarde en cerrar el grifo, Salí tomando una toalla mientras limpiaba mi cabello del agua sobrante y mi demás cuerpo, tome otra toalla para colocarla en mi cintura, y la otra pasaba en mi cuello dejándola a extremo. Mire la ropa y solo me acerque, comencé a vestirme, seguro se iba a asegurarme de recordar las cosas, no tenía ni ganas de escuchar absolutamente nada. Aun cuando tuviera parte de la canción no sabía cómo llamarla, aun no pensaba en el nombre para ella siempre tenía que ver con alguien o algo que me pasaba en ese momento pero no venía nada a mi mente.

Al terminar de vestirme Salí para notar que el departamento comenzaba a ser más visible, la ropa ya estaba siendo levantada por uno de los chicos, me saludaron y yo regrese el saludo, ahora me preguntaba donde estaba Yves, además que desayuno se refería Luigi. Me dirigí al comedor, a ver si ahí se encontraba ya el desayuno prometido, me preguntaba si lo había hecho Yves, al menos lo que recordaba es que el lo iba a hacer, de eso iba.

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Ni yo mismo lo se~


Yves A. Blachard Miér Jun 27, 2012 10:37 am
Híbrido
El crujido de la puerta al abrirse sorprendió al híbrido de nuevo en la "habitación del piano", como recién la había bautizado. Y no, esta vez no había ido a tocar ─ aunque estuvo tentado, tampoco creyó que ni a Soul ni a los vecinos les fuera a hacer gracia una serenata a esas horas de la mañana ─ sólo pasaba a recoger la copa que se había dejado la noche anterior, pues el apartamento ya estaba bastante desordenado de por sí y él no pensaba contribuir a la causa. Casi no había pegado ojo en toda la noche, lo cual tampoco resultaba tan extraño en su persona. Estaba acostumbrado a dormir lo mínimo y ello ni le molestaba. Tras acostar al albino y en vista de lo larga que iba a resultar la noche, había decidido salir a dar una vuelta por los barrios cercanos, habiendo vuelto al apartamento poco más de quince minutos antes de la inesperada visita, de mañana temprana. Fuera quien fuera el intruso había abierto con llaves, si bien Soul no le había advertido nada al respecto. "Claro, ¿por qué iba a hacerlo?", dijo una voz en su cabeza con cierto tono irónico. Se encogió de hombros indiferente, debía ser alguien de confianza del pianista o de lo contrario no tendría acceso para entrar al piso. Debido a esto, como tampoco lo consideró de su incumbencia ni se molestó en acudir a recibirle. Por el contrario, se dejó caer sobre la banqueta del piano, observando pensativo las cuidadas y marfileñas teclas de este. Sólo... ¿acaso era incapaz de olvidarlo? Esa maldita canción... todavía se resistía a abandonar su mente. Sonaba una y otra vez en sus oídos, como si las estuviera escuchando en vivo sin interrupción alguna, como si tratase de darle a entender un significado oculto. Cada sonido, cada nota, se había quedado grabado en su memoria, y no sabía con certeza cuánto tiempo iba a tardar en olvidar. Las notas... "Maldición". Murmuró entre dientes ciertas observaciones referidas al albino ─ con seguridad nada agradable ─, mas finalmente suspiró resignado y se inclinó para tomar una pluma rescatada del suelo, tal así como un papel en blanco. Apoyándose sobre la parte lisa del piano, comenzó a escribir rápidamente, sería desagradable si le encontraban allí otra vez. Era difícil de entender que aquellos trazados tan pequeños tuvieran un valor de esa magnitud. Pero su conciencia ─ si es que realmente poseía una ─ nunca le permitiría abandonar al olvido una melodía tan hermosa, con independencia absoluta de por quién hubiera sido creada. Incluso aunque ello supusiera ayudar al joven al cual apenas unas horas antes había estado a punto de arrebatarle la vida... merecía la pena por una canción como esa. Lo vieran como lo vieran quienes supieran de este hecho, él sabía que quedaba lejos de un acto de buena fe, pensando que le movía más la belleza de una obra artística a apreciar una vida. Apenas tardó un par de minutos, cuando terminó completamente de escribir todo lo que su memoria lograba recordar. Recorrió con la mirada la partitura varias veces. Estaba bien al menos como la recordaba, sólo corrigiendo los pequeños fallos cometidos en la primera interpretación. Lo difícil era, tal como había dicho el compositor antes de dejarse vencer por el sueño, buscarle un nombre. Sin embargo a Yves tampoco le tomó demasiado tiempo. Ni siquiera se planteó poder estar robando una parte importante del trabajo del albino, pues quizá este hubiera pensado en algo más personal. Pero también le había pedido un nombre al híbrido y eso estaba haciendo, además de que apenas suponía esfuerzo por su parte. El lejano sonido de pisadas desconocidas sobre el piso hacía que su instinto le apremiara, por lo cual apenas le dio un último vistazo cuando escribió, con caligrafía delgada y sin embargo cuidada a pesar de lo apresurado de la situación:



“farewell at dawn”
last melody

Siempre había sido de esos encaprichados músicos los cuales querían creer que una canción no se limitaba a un grupo de notas casualmente armoniosas. Si bien, en aquella ocasión rehusó pensar en el posible significado de aquella melodía. Eso formaba parte de la impresión de cada oyente. Dejó el folio sobre el atril, como si realmente hubiera estado allí siempre, y abandonó la estancia con la copa vacía en la mano.

No le resultó tan sorprendente encontrarse al supuesto intruso mientras se dirigía hacia la cocina, y él ─ por el sonido de los pasos y la forma de caminar ya hubo intuido que eran hombres ─, a la habitación del albino. Era considerablemente alto ─ al menos casi le alcanzaba ─, de cabellos oscuros. Por la forma de vestir ─ traje negro formal ─ y las lentes le hubiera juzgado como un empresario o un ejecutivo, alguien del mundo de los negocios tal vez. No tardó mucho en atar cabos, concluyendo que debía ser el representante de Soul, o bien formaba parte del lugar donde trabajase ─ conservatorio, discográfica, estudio, todavía estaba por resolver ─. Tampoco pareció extrañarle verle por allí, se preguntó si el pianista le habría advertido de su estancia en el apartamento. Correspondió a su sonrisa distante con un indiferente encogimiento de hombros, sólo se limitó a comentar más para sí que para el contrario: ─ Bien supuesto. ─ pues había acertado en ambas afirmaciones. Continuó su camino sin decir nada más, ni siquiera presentarse, ya que lo consideraba una pérdida de tiempo innecesaria. El joven desconocido parecía pensar de la misma manera, puesto que se adentró en el cuarto donde dormitaba el propietario del piso sin una palabra más. Los hombres que hablaban mientras colocaban las provisiones en los estantes y la nevera interrumpieron su conversación al verlo entrar. El rubio fue el primero en reaccionar, dándole los buenos días con una suave sonrisa, y el castaño repitió el saludo torpemente, como si recién cayera en la cuenta de que era de buena educación decir algo a un recién llegado. Yves saludó a su vez con una media sonrisa, y se acercó a los fogones para comenzar su tarea. Tras las típicas preguntas de rigor y algunas presentaciones en las cuales el albino se vio obligado a dar su nombre, si bien averiguó algunos datos sobre los contrarios. Siendo Francesco el primero y Vincent el segundo, ambos, junto con el resto del equipo quienes acudían a limpiar el desorden del apartamento y traían la comida y bebida, formaban parte de la dirección en donde trabajaba el compositor. Ellos le explicaron le explicaron la causa de su presencia allí y algunos aspectos de su oficio, lo cual Yves escuchó interesado mas sin apenas apartar la vista de la cocina. ─ ¡Por fin! Esa fue la última lata... ─ suspiró Vincent dejándose caer sobre del banco, al lado de donde trabajaba Yves. Lo miró durante unos instantes, y sin poder reprimir más su curiosidad, preguntó: ─ No llevas demasiado tiempo con Soul, ¿verdad? ─ lo cual le valió una mirada recriminadora de su compañero, el cual sin embargo no intervino pues tampoco podía negar su interés en el ojiazul. Por el contrario, este sonrió calmado. ─ Llegué hace relativamente poco, sí. ─ contestó mientras cortaba la fruta. Incapaz de estarse quieto, se sirvió un vaso de zumo y quedó absorto en el fondo, como si allá hubiera algo que le resultara incomprensible. Luego se encogió de hombros y le dio un sorbo. ─ Pues espero que tengas suerte. La vas a necesitar para durar aquí. ─ comentó como si tal cosa dejando el recipiente de cristal sobre el banco. Francesco le dirigió una mirada de reproche, como la de un padre que censura el vergonzoso comportamiento de su hijo pequeño. ─ ¡Cierra el pico, Vince! Maldita sea, sabes que no deberías... ─ el otro le interrumpió con un gesto insolente. ─ ¡Vamos, Fran! ¿Acaso he dicho alguna mentira? ─ se defendió, dirigiéndole una mirada en busca de apoyo a la mascota. ─ Además, ya debe de haberse dado cuenta, ¿verdad?... ─ ante lo cual el medio íncubo respondió con una media sonrisa, si bien se abstuvo de tomar partido en aquella pequeña disputa. El rubio negó con la cabeza desaprobadoramente y le lanzó una mirada cargada de arrepentimiento al híbrido. ─ Perdonalo, él no ha querido... ─ sin embargo este le interrumpió con un ademán restándole importancia al asunto. ─ Tranquilo, está bien. ─ volvió a mirar al trajeado castaño. ─ Gracias, pero no creo que vaya a ser tan difícil. Puedes desearle tu suerte a otro, seguro que te lo agradecerá mejor que yo. ─ sonrió suavemente. El joven pareció algo confuso por su reacción al principio, pero finalmente aceptó la respuesta con una sonrisa, al igual que su compañero, el cual quedó satisfecho con la condescendencia del hombre y el final que había tomado la situación. ─ ¿Podemos ayudarte en algo? ─ se ofreció en una especie de símbolo de gratitud. Yves tampoco se lo pensó demasiado. ─ Creo que en el comedor hay una mesa. Si la encontráis, sería bueno que fuerais sacando los platos. ¿Os importa? ─ cuestionó, aunque la respuesta estaba asegurada. Ambos rieron ─ por alguna razón no parecía que estuvieran acostumbrados a hacerlo muy a menudo ─ y tomaron los platos ya preparados. Sólo cuando los dos salieron llevando en las manos el desayuno, el francés sonrió para sí, complacido. Al menos les había sacado partido. Se preguntó por qué alguien como Soul había decidido rodearse de humanos, si bien tampoco del todo desagradables, seguían siendo demasiado sencillos. Supuso que en eso estaba la cuestión.

Finalmente hubo acabado con el desyuno antes de lo esperado, por lo cual entró al comedor de nuevo en la busca de su perdida maleta. Justo en ese preciso momento, otro joven con el pelo color caramelo ─ cinco en total, contando los que se había encontrado, ese y otro de cabellos blancos que seguía recogiendo ropa un poco más allá ─ se le acercó sujetando la nombrada en la mano. ─ Esto debe de ser tuyo. Estaba por el suelo. ─ añadió como si fuera necesario. Yves le agradeció y acto seguido desapareció tomando sus pertenencias. Sin dar más explicaciones, entró en una habitación cercana y abrió la maleta. Tenía más bien poco, aunque tampoco precisaba de nada más. Cogió un par de prendas al azar ─ no le importaba andar descalzo por la casa ─, sólo comenzó a cambiarse de ropa escuchando el ajetreo de los hombres a pocos pasos de allí.
Yves A. Blachard
Masculino

Soul Eater Lun Jul 02, 2012 8:23 pm
Amo»Demonio
-¿Dónde está?- Fue lo primero que pregunte a los que estaban cerca de la mesa y el rubio que ya había dejado el desayuno en la mesa se me acerco, con una agradable sonrisa. –Parece que ha ido a buscar sus cosas con Will –Dijo señalándolo y este no hizo mucho caso mientras se acercaba a la mesa. Suspire un poco pues en mi mente aun estaba tentado el pensar en la noche anterior, en verdad tenía ganas de saber que fue lo que había compuesto que no recordaba con nada de claridad, sabía que le pedí a Yves recordarme la canción, se la había presentado y era el único a quien se la mostré, ahora bien que se me había olvidado fue lo peor que podía hacer. –¡Ey!, ¿ya tienes el trabajo? –Me sorprendí al escuchar esa pregunta de nuevo, parecía que ellos mismos podían lincharme por mi irresponsabilidad, pronto lo descubrió en mi gesto y que además encogí los hombros. –Lo siento, no sé si la tengo –Respondí y todos me voltearon a ver replicando, era claro que no les gusto la respuesta. –Pero lo vas a tener mañana, ¿verdad? –Arqueo la ceja el castaño de nombre Abel, yo solo asentí mientras me iba a sentar. –El desayuno se ve estupendo –agregue pero aun sin saber quien lo hacía mientras el albino quien era más alto que yo solo suspiro sentándose a un lado. –no lo hace tan mal como yo –Dijo pues era él quien siempre hacía el desayuno pero con esas palabras era más claro que Yves lo había hecho. Interesante, se había dedicado a hacer el desayuno y no era para nada malo. Tal vez un punto bueno para él. –Gracias por venir a arreglar el departamento, lamento que haya quedado hecho un desastre –Desvié la mirada como si con eso me quitara la culpa. –Y en una semana, haz roto tu record –Dijo el pelinegro para después darme un zape en la cabeza, recrimine con un suave gruñido, muy normal en mi, los demás solo comenzaron a reír. –Es que los extrañaba ver –Excuse pero Luigi aun me miraba muy amenazante pero sabía que así era su forma de ser, aun más me lo merecía por lo cual no opuse resistencia. –Soul, ¿por qué te compraste una mascota? –Dijo el castaño un poco oscuro, nunca se quedaba callado y su curiosidad era mayor a la mía así que le entendía, aunque a veces era mejor quedarse callado pero no era algo que yo hiciera. –Bueno… no lo sé realmente, solo quise volverlo a intentar, las mascotas no son tan malas –La verdad tal vez era un poco la soledad y aburrimiento, a cualquiera podía matar esas cosas, me era aburrido sentir esa gran peso que no se quitaba tan fácilmente. –Espero y no llegue la tercera, que sería la vencida –Aquel comentario solo me hizo recordar que era cierto, había tenido otra mascota pero termino por abando… no, yo lo había dejado ir. –Tú no tienes remedio Vincent –Solo solté una leve risa pues esas cosas no eran que en verdad me afectaban.

No tardaste mucho en olvidar y tomaste un tenedor para comenzar a desayunar, el mayor callo a todos e índico que hagan lo mismo, no tardaron en tomar asiento pero al verlos a todos solo sonreíste. De una manera sentías que ellos eran tus amigos, no lo habías declarado del todo pues siempre eran raros además de que no eras del tipo que siempre se apegaba a las personas, lo sentías algo muy mezquino, sentías que si alguien se volvía apegado a alguien podía salir herido además de ser un estorbo. Las relaciones con personas siempre las descartabas aunque ellos eran los que se preocupaban o eso parecía. Lo curioso del asunto era que los 5 eran de las pocas que te llamaban por tu nombre, por no decir los únicos además de ser los que conocían de tu vida incluyendo cuidarla. Continuaste con la comida mientras los demás hablaban de cosas aparte, pero de nuevo el mayor te toco en el hombro del cual solo levantaste la ceja. –¿Estás seguro de haber comprado la mascota?, hubieras consultado –Soltaste una suave risa con lo ultimo pero negaste con la cabeza –Creo que solo fue capricho además no necesitaba consultarte nada, es solo una mascota además ustedes me aconsejaron, ¿miento? –Defendiste tu argumento mientras el otro suspiro, era verdad que ellos te habían recomendado. Solo fue una noche que salieron a cenar, hablaban de sus novias y uno que otro de sus mascota pero cuando te toco te quedaste callado, ni novia ni mascota tenías pero lo único que decías es que no te gustaba las relaciones amorosas o sentimentales y mascota, no volviste a tomar esa idea después de la primera que habías tenido. De ahí los comentarios saltaron hablando de conseguir una; sin relaciones, solo entretenimiento y placer. Buena idea desde su punto de vista y días después te pusiste a pensar en la raza y lo demás.

Termine y me tome la taza de café, me preguntaba si se habían metido a arreglar el estudio pero lo dudaba, siempre les pedía que me dejaran recoger las hojas antes de que limpien y era mejor hacerlo ahora que estaban en el desayuno. Me lleve la taza y seguí el camino, avise antes de desaparecer a la vista de ellos aunque me preguntaba donde estaba Yves pero con la pereza de la mañana preferí luego buscar, cerré la puerta tras de mí con seguro. Recogía todo lo que había en el suelo y lo dejaba a un lado, luego me ocuparía de separarlo como era debido pero mis ojos no tardaron en posarse en donde esta mi preciado piano y vi un folio curioso, me acerque para mirar bien, comencé a ojear y al darme cuenta era la canción. Con solo leerla mi mente producía el sonido, mire el titulo y sonreí, nada mal. Tenía la oportunidad de entregarla a los chicos pero eso significaba que este momento saldríamos a grabar y producir la imagen para el álbum, cosas que simplemente no tenía ganas así que se lo entregaría mañana prometiendo todo. Acaricie las teclas y me dirigí a guardar las partiduras en uno de los cajones libres y termine de acomodar todo para salir pero esta vez iba a buscar a Yves. No era para agradecerle simplemente quería saber donde estaba mi mascota. Al salir Williams –Will –me señalo la habitación de descanso en donde él había entrado así que solo le dedique una sonrisa para ahorrarme el trabajo de buscar. No tarde y entre en ella notando como se había cambiado de ropa. – ¿No vas a desayunar? –Pregunte con un poco de desinterés mientras me acercaba a él. –Esos se acabaran la comida si no te apresuras –Mi diestra se acerco por la parte descubierta de su pecho y tome un poco la cadena, quería comprobar que aun estaba ahí, levante la cruz solo para apreciarla y luego la solté mirándolo un poco. No sabía si actuaba diferente por el simple hecho de sentirse como un ángel o porque despertaba un poco mi lado malicioso, que en parte era divertido.


Soul Eater
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Ni yo mismo lo se~


Yves A. Blachard Vie Jul 06, 2012 5:47 am
Híbrido
Decidió tomárselo con calma. Todavía le resultaba extraño aquel estilo de vida, aunque empezaba a acostumbrarse. El olor a café y tostadas recién hechas, la risas y palabras de buenos días en la mañana nunca había sido lo suyo. Y sin embargo se sentía en el epicentro de todo aquello. Era como si hubiera estado bajo el agua todo ese tiempo y de repente se hubiera visto obligado a tomar una bocanada de aire. De nuevo ambas partes tomaban partido. Por un lado le resultaba familiarmente agradable, un cálido y vago recuerdo que resurgía después de muchos años. Por otra, no veía el momento de salir de aquel ensueño y volver a su vida, la que había llevado durante todos esos años y de la que tanto se resistía a separase: las noches sin regreso, los excesos. El placer. Ser el dueño de sus actos y manipular los de otros a su conveniencia. Verse libre de un ambiente en el cual, aunque no le desagradaba del todo, tampoco lo creía suyo. "Esta es mi vida ahora." se dijo con firmeza. Sólo tenía que adaptarse. Lo había hecho docenas de veces, ¿por qué demonios le estaba costando tanto? Tal vez no fuera la vida de lujos y comodidades a la cual estaba habituado, pero de cualquier manera le gustaban los desafíos. Además, al menos le entretenía e incluso podría decirse que resultaba divertido. Miró por encima de su hombro al escuchar el chirrido de la puerta al entreabrirse, juraría que la había dejado abierta del todo. Vaya, hablando de rey de Roma... ─ Menuda casualidad. ─ comentó, más para sí mismo que para el otro. Aún sin sonreír ni dedicarle una mera palabra de saludo, lo cual sería tan poco oportuno como necesario. Tomó la camisa de la silla donde la había dejado, mientras escuchaba la pregunta del otro. Encarcó una ceja mirándole con incredulidad, como si realmente no creyera que le estuviera preguntando algo como eso. Resultaba evidente que no se había enterado de su salida de la noche anterior, y tal como parloteaba acerca de esa estupidez de las reglas y los castigos no creía que fuera a gustarle que su mascota desapareciera durante la noche así, por la cara bonita y menos sin que él supiera absolutamente nada sobre ello. Tampoco le daba mucha importancia a si le molestaba o le diera por montar una escena, incluso aunque volviera a las represalias ─ las cuales por el momento consistían en una clásica "bofetada educativa", con el fin de crear una situación humillante pero al híbrido tan sólo le resultaban ridículas e indoloras ─. De cualquier manera, tampoco veía razón para decírselo. Seguramente se ahorraría otra rabieta caprichosa, o en el poco probable caso de que le fuera indiferente, palabras inútiles. ─ ¿No vas a darme un beso de buenos días? ─ comentó con sorna infantil. Sinceramente, le estaba tomando gusto a eso de tomarle el pelo. Empezaba a cansarse de mantener esa actitud de mayordomo perfecto, no era tan divertido como esperaba, puesto que tampoco producía ninguna reacción interesante. Los que le conocían acostumbraban a afirmar, y no sin razón, que tenía más peligro aburrido que enfadado...

Quiso cuestionarle si realmente le interesaba saber eso, dejando a un lado la curiosidad, pero por alguna razón evitó formular la pregunta. Debería explicar que para empezar solía comer más bien poco, aunque lo hubiese cocinado él mismo ─ ¿Y qué demonios tendría que ver una cosa con la otra? Buena pregunta. ─, y tampoco solía dedicarse a hacer amistades en el desayuno con un grupo de desconocidos un sábado por la mañana. No penséis que era tímido o asocial ─ pese a lo incómodo de la situación ─. Estaba demasiado cansado de esa clase de cosas y le importaba demasiado poco lo que pensasen esas personas. ─ Hmmm, parece tentador pero ...bah, no tengo ganas. ─ respondió con apatía. Puede que no comiera ni durmiera como debería y todavía se mantuviera en perfecto estado tanto físico como mental, pero nadie dijo que los demonios o los ángeles fueran incapaces de sentir pereza. Además, él ya había cumplido con su parte y con eso era suficiente. Se puso de cara hacia el demonio ─ más por educación que por precaución, le desagradaba darle la espalda a las personas ─ mientras abotonaba los últimos botones de la camisa. Lo escuchó acercarse aunque ni se molestó en alzar la cabeza hasta que estuvo lo suficientemente cerca como para alcanzarlo si extendía el brazo hacia él. Fue precisamente lo que sucedió a continuación. Sólo tomó entre sus dedos el pequeño colgante el cual se balanceaba en su pecho. Yves pareció sorprenderse durante un segundo, bajando la vista hasta donde se encontraba la mano del contrario. No había tenido problemas para acostumbrarse al "regalo" de su amo y prácticamente había olvidado por completo de que aún la llevaba encima. Resultaba extraño porque no solía tenerles mucho apego a esa clase de joyas, y sin embargo aquella... comenzaba a gustarle. Tampoco hubiera sabido razonar esa conclusión, ni pensaba hacerlo, aunque en el fondo le desagradase actuar tan impulsivamente. Se encogió de hombros ante el comentario del albino. Ese era el objetivo, ¿verdad? Quizá en otra ocasión hubiera sonreído satisfecho por trabajo cumplido, aquella vez resultaba extrañamente triste.

Le faltaban algunos botones de arriba, pero así era más cómodo. Ladeó la cabeza apenas un par de centímetros devolviéndole una mirada curiosa. Quería preguntarle acerca de su presencia allí. Si acaso tenía que decirle algo importante, o sólo se pasaba para ver qué hacía. En otras palabras, vigilarlo. A decir verdad no le molestaba tanto la idea como hubiese esperado. Solía sentirse cómodo siendo el centro de atención. ─ Si eso es todo... ─ lo cual también podría ser interpretado como un "¿Por qué has venido?". Sin darle aún la espalda se sentó sobre la maleta cerrada. En algunos gestos podía parecer un poco despreocupado e incluso infantil, aunque en realidad sólo tratase de acomodarse. Intentó encontrar su mirada inclinándose hacia delante. Su cabello no estaba poniéndoselo fácil, así que lo retiró con una mano mientras con la otra mantenía el equilibrio sobre la maleta. Su maldita curiosidad le estaba matando. Aunque había decidido ser paciente, tampoco estaba muy seguro de poder mantener esa intención mucho tiempo. Eran demasiadas preguntas, demasiadas cosas que quería saber. No creía que fuese a sacar algo en claro de por qué se molestaba en ir a buscarlo. Tenía curiosidad pero sabía que no era tan importante, además de que seguramente le respondería con una evasiva. Al fin y al cabo, era su casa. Estaba en su derecho de ir donde se le antojase. Lo cual le recordó, todavía tenía una cuenta pendiente con él. Por lo visto aún pensaba en castigarle por desobedecerle directamente y entrar al estudio sin permiso ─ ¿no tenía suficiente con la bofetada? ─. Sin preocuparse siquiera por ello, sólo pudo preguntarse qué demonios le haría si se enteraba de su "escapada" nocturna. Ahogó un suspiro resignado. Tampoco creía que fuese para tanto... al menos había regresado. Y justo a tiempo, además. Si se hubiese demorado apenas un cuarto de hora más tarde, se habría armado una buena. Sonrió para sus adentros sólo de pensarlo. Le hubiera gustado verlo. Tal vez en otra ocasión... aún tenía algunos contactos, podría buscarse dónde ir. ─ Dime una cosa. ─ dijo en voz suficientemente alta como para que sólo el albino pudiese oírle, si bien tampoco le importaba demasiado ser escuchado por los otros. Seguramente estarían ocupados comiendo y ordenando. En verdad quería saberlo, aunque fuera sólo por capricho. ─ ¿Por qué estás con ellos? ─ soltó sin más rodeos, el tacto no era lo suyo. Aún mantenía la vista fija en el rostro del albino, como si estuviese esperando algún tipo de reacción por su parte. También le interesaba saber por qué un grupo de hombres, trabajadores de una discográfica, acudían una fin de semana temprano a limpiar y ordenar al apartamento de uno de sus compositores como si esas fuesen sus verdaderas tareas. Pero eso era un dato secundario. O qué hacía un demonio con unos humanos, si bien por aquellos días eran tan habituales las relaciones entre razas que a nadie le resultaba extraño a esas alturas. Además cabía perfectamente la posibilidad de que los chicos no supieran nada sobre eso. También... podría haber hecho una carrera en solitario, muchos músicos salían adelante sin ayuda de equipos de producción. Era un poco más difícil, pero podría hacerse. De no haber tenido otra opción, entendía que pudiera haberse encariñado con ellos.
Yves A. Blachard
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Soul Eater Sáb Jul 14, 2012 6:58 pm
Amo»Demonio
No había hecho tanto caso a las primeras palabras pues pensaba que no me hablaba a mí así que solo me mantuve firme a lo que venía. Cuando le escuche hablar algo más para mi sonreí mientras aun curioseaba la cruz. Me preguntaba cómo debía ser las cosas ahora que tenía mascota y aunque sabía su uso con él era difícil, no era del tipo que se negaba y era un problema pero tampoco era el más aplicado y que no iba a cuestionar mis palabras aunque el ultimo iba a ser molesto si tenía que ser de esa manera, Yves era más imperfecto, no saber que era o como denominarlo. –Si me hubieras levantado –Devolví su juego pero ahora me venía eso, ¿por qué no fue él quien me levanto?... ¿se lo había dicho Luigi?, negó en mi interior, no es como si en verdad deseara ser levantado por él pero al menos pensé que lo iba a hacer, como si fuera un sirviente, pero no lo era. -¿Quieres que te lo de ahora? –Dije refiriéndome al beso pero al final de las palabras solo solté una suave risa mientras le dejaba de tocar la cruz, me había aburrido un tanto. Mi mano que aun cuando dejara de tocar el collar se quedo con algunos nudillos tocando la piel de la contraria, su temperatura un tanto fría, extraño pues pensaba que los ángeles eran cálidos. Volvía a ti esa sensación extraña de estar con alguien que era un ser puro pero aun así sentías que el blanco ser era más bien un ser gris, raro pero así era, tendías a causar dolor a esa especie porque se lo merecía a tu manera. Atormentar y destruir eran los sentimientos más precisos pero ahora con aquel no lo hacías y a saber la verdadera razón, en la noche habías hecho un poco de eso pero perdiste la línea y recuerdos ante la bebida… ¿Qué tanto habías hecho? Esa era la mayor causa por la que venir a él y más cuando no había nadie de por medio, a solar y esperar que no mintiera pues que más te quedaba, lo bueno es que no tenías herida alguna o él la tuviera, sabías lo que hacías pero el problema eran mantener los recuerdos de la noche pasada. Estaba pensando cómo sacar el tema cuando se alejo, su mirada solo me hizo reír pero muy lejos de molestarme o inquietarme, mi mano se dirigió a mi bolsillo con la otra imitando la acción.

Fuera de la sala estaban tus compañeros, seguían desayunando y platicando, algo normal entre ellos pero de pronto el más curioso desde siempre para el tema sacando las palabras. –¿por qué se demoran tanto? –Tal vez estaba dispuesto a ir por ellos pero el líder negó su acción antes de que la cometiera. –Eso que te interesa, déjalos y termina de comer que solo nos queda el estudio –Refunfuño un poco pero ahora parecía que no se volvería molestia y podían seguir en lo que estaban ustedes dos.

-¿eh –
Fue lo primero que salió de mi boca cuando lo escuche, deje mi pausa anteriormente para saber qué era lo que me preguntaría pero entre todo vino “esa” pregunta, no evite soltar una risa un poco larga, nadie me lo había preguntado y seguro porque todo mundo pensaba que un humano con otros humanos era normal pero Yves sabía que yo no lo era, estaba lejos de esa comparación. –Discúlpame, solo que es extraño... pero supongo que normal para ti –En verdad aun esa risa quedaba, lleve mi diestra a mis cabellos para pasarlo atrás y dirigirme a un sillón cercano, me senté de lado para poder colocar mis piernas a lo largo. –La verdad es que no puedo vivir solo –“por eso te compre” termine en mis pensamientos mientras ahora solo sonreía. –Se podría decir que se han vuelto hasta ahora indispensables para mí y yo para ellos, en cierta forma –Aclare no muy bien y es que era un problema mantenerme por mi mismo. A tú mente vino ese recuerdo de que ellos vinieran a tu departamento, se tuvo que llamar al casero y tú te encontrabas dentro en el estudio durmiendo, tal vez dos semanas pasada de la fecha limite esa vez. Cuando entraron era un completo desastre todo el departamento y lo increíble es que solo una persona podía crearlo, pronto te encontraron y solo esa imagen te hizo soltar una risa ahora que estabas con Yves, tener hambre fue lo que respondiste entre dormido y así fue comenzó todo con ellos. Antes solo eran unos conocidos cuando ibas al estudio de grabaciones y demás cosas pero ahora se volvieron tus compañeros y quizás tus amigos. –¿Por qué lo preguntas? –Le mire un tanto curioso con un suave tono serio pero nada forzado, seguramente creyó que era para aparentar las cosas pero igual no era de ese tipo al menos no en este tipo de cosas, nunca me habían agradado utilizar a la gente que me ayudaba y ellos lo hacían, tenían sus lados malos pero así eran los humanos. –Yves, recuérdame que es lo que hice ayer –Aquello no fue una petición, sonaba más a una orden pero con esa voz tranquila y sonrisa que le daba tan agradable se maquillaba y no sonaba como alguna así. Ya que el había sacado las preguntas porque no seguirle, después de todo si seguía preguntándome sin que yo hiciera lo mismo comenzaría a hacerse aburrido. Tome la almohada que estaba a un lado mío y la abrase para acomodarme, un tanto por vanidad y para entretenerme esperándolo juguetee mis cabellos de enfrente mirándolos con dificultad y seguir a él. –Sabes, no me gustaría verte con la misma ropa así que en la noche parecía que no traías muchas cosas así que algún día te comprare algo –Agregue después de mirarlo de arriba abajo, tampoco es que vistiera mal pero sería un problema que no tuviera muchas cosas que vestir y si venía conmigo en los viajes, en mi imaginación lo tope con una suave comparación a una muñeca a la cual en verdad quería vestir bien.
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Yves A. Blachard Lun Jul 23, 2012 6:26 am
Híbrido
Esperó pacientemente que la respuesta a su pregunta no se limitara a un monosílabo y una larga carcajada, o de verdad se molestaría. Para empezar no era la clase de hombre que hiciera preguntas impertinentes todo el tiempo, y menos sobre la vida de los demás – ni que le interesasen los cotilleos propios de marujas incorregibles – pero la curiosidad o el simple interés del momento le podían, así que como mínimo, quiso quedar satisfecho con la aclaración. Empezó escuchando sus disculpas, si bien las encontró fuera de lugar, como si tratase de excusar su sorprendente buen humor ante el gesto tranquilo y despierto del híbrido. Tenía una risa extraña, cristalina y franca, que no parecía cuadrar del todo con su personalidad, aunque sí con su aspecto. De alguna manera inconsciente imitó su gesto acomodándose como pudo sobre aquel lugar, apoyando el mentón sobre las manos que a su vez sujetaban la rodilla mientras balanceaba la pierna libre a voluntad. Una sonrisa socarrona se formó en sus labios. A decir verdad no era difícil de imaginar, si bien seguramente lo que quería decir era que más bien necesitaba a alguien que le limpiase o le hiciese compañía en un remoto caso. Era tan evidente que cualquier comentario estaba de más, pero de todas maneras tampoco intentó resistirlo. – Ya veo. Así que por eso estoy aquí. – no era una pregunta, sino una afirmación en toda regla. En cierta forma sabía que una cosa así era importante y, ¿a quién quería engañar? Sentía una gran curiosidad por ello, pero en el fondo no le preocupaba tanto. Qué más le daban sus razones, se dijo. Lo realmente interesante, lo que de verdad quería saber, se encontraba en lo que fuera a suceder de allí en adelante. Cuáles eran sus malditas intenciones, si iba a pasarse el resto de las mañanas – por un tiempo indefinido – preparando desayunos y los días siguiendo al albino como un chucho faldero de un lado para otro. La sola idea se le hizo tan odiosa y aborrecible, que si las cosas seguían a ese ritmo pensó que podría volverse loco. Pero eso era lo molesto: todavía no sabía nada. – Aunque eso no me preocupa. No tanto como qué demonios pretendes que haga aquí, al menos. – "preocuparse" tampoco era la palabra correcta, pero sí lo más parecido que podía utilizar. De repente se dio cuenta de que estaba cambiando completamente de tema, cuando él comenzó a contarle que a fin de cuentas se necesitaban los unos a los otros. Dios, ¿cómo podía ser tan cursi? Ahogó la tentación soltar una carcajada aclarándose la garganta y disimuló una sonrisa irónica. – Por nada. Sólo... curiosidad. – intentó tomar también un tono serio y resuelto. Lo cual era más o menos cierto. Tampoco era tan extraño en esos días que las razas tuvieran relaciones de toda clase entre ellas, prejuicios a parte, pero a cualquiera le resultaría extraño que un humano y un demonio se tomasen tantas confianzas. Así que o no estaban al corriente, o bien les era indiferente. De cualquier manera, pensó, tampoco era asunto suyo. Aunque tenía interés – más bien algo parecido a una curiosidad infantil – en conocer un poco a la persona quien le había comprado – y posiblemente también iba a mantenerlo de alguna forma durante una temporada – tampoco es como si le importara cada pequeño detalle sobre él. Mucho menos sobre sus amigos o lo que fuesen, de quienes prácticamente sólo sabía un par de nombres. Pero no le apetecía jugar a las adivinanzas entonces, así que sería mejor evitar insistir.

Escuchó sus palabras consciente de que se trataban de una pregunta – o una orden, a quién quería engañar – disfrazada de amable petición. – Querrás decir a partir de la borrachera. – dijo calmado con un casi imperciptible tono burlón. ¿Hacía bien llamándolo así? Tampoco había tomado para coger un coma, al menos no en los pocos minutos en los que le había dejado solo. – ¿De verdad no recuerdas nada? Joder... – se recostó contra la pared. Hubo un suspiro resignado. – Vale, pasó más o menos así: estabas tocando el piano... – tirado cómodamente sobre sus malditas rodillas, ¿debería decírselo? Nah, mejor no entrar en detalles. – ... y de repente empezaste a decir no se qué de una pieza que se te acababa de ocurrir. Parecía algo importante, así que me pediste – "Mentira, me ordenaste" – que te la recordara más adelante. Justo después te caíste redondo. – se encogió de hombros como si fuera la cosa más natural del mundo que los jóvenes pasados de copas se desmayaran en su regazo. Aunque sorprendentemente, no había sido la primera vez. – Eso fue todo. – por lo demás tampoco hacía falta concretar, o se hubiese despertado hechado en el banco sobre el que se quedó dormido. Debería estar bastante preocupado para preguntar algo así. Cerró los ojos y soltó un bufido masajeándose el puente de la nariz, como si estuviese cansado o reflexionando. ¿Por qué demonios habría bebido si sabía lo que iba a pasar? Tampoco era cuestión de ir hechando sermones, pero uno ya era mayorcito para conocerse de sobra. Bueno, qué más daba. Justo cuando daba por concluida la conversación, al otro le dio por hablar. De nuevo tuvo que contener la risa, aunque esta vez sin éxito. "¿A qué demonios viene eso ahora?". De pronto comenzaba a hablar de compras. Cuando estuvo más calmado, negó con la cabeza y dijo. – Muy generoso por tu parte, de verdad me tientas. – ironizó. – Pero ahora en serio: tengo suficiente con mi ropa. Así que no hace falta, gracias. – aunque realmente lo del agradecimiento estaba de más. – Además, no soy como una puta caprichosa a la que debas comprar cosas bonitas para tenerla contenta. – señaló encogiéndose hombros como si no tuviera remedio, obviamente refiriéndose a lo del colgante. Vale, había aceptado ese pequeño e inesperado regalo a pesar de ser consciente de su significado, incluso podía pasar que estaría encantado de darse la gran vida a costa de otros sin mostrar un mínimo de culpa, pero empezar dejarse consentir como una especie de amante mimado era un juego peligroso, y más con alguien como Soul. Sin embargo, pensándolo fríamente, ¿qué otra opción le quedaba? Algo de razón tenía el demonio, tarde o temprano necesitaría afrontar sus propios gastos. Tal vez podría hechar mano de su cuenta, pero advirtió de que eso le haría parecer un terco idiota. ¿Por qué simplemente no podía dejar de lado el estúpido orgullo de lado y aprovecharse un poco? Al fin y al cabo, un par de prendas de vestir no le matarían. – Pero claro, si insistes... pues qué remedio. – dijo resignándose teatralmente, disimulando su satisfacción. Era incapaz de engañarse a sí mismo, seguía siendo un jodido presuntuoso. "Forma parte de tu encanto, querido.", le había dicho una de sus – ya incontables – amantes, y la verdad es que le gustaba pensarlo de vez en cuando. ¿Cómo se llamaba? ¿Angela? ¿Frida? ¿Vicky? Nah, es igual. En cualquier caso, lo que le interesaba en ese momento era bien distinto. – Aunque hay una cosa... si, digamos, empiezas a comprarme lo que se te antoje y yo lo aceptara... – ni que tuviera alternativa. –... ¿cómo demonios has pensado que voy a compensarte? – le soltó tan tranquilo, como si le hubiera preguntado por el tiempo o la estabilidad económica del país.
Yves A. Blachard
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Soul Eater Sáb Jul 28, 2012 6:09 pm
Amo»Demonio
Lo había escuchado y solo sonreí, ahora sabía más que nada que Yves no era tonto y le era tan fácil intuir las cosas. Tampoco era como si en verdad necesitara un pet pues igual tenía de los chicos pero algo dentro de mí me decía que era mejor, sin tantas sonrisas y menos regaños, la ventaja era notoria de donde le veas por lo mismo Yves se encontraba ahora conmigo. –Bueno eres un pet, deberías saber para qué sirven –Fue mi respuesta a su tal vez no preguntaba pero así lo tomaba yo. Me gustaba como esa cortesía de él por su amo desapareció, como ayer me preguntaba cómo debería llamarme pero ahora solo me tuteaba, me sentía con satisfacción. De repente le ve sonreír aunque ahora comenzaba a desconocer todas sus sonrisas, cada una tenía un porqué y la verdad me era complicada ya que algunas solo las utilizaban para fingir, no es que nadie las utilizara pero parecía que el peliblanco las usaba en exceso. –Oh… vale, curiosidad –Era una buena escusa aunque no sabía que era realmente. Me estire un poco, aun tenía sueño y si me quedaba 15 minutos en ese sillón terminaría dormido pero aun aguantaba.

Comenzó a esperar a que me diga que fue lo que sucedió aquella noche y aunque tenía recuerdos vagos preferí que me contar al menos los detalles que mi mente había omitido. –Si eso… -Sentí una suave punzada ante su ataque de palabras, pero mejor desvié la mirada ya que la culpa había sido mía pero no iba a decirle eso al ángel. –Tch.. Por algo te lo pregunto –Respondí a su pregunta que era más otro ataque y no necesario. A saber porque tenía que ponerse así, ¿había hecho algo que no debía?, no sabía y por lo mismo quería enterarme y no era para pedir disculpa. -¿Solo eso? , que raro –Lleve mi diestra a mi sien, no creía que en verdad solo eso haya hecho y no es como si esperara otra cosa pero por lo que me decían siempre me ponía muy altanero y atrevido, en verdad era raro que solo eso haya pasado. –Menos mal que fue eso –Dije un tanto aliviado mientras abrazaba la almohada. –Por lo de la canción ya está resuelto, sirvió de algo –Sonríe con total normalidad. Aun cuando habías mencionado lo de la ropa solo como una escusa de platica, no querías tener a un pet siempre callado, te iba a aburrir pero al ver lo reír solo un pequeño comentario bajo, que era más para ti salió. –Oh ~ puede reír –Lo miraste con una leve sorpresa la cual desapareció al instante. Comenzaste a jugar con los hilos de la almohada escuchando su leve modestia pero de nuevo una sonrisa se formo en tus labios y lo miraste. –No dije que te compraría ropa para consentirte, lo que dije fue que me aburriría “yo” si te viera con la misma ropa –Le aclaraste y aunque no era para molestar pero te causo gracia el tono de su vocabulario, te estaba agradando que hablara como quisiera, tu tampoco hacías las cosas al gusto de nadie, de hecho era una cosa que detestabas pero solo pocas veces cedías. Claro aun estaba en ti hacerlo rabiar pues no te agradaba que pudiera estar siempre tan tranquilo y manejarlo de la mejor manera. –Ahora sonó como si fueras fácil de persuadir, Yves –El tono que habías utilizado fue normal hasta pronunciar su nombre con un tanto de burla y énfasis, parecía que era un juego de ambos el atacarse de esa manera pero si en verdad era un juego cumplía su función.

Todo iba tan relajado hasta que soltó esa pregunta. –¿Ah? –cierto, ni en eso había pensado, como todo lo de la ropa fue una idea solo por la apariencia y no satisfacerle ignore esa parte pero si me resultaba bien… ¿por qué no aprovecharlo?. –No lo había pensado pero ahora que lo dices –Lleve mi índice de la mano diestra a mis labios y mirando al techo, no quería aprovecharme tanto pero si que tentaba la idea. –Creo que será simple –Me levante con un tanto de dificultar del sillón apoyándome de mis codos y mirarlo. –Solo tienes que ser bueno conmigo y… –La mirada que día al ultimo momento se afilo con una suave sonrisa maliciosa. –… hacer lo que te diga –Terminando me acomode como debía, aun con la almohada cerca de mi pecho. – ¿Fácil no? –Pregunte aunque igual no necesitaba respuesta alguna de él. –Y si te portas bien te comprare lo que quieras –Esta vez tal vez si hize un poco de referencia a su comentario de consentirlo y encapricharlo ademas del tono infantil al que recurrí.

Termine poniéndome de pie con la almohada siendo sujetada con la diestra. –Bueno, creo que es todo lo –Gire un poco los ojos como si intentara recordar algo más pero ahora nada iba en mí. Le tire la almohada en el pecho para que la atrapara mientras me daba la vuelta a la salida, mis manos se fueron a mi nuca muy relajado. –siendo un ángel supongo que lo tienes fácil… -Susurre tan bajo ya que era un recordatorio para mí, terminando solté un suspiro dirigiéndome a la puerta. Aun era complicado retener esas ganas internas de lastimar ese ser puro aunque siendo tú aun las podías retener por un largo tiempo ahora era mejor terminar unos asuntos con manager sobre mañana. Claro hoy te encerrarías en el estudio para terminar algunas cosas que hacían falta y como una pequeña inspiración te llego sería bueno aprovecharla, de algo había servido comprarlo pues te divertía en lo que era tu vida tan vaga que siempre llevabas.
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Yves A. Blachard Sáb Ago 04, 2012 2:19 am
Híbrido
Conseguir estar en la misma habitación sin intentar llevarle las manos al cuello ya era todo un progreso, de alguna manera sabía que tampoco era suficiente. Seguía habiendo una especie de tensión entre ellos, pero simplemente parecía algo... inevitable, como un hecho natural. Se había dado cuenta en cuanto su instinto comenzó a decírselo a gritos. "Mátalo. Ni siquiera merece un poco de piedad." era el pensamiento que aparecía una y otra vez cada vez que lo veía. "Además, será divertido." añadía una voz maliciosa. Sorprendentemente, todavía seguía con la cabeza en su sitio. Pero con tiempo, uno se acostumbra a todo; bueno o malo. No es como si fuera una bestia inestable y bipolar. No tenía transtornos, ni doble personalidad ni comportamientos extraños, y estaba perfectamente cuerdo. Simplemente ambas esencias se habían transformado en una sola, única, gris y sin nombre. Era como si a lo largo de los años hubiese encontrado un equilibrio, un término medio, que le obligase a estar en la cuerda floja constantemente. – Eso depende. – comentó sin darle mayor importancia. Tampoco dijo nada sobre cómo aceptó la excusa sin ponerle pegas, aunque eso fuera lo mejor. Bostezó por lo incómodo del silencio, y porque empezaba a adormilarse un poco, dicho sea de paso. Realmente dormir para él no era una necesidad como las demás, solía soportarlo bien hasta cierto punto pero le gustaba demasiado como para dejar de hacerlo.

Enarcó una ceja sorprendido por su reacción. No estaba siendo maleducado, sólo decía la verdad. ¿Por eso se molestaba? ¿O se sentía frustrado por haber olvidado lo que sucedió? Tal vez fueran ambas cosas. En cualquier caso ese no era su objetivo, pero tampoco pudo evitar que una sonrisa de maliciosa satisfacción se formara en sus labios. – Oh~ no te enfades, principito. Puedes quedarte tranquilo, no hiciste nada que no quisieras hacer. – dijo calmado aunque con cierto deje burlón. Era consciente de que eso sólo podría preocuparle todavía más, pero le divertía lo suficiente para que no le apeteciera parar tan rápido. Ladeó la cabeza en signo de curiosidad. ¿Qué pensaba que podría haber hecho? Entendía su preocupación – tan comprensivo por su parte –, pero exageraba, tampoco había pasado nada grave. Claro que, eso él no podía saberlo: sus recuerdos estaban en blanco. Podría haber dicho lo que quisiera y el albino nunca sabría si era cierto. En cualquier caso, ¿de qué servía mentirle? Sería divertido verlo creer cuanto saliera de su boca hasta que descubriera la verdad. Pero eso podría traerle problemas, y su posición no era la mejor para jugar con fuego. Una parte de él se sintió molesta y protestó ante su conformismo, si bien fue callada por la razón. Parecía que intentaba tranquilizarle con lo de la canción, pero el híbrido sólo se encogió de hombros. Incluso aunque tuviera una pequeña parte del mérito, le era indiferente sólo porque no iba a sacar nada de todas maneras. – Supongo entonces que te pondrás a trabajar pronto. – comentó sin mucho interés, jugando distraídamente con el colgante. Levantó la mirada justo para escuchar la respuesta del albino. Emitió una especie de sonido desdeñoso acompañado de una sonrisa socarrona. – Hm, disculpa. Olvidé que ahora soy tu Barbie. – añadió con sorna. Su gesto se tornó más serio, aunque tampoco parecía molesto. – Lo soy cuando hay cosas que quiero de por medio. – admitió desinteresado, tenía algo de verdad el que normalmente se resistía a aceptar regalos, préstamos o cualquier cosa que luego se viera obligado a devolver. También era cierto que se trataba de la única opción. Si el pianista quería gastar su dinero y su tiempo en él, no veía cómo ni pensaba impedírselo. Además, tampoco era nada nuevo. A pesar de las protestas y los reniegos, realmente siempre terminaba por dejarse consentir aunque sabía por experiencia que – en la mayoría de los casos – tarde o temprano se le pediría una compensación. Y eso era lo que esperaba del albino. Se mostró incrédulo sobre eso de "no-lo-he-pensado" pero de cualquier manera decidió ignorarlo. Incluso aunque fuera verdad – lo cual bien pensado no sería tan extraño, dada su impulsividad –, en algún momento le pediría algo a cambio, e Yves quería saber a qué atenerse. Se incorporó sobre su improvisado asiento para quedar recostado en la pared. Sólo le devolvió la mirada sin que nada delatara impaciencia o nerviosismo. Poco a poco, se fue formando una sonrisa en sus labios. – Bueno, no prometo nada. – Realmente parecía sencillo, pero tampoco podía asegurar nada. Para un ángel era algo innato... sólo que él no sólo era eso, lo cual iba a ponerle las cosas difíciles al albino. – Hmp, lo que tú digas. – refunfuñó como un niño. Ahora que recordaba, tenía suficiente dinero para ir por libre algún tiempo. Atrapó la almohada en su pecho y se la quedó mirando un rato, pensativo. Apenas esperó un par de segundos a que sus pisadas se alejaran. – Sí. Creo que eso fue todo... por el momento. – comentó para sí. En menos de diez minutos cerró la puerta de la entrada suavemente, sin hacer ruido, con la copia de las llaves de los muchachos y la cartera en el bolsillo. Sólo se dejó el móvil dentro de la maleta; a donde iba prefería evitar localizado fácilmente.
Yves A. Blachard
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Soul Eater Sáb Ago 18, 2012 5:47 pm
Amo»Demonio
Muñeca o lo que sea, eran estúpidos los caprichos que se me veían a la mente y no sabía que pensar en esos momentos, era lo que se me venía. Lo que más deseaba era enseñarle el porqué de ser mi mascota, el desayuno y las otras cosas estaban en un segundo plano. Lo que en verdad deseaba era utilizarlo, claro que de varias maneras pero aun resonaban sus palabras de la noche anterior “… Jamás seré tuyo” igual había dicho que estaba a mis servicios, era contradictoria para mí. ¿Qué parte de él no podía ser mío…? ¿Su cuerpo, su vida o su alma?, el ultimo me sonaba muy tentador, mi especialidad era saborear el alma de los seres y cada uno tenía un sabor único. Solo cortes y después podía tenerlo en mis manos, cada uno era tan diferente pues tenía defectos y virtudes. Algunos disfrutaban de las almas puras, difíciles de encontrar pero otros preferían lo más corrompido, aquellos eran los que más temían en todo el mundo. Le mire unos segundos pensando en su sabor, como sería su alma pero era imposible para mí notarla dentro del cuerpo, era un ángel pero aun así parecía que era más que un simple ángel ¿podía saber cómo era su alma sin tener que matarlo? La curiosidad me llenaba la mente, hacía tiempo de no probar alguna y es que ahora conseguir almas era un problema en mi estado. No iba a comer cualquier alma y las que me apetecían eran conocidos, claro que iba a ser sospechoso pero luego el conseguir a un pet que podría ser que no tenía a nadie más y no solo eso era un ángel lo que había conseguido, no diría que esa era la verdad de su estancia pero fue lo que podría ocurrir. Mis labios se humedecieron al paso de mi lengua pero por esos juegos mentales mejor me retire, me había entrado antojo y no era lo apropiado en ese momento, de hecho no debía. Podías retenerlo pero ahora que lo habías pensado en tu mente resonaría el deseo, saborear su alma pues eso era lo que ahora querías que sea tuyo. Tomarías la vida de paso y el cuerpo podría ser solo un mero objeto visual de lo demás, el calor de tomar el alma en tus manos y que los colmillos lo devoren era indescriptible para ti.

No importaba que, aun me denominara como un niño y alguien infantil, le di razones seguramente pero aun así no me daban ganas para que me diga “principito” aun menos con su todo. Solo soltaba algunos suspiros escuchando lo que debía escuchar que no era mucho. Al menos me había enterado que era un poco materialista, no importaba mucho pues igual no es como si me gustara consentir a mucha gente con tal facilidad pero era como un perrito, debía cuidarlo y comprar ciertas cosas, al menos así eran como si mis ojos lo vieran. Por un momento pensé en ganarme su confianza pero fue algo que no era muy de mí, no es que quisiera que me deteste pero tampoco es como si deseara tener un amigo. Era complicado para mí verlo de otra manera que no sea una mascota, al menos estaba arriba de los humanos normales, de casi todo el staff, solo por ser lo que era. Al salir de la habitación note que vigilaban un poco la puerta, no me molestaba de hecho me causaba gracia pero así estaba bien por mí, pronto terminaron el desayuno y limpiaron unas ultimas cosas, sabía que desde hoy hasta algunas semanas estaría ocupado; las canciones, arreglos, grabaciones, sesiones de fotos, juntas de gira, etc... Esto era delo que quería escapar pero parecía que era inevitable, no tarde en ir al estudio con Luigi muy cerca de mí, me iba a vigilar, ya conocía la rutina así que para que resistirme de lo inevitable. Se podía decir que iba a descuidar a Yves, pero no había remedio aunque solo pero en el fondo esperaba que no se escapara o algún parecido con eso. No me iba a ser gracia perder dinero, no es como si aquel Pet hubiera sido barato, al menos si no se quitaba el collar. Aun cuando no lo reconocieras aquel peliblanco tenía una difícil tarea al tratarte, en gran parte deseabas que las semanas pasaran tan rápido pero uno nunca sabría como ocurrían en verdad, todo el día pensando en melodías, los demás trabajaban en publicidad y otras cosas pero no tendrían tu presión. Lo único por lo que saldrías de esa habitación serían por muy pocas cosas, las básicas. Si ellos se topaban con el ángel sería bueno, podrían informarte.

Tenía mucha razón en una cosa Yves, tendría trabajo.

Escuchaba la voz de Luigi corrigiendo algunas cosas, debía reconocerle que sabía de música y era bueno charlando, se podría considerar un… ¿amigo?, cumplía las funciones de tal pero quién era yo para saberlo todo. El pasar de las horas lo hacía agobiante y ya habíamos avanzado lo suficiente pero no iba a ser fácil.
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Ni yo mismo lo se~


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